Edición: Lumen, 2018 (trad. Antonia Martín
Martín)
Páginas: 472ISBN: 9788426405166
Precio: 21,90 € (e-book: 9,99 €)
Leído en
versión original (Educated).
Pocas,
muy pocas veces puede uno decir que ha leído una historia única de verdad. Y
aún menos las que esa historia está bien contada. Tara Westover (1986)
encuentra ese equilibrio inusual en Una
educación (2018), su debut, unas memorias noveladas de una infancia
«salvaje» que se han convertido en fenómeno en Estados Unidos. La autora
pertenece a la llamada generación millennial;
sin embargo, la primera mitad de su vida transcurrió al margen de la sociedad, lejos de los usos y costumbres de sus coetáneos. Tara, la menor de siete hermanos, creció
en un pequeño pueblo de las montañas de Idaho. El padre, un mormón fanático y
anarquista, detestaba la civilización y mantenía a su familia haciendo tareas
de construcción; mientras que la madre, una mujer de valores tradicionales sometida a la
voluntad de su marido, trabajaba como partera y herborista en la zona. Los
niños, que no iban al colegio, los acompañaban en sus actividades. Tara creía
que llevaría esa existencia para siempre; no obstante, terminó doctorándose en
Cambridge. El tortuoso camino hasta lograrlo, en Una educación.
El
relato de Tara impacta, de entrada, porque muestra una cara insólita de
los años noventa en Estados Unidos (y en Occidente). Mientras la superpotencia lanza sistemas operativos, una familia se queda anclada, por voluntad
propia, al pasado, a un way-of-life
temerario e imprudente. Porque dista mucho de ser una vida rural apacible: Tara
no va a la escuela, carece de un certificado de nacimiento y nunca se ha
vacunado. Los electrodomésticos llegan con cuentagotas a medida que los ingresos de su madre aumentan. No conoce el mundo fuera de las montañas –tan solo
las visitas dominicales a la iglesia– y apenas tiene amigos. El desconocimiento incluye la Historia: alcanza la adolescencia sin haber oído hablar
del Holocausto. El padre, un hombre autoritario e inestable, es quien toma las
decisiones en el hogar, quien los obliga a mantenerse en esa ignorancia. Hay dos
puntos de inflexión para la protagonista. Por un lado, en la parroquia
descubren su voz y la animan a cantar en el coro, lo que la introduce en la
localidad. En segundo lugar, a medida que los hermanos crecen, se marchan del
hogar. Uno entra en la universidad y la empuja a seguir sus pasos, a pesar de
que Tara no ha pisado la escuela jamás y las clases de su madre en casa dejan bastante
que desear.
Tara Westover
narra una historia de superación –de niña asilvestrada a investigadora
cosmopolita–, pero su novela es mucho más que eso. No importa tanto el supuesto
«final feliz» como los traumas que arrastra, las heridas que tardan en sanar,
después de pasar un periodo fundamental de su formación personal y cognitiva en
un entorno aislado y sórdido, y de romper con ello en contra de los deseos de
su progenitor, con el choque emocional que eso implica. Ella no se percibe a
sí misma como una triunfadora, sino que conserva la humildad, la inseguridad de
quien lleva media vida sintiendo que no encaja. La adaptación a la sociedad no
resulta fácil: la narradora expresa con total naturalidad lo que ignoraba en su
infancia, desde los principios básicos de higiene a la sexualidad, pasando por
la cultura general o los temores a los medicamentos. Era una mormona ferviente,
le costó desmontar las normas sobre las que se sustentó su niñez. La Tara de
ahora sigue respetando sus orígenes pese a haber dejado de creer en aquello; no
escribe, pues, desde la rabia, sino que se muestra constructiva.
Entre los personajes, sobresale el padre, el tipo duro, dominante,
perturbado, piedra angular del clan. La relación entre él y su hija se vuelve perjudicial
por momentos, entre el anquilosamiento de él y el alejamiento (físico, pero
sobre todo mental) de ella. En cierto modo, este libro es también una purga, un
ejercicio de reconciliación con el padre a través de la escritura, como hace
Karl Ove Knausgård en su ciclo autobiográfico. Ocurre algo similar con un
hermano, Travis, un chico conflictivo que no ha tenido la suerte de poder salir
de ese ambiente y sigue peligrosamente los pasos de su padre. Hay una escena de
violencia atroz que se enquista en Tara. En medio de los
hombres embrutecidos, destaca, en la recta final, una alianza entre las mujeres –la madre es otro personaje importante, el sostén mientras el padre se vuelve cada vez más irritable–, que se unen para evitar que se repitan los errores (los abusos) del pasado.
En
los últimos años, cambiando de tercio, se ha puesto de moda un «retorno a la
naturaleza», tanto en lo cultural –un auge de la nature writing, pero también del beatus ille en las obras de ficción– como, y no sin controversia, en el
día a día –movimiento antivacunas, partos en casa, leche cruda–. En este
sentido, Una educación se opone al
elogio del regreso a lo natural por cuanto expone con crudeza la cara menos
amable del campo: la brutalidad, la enfermedad mental, la brusquedad, el
estancamiento, el fanatismo, los accidentes. Porque la educación no es tanto el
contenido de un libro de texto como el saber estar en sociedad, unas pautas de
conducta cívica, la empatía para con el prójimo, la actitud abierta y receptiva,
la capacidad de escuchar al que piensa diferente. Ser más humano y menos fiera.
Westover se siente extraña al pensar en lo que podría haber sido su vida, pero no vuelve
atrás; gracias a la educación ha tomado las riendas y analiza su infancia de
manera crítica.
Tara Westover |
La
autora es, por si fuera poco, una narradora solvente. Escribe con un estilo
pulcro, ameno y claro, un tono fresco y cómplice que carece de
pretenciosidades. Es, de hecho, un debut muy «honesto», pese a lo delicado
que resulta emplear esta palabra para comentar un libro: más allá de lo
literario, la narración de Westover rebosa «verdad», y no porque cuente una
historia real, sino por cómo está contada, por su transparencia, por esa cualidad
intangible que distingue lo artificioso de los textos con «alma»
(otra palabra incómoda), textos que le enseñan algo al lector, que permanecen en él,
que marcan un antes y un después. Sí, uno de esos pocos libros que uno recuerda
pasado el tiempo, de los que invitan a subrayar pasajes, a detenerse en una
observación lúcida, incluso a debatir (perfecto para clubes de lectura). Conmovedor, pero sin ser lacrimógeno. Reflexivo, pero sin
lucimientos vacuos. Westover entra con honores en el grupo de autores que han
escrito con brillantez sobre infancias atípicas y dolorosas, tanto en forma de
novela –como Jeanette Winterson en Fruta
prohibida (1985)– como a modo de memoir
descarnado –como Mary Karr en El club de los mentirosos (1995)–. Este libro extraordinario perdurará.
Me ha gustado esta reseña. Me apunto el libro. Seguramente lo leeré. En libros de infancias duras añado El hombre que amaba a los niños de Christina Stead.
ResponderEliminarMe lo acabo de comprar en formato electrónico pero no puedo empezar a leerlo hasta el 6 de septiembre. ¡Que ganas!
EliminarYa queda poco, ¡je, je! Tengo pendiente el de Christina Stead, me interesa mucho la literatura sobre la infancia.
EliminarTerminado. Impresionante. Estoy desvelado, no he podido parar de leer en toda la noche. :O
EliminarCuánto me alegro, Miguel. Me has hecho recordar que lo empecé una noche y también me tuvo unas cuantas horas entregada a la lectura. Es maravilloso que un libro produzca este efecto.
EliminarPues no lo conocía, pero me llama mucho la atención. ¡Apuntado queda!
ResponderEliminarSe publica esta semana. Me alegra que te haya interesado, me parece una muy buena primera novela, con muchos temas para reflexionar.
EliminarEmpiezas fuerte!!!!
ResponderEliminarMañana tengo previsto pasar por mi librería favorita y salir con 4 o 5 libros. Entre ellos este Y creo que me pondré a leerlo en seguida
Ya os contaré
Ojo, oficialmente sale a la venta el jueves 6, aunque algunas librerías ya lo tienen. Espero que lo encuentres y, sobre todo, lo disfrutes mucho.
EliminarMe dan ganas de leerlo, me gusta ver o leer testimonios que desmitifican las posturas extremas antisistema. No creo que llegue a Argentina, me hizo acordar a 2 películas relativamente recientes:el país de las maravillas y Capitain Fantastic, si las ves, verán que van de lo mismo. Una alegría que estés de vuelta!
ResponderEliminarGracias por la bienvenida. En cuanto al libro, espero que sí llegue a Argentina: lo publica Lumen, que tiene difusión en Latinoamérica, y al tratarse de una apuesta importante supongo que habrá interés en que llegue a cuantos más lectores mejor. Además de su valor testimonial, me parece un libro con una calidad literaria indudable.
EliminarMe llamó desde que la vi en las novedades. Es una de mis próximas lecturas y me dejas con más ganas si cabe. Pedazo de reseña.
ResponderEliminarBesos
Espero que lo disfrutes tanto como yo.
EliminarExcelente reseña. Lo leeré sin duda.
ResponderEliminar¡Espero que te guste!
EliminarLe tengo muchas ganas y me fio de tu reseña. Por lo quy cuentas me recuerda a La biblia envenenada de Barbara Kingsolver.
ResponderEliminarYa me contarás, Conxi, a mí ya ves que me ha encantado. Me apunto el de Barbara Kingsolver.
EliminarCon semejante pedazo de reseña, cómo no darian ganas de leerlo? Gracias, Rusta! Anotadisimo para leer
ResponderEliminarGracias a ti. Espero que lo disfrutes tanto como yo.
EliminarEn la entrada anterior escribí que quería dejar de lado las novedades a favor de esos clásicos pendientes. Pues rectificar es de sabios porque pienso hacerme con este libro. Me fascinan esas historias autobiográficas que en cierto sentido son de autosuperación. Y tu reseña también me ha encantado y siempre que me fio de ti, acierto, así que me lo llevo.
ResponderEliminarUn besote!
Me alegra que hagas esta excepción: es una muy buena novela, y si además te gustan este tipo de historias, creo que la disfrutarás mucho. Yo también leo menos novedades que antes, hace poco comentaba en Twitter lo difícil que es encontrar libros actuales que realmente me enriquezcan como lectora. Este es uno de los pocos que lo han conseguido.
EliminarAcabo de terminar de leer “ Una educación “
ResponderEliminarMe ha encantado Me parece un libro magnífico por la historia que cuenta y por la manera, fabulosa, como lo cuenta
Me parece un canto al esfuerzo,la constancia y la superación
Contiene momentos duros como los distintos accidentes que relata ( bastantes por cierto) y como son resueltos
Personajes que dejan huella Y reflexiones sobre cómo vivímos nuestras vidas.
Mi recomendación por este libro es entusiasta e inequívoca
Quien lo lea disfrutará! Que suerte...
Estoy muy de acuerdo contigo. Muchas gracias por tu comentario, ojalá mucha gente se anime a leer el libro.
EliminarUn libro que engancha desde las primeras páginas es siempre bienvenido. ¡Me lo apunto!
ResponderEliminarEspero que así sea y lo disfrutes mucho :).
EliminarGracias por la recomendación. He leído este libro gracias a ti y me ha encantado. Hacia tiempo que no me enganchaba tanto a una novela. Un saludo.
ResponderEliminar¡Me alegro mucho! Muchas gracias por tu comentario.
EliminarMuchísimas gracias por la recomendación, es una historia impresionante.
ResponderEliminarAsí es. ¡Gracias por tu comentario!
EliminarEs un libro que "engancha", eso es una virtud. Literariamente no aporta nada.Jamás este libro estará entre los grandes de la literatura. Cumple fignamente con la demanda del " libro más vendido".
ResponderEliminarDignamente, quise decir.
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