Edición: Nube de tinta, 2012
Páginas: 304ISBN: 9788415594017
Precio: 15,95 € (e-book: 10,99 €)
¿Con qué estoy en guerra? Con mi cáncer. ¿Y qué es mi cáncer? Mi
cáncer soy yo. Los tumores forman parte de mí. Sin duda forman parte de mí
tanto como mi cerebro y mi corazón. Es una guerra civil, […], y ya sabemos
quién la ganará (pág. 210).
Puedo afirmar sin temor a equivocarme que Bajo la misma estrella es uno de los
libros que más dio que hablar el año pasado (al menos en la blogosfera). Se
trata de la carta de presentación de
Nube de tinta, el nuevo sello de Random House Mondadori que pretende llegar a jóvenes y adultos con
propuestas fáciles de leer que transmitan sentimientos y buenos valores. El
género que trata no es nuevo (es el mismo que títulos de éxito como Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea o El niño con el pijama de rayas; de hecho, hay una novela del autor de este último en su catálogo);
aunque sí lo es el hecho de apostar en exclusiva por él. De momento está
teniendo buena acogida entre los lectores; veremos qué ocurre en el futuro.
Bajo
la misma estrella es la sexta novela del estadounidense John Green (Indianápolis, 1977), la que le ha catapultado a lo más alto de las
listas de ventas y ha lanzado su obra al mercado internacional. Sus libros
anteriores, entre los que se encuentra uno escrito junto a David Levithan, ganaron
varios premios y el autor cuenta con un buen número de seguidores en su país.
Con la buena acogida que ha tenido en España, estoy segura de que la editorial
no tardará en rescatar otros títulos suyos para aprovechar el tirón.
Entrando en materia, Bajo
la misma estrella forma parte de ese nutrido grupo de libros sobre adolescentes con cáncer, como el
best-seller de Nicholas Sparks Un paseo
para recordar, también adaptado al cine, o el más reciente Promise. ¿Crees en los milagros?, de
Wendy Wunder. Todos nos cuentan la misma historia y corren el peligro de caer
en el manido melodrama de sobremesa; no obstante, es ahí donde debe brillar la
habilidad del autor para demostrar que no manipula las emociones del lector y
aporta aire fresco al tema. ¿Lo consigue John Green? En parte, sí.
La novela está narrada en primera persona por Hazel
Grace, una chica de dieciséis años con un cáncer de tiroides que después se
extendió a los pulmones y actualmente se encuentra controlado gracias a un
medicamento de la invención del autor. Hazel acude a un colectivo de apoyo,
donde conoce a Augustus Waters, un chico atractivo y simpático que perdió una
pierna por la enfermedad y ahora parece que se está recuperando. Los dos
conectan enseguida y, gracias a la complicidad que les da haber pasado por el
mismo trance, Hazel le habla de un libro que la tiene especialmente
obsesionada. Todo lo que ocurre después lo dejo a vuestra imaginación.
En esencia, la historia es lo mismo de siempre:
adolescentes enfermos y sus dificultades, una trama previsible con momentos
para sonreír y para llorar. ¿Dónde está, pues, el truco de John Green? Tiene
varios. El primero, el sentido del humor:
la narración es muy amena y está llena de escenas que transmiten buen rollo a
pesar de las circunstancias. Parece que este es el rumbo que está tomando la
novela sobre enfermedades terminales: hablar del cáncer con humor y sin
tapujos, puesto que también es una de las bazas de Promise. ¿Crees en los milagros?, que pasó mucho más desapercibida aunque
su protagonista tiene bastante carisma. Se puede decir que se ha progresado con
respecto a los libros de Nicholas Sparks, un auténtico especialista en dramones
al que se puede aplicar aquello de «leído uno, leídos
todos» (una servidora tuvo que leer cuatro para darse cuenta).
La gente habla del coraje de los enfermos de cáncer, y no niego que lo
tengamos. Me habían pinchado, acuchillado y envenenado durante años, y todavía
seguían haciéndolo. Pero no os equivoquéis. En aquel momento me habría gustado
mucho, mucho, morirme (pág. 109).
En segundo lugar, los
personajes están bastante bien caracterizados y resulta fácil sentir
simpatía por ellos, en especial Hazel, tan inteligente y divertida, y Augustus,
uno de los guaperas más adorables que he encontrado en la literatura juvenil.
Sus diálogos distan mucho de parecerse a las conversaciones que tendrían dos
adolescentes corrientes, hacen metáforas sobre la vida y en algunos aspectos
son más «profundos», pero se
comprende porque han pasado por una situación muy dura y aun así eso no resta
frescura a sus voces. Los secundarios también merecen una mención, sobre todo
los padres de ambos, que encarnan un papel complicado, y un amigo de los
chicos, Isaac. Me gusta la naturalidad y
el respeto con el que se trata la enfermedad, y me he creído las
situaciones que viven los protagonistas: la imposibilidad de Hazel de hacer una
vida normal, el hecho de sentir que la gente la mira cuando acude a algún
sitio, el fastidio de algunos momentos en el grupo de apoyo, las dificultades
de los amigos sanos para relacionarse con ellos…
Por otro lado, el tema de fondo de este tipo de libros
suele ser el carpe diem, pero en esto
John Green propone una alternativa: aquello que se deja atrás después de morir.
Augustus está obsesionado con el legado, sufre al pensar que solo se recuerda a
los héroes y no a los niños que murieron de cáncer, y Hazel se preocupa por sus
padres, por el daño que les hará algún día. Se establece un paralelismo entre
su angustia y la novela que Hazel lee una y otra vez, Un dolor imperial: la trama relativa a este libro resulta eficaz
para reflexionar sobre la pérdida
desde diversos puntos de vista y ofrece una visión interesante del escritor
como ídolo y el escritor como persona.
No puedes elegir si van a hacerte daño en este mundo, pero sí eliges
quién te lo hace. Me gustan mis elecciones (pág. 300).
Hasta aquí, todo bien: el libro utiliza bien sus armas,
no cae en el melodrama facilón y tiene detalles interesantes. Sin embargo, no
puedo decir que me haya entusiasmado. Mi principal problema para disfrutarlo se
debe al hecho de que he leído muchos
libros parecidos y cuando se tiene esta herencia lectora resulta difícil
conmoverse como la primera vez. Leo reseñas de lectores que prácticamente han
tenido una revelación después adentrarse en las páginas de Bajo la misma estrella y no puedo evitar pensar que yo lo que
habría disfrutado mucho durante mi adolescencia, cuando todavía me emocionaba
con Marc Levy y Nicholas Sparks, pero que ahora me sabe a poco y echo de menos algo más de sustancia en
su elaboración. Hay que tener presente que aunque la editorial diga que se
dirige a lectores de todas las edades, todos los títulos que ha publicado hasta
el momento se consideran juveniles en la versión original y creo que esto
influye a la hora de disfrutarlos. Sé que también hay adultos fascinados con Bajo la misma estrella, pero digamos que
yo lo recomendaría antes a una persona joven.
Además, me hace gracia que muchas reseñas califiquen esta
novela de «realista». Yo soy una
amante del realismo y crecí con lecturas de este género, pero si ahora tuviera
que hacer una lista de libros realistas os aseguro que este no sería el primero
que se me ocurriría. Sí, es realista en el hecho de tratar una enfermedad
terminal, pero también bebe del humor de la comedia romántica y tiene un
elemento que se carga todo el realismo que podía tener: el medicamento «milagroso» que toma Hazel, algo que le
va de perlas al autor para plasmar lo que quería, pero que real no es. No me
parece realista puro; lo considero un libro sentimental sobre un tema difícil
que transmite emociones bonitas, un subgrupo que hoy en día tiene su propio
género.
John Green |
En conclusión, Bajo
la misma estrella me parece una novela agradable, fresca y con un enfoque
diferente a un tema muy manido. No se
recrea en el morbo, consigue llegar al lector mediante un acertado equilibrio
entre escenas amenas y momentos duros. Está bien dentro de su género, me ha
gustado y la recordaré con cariño, pero no me ha cautivado tanto como a otras
personas porque no deja de ser una historia que he leído muchas veces y no la
considero de diez. La recomiendo a los lectores que busquen una lectura sencilla
y con sentimientos.
Creo que en este mundo tienes que elegir cómo cuentas las historias
tristes, y nosotros elegimos la versión divertida (pág. 203).
Nota: las fotografías están sacadas de una página que recopila imágenes inspiradas
en el libro.