Edición: autopublicación en
Amazon, 2012
ISBN: 9781481088473
Páginas: 184
Precio: 7,59 € (e-book: 2,68 €)
Érase una
vez un miserable
es la primera novela de Javier Rejes,
un autor del que no disponemos de más información ni en la red ni en la edición
impresa del libro. De su incursión en el mundo literario se podrán criticar
muchas cosas, pero lo que no se le puede negar es que al menos ofrece una historia
fuera de lo convencional: arranca nada más y nada menos que con unos consejos para
no morir durante la práctica de la asfixia autoerótica.
Este comienzo da muchas pistas sobre
lo que encontraremos después: un relato con sentido del humor, a modo de monólogo, con un lenguaje claro, un tanto
bruto y sin tapujos a la hora de hablar de sexo. El primer tramo comprende diversos
fragmentos breves sobre un hombre que trabaja como guardia de seguridad y a
través de las cámaras contempla cómo su novia lo engaña con otro. Estas escenas
se combinan con interrupciones en las que el narrador se dirige al lector; un
tipo de intervenciones que a veces me pareció que estaban de más porque
entorpecen el desarrollo de lo narrado justo antes. Por otro lado, el gran bloque de este
libro corresponde al segundo hombre, al que se dedican más de cien páginas: un
chico cualquiera que narra episodios sueltos de su vida cotidiana con ese tono
humorístico. Como reza la contracubierta, todos los hombres que aparecen tienen
en común el hecho de ser «gente miserable».
Aunque de entrada este planteamiento
cómico y sin pretensiones pueda resultar atractivo, en la práctica me parece
que este Érase una vez un miserable
dista mucho de ser un buen libro por muchos motivos. El primer problema que le
veo es la sensación de caos y
descompenso que transmite: no me convence que empiece hablando de un
personaje y que durante esta etapa el narrador haga muchas apostillas (incluso
de varios párrafos), para luego dedicar cien páginas a otro personaje que habla
en primera persona y estructura el texto de una forma distinta. Tuve la
percepción de haber pasado de un relato a otro; no veo suficiente conexión
entre los «miserables» de la novela. En esto se echa mucho de menos la labor de
un editor que recorte los fragmentos que están de más y sugiera reescribir o
modificar algunas escenas.
En segundo lugar, el libro en sí es
bastante simple. Entiendo que el
autor no pretendía escribir una gran novela, pero considero que los géneros
ligeros también deben estar cuidados. La historia del segundo personaje,
Daniel, describe momentos puntuales de su vida; no hay una trama como tal y los
hechos que se desarrollan al final, que es donde se supone que está la «traca»,
son demasiado poco creíbles e incluso pueden rozar el mal gusto para una parte del
público por jugar con enfermedades. Además, cuando el narrador pasa a ser otro
personaje de esta historia apenas hay diferencias en su voz narrativa, ambos
se expresan igual. Creo que ha faltado un mejor trabajo de planificación antes
de escribir, de pararse a pensar qué se quiere contar, cuál debe ser el
comienzo y cuál el desenlace, etc. En ocasiones los fragmentos me han parecido
más bien entradas del blog de un aficionado a la escritura (de hecho, incluso
se utilizan recursos propios de este mundillo, como los tachones); no un
libro preparado para entrar en el mercado.
En relación con lo anterior, la
actitud de los personajes y su forma de opinar sobre la existencia me ha
parecido simplona y un poco radical. He echado de menos que, cuando emiten
juicios sobre el destino o sobre las actuaciones de algunas personas,
argumentaran por qué piensan de este modo, que no se quedaran en la observación
fácil. Lo mismo digo de las referencias intelectuales que se hacen (Freud,
Nietzsche, Foster Wallace), que además no suelen estar bien interpretadas, como
el concepto del superhombre de Nietzsche. Me parece que estos detalles sobran
en una novela de este tipo porque la reflexión que conllevan en mi opinión no
encaja con el tono de la narración y el tipo de personajes y, en cualquier
caso, si se quieren añadir al menos se debería profundizar un poco más en ellas
para no utilizarlas mal.
A todo esto hay que añadir los inconvenientes
habituales de las autopublicaciones y los autores noveles: faltas de
ortografía, estilo y errores tipográficos. De todos modos,
no es nada que un buen corrector no pueda solucionar; me parecen mucho más
graves los problemas estructurales y de planteamiento de la trama que he
comentado antes. También pienso que se podría haber elegido una cubierta más
llamativa (para vender un libro siempre es bueno que primero entre por los
ojos) y un título que diera más pistas de ese tono humorístico que hay en el
interior, porque por Érase una vez un
miserable se pueden entender muchas cosas.
En definitiva, creo que es un libro muy mejorable. Javier Rejes
tiene a su favor el hecho de conseguir un monólogo divertido y ameno que en
algunos tramos está bastante logrado —un género que puede tener su público,
pienso sobre todo en hombres jóvenes—, pero personalmente le recomendaría que
la próxima vez intentara planificar más las ideas antes de escribir, que se
centrara en una sola historia en lugar de mezclar relatos de diversos
personajes, y que construyera una trama argumental en la que ese sentido del
humor se sostenga, es decir, que haya menos fragmentos cortos y más forma de
novela. Si aun así tenéis interés en leerlo, podéis conseguirlo aquí.
Pues la verdad es que no dan ganas de leerlo...
ResponderEliminarNo me llama mucho, la verdad, así que lo dejaré pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Esperaremos a que mejore
ResponderEliminarNo apetece la verdad.....
ResponderEliminar@Todos. Ya, con esta reseña es normal que no os atraiga demasiado...
ResponderEliminarDespués de leer la reseña no entran ganas de leer la novela, así que la dejo pasar. Besos!
ResponderEliminar@Kristineta. Ya, mejor a otra cosa :).
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