23 abril 2010

Especial: Historias de amor


Quería escribir esta entrada el 14 de febrero (San Valentín), pero por aquellas fechas mi ordenador se estropeó y no pude hacerlo. Se me pasó por la cabeza publicarla un día cualquiera, pero entonces caí en la cuenta de que en mi tierra el Día de los Enamorados es el mismo que el Día del Libro, hoy 23 de abril. Como en su momento ya hice mi selección de libros para regalar hoy o cualquier otro día, esta vez mi entrada va dedicada a diez historias de amor (que no rosas), que lograron conmoverme de una manera u otra. Seguramente me olvidaré de algunos clásicos importantes, pero estos títulos son los que más me han llegado hasta el momento.

1- Romeo y Julieta, de Shakespeare (¿era necesario decir al autor?).
Un clásico inolvidable y una de mis obras favoritas de este autor. No tiene el factor sorpresa de los libros menos conocidos porque todos sabemos como termina, pero su valor va mucho más allá de la historia que narra. Marcó un antes y un después en la literatura universal.

2- El cuaderno de Noah, de Nicholas Sparks.
Si hablamos de historias de amor, esta debería ser LA historia de amor. Nicholas Sparks es mi autor de novela romántica preferido, a ver si pronto os cuelgo alguna reseña de sus libros. El cuaderno de Noah fue el primer libro suyo que leí y hasta el momento el que más me ha marcado, aunque todos siguen un patrón similar y son buenos. Nos habla del amor en la juventud y en la vejez, es ahí donde reside su gracia. Es una historia triste pero bonita al mismo tiempo. Sé que se ha hecho la adaptación cinematógrafica bajo el título de El diario de Noah y me han dicho que está bastante bien, pero yo os recomiendo que leáis el libro igualmente.

3- Como agua para chocolate, de Laura Esquivel.
Este libro me abrió las puertas al realismo mágico de los autores hispanoamericanos y, aunque he encontrado novelas excelentes dentro de este género, no he leído ninguna que sea tan deliciosa como esta. Hay una historia de amor imposible en ella (la protagonista debe cuidar a su madre y por ello no puede casarse, aunque su hermana sí y contrae matrimonio con su amado), pero su originalidad reside en las recetas que acompañan los capítulos. Es una novela que en su momento me dejó huella. La película que se hizo es bastante fiel al libro.

4- Ojalá fuera cierto, de Marc Levy.
Marc Levy es otro de mis autores preferidos dentro de este género, y Ojalá fuera cierto (junto con su continuación, Volver a verte) me parece su mejor libro. Hace años que lo leí, pero me dejó muy buen sabor de boca. Es una historia de amor con elementos mágicos: una chica se queda en coma y su "espíritu" aparece en el armario del chico. Se enamoran, pero se encuentran con la dificultad de no poder tocarse y, peor aún, que la familia de ella se está planteando desconectarla de la máquina que la mantiene con vida. De este también hay película, pero no la veáis: es malísima y se carga lo mejor de la historia.

5- Posdata: te amo, de Cecelia Ahern (también lo encontraréis por Posdata: te quiero).
No tengáis prejuicios por la apariencia de este libro: es mucho más que una novelita chik-lit para chicas. No tiene nada de una historia de amor tópica: la protagonista acaba de quedarse viuda, y su marido le dejó unas cartas con el objetivo de que las leyera tras su muerte para superar el mal momento. Aunque lo parezca, no es una historia lacrimógena. Es original y al mismo tiempo está llena de sentimientos. Os la recomiendo encarecidamente, en su momento me encantó.

6- El mensaje, de Nicholas Sparks.
Si antes os he hablado de El cuaderno de Noah, El mensaje está a su mismo nivel. El único punto negativo que se le puede encontrar es que no es tan original y por ello es menos sonado, pero si os gusta el estilo de este autor, no os lo podéis perder. Cuenta la historia de una mujer separada, madre de un niño, que conoce a un hombre que se ha quedado viudo y tiene miedo a rehacer su vida. Me gustan las novelas de este autor porque, además de narrar una historia romántica, presenta personajes con problemas, personajes reales (nada de caballeros y princesas de la época medieval).

7- Seda, de Alessandro Baricco.
Seda es una de esas pequeñas joyas que te encuentras por casualidad. No es una historia de amor al uso, pero es un relato de una gran belleza (estética y de contenido). Cuenta cómo un hombre casado que viaja a oriente y allí se enamora platónicamente de una mujer. Es una historia diferente, incluso extraña, por lo que hay que leerla poco a poco, sin prejuicios. Al final me dejó con la sensación de que hay una aura mágica en ella.

8- La soledad de los números primos, de Paolo Giordano.
De italiano a italiano. En mi opinión, cuando hablamos de amor también hablamos de desamor, pues lo uno no podría ser sin lo otro. En este caso nos encontramos con la historia de dos jóvenes de carácter peculiar que se atraen pero no terminan de encontrar la manera de juntarse. Este libro ha recibido críticas de todo tipo, pero a mí me encantó.

9- La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu.
He dudado un poco sobre si añadir este título o no (tengo la sensación de que lo incluyo en todas las listas), pero finalmente me he decidido. Es una historia mágica y especial, que no se parece a nada que haya leído anteriormente. Los mensajes que transmite me parecen preciosos, especialmente la idea de ver los defectos de una persona como rasgos que la hacen más especial. Maravilloso.

10- Crepúsculo, de Stephenie Meyer (aquí tampoco era necesario decir el nombre de la autora).
Este punto creará cierta controversia, pero yo he querido añadirlo porque dentro del género fantástico me parece que su historia de amor es la mejor. Bella y Edward son dos personajes inolvidables, incluso aunque tu preferido de la saga fuera Jacob (mi caso). La autora no tiene la prosa de Shakespeare, pero supo inventar una historia que llega a los lectores, haciendo que olviden sus defectos estilísticos (aunque hay de todo...).

21 abril 2010

Flores de febrero - Fan Wu

Editorial: Nabla
Páginas: 206
ISBN: 978-84-935926-7-7
Precio: 15 euros

Sinopsis:

Flores de febrero es una novela ubicada en la China moderna de finales del siglo XX, en pleno proceso de occidentalización y abandono de sus tradiciones. Cuenta la historia de dos mujeres jóvenes : Ming, de diecisiete años, y Yan, de veinticuatro, que tienen muy poco en común; tan sólo el hecho de estudiar en la misma Facultad. Ming, idealista y preocupada, vive en un mundo de libros, música e imaginación. Yan, en cambio, es sexy, cínica y salvaje, sin sentido del hogar y de la familia. Aun así, al conocerse, pronto se hacen buenas amigas. Su amistad es breve, casi fortuita pero intensa, y cambia para siempre el mundo de Ming. Perspicaz, sofisticada y repleta de personajes complejos, Flores de febrero capta una sociedad dividida entre tradición y modernidad, dogma y libertad.

Mi opinión:

Tengo la absurda manía de pensar que los libros poco conocidos no lograrán calarme hondo. No pienso que tengan que ser malos, pero sí normalitos o sosos. Me ha venido muy bien leer Flores de febrero para recordar que el mundo de la literatura no funciona así. Es cierto que hay best sellers muy buenos, pero también hay pequeñas joyas que pasan desapercibidas aunque por su calidad merecen tener una mayor repercusión. Os invito a dejar de lado estos prejuicios (si es que los tenéis) y a olvidar lo cursi que de entrada pueda sonar el título. Estamos ante una novela que merece la pena.

Desde las primeras páginas sentí que este libro no era un libro cualquiera, y a medida que avanzaba en su lectura comprobé que no me equivocaba. No sólo no defrauda, sino que cada vez crece más y al final consigue dejarte con un nudo dentro, incluso un poco de angustia. El sentimiento que transmite es un poco difícil de explicar, pero lo que sí está claro es que es uno de esos libros que no te dejan indiferente. Al terminarlo seguí dándole vueltas, y a día de hoy todavía me estremezco al recordar algunas de sus escenas.

Flores de febrero narra una historia realista, de esas que tanto me gustan a mí. Algo tan normal y común como la amistad entre dos mujeres jóvenes, así que no esperéis grandes acciones ni aventuras trepidantes. De todas formas, no he echado de menos nada de eso. El valor de este libro reside en la profundidad de los personajes y en lo bien que trata la autora el tema de convertirse en mujer. Te mete en la piel de Ming, la más joven, y sientes sus dudas e inseguridades como si fueran tuyas. Su ingenuidad al creer que ella nunca sería como Miao Yan, para después ver cómo ambas van pasando por el mismo proceso, me ha parecido de lo más interesante.

A menudo Ming siente que no conoce a Miao Yan aunque haya pasado mucho tiempo con ella. Ve su forma externa, la imagen de chica cínica y sexy, pero quiere conocer también su interior, su historia, qué es lo que ha hecho que sea como es. Esto me ha llevado a hacer una reflexión sobre si realmente llegamos a conocer a las personas en algún momento. Todos nos guardamos las cosas más personales, aquellas experiencias que nos han marcado, y de cara a los demás mostramos nuestra cara más correcta o banal sin ir más allá. Los pequeños detalles te pueden revelar más que las palabras, pero aun así pocas veces puedes llegar a sentirte tan unido a alguien.

Además del tema niña-mujer, la confrontación entre tradición vs. modernidad y libertad también está muy presente en la novela. El gran miedo de Miao Yan y otros estudiantes de minorías es tener que volver a su pueblo. La gente ve la vida en el pueblo como el fracaso; todos aspiran a conseguir un trabajo en la ciudad, eso es el éxito y el motivo por el que estudian en la universidad. La autora trata todos estos temas de una manera en que te llegan, y tú también sientes miedo al pensar en la posibilidad de que un estudiante no consiga un trabajo. Lo aclaro porque no quiero que parezca que Fan Wu se limita a dar información como si de un artículo de la Wikipedia se tratara. Todos los temas surgen a través de la historia de Ming y Miao Yan, unos se tratan más sutilmente que otros, pero todos consiguen hacerte pensar.

Me ha llamado la atención que en la cultura china la diferencia entre niña y mujer está muy marcada. Entre las adolescentes, la palabra “mujer” tiene un tono despectivo (no por temas de machismo, sino porque indica más edad y madurez). Creo que esto aquí no sucede, pero lo que sí tenemos en común es el miedo a crecer y tener responsabilidades, a alejarnos del cuidado y la protección de los padres (aunque esto es relativo, porque los adolescentes de hoy en día sí que quieren crecer rápido para determinados temas, demasiado rápido incluso). Ming no siente estos miedos como tales, pero está convencida de que nunca será como Miao Yan, que nunca se convertirá en una chica que va con tantos chicos y viste ropa atrevida.

Un detalle que ha hecho que me llevara las manos a la cabeza es lo desinformadas que estaban las chicas con respecto al sexo pese a estar en los años 90, que nos quedan muy cerca. No es que no supieran que se debe usar preservativo, es que ni siquiera sabían cómo se hacen los niños ni cuánto dura un embarazo. Cuando les bajaba la regla por primera vez pensaban que se trataba de algo maligno porque nadie les había hablado de ese tema (como si estuviéramos en la Edad Media). Desconozco cómo está la situación ahora, pero me ha parecido interesante conocer este aspecto de la cultura china de la época.

El libro tiene el estilo sereno y pausado característico de los autores orientales, de modo que no esperéis una novela llena de acción. El lenguaje utilizado es bastante sencillo, asequible para cualquiera, pero su belleza reside en lo que consigue transmitirte a través de los hechos que narra. Pese a ser una novela para leer despacio, saboreando cada párrafo, no me ha aburrido en ningún momento y desde el principio sentí interés por seguir leyendo. Tenía ganas de conocer más a la misteriosa Miao Yan y de saber cómo le fue a Ming.

Salvando las distancias, mientras leía Flores de febrero no he podido evitar acordarme de Nada, de Carmen Laforet, una novela que leí hace años y que también me encantó. La época y la ambientación son totalmente distintas, pero la protagonista de Nada también es una joven que empieza sus estudios universitarios y allí conoce a una chica muy diferente a ella. La diferencia entre ambos libros es que en Nada la familia de la protagonista también tiene un peso importante, pero el tema de dejar atrás la inocencia y empezar a ver la vida desde una perspectiva más adulta está presente en los dos.

Finalmente, sólo me queda añadir que no hace falta ser un enamorado de China y el mundo oriental para disfrutar de esta novela. A mí, sin ir más lejos, nunca me ha atraído este país, y aun así el libro me ha gustado mucho. El hilo principal es la amistad entre dos jóvenes, el país en el que se desarrolla es secundario, aunque no se puede negar que algunos aspectos de la cultura china se reflejan en la historia. Debo reconocer que mi experiencia previa con autores de países orientales (Amy Tan, Haruki Murakami y alguno más) era más mala que buena, pero con Flores de febrero me he reconciliado con esta literatura e incluso me ha dejado con ganas de leer más cositas de autores chinos y nipones. Por cierto, me ha hecho gracia que en la novela se citaran títulos como Cumbres borrascosas, Cien años de soledad y El extranjero. Podría pensarse que al ser una obra china sólo se nombran autores chinos, pero no es el caso. Siempre hace ilusión que se citen títulos conocidos, de esta manera es mucho más fácil entender a qué se refiere la protagonista cuando habla de ellos.



Mi valoración: 10/10

18 abril 2010

Fragmentos de libros VI.

El nombre del viento, de Patrick Rothfuss (Segunda parte)



Sabemos cómo termina antes de que empiece. Por eso nos gustan las historias. Nos ofrecen la claridad y la sencillez de que carece nuestra vida real.



La reputación es como una especie de armadura, o un arma que puedes blandir en caso de necesidad.



Savien, ¿cómo supiste

que era el momento de venir a buscarme?

Savien, ¿recuerdas

aquellos días felices?

¿Conservas tú también

lo que yo guardo en mi corazón y mi memoria?



Lo que atrae nuestra mirada es la luz, pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que te atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a él. Con Denna pasaba lo mismo.



—Y por último, escribe que era preciosa. Es la única manera de expresarlo. Que era tremendamente hermosa, aunque tuviera fallos o defectos. Era preciosa, al menos para Kvothe. ¿Al menos? Para Kvothe era la más preciosa.



Entonces me sonrió. Era una sonrisa dulce, cariñosa y tímida, como una flor que se abre. Era cordial, sincera y ligeramente turbada. Cuando me sonrió, sentí…


No se me ocurre cómo describirlo, de verdad. Sería más fácil mentir. Podría copiar algunas frases de cualquier historia y contaros una mentira tan familiar que no dudaríais en tragárosla. Podría decir que se me doblaron las rodillas. Que me costaba respirar. Pero eso no sería verdad. Mi corazón no latió más deprisa, ni se paró, ni alteró su ritmo. Eso es lo que nos cuentan las historias. Tonterías. Hipérboles. Chorradas. Y aun así…


Salid a pasear un día de principios de invierno, después del primer frío de la temporada. Buscad una charca con una fina película de hielo en la superfície, todavía limpia, intacta y transparente como el cristal. Cerca de la orilla, el hielo aguantará vuestro peso. Deslizaos un poco por él. Más allá. Al final encontraréis el sitio donde la superfície soporta vuestro peso de milagro. Entonces sentiréis lo que sentí yo. El hielo se rompe bajo vuestros pies. Mirad hacia abajo y veréis las blancas grietas recorriendo el hielo como alocadas, complicadas telarañas. No se oye nada, pero notáis la vibración a través de las plantas de los pies.


Eso fue lo que pasó cuando Denna me sonrió. No quiero decir que me sintiera como si me encontrase sobre una fina capa de hielo a punto de ceder bajo mi peso. No. Me sentí como el hielo mismo, resquebrajado de pronto, con grietas extendiéndose a partir del sitio donde ella me había tocado, en el pecho. La única razón por la que me sostenía era porque el millar de piezas que me componían se apoyaban unas en otras. Temía derrumbarme si me movía.


Quizá fuera suficiente decir que me cautivó con una sonrisa. Y aunque se parece a una frase extraída de un libro de cuentos, se acerca mucho a la verdad.



—Mi corazón es más duro que el cristal. Cuando ella lo golpee, comprobará que es fuerte como el latón al hierro, o como una mezcla de oro y adamante. No creas que no soy consciente, que soy como un ciervo asustado que se queda paralizado al oír las cornetas de los cazadores. Es ella quien debería andarse con cuidado, porque cuando lo golpee, mi corazón producirá un sonido tan hermoso y tan claro que la hará venir hacia mí volando.



—Todos tenemos dos mentes: una mente despierta y una mente dormida. Nuestra mente despierta es la que piensa, habla y razona. Pero la mente dormida es más poderosa. Ella ve en lo más profundo de las cosas. Es la parte de nosotros que sueña. Lo recuerda todo. Nos proporciona intuición. Tu mente despierta no entiende la naturaleza de los nombres. Pero tu mente dormida sí. Ella ya sabe muchas cosas que tu mente despierta ignora.



—Debajo de la Universidad encontré lo que más deseaba, si bien no era lo que yo esperaba. […] Como suele pasar cuando alcanzas el deseo de tu corazón.



Entregas anteriores:


Fragmentos de libros I

Fragmentos de libros II

Fragmentos de libros III

Fragmentos de libros IV

Fragmentos de libros V

11 abril 2010

Fragmentos de libros V.

El nombre del viento, de Patrick Rothfuss (Primera parte)


- ¿Puedo hacerte una pregunta, Reshi?

Kote sonrió con amabilidad.

- Por supuesto, Bast.

- ¿Una pregunta molesta?

- Esas suelen ser las únicas que merecen la pena.



- Tengo tendencia a pensar demasiado, Bast. Mis mayores éxitos fueron producto de decisiones que tomé cuando dejé de pensar e hice sencillamente lo que me parecía correcto. Aunque no hubiera ninguna buena explicación para lo que había hecho. […] Aunque hubiera muy buenas razones para que no hiciese lo que hice.



Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.



Si te parece que me voy por las ramas, si te parece que divago, recuerda que las historias reales pocas veces toman el camino más recto.



El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia.



- Un poeta es un músico que no sabe cantar. Las palabras tienen que encontrar la mente de un hombre si pretenden llegar a su corazón, y la mente de algunos hombres es lamentablemente pequeña. La música llega al corazón por pequeña o acérrima que sea la mente de quien la escucha.



- El poder y la estupidez juntos son peligrosos.



Mis padres bailaron juntos; mi madre con la cabeza apoyada en el pecho de mi padre. Ambos tenían los ojos cerrados y parecían perfectamente satisfechos. Si encuentras una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque sólo dure un minuto, o un día. Después de tantos años, esa imagen de mis padres meciéndose suavemente al son de la música es, para mí, la imagen del amor.



Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad para sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.


La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.


La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que “el tiempo lo cura todo” es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.


La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es sólo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.


La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.



¿Qué se puede esperar de la gente si tiene que convivir con los demonios?



Sólo sé una historia. Pero muchas veces, los pequeños fragmentos parecen historias independientes.



No hay ninguna buena historia que no contenga nada de verdad.



El orgullo herido puede alentar a un hombre a hacer cosas maravillosas.



Hagas lo que hagas en la vida, tu ingenio te defenderá más a menudo que una espada. ¡Cultívalo!




Entregas anteriores:


Fragmentos de libros I

Fragmentos de libros II

Fragmentos de libros III

Fragmentos de libros IV



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