La soledad de los números primos, de Paolo Giordano
Mattia pensó que nada bueno había en tener una cabeza como la suya, que con ganas se la habría arrancado y sustituido por otra, incluso por una caja de galletas siempre que estuviera vacía y fuera ligera. Quiso contestar que sentirse especial era una jaula, lo peor que podía pasarle a uno, pero se abstuvo.
Estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que sólo podía existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían.
No lo había elegido entre nadie; no había pensado en nadie más.
El consuelo, de Anna Gavalda
Hacer justicia es imposible, porque la justicia no existe. Pero en cambio la injusticia, sí. La injusticia es fácil combatirla porque salta a la vista, y entonces todo se vuelve muy claro.
Tú sólo tienes un defecto, pero joder… qué defecto más triste… Eres demasiado inteligente… Sin embargo, créeme, en la vida hay cosas que no vienen en los manuales de instrucciones… Antes, cuando he llegado y he visto todos esos cálculos que te tenías que tragar, a la vez que te daba un beso te compadecía. Me he dicho que, a tu edad, te pasas demasiado tiempo tratando de calcular el mundo. ¡Ya lo sé, ya lo sé! Me vas a decir que son tus estudios y todo eso, pero… pero, ea, a partir de hoy, cuando pienses en las últimas horas de la mejor niñera del mundo, ya no te imaginarás a un señor mayor dormido entre chales en medio de sus recuerdos, no; y, querido mío, la culpa es sólo tuya, volverás a encerrarte en tu cuarto con tu calculadora y ya no podrás concentrarte, porque todo lo que verás en tus dichosos paréntesis llenos de x y de y hasta la saciedad será un viejo al que la policía encontró desnudo en un retrete de mala muerte…
Mira que soy tonta… Cuando se quiere es amor lo que se siente.
Tan bonito como la mejor película de amor. Él aparecía, ella se daba la vuelta. Él sonreía, ella se quedaba de piedra al verlo. Él abría los brazos, ella corría a abrazarlo. Él hundía la cabeza en su pelo, ella, en su cuello. Él decía no puedo vivir sin usted, ella estaba demasiado emocionada para contestar. Él la levantaba en volandas, ella reía. Él se la llevaba hacia… estooo…
Tantas veces se ha visto resurgir el fuego de un antiguo volcán que se creía demasiado viejo…
Bonita idea! De momento, me quedo con el fragmento de Paolo Giordiano...
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