28 marzo 2010

Fragmentos de libros IV.

Los pilares de la tierra - Ken Follet



Pero ansiaba llorar, rodear a Agnes con su brazos y mantener junto a él su cuerpo mientras se enfriaba, y recordarla cuando sólo era una muchacha que reía y hacía el amor con él. Necesitaba sollozar de rabia y agitar el puño contra el cielo implacable. Endureció su corazón. Tenía que dominarse, tenía que ser fuerte por sus hijos.


Había oído decir que las personas a las que les habían cortado los dedos de un pie no lograban mantener el equilibrio y se caían constantemente, hasta que volvían a aprender a tenerse en pie. Así se sentía él, como si le hubieran amputado una parte de su ser y no pudiera hacerse a la idea de que se había ido para siempre.


- Te quiero – dijo apasionadamente - . Te quise desde el momento en que te vi. Siempre he querido un hombre que fuera fuerte y cariñoso, y estaba segura de que jamás lo encontraría. Luego te vi, te deseé, pero me di cuenta de que amabas a tu mujer. ¡Cómo la envidié, Dios mío! Siento que haya muerto, lo siento de veras, porque veo en tus ojos el dolor y todas las lágrimas que necesitas verter. Me destroza el corazón verte tan triste. Sin embargo, ahora que ella se ha ido te quiero para mí.


Lamenta haberme hecho feliz. Eso es lo que duele, que me hicieras tan feliz.


¡Te quiero tanto! Por favor, no vuelvas a irte – le suplicó -. Lo único que me ha mantenido con fuerzas para seguir adelante ha sido la esperanza de que volverías. No puedo soportar vivir sin ti. No cierres las puertas del paraíso. ¿No te das cuenta de que te quiero con todo mi corazón?


Permaneció donde estaba, vigilando la puerta, pero Aliena no volvió a salir. Le parecía estar haciendo algo extraño, allí, en la calle, con la esperanza de ver a alguien que apenas le conocía. Pero no sentía deseos de alejarse de aquel lugar. En su interior sentía una nueva emoción. Ya nada parecía tan importante como la Princesa. Se había convertido para él en una idea fija. Estaba encantado. Estaba poseído.

Estaba enamorado.


Quienquiera que sea, es una chica afortunada [...]. No pierdas el tiempo intentando olvidarla. No lo conseguirás. Ella es la que tú quieres, así que más vale que lo intentes y lo logres.


Jack tropezó con la mirada de Aliena, esbozó una sonrisa y apartó la vista, como si le avergonzara el que la hubiese sorprendido mirándola. Era un muchacho extraño, con la cabeza llena de ideas. Aliena todavía le recordaba como un chiquillo que no sabía cómo se concebía a los niños. Sin embargo, apenas si había reparado en él cuando se quedó a vivir en Kingsbridge. Y ahora parecía tan diferente, una persona tan nueva que era como si hubiera surgido de pronto, igual que una flor que aparece una mañana donde el día anterior no había más que tierra desnuda. Para empezar, había perdido aquel aspecto peculiar. Aliena lo miró risueña y divertida, y se dijo que las jóvenes debían de encontrarlo guapísimo. Desde luego, tenía una bonita sonrisa. Ella no daba importancia a su apariencia, pero se sentía algo intrigada por su asombrosa imaginación. Había descubierto que no sólo sabía poemas completos, algunos de ellos con miles de versos, sino que también podía hacerlos a medida que recitaba, de manera que Aliena nunca sabía si los estaba recitando de memoria o si improvisaba. Y las historias no eran lo único sorprendente en él. Sentía curiosidad por todo y se mostraba desconcertado por cosas que los demás daban por sentado.


Jack inclinó su cara sobre la de ella y sus labios se encontraron. Fue un beso dulce. Aliena cerró los ojos para concentrarse en aquella sensación. La boca de Jack se movía sobre la suya, y le pareció algo natural abrir los labios. De repente, su propia boca se hizo sumamente sensitiva, hasta el punto de poder sentir el tacto más ligero, el menor movimiento. [...] Aliena se sentía tan abrumada de felicidad que se le llenaron los ojos de lágrimas. Apretó su cuerpo contra el de él [...]. Ya no era tan sólo que sintiera alivio porque Jack estuviera a salvo y alegría de tenerlo allí. Ahora era una nueva sensación. Su presencia la emocionaba hasta el punto de hacer que se sintiese mareada. Abrazada a su cuerpo, necesitaba sentir aún más su presencia, tenerlo todavía más cerca.


Tenía su futuro asegurado [...]. Todo marchaba viento en popa.

Por eso mismo era tan extraño que se sintiera tan desgraciada.


¿Qué derecho tengo a sentirme tan especial? Mis caprichos ya han provocado bastantes dificultades.


Lo quise en el mismo momento en que puse los ojos en él. Era tan cariñoso y parecía tan asustado e infeliz... Sin embargo, cantaba como un pájaro. Hacía meses que nadie hablaba con él. Se puso tan contento cuando le dije que sabía algunas palabras en francés que creo que sólo por eso me enamoré de él.


- ¿Te inspiro aversión? – le preguntó, ansiosa.

Jack la miró.

- Te adoro – dijo, y bajando la cabeza la besó en la boca.


¡Un juramento sólo son palabras! Esto es real, esto somos tú y yo.


No me importa. No quiero tus juramentos. Sólo quiero que estemos toda la vida juntos y hagamos el amor siempre que queramos.


Y entonces vio a una mujer.

La reconoció.

Ella sonrió.

Jack sintió que le daba un vuelco el corazón.


Recordó con nostalgia aquellos primeros días con Jack. Cuando lo conoció era un chiquillo, aunque, eso sí, fuera de lo corriente. Al crecer siguió pensando en él como en un muchacho. A eso se debió que la cogiera desprevenida. Había rechazado a todos los pretendientes, pero nunca había pensado en que Jack fuera uno de ellos, y así había ido dejando que la conociera. Aliena se preguntaba por qué se había resistido tanto a amar. Adoraba a Jack y no existía placer en su vida semejante al gozo de yacer con él. Sin embargo, había habido un tiempo en que había cerrado los ojos de manera deliberada a aquella maravillosa felicidad.


A Aliena le conmovió hasta tal punto el sacrificio que él que quería hacer por ella que se le saltaron las lágrimas. Nadie la había amado así nunca, y nadie más lo haría jamás.


Lo quería porque la había devuelto a la vida. Hasta entonces había sido como una larva, y Jack la había sacado de su capullo mostrándole que era una mariposa.




Entregas anteriores:


Fragmentos de libros I

Fragmentos de libros II

Fragmentos de libros III

2 comentarios :

  1. Han sacado un juego de mesa bastante interesante de este libro, me lo enseñó una amiga el otro día, echale un vistazo igual te puede interesar;)

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  2. Pues puede ser interesante, le echaré un vistazo :)

    Saludos.

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