30 agosto 2019

El contrario de uno - Erri De Luca


Edición: Siruela, 2005 (trad. Carlos Gumpert)
Páginas: 128
ISBN: 9788478447411
Precio: 15,00 €

Somos dos, el contrario de uno y de su soledad suficiente. (P. 105)
Erri De Luca (Nápoles, 1950) no esconde la naturaleza autobiográfica de su obra. Entre sus decenas de libros, ha explorado su infancia en la posguerra, los veranos iniciáticos en la costa napolitana, los maestros que le enseñaron a andar por el mundo, las incursiones a la naturaleza, el conocimiento del yiddish y los textos religiosos. Entiende la literatura como un medio para canalizar la memoria, para abrirse con honestidad, siempre con una impronta poética inconfundible. El contrario de uno (2003; Siruela, 2005) recoge una serie de relatos o, mejor dicho, remembranzas. En su mayoría, se centran en su juventud, entre los dieciocho y los treinta años, etapa que no ha abordado tanto como la niñez. Gracias a su estilo preciso, delicado, profundo, dota la anécdota de textura literaria; así trasciende lo particular para atañer al lector, que se recrea en la hondura de sus palabras. En la producción de Erri De Luca –en la de casi cualquier escritor serio, en realidad– no importa el qué, sino el cómo; su voz, tan rica, tan envolvente, tan sabia, asegura el deleite con independencia del tema tratado.
Esta compilación toma el título de la idea de conjunción con otro. El «contrario de uno» se entiende como una suma, una interacción, que tanto puede ser una relación asentada, como una pareja o un familiar, como el fruto de un encuentro casual, efímero, con un desconocido. El autor comienza con un poema dedicado a la madre, el primer «contrario de uno». En los textos aparecen muchos de sus motivos recurrentes, como el compromiso con el movimiento de extrema izquierda en un periodo de agitación política; el trabajo como operario, ya que no quiso continuar sus estudios; la etapa en que se marchó a Turín para tomar las riendas de su vida, con su posterior regreso a Nápoles; el voluntariado en África, cerca de otras culturas; el alpinismo, la montaña, donde se conoce a gente insospechada («La mala historia»). Hay también aproximaciones a las mujeres, desde cruces de un solo día a relaciones establecidas, en relatos como «La falda azul», «Anuncio jamás enviado» o «Ayuda». Erri De Luca no se prodiga tanto en el amor de pareja como en la infancia o la familia (hablando del conjunto de su obra, no solo aquí), pero, cuando lo hace, lo hace de maravilla, del descubrimiento juvenil al respeto entre dos adultos, serenidad, confianza, narración contenida.
Erri De Luca
El libro comprende un ciclo sobre mediados del siglo XX, llamado «Los golpes de los sentidos», que se inspira en las historias que le han contado, desde la guerra a la erupción del Vesubio; el ciclo se enmarca en sus raíces, Nápoles, la posguerra, una suerte de marco con respecto a sus memorias. En definitiva, El contrario de uno no tiene nada que envidiar a los títulos más conocidos del autor (El día antes de la felicidad, El peso de la mariposa, Los peces no cierran los ojos y tantos otros); es una compilación espléndida y coherente con su proyecto, que deja reflexiones lúcidas y páginas de gran belleza. Vale la pena insistir (una vez más) en el hecho de que Erri De Luca fue un escritor tardío; debutó en 1989, con casi cuarenta años, después de una vida alejada del circuito intelectual, en contacto con la clase trabajadora y algunas épocas en el extranjero. Esta perspectiva del hombre hecho a sí mismo, humilde, escéptico y a la vez sensible, se nota en lo que escribe, en la «sabiduría» que emanan sus recuerdos. Leerlo, de algún modo, reconforta.

26 agosto 2019

Viajes inocentes - Pilar Adón


Edición: Páginas de Espuma, 2005
Páginas: 128
ISBN: 9788495642547
Precio: 12,00 €

Es extraño leer a una autora, y aún más a una autora en activo, y en plenitud creativa, «hacia atrás»; es decir, es extraño descubrir sus primeras obras después de haber leído sus títulos recientes y seguir su evolución, cómo ha enriquecido su universo literario. Viajes inocentes (2005), el primer libro de relatos de Pilar Adón (Madrid, 1971), recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa, un galardón que suele reconocer a los nuevos talentos. Tal vez Pilar Adón no haya cosechado tanta notoriedad como otros escritores de su (palabra odiosa) generación, pero se ha labrado una carrera sin tacha en todas sus facetas: poesía, cuento, novela y traducción (de escritores de la talla de Edith Wharton, John Fowles o Penelope Fitzgerald). En los relatos de El mes más cruel (2010) y La vida sumergida (2017), así como en las novelas Las hijas de Sara (2003) y Las efímeras (2015), explora conflictos como el miedo, las relaciones de poder, el aislamiento, la naturaleza; todo ello en un espacio que, no importa que se identifique el país o la ciudad, parece suspendido en el tiempo. Escribe con un estilo sutil, poético y contenido, de resonancias inglesas, que hace de ella una rara avis en el panorama español.
Todos estos rasgos se encuentran ya en Viajes inocentes (la naturaleza en menor medida; es una de las materias en las que ha profundizado con los años), una compilación espléndida. Como saben sus lectores, más que narraciones con «trama», esboza imágenes de personajes solitarios, complicidades peculiares y pequeñas liberaciones cotidianas. Comentarlos cuesta, porque describir su «argumento» es un poco como mancharlos, romper su encanto, o, mejor, su misterio. Son relatos de una belleza fría, que tal vez no se alcanzan a comprender, pero da igual, porque su arte reside en la insinuación de un orden a punto de quebrarse; la fragilidad y la brutalidad se funden en su prosa. El primer cuento, «El final de la temporada de baile» (el título mismo es una fuente poderosa de sugerencias) se centra en dos personajes que han perdido a un amigo. A propósito, las parejas, no necesariamente sentimentales, desempeñan el papel principal en muchas de las historias, como la maravillosa «La porción de tarta», en la que los protagonistas llegan a una casa apartada. Esperan reunirse con el propietario; sin embargo, este se ha ausentado, aunque lo ha dejado todo preparado para que sus huéspedes estén cómodos. Este cuento es Pilar Adón en estado puro: el lugar retirado, la incógnita de si el dueño se personará, la extrañeza de ocupar un espacio ajeno, la tirantez entre la pareja que se redescubre lejos de su hábitat acostumbrado. Un ejemplo perfecto de su narrativa.
«Madre Medea», un guiño al mito, perfila a una madre que cría a su hijo sola, sin llevarlo al colegio, a escondidas, temerosa de que su niño caiga en lo que ella considera salvajismo. El miedo de quien vive al margen, inmóvil, perturbado, como la hermana mayor de Las efímeras. Más inmersiones en el cautiverio: «Las ramas no son perfectas», una chica que se queda encerrada, una voz narrativa que evoca esas horas de oscuridad, temor, locura; o «Plantas de interior», uno de los mejores, sobre la soledad de una mujer que ha perdido a su padre, las plantas como algo que cuidar y a la vez una amenaza, el recuerdo de su progenitor y su propia angustia se funden con la naturaleza, de una forma que trabaja también en relatos de El mes más cruel y La vida sumergida. «Un balcón extranjero», muy breve, sigue a una chica italiana que desea ver el mar desde otro país (preciosa estampa) y se instala en Catalunya; deja a la imaginación del lector las razones que la han llevado a sentir esta necesidad.
Más parejas: en «Sabes que no me importa», ella dirige una galería de exposiciones y él es un artista al que no le permite exponer; el hombre, que la ama, acepta el castigo como una piedra de Sísifo, la espera eterna, el sacrificio por un amor más grande que él mismo, por no alterarla a ella, por no modificar la particular sintonía de su relación. También se puede leer como metáfora de aquellos deseos que postergamos una y otra vez, como si siempre hubiera tiempo, en parte por el miedo al fracaso, en parte porque en el fondo nos conformamos. En «Botellitas», la frustrada es ella, porque querría que se trasladaran a una casa, pero la falta de ambición de él los mantiene a la espera. La chica colecciona unas botellas de cristal que pinta de colores y coloca como adorno en un rincón de la única habitación que puede permitirse. Hablando de habitaciones, en «Inglés» una mujer que está de vuelta de todo comparte cuarto con un joven inglés recién llegado a España. Él, entusiasta, quiere mejorar el idioma, pero en su aventura acaba perdiendo la inocencia. Es interesante subrayar, en todos los relatos en general, la habilidad de la autora para trazar una línea entre los dos protagonistas, entre la tensión, la dependencia, la renuncia. Cada imagen evoca un sinfín de sensaciones.
Pilar Adón
En «Libros azules», un gesto inocuo en apariencia trastoca a una mujer embarazada. Este cuento, de los más breves, es otra muestra del talento de Pilar Adón para crear esa atmósfera desasosegante: un instante basta para angustiar al personaje; la crueldad inherente a un movimiento simple; el efecto de contener la respiración al leer. Por último, cierra la compilación «Precioso», un relato sobre dos hermanos (otra pareja habitual en la obra de la autora). La educación de uno, discapacitado mental, ha condicionado el trato de ambos por parte de la madre, sobreprotectora, entregada a la crianza, de tal manera que, para el otro, emprender solo un anodino viaje en autobús se convierte en una victoria. De nuevo, sutileza, pinceladas que dejan entrever desesperación, timidez, inseguridad, soledad. Estos once relatos, que se complementan con algunos poemas, conforman un libro de una elegancia inusual, una exploración de los mecanismos de control en las relaciones humanas, tenues, casi imperceptibles, pero a menudo más firmes que la violencia física. El título, bien elegido, ya da a entender esa idea del viaje, la transición, que parece inocente pero esconde ataduras. Un escritor debe poseer una mirada personal hacia su entorno, y la mirada de Pilar Adón es penetrante, delicada, exigente. Brilla especialmente en el cuento; es un lujo disfrutar de sus historias.

23 agosto 2019

Mi padre es mujer de la limpieza - Saphia Azzeddine


Edición: Demipage, 2012 (trad. Begoña Díez Zearsolo)
Páginas: 186
ISBN: 9788492719204
Precio: 17,00 € (e-book: 6,90€)

Saphia Azzeddine (Agadir, Marruecos, 1979), escritora, actriz y directora de cine, forma parte de la nueva generación de autores franco-marroquíes, en la que también figura la ganadora del Premio Goncourt Leila Slimani (Rabat, 1981); voces jóvenes e inteligentes, que exploran la diferencia en la sociedad occidental contemporánea, una sociedad estratificada, multicultural y multiétnica. Azzeddine se dio a conocer en el panorama literario con Confesiones a Alá (2008; Demipage, 2011), que tuvo un gran éxito, y desde entonces ha publicado seis libros más, dos de ellos traducidos al castellano: Mi padre es mujer de la limpieza (2009; Demipage, 2012), que vendió más de 200.000 ejemplares en Francia y ella misma adaptó a la gran pantalla, y El viento en la cara (2015; Grijalbo, 2017). Siguiendo la estela de las novelas de formación con una narración desenfadada, herederas del Holden Caulfield de J. D. Salinger, Mi padre es mujer de la limpieza se alza como una lectura simpática y distendida sobre la experiencia de un adolescente del siglo XXI en el extrarradio de París.
Nos habla Paul, apodado Polo, un chico de dieciséis años que vive en Francia desde que era niño. Su madre, discapacitada, se pasa el día en casa; mientras que su hermana mayor, una joven atractiva y con «reputación de putón verbenero» (p. 17), está obsesionada con los concursos de belleza. En estas circunstancias, el padre se convierte en el principal apoyo de Polo, solo que este padre no tiene una profesión precisamente «varonil» de las que suelen inspirar a los muchachos: trabaja como limpiador de establecimientos. El propio Polo le echa una mano después del colegio. Algunas temporadas, les toca encargarse de la limpieza de una biblioteca y Polo aprovecha para leer mientras barren. Pero no nos confundamos: esto no es el cuento del buen samaritano, ni la historia de superación lastimera de turno. No, Polo dista mucho de ser un hijo modélico (por suerte). Ayuda al padre, sí, pero por dentro mil contradicciones le revuelven las entrañas. Porque no siempre resulta fácil aceptar su condición social. Y porque, como cualquier adolescente, se siente inseguro.
El protagonista se enfrenta a la tensión del desclasamiento en potencia: pertenece a la clase humilde, pero con los estudios puede aspirar a más. En el proceso, no obstante, sufre esa contradicción entre la reacción de «vergüenza» instintiva, por la incultura y los modales toscos de su familia, rasgos que él va dejando atrás a medida que crecen sus conocimientos, y el afecto y la admiración que le suscita la integridad de su padre, el sacrifico por sacarlos adelante con un empleo precario, sin perder nunca el buen humor. La naturaleza «femenina» del trabajo, por cuanto lo desempeñan con más frecuencia las mujeres, añade connotaciones de degradación; el padre, tan a menudo concebido por los hijos como un héroe, «rebajado» a señora de la limpieza. El aprendizaje de Polo pasa por asumir que un padre, incluso un padre limpiador, zafio y malhablado, que se encarga de más tareas del hogar que su esposa, puede al mismo tiempo ser un gran referente para él en su camino hacia la vida adulta.
Saphia Azzeddine
Como telón de fondo, no podían faltar el primer amor y el despertar sexual, tratados con desparpajo, con hincapié en las dudas, pero con un narrador que se ríe de sí mismo y se gana la complicidad del lector. En lo relativo al colegio y los amigos, se esbozan las diferencias raciales y socioeconómicas de su región, una zona empobrecida y con muchos inmigrantes. Destaca, en particular, su acercamiento a una chica de la burguesía francesa, que sin querer acrecienta sus inseguridades. Todo ello, narrado con un estilo cercano al habla coloquial, desacomplejado; un tono adolescente logrado y divertido. Polo puede considerarse una víctima en más de un sentido, pero no va de ello; le pone humor, mucho humor. Tanto, que el final está un poco pasado de vueltas, «alocado», demasiado happy-ending de comedia comercial, por mucho que sea el desenlace exacto para cerrar el círculo. En cualquier caso, una buena novela, con la dosis justa de ternura para conmover sin empalagar y una prosa ágil que garantiza el disfrute.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails