31 agosto 2012

Divagaciones de una bloguera

De vez en cuando hay que replantearse las cosas, pensar en si aquello que hacemos casi por inercia realmente nos satisface. Llevo cerca de tres años con el blog y sigo disfrutando muchísimo de la lectura y la redacción de reseñas, pero hay cosas relativas a esta afición que en ocasiones me quitan las ganas de seguir por aquí.

¿Por dónde empiezo? Muy bien, por el principio: creé este espacio porque siempre quise tener mi rincón en la red y soñaba con convertirlo en un lugar de referencia. Ahora mismo ese cariz de importancia me parece estúpido, pues por mucho que intente dar lo mejor de mí en las reseñas y mantenga activas las redes sociales, soy una bloguera entre mil y lo que escribo llega a poca gente.

En relación con esto último, en estos momentos lo que menos me gusta de la blogosfera es la triste ironía de que apenas se lee. Tal vez tenemos muchas visitas, pero ¿creéis que quienes solo comentan "Me lo apunto", "Buena reseña" y similares realmente han leído algo? El problema no es de la extensión del texto ni de las cualidades del redactor: si mañana alguien critica a un bloguero en una entrada de 5000 palabras tediosa y con carencias gramaticales, será récord de visitas y comentarios por el puro morbo.

Como bloguera, me frustra la sensación de que triunfa más una reflexión polémica que una reseña que intenta resultar interesante. ¿No se supone que estamos aquí por la lectura? Pero todo funciona así. Sin ir más lejos, el panorama literario: me frustra que las tres reseñas más vistas de mi blog tengan más de un año y medio, y todo porque desde entonces no he hablado de libros especialmente populares y recientes. A veces siento que me esfuerzo en vano en recomendar novelas menos conocidas, porque lo que me piden los lectores es que opine de Cincuenta sombras de Grey.

Cambiando de tercio, creo que he pagado cara mi sinceridad, y me refiero a dos momentos concretos: cuando decidí cobrar por las reseñas que me piden y cuando me posicioné en contra de la autoedición. Soy consciente de que me expongo, de que la gente tiene derecho a expresar su punto de vista de lo que lee en la red; no obstante, aun así considero que merezco un respeto que no siempre he tenido. Para quien no lo sepa, se me ha insultado (se me sigue insultando) mucho por estos temas, tanto en comentarios anónimos y correos como en otros blogs y redes sociales, incluso he perdido seguidores (no me refiero a gente que sube la cifra del contador, sino a personas que me visitaban y comentaban con frecuencia).

¿Qué tiene de malo pedir que se me pague un trabajo? Soy una simple estudiante que malvive de trabajillos y sufre cada vez que tiene que pagar la matrícula (como cualquier universitario), ¡ojalá no me hiciera falta tener que aceptar estos encargos! Además, no voy detrás de nadie para que me pague: quien se pone en contacto conmigo sabe lo que hay. ¿Y qué tiene de malo argumentar por qué no me gusta el concepto de autoedición? Me parece tan respetable como deshacerse en halagos hacia el esfuerzo de estos autores. Si el problema es que ellos se pueden ofender, se supone que si están preparados para vender un libro también lo están para escuchar críticas.

A menudo tengo la impresión de que se me conoce como la bloguera borde que cobra por reseñar y detesta a los autoeditados, una imagen que me produce una gran impotencia porque los encargos de reseñas no son ni un 10% de lo que leo y el asunto de la autoedición solo lo comenté una vez. El blog tiene 475 entradas; ¿por qué se presta tanta atención a hechos puntuales y no a toda la dedicación que hay en las reseñas? Por el morbo. Otra vez.

A todo esto hay que añadir los plagios (no solo en blogs, sino en webs relativamente importantes que me ignoran cuando se lo digo), los mensajes anónimos irrespetuosos, los pidones ("Quiero que reseñes mi libro", "Pásate por mi blog", "Te propongo un intercambio de enlaces") y otros detalles feos que no debería encontrar en una actividad que hago por amor al arte y para disfrutar.

También soy consciente del lado bueno: los lectores que me leen de verdad y tienen en cuenta mis opiniones, lo bien que me lo paso respondiendo correos y comentarios (¡y tuits!), lo entretenido que es leer otros blogs, lo mucho que he aprendido sobre libros y escritura. Aun así, echo de menos que el intercambio que se produce en una reflexión sencillita se dé también cuando se habla de literatura. No me he planteado ni por un segundo dejar el blog, es solo que a veces los granitos malos se hacen una montaña y me cuesta encontrar el sentido a esto.

Pero aquí sigo.

No me gusta nada mostrar esta actitud negativa y quejica, entre otras cosas porque casi siempre se acaba utilizando en mi contra, pero necesitaba explicar lo que me produce malestar y sentirme escuchada por quienes (creo) me pueden comprender. Esta entrada me ha servido de desahogo y a partir de ahora quiero hacer borrón y cuenta nueva: las cosas que no me gustan no van a desaparecer, pero sí puedo cambiar mi forma de tomármelas.

29 agosto 2012

Vuelvo

Después del stop vacacional, vuelvo al blog con ganas de reinventarme y de dar lo mejor de mí en la temporada que se cumplirán tres años de la existencia de este espacio. Vuelvo cargada de reseñas, entre las que se encuentran la del exitoso El jardín olvidado y la de un libro que estará entre mis favoritos del año (tal vez ambas son la misma, quién sabe). Vuelvo porque las entradas que tengo en borradores se mueren de ganas de chocar palmas con vuestras aportaciones. Por último, vuelvo con una reflexión en la que hago balance de mi trayectoria como bloguera, un texto personal y transparente que necesitaba escribir.

Pero todo eso será a partir del viernes. Ahora, para que esto no se convierta en un listado de mensajes de bienvenida, os animo a comentar qué habéis leído este verano y qué libros os han gustado más (si no habéis leído, también lo podéis decir, que no pasa nada). Ya sabéis lo mucho que valoro y agradezco vuestros comentarios.

08 agosto 2012

Los días de Alejandría - Dimitris Stefanakis

Edición: Lumen, 2012
ISBN: 9788426420251
Páginas: 736
Precio: 25,90 € /E-book: 15,99 €

Si pensamos en obras ambientadas en Egipto, seguro que nos vienen a la mente novelas sobre faraones, pirámides y jeroglíficos. Sin embargo, al hacer un repaso a la historia antigua de este país hay otro aspecto destacable: Alejandría, la gran fundación de Alejandro Magno, la ciudad de la localización estratégica y el clima privilegiado, la de la mítica biblioteca y el faro espléndido. Pero no solo fue apasionante en aquellos tiempos: la primera mitad del siglo XX, salpicada inevitablemente por todo lo acontecido en Europa, también tiene un gran interés. El escritor griego Dimitris Stefanakis (1961) lo sabe y por ello recrea todas las luces y las sombras de este lugar en Los días de Alejandría, su cuarta novela (la primera traducida al castellano), que viene avalada por cincuenta mil ejemplares vendidos en Grecia y el galardón francés Prix Méditerranée a la mejor novela extranjera de 2011.

El sabor de Alejandría

Hay libros que destacan por sus personajes, mientras que otros lo hacen por la acción o por el estilo narrativo. Los días de Alejandría no encaja en ninguno de estos grupos, pues su punto fuerte es la ambientación: Alejandría me ha parecido fascinante, con su cosmopolitismo, su mezcla constante de lenguas y su contraste con El Cairo, que a su lado tiene las tradiciones egipcias mucho más arraigadas. El autor ha conseguido recrear el lugar como un espacio único y apasionante en el que no faltan el bullicio y los asuntos turbios. Ninguna recreación de ficción me había transmitido una imagen similar salvo, tal vez, Tánger y Lisboa en El tiempo entre costuras, aunque en lo demás son historias con desarrollos bastante diferentes.

En el contexto de esta Alejandría soleada y oscura, viven personajes tan astutos y misteriosos como la propia ciudad. En primer lugar, el griego Andonis Járamis, gran comerciante de tabaco, casado con una mujer con tendencia a la cleptomanía y cuyos dos hijos, Kostís y Majos, se hacen con su protagonismo a medida que avanza la narración. Al lado de Andonis, el libanés Elias Juri, un hombre enigmático que está al tanto de todo lo que ocurre en la zona. En medio de ambos, Yvette Santon, una mujer hermosa y valiente que lleva una doble vida.

La familia Járamis, Elias Juri e Yvette Santon son los protagonistas de Los días de Alejandría. A veces sus tramas se entrecruzan, pero lo frecuente es que los Járamis vayan por un lado e Yvette por el otro, con Elias picoteando por aquí y por allá, acorde con su papel. En algunos momentos he deseado que Elias Juri tuviera más peso, o mejor dicho, que el autor desnudara más su alma; tengo la sensación de no haber acabado de conocerlo del todo, aunque quizá eso mismo pretendía Stefanakis para mantener su atractivo. En cambio, los Járamis e Yvette me han llenado por completo: se alejan totalmente del tipo de protagonista que me embelesa (el perfil de «mujer contra el mundo»), pero aun así me he involucrado en sus vidas y ahora los veo como unos conocidos a los que tuve la oportunidad de espiar deliciosamente a través de una mirilla.

Tiempos turbulentos

La acción comienza con la firma de un contrato a la que acuden Andonis Járamis y Elias Juri, con la aparición estelar de la bella Yvette. No obstante, me resulta imposible redactar una sinopsis decente de esta novela: son más de setecientas páginas, en la mitad se produce un cambio generacional y, en definitiva, no hay un único hilo argumental, sino que las tramas evolucionan y se reinventan a medida que la historia avanza. Este es otro de sus aciertos: captó mi interés en todo momento porque los temas principales van cambiando, los personajes crecen y el tiempo pasa. Sin lugar a dudas, Los días de Alejandría es una obra ambiciosa por lo mucho que intenta abarcar.

Aun así, lo que sí puedo hacer es hablaros de aquellas cuestiones que se tratan con mayor profundidad. De entrada, quiero poner énfasis en el ambiente oscuro y turbulento, con lo que se tratan temas un tanto turbios, como el espionaje, la prostitución, el tráfico de antigüedades y otras perversidades. Además, contiene cierto grado de erotismo, más del gusto masculino que del femenino. Todo ello, narrado con un tono serio y elegante, que alterna páginas de narración con otras de mucho diálogo -repleto de interjecciones en francés e inglés- y con muchos textos en primera persona (cartas, diarios) en la recta final. La prosa de Stefanakis me ha parecido evocadora, aunque me preocupa que quienes no dominen los dos idiomas mencionados se cansen.

Volviendo al argumento, a pesar de que la mayor parte de los hechos se desarrollen en Alejandría, la ciudad no estuvo aislada de los acontecimientos de la Europa de aquella época, de sobra conocidos por todos: la Primera Guerra Mundial, los años de entre guerras, el ascenso del nazismo. Por si fuera poco, el autor envía a los hijos de Járamis a Alemania, con lo que comprende más facciones del conflicto. Majos, el hijo bueno y responsable, se vuelve un firme defensor del nazismo, lo que, unido a su homosexualidad, lo convierte en la oveja negra de la familia. Kostís, el joven rebelde, toma otro rumbo. Considero que el contraste entre ambos hermanos (desde su carácter y apariencia hasta sus ideas políticas) es un gran acierto y da muchísimo juego en la novela.

En general, pienso que Los días de Alejandría gustará mucho a quienes estén interesados en la historia de la primera mitad del siglo XX y, en particular, en sus corrientes de pensamiento (nacionalsocialismo, comunismo). Incluso aparecen personajes que existieron, como Rudolf Hess (que además había nacido en Alejandría, detalle que desconocía). Me parece un libro interesante porque no solo se centra en los hechos, sino en las ideologías, tanto en la interpretación que hacen de ellas los hermanos (que las viven en directo) como en la forma de verlas desde la distancia, en Egipto.

Como podréis suponer, se da mucho peso a la Segunda Guerra Mundial, en especial en el último tercio (diría que hay tres grandes bloques: la existencia tumultuosa en Alejandría, los viajes a Europa y la influencia de la guerra). Aun así, la peculiar recreación de Dimitris Stefanakis hace que no se parezca a la típica novela sobre este conflicto, por lo que no hace falta ser un entusiasta del tema para disfrutarla. A modo de curiosidad, el autor también ha hecho un hueco para la guerra civil española; el trabajo de documentación y planificación para incluir tantos momentos históricos ha tenido que ser impresionante.

De puertas adentro

Pero no todo es política, ni mucho menos. Los Járamis, Elias Juri e Yvette son personajes que se ilusionan, que sufren, que se equivocan y se vuelven a levantar (o no). Al comienzo de la segunda parte se cita la famosa frase de Tolstói: «Todas las familias felices se parecen. Cada familia desgraciada es única», que desde mi punto de vista resume muy bien la esencia de las relaciones de esta novela. Entre los Járamis hay más desdichas que satisfacciones, pero todo está envuelto en ese halo de misterio (incluso de frialdad) que evita cualquier tipo de dramatismo. Como os decía antes, es un libro bastante distinto a lo que suelo leer; me gustan las historias familiares con ambientación histórica, pero rara vez me encuentro con este enfoque sombrío y tumultuoso.

Elias, por su parte, es un enigma en sí mismo. Tal vez Yvette es la más optimista de todos, pues a pesar de los palos que se ha llevado conserva intacta su fuerza para luchar por aquellos a los que ama. Tengo la sensación de que se trata de un personaje hecho al gusto masculino (si lo leéis entenderéis por qué); aun así, me ha inspirado simpatía e incluso la he admirado por mostrarse tal y como es en estas circunstancias. También me encantaron sus conversaciones con Elias, esa química entre ambos.

Los acompañan muchos personajes más; tantos, que en ocasiones tuve que releer algunas líneas para no perderme. De todas formas, el esfuerzo merece la pena porque estas vidas no tienen desperdicio, el autor sabe encontrar los giros necesarios para que el interés no decaiga y, además, la evolución de todos me ha parecido coherente. No me gustaría perderme en el ambiente de la Alejandría de esta época ni querría como amigos a los protagonistas, pero como ficción me ha maravillado de principio a fin.

Conclusión

Amantes de la historia del siglo XX, de las tramas familiares, de los temas un tanto oscuros y de las ambientaciones singulares: esta novela es para vosotros. No es una lectura fácil porque abarca una gran cantidad de cuestiones, pero si encontráis el momento idóneo para leerla con calma estoy convencida de que os va a llenar tanto como a mí. Por ponerle una pega, para tratarse de una obra tan ambiciosa he echado de menos una prosa más literaria (aunque no olvidemos que la versión original es en griego y en la adaptación a una lengua tan distinta se producen cambios). También pienso que Lumen podría haber hecho un mejor trabajo de corrección: hay unas cuantas erratas y faltas en la puntuación, algo muy poco habitual en este sello.

Dimitris Stefanakis
En cualquier caso, los pequeños defectos que le veo no deben frenaros a la hora de adentraros en Los días de Alejandría. Si algo me llevo de este libro es sin duda la sensación de plenitud que me ha provocado desde la primera hasta la última página, ese sentimiento difícil de explicar pero que se identifica de inmediato al leer. Además, valoro todo lo que me ha enseñado sobre esta espléndida ciudad y su relación con los acontecimientos de Europa. En definitiva, hoy en día se publican pocas novelas tan completas e interesantes como Los días de Alejandría, así que si creéis que estáis entre sus lectores potenciales, no lo dudéis y dadle una oportunidad.

06 agosto 2012

La librería de las nuevas oportunidades - Anjali Banerjee

Edición: Lumen, 2012
ISBN: 9788426420282
Páginas: 304
Precio: 18,90 €

«Hay personas para las que leer supone la diferencia entre la felicidad y la desdicha, la esperanza y la desesperación, la vida y la muerte» (pág. 270).

Bienvenidos a la librería de las nuevas oportunidades. Pasad, poneos cómodos y dejad que el halo mágico de la estancia os envuelva. Después, recorred los pasillos y examinad con cuidado estas estanterías llenas de polvo: no esperéis ver en ellas las últimas novedades comerciales; esta tienda tiene un gusto exquisito y solo ofrece lo mejor, por eso es tan especial. Si no encontráis lo que buscáis, preguntad a la encargada, que os sorprenderá con su don para dar con la obra perfecta para vosotros. Pero, cuidado, si os acercáis a la librería cuando la dueña está de viaje, os las tendréis que ver con su sobrina Jasmine, que de esto de vender libros todavía no entiende demasiado…

Anjali Banerjee

Anjali Banerjee nació en la India y creció entre Canadá y Estados Unidos. Se puede decir que lleva la escritura en los genes: su abuela fue una novelista conocida y desde pequeña sintió una inclinación por este mundo. Ha conseguido publicar cinco libros para niños y tres novelas para el público adulto, de las que solo La librería de las nuevas oportunidades (Lumen, 2012) cuenta con una traducción al castellano. Esta novela, además, se ha publicado en diversos países y ha tenido una gran acogida por parte de la crítica y los lectores. En la actualidad, Banerjee vive en la costa Oeste del Pacífico con su familia, donde sigue escribiendo acompañada de sus gatos, de montañas de libros y, quién sabe, tal vez también con los espíritus de escritores que impregnan su debut en España.

Sinopsis

Después de que su marido la abandonara por otra, Jasmine no pasa por un buen momento y se ve incapaz de afrontar los trámites del divorcio. Aunque tiene un cargo importante en una empresa, donde espera ascender muy pronto, hay un vacío en su interior que no se llena con el trabajo: ha pasado de tener una vida estable y en compañía a verse sola, malhumorada y sin fuerzas para empezar una nueva etapa. La actuación de su tía en estas circunstancias resulta providencial: le pide que se haga cargo de su vieja librería mientras ella está de viaje. Jasmine no ve qué le aportará llevar la tienda, pero acepta para ayudarla y porque le vendrá bien un cambio de aires temporal.

Una vez en la librería, Jasmine lucha contra el polvo, el desorden y, por supuesto, la ausencia de novedades golosas que solucionarían las cuentas. Sin embargo, sus esfuerzos por modernizar el comercio caen en saco roto: hay algún tipo de fuerza que se confabula para volver a cambiar todo lo que ella ordena. Además, le ocurre algo extraño: cuando alguien le pide una recomendación, Jasmine escucha voces que le dan la solución, pero al girarse no ve a nadie. Lo que todavía no sabe la protagonista es que no está en una librería cualquiera, y que los autores clásicos a los que tanto admira su querida tía no solo están presentes en las novelas y los retratos. ¿Será capaz de encontrar una nueva oportunidad en este lugar tan especial?

Comentario personal

Quiero empezar esta reseña con una comparación que será muy útil para conocer lo que contiene esta novela. Se trata de la cubierta original (tonos rosas, imagen de una chica, ninguna alusión a los libros y un título que significa algo así como Acechando a Jasmin —en referencia a las voces de los escritores, supongo) al lado de la española (no tan femenina ni romántica, con evidentes referencias a los libros en título y fotografía):


Bien, ¿qué os sugiere cada imagen? La primera la identifico con una novela de sentimientos, dirigida exclusivamente a mujeres, que no hace pensar que en el interior hay un ingrediente mágico. La española, por su parte, mantiene la idea de que se trata de una obra en la que importan los temas sentimentales (ese «nuevas oportunidades» lo revela), pero además añade libros (¡muchos libros!), abandona el rosa y tiene un título con mucho más gancho. Generalmente, cuando la diferencia entre el diseño original y el español es tan grande suele ser porque uno no es adecuado o porque se intenta vender algo como lo que no es; sin embargo, esta vez tengo que decir la edición española me parece mucho más acertada: es más llamativa y no engaña sobre el contenido, sino que potencia sus virtudes. Yo no me habría fijado en Haunting Jasmine, en cambio, ¿cómo resistirse a una novela que habla de literatura?

De todas formas, ninguna de las cubiertas miente: La librería de las nuevas oportunidades pertenece al género sentimental y a la vez en el de los libros que hablan de libros (como mi última incorporación a mis favoritos, La mujer de papel). Con respecto al primero, los temas destacados son los de recuperarse tras la ruptura y volver a creer en el amor, cuestiones cotidianas con las que cualquiera se puede sentir identificado. Reconozco que al principio la protagonista no me cayó demasiado bien: se muestra borde con los clientes y está enfada con el mundo; no obstante, también comprendí que no pasa por un buen momento y necesita tiempo. «Los hombres se mueven a golpe de testosterona. Creen que pueden conquistar a cualquier mujer con solo proponérselo. Pero nadie volverá a conquistarme jamás» (pág. 17).

Con respecto al componente literario, Banerjee hace un homenaje al librero-psicólogo que recomienda libros a los clientes y pone todo su amor en su profesión. «Vender libros es un estilo de vida, no solo un modo de ganarse el pan» (pág. 21). Libreros de papel, como los llama Alba Úriz (y aquí tengo que hacer una mención al librero más simpático de la red, Jorge, que por supuesto da consejos excelentes). Jasmine no es consciente del factor personal de la venta de libros cuando llega a la librería, así que debe aprender poco a poco y esta evolución se refleja en la trama.

Pero el componente literario no termina ahí: los espíritus de los escritores están presentes en la librería y orientan a la protagonista sobre lo que necesita cada cliente. Así, las voces de Jane Austen, Edgar Allan Poe, Emily Dickinson y otros desfilan entre las estanterías; todo un guiño a los amantes de la buena literatura. Una especie de librería encantada, solo que este toque de magia es discreto y sutil, no hay que ser amante de la literatura fantástica para disfrutarlo. Me pareció un detalle muy bonito y original.

Además, toda esta recreación literaria no es un mero decorado: la vida de Jasmine avanza en contacto directo con los libros y la librería, se plasma el proceso que vive una persona no lectora hasta que consigue amar la lectura. La librería de las nuevas oportunidades transmite la idea de que los libros pueden ser el refugio al que acudir cuando el mundo real no te da soluciones, la cura del alma. Sin duda, un planteamiento tremendamente atractivo para los lectores habituales; lo disfruté mucho.

En general, se trata de una historia sencilla, contada en primera persona y muy fácil de leer. Entre esto y su brevedad, se lee en un periquete; es una buena lectura veraniega (habría encajado muy bien entre mis recomendaciones). A modo de curiosidad, Jasmine y su familia tienen sus orígenes en la India, como la propia Anjali Banerjee, de modo que en la novela se plasman algunos detalles sobre su cultura (de forma muy secundaria, eso sí): escoger un marido de allí o de aquí, los saris, los dioses…

La librería de las nuevas oportunidades va en la línea de autores como Marc Levy (Ojalá fuera cierto) y Cecelia Ahern (Posdata: te amo): novela de sentimientos con una ambientación actual, que transmite frescura e incluye un ingrediente fuera de lo común. También tiene toques de chick-lit: protagonista estresada por su cargo de ejecutiva, amor a partir de un encontronazo, amigo gay, historia romántica no empalagosa… En este sentido, el planteamiento me recuerda mucho a La reina de la casa, de Sophie Kinsella: mujer con un buen empleo que pasa una temporada en un trabajo más humilde, con lo que redescubre el encanto de la vida sencilla y tranquila (eso sí, cada autora la da su toque: Kinsella el humor disparatado; Banerjee el amor por la literatura).

Conclusión

No esperéis encontrar alta calidad literaria ni una trama sorprendente: La librería de las nuevas oportunidades es una novela que destaca por su sencillez, tanto en la evolución de los sentimientos de la protagonista como en su particular homenaje a los libreros y la literatura. ¿Esto es malo? En absoluto, esta novela aporta lo que muchos lectores necesitan: una historia agradable y bonita que deja buen sabor de boca. Me ha gustado más de lo que esperaba, y tengo pensado prestar mi ejemplar a algunas personas porque estoy segura de que les va a gustar. ¿Queréis más motivos para leerlo? Es breve y fácil de leer; no os durará más de un par de tardes. Me parece una opción excelente para leer durante estas vacaciones, así que corred a la librería (nunca mejor dicho) y perdeos en esta estancia polvorienta junto a Jasmine y sus nuevos amigos.

«Los libros son más que meras mercancías. Contienen nuestra cultura, nuestro pasado, otros mundos, el antídoto contra la tristeza» (pág. 86).

05 agosto 2012

Las preferencias de los lectores en verano

En la última encuesta del blog os pregunté por el tipo de libros preferís leer durante el verano (en realidad hablé de "hábitos lectores"), y estos han sido los resultados:

¿Tus hábitos lectores cambian en verano?

Sí, leo novelas más densas o extensas, porque tengo más tiempo......... 107 votos (33%)
Sí, leo novelas más ligeras, porque me apetece desconectar............... 34 votos (10%)
No, leo lo mismo que durante el resto del año.................................. 175 votos (53%)
Otros.......................................................................................... 13 votos (4%)
Total de votos: 329

La mitad de los votantes (el grupo en el que me incluyo) sigue con las preferencias de siempre. Normal: por mucho que la temperatura cambie, si lo que nos llena es un determinado estilo o género, esto no tiene por qué cambiar. El hecho de tener más tiempo para leer tampoco tiene por qué influir, ya que se puede ver simplemente como una forma de poder disfrutar más de aquello que nos gusta (aunque depende bastante de la disponibilidad de cada uno durante el resto del año).

De todas formas, a mi parecer lo más interesante de la encuesta es el hecho de que un 33% se decanta por novelas densas o extensas, mientras que solo un 10% lo hace por las ligeras, que suelen ser las recomendaciones estrella de esta época (no solo en los medios: las propias editoriales editan más novelas livianas -y en edición de bolsillo- cuando se acerca esta época. Solo hay que fijarse en el chick-lit). Tal vez tendremos que plantearnos enfocar las listas de ideas de otra forma, ¿no?

Los motivos por los que se puede preferir una novela densa o extensa son claros: las primeras conllevan más concentración (como Los aires difíciles o El error azul), y a las segundas se les debe dedicar muchas horas (como El puente invisible o Los pilares de la tierra). Personalmente, he pasado por momentos en los que también me reservaba este tipo de obras para una época en particular, pero en la actualidad no tengo problemas en leerlas en cualquier periodo del año.

Por otro lado, los libros ligeros son los conocidos como lecturas playeras, por aquello de que se pueden leer sin necesidad de concentrarse demasiado, como en una playa llena de gente. Para mí el chick-lit es un buen ejemplo de ello: Sophie Kinsella, Marian Keyes, Emily Giffin... También los thrillers pseudohistóricos (Dan Brown, Juan Gómez-Jurado) y ciertas sagas de romance paranormal (Vampire Academy, Amor más allá del tiempo), entre otros.

Aun así, es importante destacar que ambas opciones no son autoexcluyentes, es decir, una novela puede ser larga y ligera a la vez (En el país de la nube blanca, Palmeras en la nieve), aunque a veces se tienda a pensar lo contrario. Si las separé en la encuesta fue para juntar motivaciones: por un lado, los que escogen lecturas en función del tiempo, y por el otro los que buscan expresamente algo sencillo.

¿Cuál fue vuestra opción? Tanto si os sentís reflejados en la encuesta como si no, podéis echar un vistazo a mi lista de recomendaciones veraniegas: la hice bastante variada para que cada lector encuentre su libro.

01 agosto 2012

Fragmentos de libros: Un árbol crece en Brooklyn

—Ya empieza el progreso. —Cogió a la niña y la levantó entre sus brazos—. Esta criatura ha nacido de padres que saben leer y escribir. Para mí eso es maravilloso.

—Madre, soy joven. Tengo dieciocho años, soy fuerte. Voy a trabajar duro. Pero no quiero que esta criatura crezca para ser una simple bestia de carga. ¿Qué debo hacer, madre, qué es lo que debo hacer para construir un futuro mejor para ella? ¿Cómo puedo empezar?

—El secreto está en saber leer y escribir. Tú sabes leer. Todos los días debes leer a tu hija una página de algún libro; todos los días hasta que ella aprenda a leer. Entonces ella deberá leer todos los días. Ése es el secreto.

—Le voy a leer —prometió Katie—. ¿Qué libro debería escoger?

—Hay dos libros grandiosos. La de Shakespeare es una gran obra. He oído decir que todo lo prodigioso de la vida se encuentra en ella; todo lo que el hombre ha aprendido sobre la belleza; toda la sabiduría y el conocimiento de la vida que el hombre pueda tener está encerrado en esas páginas. Dicen que esos relatos son piezas que se representan en el teatro. Yo nunca he hablado con nadie que haya visto esa maravilla, pero oí decir al amo de nuestras tierras allá en Austria que algunas de esas páginas se parecen a hermosas canciones.

***

Enlace a mi reseña del libro.

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