28 septiembre 2011

Habitaciones cerradas - Care Santos

Editorial: Planeta
Páginas: 537
ISBN: 9788408098768
Precio: 20,90€

Habitaciones cerradas fue una de mis adquisiciones del pasado Sant Jordi. Hubo algo en este libro que me llamó la atención desde el primer momento (tal vez la imagen evocadora de la cubierta) y más tarde la sinopsis me acabó de convencer. Se presentaba como una historia familiar ambientada en la Barcelona de principios del siglo XX, con muchos secretos de por medio (en esto me recordó a Espejo roto, una novela altamente recomendable). Estos temas me atraen, de modo que de entrada tenía todos los ingredientes para gustarme. Además, a esto se le suma el hecho de que no había leído nada de la autora y sentía interés por su obra.

Care Santos

Pese a haber estudiado Derecho y Filología Hispánica, Care Santos (Mataró, 1970) ha desarrollado su carrera entre el periodismo y la literatura. Ha trabajado para periódicos de la talla de ABC, El Mundo y el desaparecido Diari de Barcelona, y además está presente en iniciativas literarias como la Asociación de Jóvenes Escritores Españoles, de la que fue fundadora, la revista Caminos y el blog de críticas La tormenta en un vaso. Escribe en castellano y de forma eventual en catalán, aunque ha conseguido galardones en ambas lenguas. La mayor parte de su producción literaria se encuadra en el campo de la literatura infantil y juvenil, ámbito en el que ha publicado más de veinte novelas desde 1997 y ha ganado numerosos premios de prestigio entre los que figuran el Barco de Vapor ( Se vende mamá, 2009), el Gran Angular ( Hot dogs, 2000; Los ojos del lobo, 2004), el Edebé ( Laluna.com, 2003) y el Ramon Muntaner ( Un camí dins la boira, 2007), entre otros. También ha escrito relatos, poesía y libros para adultos, uno de ellos le valió para alzarse con el Premio Ateneo Joven de Sevilla ( Trigal con cuervos, 2009). Su obra se ha traducido a más de doce idiomas y la propia autora afirma que su última novela, Habitaciones cerradas ha marcado un antes y un después (en el buen sentido) en su trayectoria. En la actualidad es crítica de libros en El Mundo e imparte talleres literarios.

¿Qué ocultan las habitaciones cerradas?

Violeta es una mujer que ha dedicado su vida a estudiar y promover la obra de su abuelo, el pintor modernista Amadeu Lax. Un día recibe un mensaje de una señora italiana que se pone en contacto con ella porque, según cuenta, tiene algo que contarle sobre su historia familiar. A partir de ese momento, Violeta inicia un viaje que la llevara a Italia y a la Barcelona de sus orígenes, donde visita la casa en la que vivieron sus antepasados. Todo parece tranquilo, pero, a veces, el destino juega sus cartas y revela nuevos giros que hacen que lo que había creído hasta entonces se desmorone.

De forma paralela hay una trama en pasado, situada a finales del siglo XIX y principios del XX. En ella conocemos a una familia burguesa formada por Rodolf Lax y Maria del Roser Golorons: él es un joven con aspiraciones y ella una chica con una mentalidad avanzada para la época. Su unión funciona y nacen tres hijos: el controvertido Amadeu, retraído y torpe en el trato con los demás; Joan, el hijo modélico, perfecto en todas las disciplinas; y Violeta, la pequeña, de la que enseguida sabemos que sufrió una muerte prematura. En el primer capítulo también conocemos a otros personajes importantes: Teresa Brusés, la que será la gran obsesión de Amadeu; Conxita, una criada fiel que entró en el servicio para cuidar al primogénito; y Octavio Conde, el hijo del propietario de los grandes almacenes El Siglo. Con estos ingredientes, la emoción y los buenos momentos están más que asegurados.

Estilo y estructura

Lo primero que llama la atención al abrir el libro es la variedad de tipos de texto que aparecen en él: desde la narración convencional en tercera persona a cartas, correos electrónicos, notas sobre arte y noticias de periódicos. Todos ellos se combinan en una estructura no lineal que alterna el pasado con el presente y completa la información con los apuntes de los escritos mencionados. Al contrario de lo que podría parecer, esta composición no me ha parecido caótica ni difícil de seguir: me atrapó desde las primeras líneas y todo está planteado de tal manera que conocemos lo acontecido poco a poco, sin perdernos ni adelantarnos demasiado. En general, considero que la autora tiene una buena prosa, amena y cuidada al mismo tiempo. El único aspecto en el que tal vez cojea un poco son los correos: en algunos detalla hasta las conversaciones, un recurso necesario para que el lector conozca los detalles, pero en mi opinión poco creíble en este medio (me recuerda más a una narración en primera persona que a un e-mail).

La Barcelona modernista

¿Qué tiene la burguesía de finales del siglo XIX y principios del siglo XX que llama tanto la atención en el terreno literario? Habitaciones cerradas no es el primer libro que se centra en una familia barcelonesa acomodada que vive en una casa grande y dispone de unos cuantos criados a su cargo. En mi opinión, ese contraste entre pobres y ricos es uno de sus puntos álgidos, aunque en este caso los segundos gozan de mayor protagonismo. La época no se queda atrás en interés: fue un período de grandes cambios (algunos se reflejan en el libro, como el paso de los carros tirados por animales a los coches), hasta que se vieron frenados con la irrupción de la Guerra Civil.

Habitaciones cerradas no es una novela histórica; no obstante, el entorno en el que se desarrolla la trama principal (la del pasado) sí existió. La historia familiar es pura ficción, pero en el texto se plasman hechos verídicos (la Semana Trágica, el incendio que destruyó los grandes almacenes El Siglo…) y aparecen algunos personajes reales (desde el rey Alfonso XIII a un joven de lo más peculiar, Francesc Canals Ambrós). También trata un tema que me sorprendió: las reuniones espiritistas, de las que no tenía ningún conocimiento. Por si fuera poco, la forma de vida de los burgueses y su relación con los trabajadores de las fábricas se puede considerar un retrato social de la época. Al final del libro la propia Care Santos explica qué referencias tomó prestadas y cuáles han salido de su imaginario.

Comentario personal

Cuesta un poco clasificar Habitaciones cerradas en un género concreto. Tiene un poco de todo: historia, intriga, sentimientos…, así que me parece una obra bastante completa y creo que puede gustar a lectores muy diversos. Si me tengo que decantar por un solo calificativo, me quedo con el de saga familiar, que de algún modo lleva implícito que el enorme elenco de personajes darán lugar a situaciones de todo tipo. Como sabéis, esta clase de libros se encuentran entre mis favoritos, por lo que el argumento del pintor encerrado en sí mismo y las mujeres con ideas avanzadas a su tiempo me resultó de lo más seductor.

Dicho esto, considero que Habitaciones cerradas es una novela ambiciosa en muchos aspectos. Además del trabajo que siempre conlleva documentarse sobre una época determinada e introducir las fechas clave en la trama ficticia para darle credibilidad, Care Santos arriesga al emplear varios tipos de texto y mezclar presente y pasado (este último, a su vez, se encuentra fragmentado y no siempre se narra en orden cronológico). Todo ello, sin descuidar los temas esenciales ni la caracterización de los personajes, dos puntos importantes en cualquier libro. El resultado final gustará más o menos, pero no hay duda de que estamos ante una obra bien pensada, trabajada y pulida. Hay que tener un gran dominio de la escritura para forjar sobre el papel una historia tan compleja como esta.

La parte del pasado tiene aires costumbristas y, si no fuera por los textos que la acompañan, podría pasar por una novela clásica sobre la burguesía catalana. En este lado se desarrollan los hechos más importantes, desde los orígenes de la familia y sus allegados a la verdad sobre esos descubrimientos que se acaban de hacer en la actualidad. Hay un detalle curioso: casi toda la narración corresponde a una tercera persona típica; sin embargo, en algunos momentos interviene una voz personal, la de los fantasmas que viven en las habitaciones y conocen mejor que nadie lo que ha ocurrido en ellas. Que quede claro que el libro entra dentro de la narrativa, no de la literatura fantástica; este enfoque es más bien algo anecdótico.

Por otro lado, siempre que estamos ante una saga familiar se espera que haya un número elevado de personajes. Habitaciones cerradas no es una excepción: a lo largo de sus más de quinientas páginas desfilan miembros de la familia, criados, amigos, figuras políticas… Como es obvio, el protagonismo recae en unos pocos, de los que conocemos las raíces a fondo. En esto encuentro una pequeña pega: a veces se extiende tanto al hablar de los orígenes de una familia que se me hizo un poco pesado (en especial durante las primeras ciento cincuenta páginas). Aun así, comprendo la importancia de esos datos a la hora de entender la forma de ser de los descendientes.

Hablando de los personajes, el misterio recae sobre todo en Amadeu, aunque ocurre un hecho curioso: casi ningún fragmento se centra en él exclusivamente, más bien lo conocemos a través de su forma de actuar con los demás y lo que estos piensan de él. Se le puede describir como un hombre introvertido, maleducado y egoísta, el ejemplo perfecto de artista brillante en su trabajo y a la vez insoportable para los que están a su lado. Además, y esto es una sensación muy personal, a pesar de todas sus sombras he vislumbrado en él a una persona vulnerable, como un niño que nunca supo adaptarse a lo que se esperaba de él. Un protagonista interesante, no hay duda.

Me centro ahora en los fragmentos en presente, compuestos en su mayoría por correos electrónicos que intercambian Violeta y su madre, aunque también hay narración convencional y apuntes de la protagonista en una libreta. Esto, además de darle un aire moderno, tiene la ventaja de que aporta misterio a la historia gracias a los descubrimientos que se hacen, con lo que consigue captar el interés y dar un giro de ciento ochenta grados a lo que pensábamos cinco minutos antes. Digamos que los cambios de rumbo principales se producen aquí y luego en los tramos del pasado se terminan de resolver. Una prueba más de lo pensada que está la novela.

Pero el interés de la etapa actual no se limita a los hallazgos: la trama personal de Violeta me ha parecido muy bonita, se nota que la autora, pese a dar más importancia al pasado, no ha olvidado la vida de los que viven en el presente. Si el tema principal de la novela son los secretos de nuestros antepasados que nunca llegamos a conocer, se podría decir que en el futuro ocurrirá lo mismo con algunas de estas experiencias de la descendiente de Amadeu Lax. Todos guardamos algo en lo más íntimo de nuestra alma y es imposible que se llegue a saber la verdad al completo de nuestra existencia.

Para terminar, me apetece hablar un poco de la edición: tapa dura, cubierta preciosa, panfletos de los grandes almacenes El Siglo estampados en el interior, papel blanco (muy importante para personas de edad avanzada), letra grande con espacios y fuentes distintas según el tipo de documento. ¡Todos los libros tendrían que ser así! En la traducción al catalán hay algunas erratas, fragmentos con repetición de palabras y un par de errores en los e-mails, pero es muy poca cosa teniendo en cuenta que hablamos de una novela extensa. Se ha hecho un buen trabajo.

En general, Habitaciones cerradas ha cumplido mis expectativas y me ha proporcionado buenos ratos de lectura. Asimismo, pienso que puede ser una novela adecuada para intercambiar impresiones en un club de lectura o una lectura conjunta de las que están tan de moda en la blogosfera. Hay muchas escenas dignas de comentar con otros lectores; tiene chicha, si se me permite decirlo así. No le doy una puntuación mayor porque con la valoración reflejo mi nivel de satisfacción (como un termómetro que indica hasta qué punto me ha llegado un libro), pero quiero que quede claro que no le veo fallos como tales y será de esas novelas que recomiende sin titubear.

Conclusión

Una saga familiar con aires modernos, ambientada en la Barcelona modernista y escrita con buen gusto. En conjunto, Habitaciones cerradas es como un puzle en el que las piezas al final encajan, una obra ambiciosa que en estos momentos ya ha vendido los derechos para su publicación en nueve países. La propia Care Santos ha dicho que hay un antes y después en su carrera tras la publicación de esta novela, ¡y no me extraña! No siempre se publican libros tan completos, así que si os gustan las historias familiares y estáis dispuestos a adentraros en una trama compleja en forma y contenido, adelante con él.



Mi valoración: 8,5/10

26 septiembre 2011

Cada siete olas - Daniel Glattauer

Editorial: Alfaguara
Páginas: 280
ISBN: 9788420406398
Precio: 17,50€

Contra el viento del norte fue una de las historias que más disfruté este verano. En ella conocí a Emmi y Leo, dos personajes que empiezan una correspondencia por correo electrónico a partir de un mensaje enviado a un destinatario erróneo. Viven en la misma ciudad, pero no se conocen en persona. El juego inocente en apariencia de intercambiar comentarios a través de la red va a más y ambos se enganchan a esa persona que les espera en la bandeja de entrada. Toda una historia de amor con la que los internautas nos podemos identificar (o, al menos, comprender).

Esta novela me llegó muy adentró, me obsesionó mientras duró la lectura y me hizo reflexionar acerca de lo poco que conocemos en realidad a aquellos colegas de Internet con los que compartimos aficiones. Porque podemos saber cosas sobre sus gustos, pero ¿qué hay del lenguaje no verbal y los numerosos equívocos que se pueden producir por una mala interpretación de un escrito? Daniel Glattauer retrató la situación con destreza y grandes dosis de realismo, sin caer en lo ñoño y fácil. Mis sensaciones fueron tan positivas que a los pocos días de terminarlo me lancé a por la segunda parte, Cada siete olas, de la que había leído opiniones tan o más positivas que las del libro anterior.

Cada siete olas

Aviso:
No voy a revelar spoilers de Contra el viento del norte, pero, dado lo fácil que resulta deducir a qué me refiero, os aconsejo que si aún no habéis leído el primer libro (y tenéis la intención de hacerlo) paséis directamente a la conclusión para no sospechar nada.

En Contra el viento del norte quedó algo pendiente entre Emmi y Leo y Cada siete olas les da la oportunidad de llevarlo a cabo. Sin embargo, ha pasado casi un año desde su último contacto y las cosas no son como antes para ninguno de los dos: Leo ha conocido a una chica en Boston y tiene la intención de ir en serio con ella; Emmi, por su parte, sigue adelante con ese falso matrimonio feliz que cada día cojea por más lados. De todas formas, en un aspecto han avanzado: hay confianza y los dos intercambian mensajes sobre su vida personal con más facilidad, sin ese empeño en ocultarla que tenían en el primer libro. En esas circunstancias, se atreven a dar el gran paso… y no solo una vez.

Al igual que en la novela anterior, el título hace una metáfora relacionada con la historia. Hay una teoría que dice que las seis primeras olas del mar llegan tranquilas, iguales e inalterables; ahora bien, a veces la séptima rompe y lo cambia todo. De nuevo, lo considero un título un poco forzado, preferiría algo que reflejara el contenido de correos electrónicos que hay en el interior (desde mi punto de vista, el rasgo más característico de estos dos libros).

Estilo

De nuevo, el texto está formado íntegramente por mensajes de correo electrónico. Es el distintivo de esta pequeña serie, el toque original del autor. No obstante, en esta ocasión no puedo alabarlo tanto como en Contra el viento del norte: como Emmi y Leo se conocen más, sus comentarios son más largos y sentimentales, con lo que engancha menos e incluso se me ha hecho pesado en algunos momentos. Además, al contarse tantas cosas sin rodeos, la gracia de leer entre líneas e intentar adivinar qué se trae cada uno disminuye. Hay menos emoción, me parece un libro más fácil (en todos los sentidos) que el primero. Aun así, no se puede negar que Daniel Glattauer escribe bien y, aunque la evolución de la trama no me haya convencido del todo, sus palabras están escogidas con el mismo buen gusto que en su gran éxito.

Impresiones

Si tuviera que definir el libro con una palabra, escogería decepcionante. Supongo que las expectativas tras leer Contra el viento del norte han influido, pero aun así creo que cada novela refleja unas formas de pensar distintas, unos gustos que chocan. Sé que lo que digo es mera palabrería porque hay muchos lectores que han disfrutado por igual de las dos novelas; sin embargo, no me puedo quitar de encima la sensación de que, más que una continuación, parece un desenlace alternativo, hecho exclusivamente para contentar a los lectores que no quedaron satisfechos con el final de Contra el viento del norte. No voy mal encaminada: el propio Daniel Glattauer ha reconocido que no tenía previsto seguir con la historia de Emmi y Leo y escribió Cada siete olas a raíz de los mensajes que le enviaban los lectores. Si os fijáis, los dos libros se publicaron en alemán con tres años de diferencia: de ser una segunda parte planificada, no habría tardado tanto en ver la luz.

Pero empecemos por lo bueno, que esas más de doscientas páginas dan para algo más que esa controvertida resolución. La ventaja de cualquier serie de libros (planeada o no, ahora dejemos el tema) es que a medida que avanza conocemos mejor a los personajes. En efecto, el autor se explaya a la hora de retratar su psicología y nos encontramos con Emmi y Leo un poco cambiados: ella empieza al borde de un ataque de nervios (y no es para menos), pero se va calmando poco a poco; él sigue correcto, comedido en sus palabras, solo se deja llevar cuando toma sus copitas de vino (qué cansada he acabado de este recurso, por cierto). En ese sentido, el libro es más intenso, no pasamos por la fase de la primera toma de contacto y desde el principio volvemos a sentir la tensión que impregnaba las últimas páginas de Contra el viento del norte.

Y sin embargo, no es lo mismo. El problema no es el hecho de retomar la relación un año después (me creo que los sentimientos pueden seguir vivos aunque no se hayan escrito durante este tiempo), sino el modo en que lo hacen. Ahora Emmi y Leo se lo explican todo, se pierde el juego de leer entre líneas que tanta vidilla daba en la primera parte. Se siguen enviando mensajes, se desahogan el uno con el otro con plena confianza… Ya no es una relación entre dos desconocidos. No negaré que probablemente este avance sea el más creíble, pero me apena que se pierda el encanto que desprendía Contra el viento del norte.

El otro inconveniente de Cada siete olas se relaciona directamente con el punto que acabo de comentar: la situación recreada no se identifica tanto con la realidad del lector (recordemos que la de Contra el viento del norte era más común: dos personas se conocen por Internet y se hacen gracia aunque saben que hay muchos obstáculos por el camino), ya no nos hace pensar en las particularidades de relacionarse con gente a través de este medio. Lo de ahora no es que sea inverosímil, sino que se trata de una historia más convencional, por mucho que esté contada mediante e-mails. En eso no negaré que Daniel Glattauer es un maestro: refleja varios problemas típicos de las relaciones de pareja a la perfección. Por un lado, el matrimonio que hace aguas; por el otro, las fases y las dificultades de una relación a distancia, entre otros temas que no quiero revelar. Si solo valorara el terreno sentimental, se llevaría un diez.

También he apreciado que, entre copas de vino y consejos de la terapeuta, la historia se alarga demasiado. Si el autor hubiera previsto este final desde el principio, estoy segura de que habría podido unirlo a la primera parte y restar páginas a esta segunda (una prueba más de que Cada siete olas es una continuación escrita para aprovechar el tirón). Es una auténtica lástima que este libro cojee en tantos puntos, uno de los grandes atractivos de Contra el viento del norte precisamente consistía en ese lenguaje rápido y directo que se leía con suma facilidad. Aquí, los fragmentos más sentimentaloides se me han hecho cuesta arriba.

A pesar de todo, lo que marca de verdad si el libro te ha convencido es su final. O te gusta o no te gusta nada. En mi opinión de Contra el viento del norte os dije que no podía opinar sobre el desenlace porque lo leí con la seguridad de que había una segunda entrega y aquello no iba a acabar así, por lo que no era capaz de juzgarlo. Ahora rectifico: si valoro cada libro por separado, me quedo sin lugar a dudas con el primero y su desenlace, mucho más impactante y redondo. Si no fuera por las críticas que dicen lo contrario, me atrevería a aventurar que si te gustó el final de Contra el viento del norte, no te gustará el de Cada siete olas, y viceversa. Es aquello de las diferentes formas de ver la vida que os comentaba unos párrafos más arriba.

Conclusión

Cuando terminé Contra el viento del norte pensé que esta continuación era necesaria, que la relación de Emmi y Leo podía dar más sin forzar las cosas. Sin embargo, en estos momentos tengo la certeza de que el primer libro me habría llegado mucho más de no haber conocido la existencia de esta segunda parte (o final alternativo, como prefiero llamarla yo). El autor alarga la historia de una manera que rompe con el encanto que desprendía antes: los correos electrónicos son el mero hilo para seguir, la red en sí no tiene tanto significado; los diálogos se vuelven sentimentales y recargados, tienen menos agudeza que antes; el tema amoroso se plantea de una manera mucho más corriente. Se han satisfecho los deseos de un sector de lectores a cambio de sacrificar la esencia moderna y fresca que lo caracterizaba, así es como lo veo yo.


Enlaces de interés:
Web de Daniel Glattauer



Mi valoración: 6/10

21 septiembre 2011

Contra el viento del norte - Daniel Glattauer

Editorial: Alfaguara
Páginas: 239
ISBN: 9788420406107
Precio: 17,50 €

Internet, ese gran medio para ¿conocer? gente

Permitidme que empiece este comentario con una pequeña reflexión. Además de lectores voraces, creo que los que frecuentamos este tipo de páginas podemos considerarnos adictos a la red, a este espacio que ha cambiado nuestra vida y nos permite compartir aficiones con personas de la otra punta del país. Ahora bien, ¿realmente nos conocemos de verdad? Está claro de que con el tiempo hemos averiguado nuestros gustos literarios (lo que nos une, al fin y al cabo). Nuestra forma de escribir, el apodo y las imágenes que acompañan el perfil también sugieren algo sobre nuestra forma de ser, pero esto no siempre se acerca a la realidad que hay fuera de la pantalla. Algunos nos expresamos mejor por escrito que en persona, otros parecen bordes y luego son un encanto, el (relativo) anonimato de Internet invita a ser más sinceros de lo que somos cara a cara, etc.

Yo pienso, y lo digo después de haber conocido a bastante gente a través de este medio, que del ordenador al mundo exterior hay un abismo, para bien y para mal. Aquí no conocemos a las personas, sino a las imágenes que proyectan a través de sus palabras. Me pongo como ejemplo a mí misma: me han tomado por una mujer casada y con hijos (¡¡¡!!!), he recibido «humillaciones» virtuales por decir que me gusta un determinado programa de televisión (la valentía del anonimato), me han tachado de borde y prepotente (¡en persona soy más inofensiva!), etc.

Todo esto no quita que en ciertos momentos los conocidos de la red nos apoyen como lo haría un buen colega, aunque la relación siempre va a carecer del lenguaje no verbal de las miradas, la entonación y los gestos. Aun así, dentro de lo que cabe resulta mucho más fácil hacer nuevas amistades que encontrar pareja, por mucho que haya tantas webs que se dedican a ello con empeño. A un hipotético enamorado siempre lo idealizas más que a un amigo, de modo que al dar el paso de quedar en persona es más fácil adaptarse a su personalidad tanto si esta se corresponde o no con lo que esperábamos. Pero cuando hay sentimientos de por medio, ¡ay!, o te sale muy bien, o te llevas el chasco de tu vida.

Daniel Glattauer

Daniel Glattauer (Viena, 1960) es un periodista y escritor austríaco. Trabaja para el diario Der Standard desde el año 1989, donde se encarga de redactar reportajes judiciales, columnas de opinión y suplementos literarios. Dentro de su faceta de escritor destaca Contra el viento del norte (2006), que se ha traducido a treinta y dos lenguas, ha vendido más de dos millones de ejemplares en todo el mundo y quedó finalista del prestigioso premio German Book Price. Su continuación, Cada siete olas (2009), también tuvo muy buena acogida. Recientemente se ha traducido al castellano una de sus novelas anteriores, que lleva por título La huella de un beso.

Contra el viento del norte

Un correo electrónico enviado a un destinatario erróneo pone en contacto a Emmi y Leo. No se conocen, no existe un interés previo en esa correspondencia virtual; solo saben que viven en la misma ciudad. Ella está casada y trabaja como diseñadora de páginas web, mientras que él es profesor de universidad y acaba de terminar una relación tormentosa. Gracias al sentido del humor de ambos, empiezan a intercambiar mensajes en los que juegan a adivinar cosas del otro: su edad, su aspecto físico, etc. Poco a poco, lo que parecía un pasatiempo inofensivo se convierte en un vínculo intenso sin el que no pueden vivir. A todo esto, siempre hay un tema presente: ¿se conocerán en persona algún día? La curiosidad por verse, el temor a lo que pueda ocurrir cuando se vean, pero, sobre todo, el miedo a llevarse una decepción por no ser lo que cada uno esperaba les hace retrasar ese momento una y otra vez, con lo que esta peculiar relación llega a volverse enfermiza. ¿Se puede amar a alguien a quien solo conoces por unos mensajes de correo?

El título hace una metáfora con el viento del norte que impide a Emmi conciliar el sueño. Charlar con Leo durante la noche la ayuda, aunque a la vez le crea más angustia por el cariz que van tomando los acontecimientos. Me parece un título original, pero personalmente habría preferido que hiciera algún guiño a las relaciones virtuales, que al leerlo quedara claro que la historia va de esto.

Estilo

Contra el viento del norte se caracteriza por contener solamente mensajes de correo electrónico (algo así como una versión moderna del género epistolar). Correos impecables, sin abreviaturas ni emoticonos (ellos justifican su ausencia por la edad; yo me decanto más por una decisión del autor para demostrar que en la red también se puede escribir con buen gusto) Además de original por lo poco común de este tipo de redacción en la literatura, tiene la ventaja de ser fresco y rápido de leer. Me atrevería a añadir el calificativo de ligero, pero cuidado, ahora solo hablo del texto, no del contenido. La prosa está muy cuidada, cada personaje se expresa a su manera y quiero hacer una mención a detalles como el tiempo que tardan en responder, el campo asunto, etc. A pesar de su sencillez aparente, todo se encuentra pensado al milímetro.

Cambiando de tercio, la estructura también está muy elaborada: pese a abarcar solo e-mails, en todos los capítulos se produce un nuevo giro, un paso adelante en la relación de Emmi y Leo. Ocurre algo (virtual o real) que desespera a los protagonistas y a ti te hace tener más ganas de leer (¡es una historia tan adictiva!). Por todo esto, Daniel Glattauer me parece un gran escritor: no solo tiene ideas interesantes y novedosas, sino que sabe encontrar la manera adecuada de plasmarlas sobre el papel para sacarles todo el partido posible.

Impresiones

En primer lugar, Contra el viento del norte cuenta con la ventaja de ser una historia especial y poco vista (¡aunque en los tiempos que corren no tendría que serlo!). Poco a poco aparecen más libros que hablan de la importancia de Internet y las redes sociales (Pomelo y limón, de Begoña Oro, Lovebook, de Simona Sparaco, etc.), pero hasta el momento no había leído nada como la historia de Daniel Glattauer. La única crítica negativa que puedo hacerle se debe a la casualidad con la que empieza la relación (tal vez es poco creíble que a raíz de un e-mail erróneo dos personas empiecen a intercambiar tantos mensajes, sobre todo con los medios que tenemos hoy); en lo demás, me parece tremendamente real.

Las vivencias de Emmi y Leo no distan tanto de las que podemos vivir cualquiera de nosotros en una página de contactos o un foro. Una persona te hace gracia a través de los mensajes, empiezas a chatear o a intercambiar mensajes con ella y voilà, surge un interés. La caracterización de los protagonistas ayuda a sentir atracción por la trama, ambos caen bien enseguida y, pese a carecer de datos concretos hasta que la historia avanza, diría que están bien definidos (al menos dentro de este mundo virtual). Ella se muestra espontánea y con la lengua afilada (a veces demasiado), un carácter que esconde una necesidad de aventura causada por la monotonía de un matrimonio y unas cargas antes de tiempo. Leo, por su parte, es correcto en extremo, culto hasta resultar repelente. Los dos reflejan a la perfección el tipo de gente que podemos encontrar aquí, pues siempre hay personas que aprovechan este medio para ser más directas y otras para expresarse mejor que cuando hablan. Además, me gusta que ninguno sea el hombre o la mujer ideal, esto los hace más cercanos.

Cuando he dicho que el libro está formado por correos electrónicos lo digo en su pleno significado: no hay narración en tercera persona sobre el día a día de Emmi y Leo, todo se deduce a partir de lo que escriben en sus e-mails. Me parece un acierto por parte del autor, ya que de esta manera el lector sabe lo mismo de los personajes que lo que pueden averiguar ellos mismos. Alejarse de la narración convencional suele ser una apuesta arriesgada, pero Glattauer se lo ha currado y aprueba con nota.

Por otro lado, la relación amorosa se desarrolla de forma coherente y realista. No hay «chispazo» de inmediato, sino que se conocen poco a poco y con el tiempo se plantean las inconveniencias de este contacto. Sus comentarios están cargados de ironía, un aspecto que me encanta, aunque con el paso de las páginas los sentimientos también impregnan sus palabras. Quizá de entrada el argumento parece previsible y sencillo, pero lo cierto es que tiene muchos giros interesantes y el autor sabe mantener la intriga (me vi pensando en la historia cuando no la estaba leyendo).

Todavía quiero añadir algo más, una impresión que para muchos será más positiva que todo lo anterior: el libro me ha hecho sentir cosas mientras lo leía, desde emoción a risas, pasando por momentos de angustia y tristeza. He vivido su historia, al terminarlo me dolía el estómago de la tensión que me había provocado. En cierto modo, Contra el viento del norte es un carrusel de emociones, ya que hay una mezcla de sentido del humor (mucho, mucho sentido del humor) y momentos serios, sobre todo a medida que se acerca el final.

Hablando del desenlace, mi opinión (o mejor dicho, mi no-opinión) está muy condicionada por el conocimiento de la existencia de una segunda parte (Cada siete olas). Esto me impidió tomarme el último capítulo como algo definitivo, puesto que en todo momento fui consciente de que la historia no iba a acabar así. Por lo tanto, no puedo deciros si en otras circunstancias me habría encantado, me habría cabreado o me habría hecho llorar como una magdalena. Eso sí, no me cabe ninguna duda de que es un buen final.

Conclusión

Contra el viento del norte me parece una propuesta de lo más atractiva y original en medio de la avalancha de novedades que vemos en las librerías. Un tema actual, una prosa adictiva y unos personajes cercanos, ¡lo tiene todo para conquistar a muchos tipos de lectores! Considero que Daniel Glattauer ha hecho un gran trabajo de análisis para recrear con fidelidad el avance de una relación virtual entre dos personas que no se han visto nunca. Ni idealiza ni cae en tópicos, aunque eso le haga ser demasiado crudo para algunos. Por mi parte, lo recomiendo encarecidamente.

PD: Me gustaría pediros que, además de expresar vuestra opinión sobre el libro, comentarais qué opináis sobre el tema de Internet y las relaciones. Podemos tener una charla interesante.


Enlaces de interés:
Web de Daniel Glattauer



Mi valoración: 8,5/10

16 septiembre 2011

Fragmentos de libros XXVIII: El jardín de la oca

—No lo saben —afirmó el tío Aner— pero, en el fondo, nos envidian.
—¿Por qué iban a envidiarnos? —preguntó él, atónito—. Ellos lo tienen todo, y nosotros nada.
—Por eso mismo, hijo, por eso mismo —intervino el tío Beñat—. Cuanto más tienen, más envidia sienten hacia quienes no necesitan nada para ser felices.



Enlace a mi reseña del libro.

14 septiembre 2011

Finnikin de la Roca - Melina Marchetta

Editorial: Molino
Páginas: 480
ISBN: 9788427201866
Precio: 18 €

Descubrí a Melina Marchetta gracias a Cadentia y más tarde Barnsdale confirmó que tenía que leerla. Dicen que no es bueno hacerse demasiadas expectativas cuando cogemos un libro; no sé si ese ha sido mi caso, pero en efecto no puedo compartir las entusiastas palabras de mis compañeras blogueras en esta reseña.

Melina Marchetta

Melina Marchetta (Sydney, 1965) es una profesora y escritora australiana de gran éxito en su país. De jovencita tuvo dudas con respecto a los estudios, lo que la llevó a abandonar la escuela a los quince años para ponerse a trabajar, primero en un banco y luego en una agencia de viajes. Entonces decidió retomar su formación, se sacó el título de enseñanza y entró a trabajar en un colegio. Con respecto a su carrera literaria, se estrenó con Buscando a Alibrandi en 1992, que obtuvo una gran acogida e incluso se adaptó a la gran pantalla. Desde entonces ha publicado Saving Francesca (2003), Jellicoe Road (2006, ganador del Premio Printz 2009), Finnikin de la Roca (2008) y The Piper’s son (2011), ninguno de ellos traducido al castellano. La mayoría de sus obras se encuadran en el género realista, aunque precisamente el libro del que os hablaré se sale de la norma y nos adentra en un mundo imaginario propio de la fantasía épica.

Sinopsis

Nos encontramos en el continente imaginario de Skuldenore. En él, hay un reino llamado Lumatere que diez años atrás vivió una tragedia, los llamados días oscuros: asesinaron al rey, a la reina y a sus hijas, y se sospecha que el heredero corrió la misma suerte. Todo terminó con más muertes y una maldición, lo que obligó a los habitantes a huir. Los que lo lograron, viven exiliados en otros reinos, generalmente en malas condiciones; los que se quedaron dentro, sufren las decisiones del rey impostor.

En esas entra en escena Finnikin de la Roca, el hijo del capitán de la guardia de Lumatere. Este chico lleva años a cargo del primer hombre del rey, Sir Topher, junto al que recorre el continente para tomar nota de los exiliados que han muerto con el paso del tiempo. Entre ellos hay resignación, ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de regresar a su tierra. No obstante, un día aparece una novicia llamada Evanjalin que asegura que Balthazar, el heredero al trono, sigue vivo y sabe cómo encontrarlo. La chica se une a Finnikin y a su mentor en sus viajes (muy a pesar del joven, que la ve como una carga), pero enseguida se hace patente que no es la muchacha pura e inofensiva que aparenta ser. De entrada, no habla por un supuesto voto de silencio, aunque a los pocos días descubren que conoce muchos idiomas y tiene la lengua muy afilada…

Comentario personal

Olvidemos por un instante la etiqueta de juvenil que tanto daño hace en estos momentos (ya sabéis, casi todo es más de lo mismo, falta originalidad, etcétera, etcétera). Olvidemos también el romance que aparece casi por imposición en todas las novelas del género. Olvidemos todo eso porque Finnikin de la Roca es como volver a coger un libro de fantasía de los de siempre, con sus reinos, sus guardias, sus princesas guerreras y sus brujas que lanzan maldiciones. En ese sentido, no aporta nada nuevo, aunque, dadas las circunstancias que atraviesa la literatura juvenil, casi es una ventaja que se aleje de lo «moderno».

En la sinopsis no he querido explayarme demasiado, pero en lo relativo a los días oscuros hay más miga de lo que parece. Sería un error pensar que por poco novedoso se trata de un libro simple, pues si algo destaca de la pluma de Melina Marchetta es su habilidad para entretejer relaciones entre los personajes, no únicamente de amor, sino de amistad, camaradería, y por qué no, odio, odio hacia los que han hecho tanto daño. Pese a encuadrarse dentro de la fantasía, en la práctica esta novela tiene mucho realismo, un aspecto en el que insistiré a lo largo de esta reseña.

Con respecto a la historia en sí, tengo que reconocer que trata bastantes temas interesantes que se relacionan directamente con nuestra vida: la frustración de un chico que aspira a ser como su padre, las consecuencias de los problemas políticos para la gente del pueblo, cómo a veces las cosas no van como esperamos y nuestra existencia da (para bien o para mal) un giro de ciento ochenta grados… A decir verdad, magia y asuntos fantasiosos hay poquitos, la capacidad de un personaje para visitar los sueños y poco más. La ambientación en un lugar imaginario —que, a todo esto, no está mal, aunque no me parece lo más destacable— no impide que el lector se pueda ver reflejado en algunas situaciones. Así pues, podemos afirmar que Finnikin de la Roca es un novela de fantasía con enjundia.

Y para eso resulta imprescindible contar con unos protagonistas adecuados. Me gusta cómo perfila la personalidad de Finnikin, un chico que ha perdido a su madre y lleva años sin ver a su padre. Ha crecido con el ideal de este siempre presente, como cuando era un niño y soñaba con sustituirlo como capitán de la guardia del rey. Evanjalin no le va a la zaga, ella tampoco es la heroína a la que estamos acostumbrados: desde el principio destaca su picardía, tanto cuando calla como cuando abre la boca. Se nos presenta como una chica inteligente, con recursos y agallas pero, ojo, a veces sus palabras hieren. Me ha caído bien y me parece una figura interesante, con todo ese misterio que la rodea.

Los secundarios también dan la talla, sin alcanzar el nivel del dúo de protagonistas. Tenemos al mentor, Sir Topher, un hombre tranquilo y con sentido común; el padre de Finnikin, Trevanion del Río, que como buen guerrero los tiene bien puestos y no duda en emprender lo que haga falta para salir adelante; Froi, un chico peculiar que evoluciona bastante a lo largo de la historia; Perri el Salvaje, compañero de fatigas de Trevanion, etc. Cumplen su rol y, a propósito de Froi, el libro tendrá una especie de segunda parte narrada por él.

Finnikin de la Roca me empezó a enganchar de verdad cuando Evanjalin abre la boca y nace la química (que no amor a primera vista) entre ella y Finnikin. Ni él es el chico perfecto, ni ella la pavisosa de turno o la heroína idealizada. Por una vez, la relación amorosa me ha parecido creíble, avanza a su ritmo y carece de los clichés que están tan presentes en el género. Sus diálogos están muy bien construidos, los considero uno de los puntos fuertes del libro. La narración, en tercera persona, está bastante cuidada, se nota que Marchetta no es una novata en esto de la literatura. Supongo que la experiencia de la autora en el género realista ha influido de manera positiva en su incursión al terreno fantástico.

Hablando de realismo, alguna que otra vez me he quejado de la excesiva pureza de la literatura juvenil (o en otras palabras, que no me creo que los tortolitos pasen tanto tiempo sin mantener relaciones íntimas y se conformen con palabras bonitas). En ese sentido, Melina Marchetta arriesga y hace diversas referencias sexuales a lo largo de toda la novela. Tranquilos, no hablo de escenas propias de las novelitas de Harlequin, sino de comentarios jocosos que están francamente bien. Le dan un toque de humor que nunca viene mal. Además, no penséis que Finnikin cae rendido a los pies de la novicia de inmediato: el chaval se va de putas y le gusta tontear con las damitas de turno. Tiene la mente de un chico normal de su edad, ni más ni menos.

Sin embargo, este Finnikin de la Roca no me ha convencido al cien por cien. En primer lugar, por una cuestión muy subjetiva: en muchos capítulos me ha aburrido, creo que a veces alarga las escenas menos interesantes y en cambio avanza rápido cuando se hacen revelaciones importantes. Sin ir más lejos, tantos viajes, tantos rodeos, me han cansado, y no me habría importado que fuera más despacio en la última parte. La historia en sí no está mal, pero algunos giros son un poco rocambolescos, no me gusta que se den por muertos a ciertos individuos durante gran parte de la historia y luego aparezcan de la nada. No sé, no me convenció, aunque habrá gente que opine justo lo contrario.

En general, me ha dejado bastante fría. No puedo decir que tenga incoherencias, ni que esté mal escrito (todo lo contrario: a Melina Marchetta le sobra talento para esto), pero le falta ese algo indefinible que marca la diferencia entre un libro que te llega y otro que no lo consigue. De todas formas, si el libro os llamaba la atención, no dejéis de leerlo por esta apreciación mía, pues me parece algo muy personal (aunque, como es obvio, le pasa factura a la hora de ponerle nota).

A medida que avanzaba y veía que este libro no era para mí, no pude evitar acordarme de otra novela juvenil de fantasía épica que leí el año pasado: Graceling, de Kristin Cashore. El libro tuvo una buena acogida aunque luego se desinfló un poco, pero yo puse la nota discordante porque me pareció bastante aburrido y con temas desaprovechados. Diría que Finnikin de la Roca me parece mejor: no tiene la gracia de las gracias, valga la redundancia, pero sí una prosa más cuidada y unos protagonistas muy bien construidos. Aun así, lo que os decía: ambos me han aburrido de lo lindo.

En definitiva, no he salido demasiado contenta de esta primera incursión en la obra de Melina Marchetta. Su prosa me ha convencido, en especial por los diálogos; no obstante, un ritmo lento en las escenas menos atractivas le hace perder puntos. Eso sí, en comparación con otras novelas juveniles actuales, Finnikin de la Roca se merece estar en el podio por desmarcarse de las normas y hacer un buen trabajo en lo que se refiere a la trama amorosa. Le daré otra oportunidad a la autora con Jellicoe Road, que ya lo tengo en casa y según se dice es su mejor libro.

Nota: Finnikin de la Roca es un libro autoconclusivo y lo podéis coger con la tranquilidad de que su trama principal tiene un principio y un final. Ahora bien, la autora decidió escribir dos novelas más ambientadas en Skuldenore, por lo que encontraréis Finnikin de la Roca catalogado como el primer volumen de la trilogía Crónicas de Lumatere. El segundo libro, Froi del Exilio, estará narrado por otro personaje y ya se ha publicado en inglés.

Conclusión

Me esperaba más de Finnikin de la Roca. Tiene el sello de calidad que siempre aporta una escritora consolidada; sin embargo, la historia carece de originalidad y además se me ha hecho aburrida en muchas ocasiones. Los diálogos entre los protagonistas y la forma en que avanza su relación me han gustado mucho, todo me parece más creíble que en la mayoría de novelas juveniles, pero esto no ha sido suficiente para que le otorgue una puntuación mayor. Por mi parte, solo puedo recomendarlo a los grandes amantes de la fantasía, que quizá lo encuentren más interesante que yo.



Mi valoración: 6/10

09 septiembre 2011

El fenómeno de la autoedición

En esta nueva etapa tengo la intención de escribir alguna que otra reflexión personal sobre temas literarios. Antes de seguir con esta, quiero aclarar que no pretendo ofender a ningún escritor ni lo comento por nadie en particular. Son cuestiones a las que doy vueltas desde que empecé a moverme por la red y hoy al fin he decidido ponerlas por escrito.

Dicho esto, quiero hablar de la autopublicación o autoedición, el proceso por el que cualquiera puede cumplir su sueño de escribir un libro y hacerlo llegar a los demás. Los que frecuentamos la blogosfera nos hemos encontrado con muchos de estos autores que, con mayor o menor acierto, nos piden que leamos su novela y les ayudemos a difundirla. Ante esto, se pueden adoptar dos posturas: una consiste en «compadecerse» en cierto modo de su situación y perdonar los errores del texto porque no han pasado por un proceso editorial, mientras que la otra los trata como a iguales o los rechaza para no tener que lidiar con los inconvenientes que sabe que encontrará.

Y es que las obras autopublicadas tienen una gran desventaja, más allá de la consabida falta de difusión: no pasan por un corrector ni reciben las críticas constructivas de un editor. No hay que tomarse estos pasos a la ligera ni considerarlos una ofensa: tú puedes tener mucha fe en tu creación, pero cuatro ojos ven más que dos y la opinión de un experto seguro que conseguirá mejorar el resultado. Lo mismo ocurre con la corrección: tal vez no haces faltas graves, pero necesitas una revisión del estilo, la tipografía, etc., ¡incluso los autores consagrados la requieren! Sin embargo, ¿qué vemos en muchos de los escritores que optan por esta vía? El deseo de llegar a los lectores cuanto antes, de la manera que sea. Me pregunto si pusieron el mismo empeño en pulir su novela que en contactar con los blogueros para pedir favores (no, claro que no).

Aquí no vale la excusa de que sin editorial no se puede perfeccionar un libro: existe la posibilidad de contactar con lectores y correctores autónomos. No es lo mismo que hacerlo a través de una editorial, claro, pero es mejor que nada. El problema viene con las prisas, las ansias por convertirse en el nuevo Ken Follet y ver el libro en las listas de más vendidos. Por una parte lo entiendo (a todos nos gusta que nuestro trabajo se vea reconocido); no obstante, siempre he pensado que las cosas se consiguen con esfuerzo, constancia y espíritu de superación. Y en esto, señores, las editoriales que autopublican hacen un flaco favor a la literatura. Sus promesas me recuerdan a las del típico producto quema-grasas (teoría muy bonita, pero si funcionaran no habría tanta gente con problemas de sobrepeso).

Hago un pequeño inciso para decir unas cuantas obviedades: sí, hay libros autopublicados muy buenos; sí, probablemente las editoriales dan pocas oportunidades a autores españoles noveles; sí, cuesta mucho abrirse camino en este mundo (¡¿y en cuál no?!); sí, ha habido casos sonados de obras maestras que primero fueron rechazadas; sí, las editoriales convencionales a veces publican libros mucho peores que los autoeditados. Ahora bien, seamos francos: ¿es esto la tendencia general?

A menudo tengo la sensación de que se da un mérito excesivo a las personas que han escrito un libro (y me remito a comentarios que he recibido en reseñas negativas, del tipo «no tendrías que criticarlo, al menos Fulanito ha sido capaz de escribir un libro, ¿acaso tú lo has hecho?»). Por esa regla, cuando nos atienden mal en una tienda deberíamos pensar «pobre dependiente/a, debe de ser muy duro estar tantas horas de pie». Hoy en día, con la alfabetización más que consolidada en nuestro país e Internet al alcance de todos, escribir una novela carece del prestigio de antaño. Lo que se merece elogios es escribirla bien.

La autopublicación me parece lo que se conoce como caramelo envenenado: ayuda a una persona a ver su libro en una bonita encuadernación y a veces hasta facilita su circulación en algunas librerías; sin embargo, no prepara al escritor para recibir críticas. Un autor que ha tenido que hacer cien correcciones a su manuscrito por orden del editor asumirá mejor la opinión de los lectores que uno que saca al mercado el texto que acaba de escribir en Word. Yo no creo que nosotros tengamos que dar un trato de favor a estos escritores: si pagamos por un producto, estamos en nuestro derecho de exigir que este tenga calidad.

Aun así, me temo que lo peor está por venir. Cuando se expanda el uso del lector digital será más fácil leer a autores autopublicados e imperará el «yo me lo guiso, yo me lo como», estoy segura. Si a eso le añadimos el auge del lenguaje SMS y el desinterés de muchos jóvenes por escribir bien, el oficio del corrector se perderá. Así es como cualquiera tiene al alcance de su mano el convertirse en escritor, aunque yo prefiero decir que cualquiera puede escribir y publicar (¿o acaso pintar una habitación ya nos convierte en pintores?).

No quiero sonar desesperanzadora. Ante todo, tengo fe en nosotros, los lectores, tengo fe en que nunca encumbraremos una obra que no lo merezca, tanto si la publica un gran grupo editorial como si se trata de una novela autoeditada. Tenemos algo muy valioso para luchar: nuestras palabras.

05 septiembre 2011

Sagas vs. libros independientes

Contra todo pronóstico, las sagas han resultado vencedoras de la última encuesta del blog. Después de 332 votos, esta opción se ha llevado un total de 180 (54%), mientras que los libros autoconclusivos o independientes han recibido 152 (46%). Una de las preguntas más reñidas que recuerdo.

Dejando a un lado la respuesta que hayáis elegido, creo que todos coincidiréis conmigo en el hecho de que cada cosa tiene sus ventajas. Las series permiten desarrollar más el escenario y aprovechar al máximo todos los detalles (sobre todo si se corresponden a un mundo imaginario), entretienen al lector durante más tiempo y gracias a ello pueden convertirse en fenómenos que marcan a una generación, como ha ocurrido con Harry Potter o Crepúsculo. Su lado negro aparece cuando estas se alargan innecesariamente o se abusa en exceso de esta fórmula, hasta que llega un punto en el que el lector se satura. Confieso que pensaba que ganarían los libros autoconclusivos porque desde hace un tiempo muchos me comentáis que os da pereza empezar nuevas trilogías, tetralogías y demás.

Las novelas independientes, por su parte, tienen todas las ventajas que se pueden pedir a una obra literaria con el añadido de que no hay que leer más de un libro para conocer su desenlace. El único inconveniente digno de mención me parece muy subjetivo: que no te guste un determinado final y desees que el autor escriba una continuación, o que te apetezca saber más sobre ciertos personajes. Por mi parte, a pesar de que he disfrutado y disfruto mucho de algunas sagas, me quedo sin duda con esta opción.

Por último, os recuerdo que hay una nueva encuesta en la que podéis votar. Al igual que hice hace un año, os pregunto por el e-book: tengo curiosidad por saber si en doce meses vuestra perspectiva ha cambiado.

02 septiembre 2011

Saga de Vaar-Lúne 1. Encuentro - Raúl Martín

Editorial: Círculo Rojo
Páginas: 312
ISBN: 9788499911960
Precio: 18,95€

Raúl Martín

Raúl Martín (Salamanca, 1976) siempre sintió una gran afición por la lectura. De pequeño disfrutó de la colección Barco de Vapor de la editorial SM (probablemente os suene por éxitos como Fray Perico y su borrico o El pirata Garrapata, entre otros) y con el tiempo sus gustos se orientaron hacia la fantasía épica y la ciencia ficción. Pronto sintió interés por escribir sus propios relatos y poemas, aunque dejó apartada esta vertiente hasta hace dos años, cuando decidió volver a escribir. El resultado de ello es Vaar-Lúne, una tetralogía fantástica que empieza con la novela titulada Encuentro. Actualmente reside en Madrid y hay muy poca información sobre él en la red.

Saga de Vaar-Lúne 1. Encuentro

Nos encontramos en un mundo dividido por un muro: en un lado tenemos Vaar-Lúne, el escenario imaginario; en el otro, la realidad tal y como la conocemos, que se introduce en el contexto fantástico mediante la dimensión de los sueños. En cada bando hay tres guardianes que protegen la muralla y luchan contra los enemigos que intenten destruirla. En Vaar-Lúne destaca Serene, una princesa valiente y con las cosas claras que no duda a la hora de irrumpir en el Sumo Consejo para hacer una petición. En estos momentos el universo se encuentra amenazado por un viejo enemigo, Lord Kadham, por lo que todos tienen que sacar lo mejor de sí mismos para averiguar qué pretende y tratar de frenar su avance. 

Mientras, en el sector de los humanos el guardián Jorge empieza a sentir un deseo irrefrenable de encontrar a su alma gemela. Al parecer, lo pidió en un momento de debilidad sin ser del todo consciente de ello, y ahora esa angustia lo consume por dentro. Sus amigos y compañeros guardianes le apoyan, pero saben que su malestar no se acabará hasta que encuentre a su alma gemela. De todos modos, ahora no tienen tiempo para pensar en ello: unos magos atacan su lado del muro y deben ponerse en contacto con el líder de Vaar-Lúne.

Estilo y estructura

He aquí el gran problema del libro: la escritura deja mucho que desear en todos los aspectos. Se abusa de las comas (un fallo que se repite bastante es el de separar sujeto y verbo con ellas), hay muchas preguntas sin interrogaciones, faltan comas para marcar los vocativos y otras expresiones, se emplean demasiados gerundios, exceso de las formas «el cual» y derivados, algún que otro laísmo, se repiten palabras en un mismo párrafo… En definitiva, recomiendo de forma encarecida que los próximos volúmenes de la saga pasen por un corrector de estilo y uno ortotipográfico. Además de las cuestiones estéticas, el ritmo se ve muy perjudicado por esa abundancia de comas. Más allá de eso, la prosa es sencilla (como mucho, diría que sobresale en algunos diálogos, como los de Jorge y el líder de Vaar-Lúne) y no me enganchó hasta la página setenta.

Con respecto a la estructura, se produce una alternancia entre los capítulos situados en Vaar-Lúne (con escenas de la guerra y las vivencias de los miembros de este lado) y los que se desarrollan en el mundo real (con Jorge y sus amigos a la cabeza). Me parece un acierto porque crean contraste entre la fantasía pura y lo que puede resultarnos familiar en algunos momentos; asimismo, desde mi punto de vista aporta fluidez a la historia. Personalmente, he disfrutado más de la parte del mundo real porque las escenas de ataques y guerras no me entusiasman.

Impresiones

En primer lugar, me ha gustado la idea de los dos mundos, con unos guardianes en cada lado. Me parece un buen planteamiento y si se sabe aprovechar puede dar mucho juego. No obstante, el modo en que se introduce en la novela no me ha convencido: en el primer capítulo de Jorge se da mucha información de golpe, tuve que releer más de una vez para poder quedarme con todo y no perderme. La conexión a través de los sueños también me parece un buen concepto, aunque creo que en las primeras incursiones se debería haber puesto más énfasis en el tema (me imaginaba que los guardianes vivían las experiencias en la realidad). Por otra parte, en el libro apenas se hacen descripciones y me costó un poco trasladarme a Vaar-Lúne (visualizaba los personajes, pero no el entorno). 

Otro punto en el que me faltó información son las luchas. Los personajes tan pronto tienen una charla agradable como se enfrentan a unos magos salidos de la nada y empiezan a volar katanas y bolas de fuego. Como lectora me habría gustado saber más sobre las habilidades de los guardianes y sus posibles enemigos antes de que entraran en acción, datos que me dieran una idea de lo que podía encontrar en el transcurso de la historia. A propósito del tema, en cierta escena aparece un dragón y quiero comentar que el detalle de que sea dorado me pareció muy bonito.

En general, considero que la parte fantástica es bastante particular y se aleja de la popular épica y los entornos urbanos que caracterizan las modas actuales de literatura juvenil. Tiene la ventaja de que pasan cosas continuamente, aunque para mi gusto falta emoción en la manera de contarlas por lo que he explicado antes. Esta vez la fantasía es más de poderes y batallitas, me recuerda al mundo del cómic y el manga y por eso creo que puede gustar a los lectores aficionados a estos temas, ya que no sentirán prejuicios al acercarse a una fantasía distinta. Confío en que en las siguientes partes resultará más fácil meterse en la trama porque el lector sabrá más cosas. 

Cambiando de tercio, los personajes no me parecen nada del otro mundo: ninguno tiene muchos matices (es probable que la cosa mejore cuando los conozcamos más), aunque tampoco se corresponden a los estereotipos que tenemos tan vistos. El protagonista, Jorge, es un chico normal con un sentido del humor muy cercano y «español», lo que le da un toque simpático a la saga. Sus amigos también son bastante corrientes, el tipo de personas que te podrías cruzar por la calle.

Con todo lo que he dicho hasta ahora podría parecer que el libro no me ha gustado nada de nada, cosa que no es cierta: considero que la trama amorosa está muy bien planteada. Cuando leí por primera vez el asunto de las almas gemelas y la aflicción del protagonista por no encontrar la suya me asusté (ya sabéis que no me gustan los victimismos ni las historias idealizadas), pero a medida que avanza la historia se ve que los tiros no van por ahí. Se habla de alma gemela como persona que te llena y te complementa, no tanto como un concepto de perfección inalcanzable. Este tema nos deja reflexiones muy acertadas y tiernas: «Desde que somos niños […] soñamos con nuestro príncipe azul o nuestra princesa prometida. Al principio le damos un aspecto físico lo más hermoso posible, sin preocuparnos de cómo es en su interior. Pero, a medida que pasa el tiempo […], su físico pasa a un segundo plano y comenzamos a fijarnos más en el interior. […] dejas de pensar en que sea alto, guapo y fuerte, y lo que piensas es que te ame de corazón, te respete como mujer y como persona, que valore cada sonrisa, cada lágrima y cada beso que le regalas.». 

Además, incluso antes de saber que la historia tomaría ese rumbo, el tema de las almas gemelas plantea una situación muy frecuente: la frustración de un hombre que se siente solo y la incomodidad que supone que sus mejores amigos tengan pareja y él no. Estas circunstancias le dan una perspectiva más humana y parece que las siguientes partes van a seguir por esta línea real que se aleja de los romances ensalzados que tanto abundan en las novelas fantásticas actuales.

La recta final también ha superado mis expectativas. No puedo explayarme para no spoilear, así que solo diré que tiene un buen colofón final que deja la historia en un punto interesante para reanudarla en la segunda parte. Si hay algo que tengo claro es que el libro va de menos a más (de una forma clarísima), por lo que estoy segura de que la próxima novela también mejorará con respecto a este volumen introductorio. El único apunte que puedo hacer de esta última parte hace referencia a un capítulo en el que ocurre lo que se contó en el apartado de introducción: he echado de menos un breve recordatorio sobre lo que se sucedió entonces (el momento en que Serene irrumpe en el Sumo Consejo). Voy a ir más allá: no me parece acertado llamar ese apartado «introducción» porque invita a pensar que se trata del comienzo del libro y no de una escena posterior. Sería más adecuado meterlo como prólogo (pero ya hay otro…) o sencillamente no colocarlo al principio.

Por último, solo me queda añadir que la portada me parece muy bonita y cuidada, con su dragón dorado alrededor del título y su rosa negra estampada en un lugar destacado de la imagen. Eso sí, no me gusta que se incluya la flor porque en este primer libro no sabemos nada sobre su significado (tengo entendido que se revelará más adelante), y digo lo mismo de algunas frases de la sinopsis que también hacen referencia a cuestiones que se sabrán en los próximos libros.

Conclusión

No hay duda de que la novela parte con buenas ideas y el autor tiene una historia bien construida en su cabeza; sin embargo, los numerosos errores de la redacción y la falta de emoción que encontré a la hora de adentrarme en la historia me impiden darle una valoración positiva. Se echan mucho de menos las labores de edición y corrección, con algunos cambios en la forma de plantear el conflicto creo que la trama mejoraría bastante. Aun así, no todo es malo: el amor y la recta final me dejaron muy buen sabor de boca, en mi opinión son las escenas en las que más sobresale. Ahora os toca decidir si le dais una oportunidad o no.

Enlaces de interés:
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Mi valoración: 2/10

01 septiembre 2011

Vuelve el diario de literatura juvenil El Tiramilla



Tras el descanso estival, los redactores de El Tiramilla te invitan a descubrir los contenidos de su segunda temporada. Hablamos del primer diario en castellano dedicado en exclusiva a la literatura juvenil, un portal que en sólo unos meses de vida se ha consolidado como referente en actualidad lijera, con más de 150.000 visitas en su marcador y el apoyo de editoriales, profesionales, lectores y medios online e impresos. ¡Gracias por compartir vuestra pasión por la lectura!


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