28 noviembre 2011

En el camino de Jellicoe - Melina Marchetta

Edición: Molino, 2012
Páginas
: 304
ISBN
: 9788427202306
Precio
: 16 €

No sé hasta qué punto nuestras reseñas pueden llegar a aumentar las ventas de un determinado libro, pero no me cabe ninguna duda de que entre blogueros nos influimos y hay muchas novelas a las que no llegaríamos si no fuera por la recomendación de otro lector. Este es el caso de En el camino de Jellicoe, una estupenda propuesta que descubrí gracias a Cadentia. De su autora aún no sabemos nada en España, aunque su saga fantástica Crónicas de Lumatere se traducirá pronto. Precisamente no hace mucho que leí la primera parte de esta serie, Finnikin de la Roca, que en conjunto no me entusiasmó tanto como esperaba y me dejó con ganas de probar con la vertiente realista de Melina Marchetta. Ahora puedo decir que me alegro mucho de haberle dado esa segunda oportunidad: En el camino de Jellicoe me parece una joya.

En el camino de Jellicoe, el más bonito del mundo…

Taylor Markham tiene diecisiete años y está internada en un centro de la carretera Jellicoe. Allí viven tanto niños y jóvenes que no tienen a nadie que se haga cargo de ellos como chavales conflictivos y unos pocos que no sufren problemas familiares pero aun así pasan el curso escolar allí. El caso de Taylor se engloba entre los más primeros: a los once años fue abandonada por su madre en esa misma carretera, donde enseguida la recogió Hannah, una de las personas que cuidan de los chicos y la única adulta en la que Taylor confía. Además, con catorce años intentó escaparse, aunque su aventura duró poco.

Ahora Taylor es la responsable de los niños del internado en las guerras territoriales que se celebran todos los años. En ella compiten tres bandos: los jóvenes de Jellicoe, los pueblerinos (townies en la novela), que estudian en el instituto de la ciudad, y los cadetes, que vienen de fuera. Esta competición consiste en conseguir algunos lugares de la zona (un local, un árbol…, lo que cada grupo desee), los líderes negocian entre ellos y a menudo se toman rehenes. Como cabecilla de los suyos, a Taylor le toca hablar con los jefes de las otras facciones, a saber, Chaz Santangelo, el hijo del policía que la devolvió a Jellicoe tras su huida, y Jonah Griggs, un chico al que conoce de tiempo atrás.

Más que las guerras territoriales, el hilo argumental se centra en los recovecos del interior de Taylor, en aquello que la ha marcado profundamente, un asunto pendiente de resolver: la búsqueda de su madre. Pero no es ella la única con una historia dura a sus espaldas: Jonah Griggs tiene su propia carga, lo mismo que algunos secundarios del internado Jellicoe. A través de los contactos que se hacen con la excusa del juego, la vida de los personajes sale a la luz y aparecen nuevos caminos que pueden ayudar a curar viejas heridas. Y no solo eso, sino que la relación entre Taylor y Jonah, personalidades difíciles donde las haya, se hace cada vez más estrecha.

Además, en algunos capítulos se introducen fragmentos en cursiva que hacen referencia a una historia del pasado, concretamente de unas dos décadas atrás. Está protagonizada por un grupo de cinco adolescentes que se encuentran en la carretera Jellicoe: Narnie y Webb, dos hermanos cuyos padres murieron en esa misma carretera; Tate, que también perdió a su familia en ese accidente; Fitz, un pueblerino que desempeñó un papel clave en esa escena; y Jude, un cadete que se siente atraído por la unión de los chicos de Jellicoe, aunque a la vez piensa que jamás estará plenamente integrado con ellos. En estos retazos se descubren las piezas necesarias para acabar de redondear lo que ocurre en el presente.

Una historia muy especial

Hay libros que me producen indignación, libros que me aburren, libros que me dejan indiferente, libros que me enseñan algo, libros que me hacen sonreír, libros que me marcan… Y luego está En el camino de Jellicoe. ¿Qué tiene de especial esta novela? Tantas cosas que mi reseña se va a quedar corta en halagos, como me suele ocurrir siempre que me encuentro con una historia que me aporta tanto y de una manera tan buena. En el camino de Jellicoe forma parte de ese selecto grupo de lecturas que se han llevado mi puntuación máxima; espero saber transmitiros mis impresiones y que vosotros también os animéis a devorarlo.

Empecemos por el principio. Todo en esta novela me parece maravilloso, pero, las cosas como son, las primeras páginas resultan un poco confusas porque mezclan la historia en presente con fragmentos del pasado y sueños, y yo no sabía exactamente cómo encajarlo todo. Aun así, su narración me enganchó de inmediato y a partir de la página cien estuve cien por cien situada. El relato avanza de forma coherente y sin descuidar los aspectos secundarios, la autora nos da pistas sobre cómo pueden entrelazarse las diferentes tramas, aunque incluso con eso consigue sorprender hasta el final.

Uno de los puntos fuertes de En el camino de Jellicoe es su originalidad: pertenece al género realista, pero lo que nos cuenta dista mucho de ser una historia monótona del día a día, por mucho que algunos temas se hayan tratado en otras novelas (por ejemplo, el hecho de que una madre abandone a su hija). En el presente, la guerra de territorios, con los tres bandos y toda la jerarquía de los chavales de Jellicoe, da mucha vidilla al libro y no me parece una idea que se le ocurra a cualquiera. De todos modos, hay que aclarar que el protagonismo recae sobre Taylor, su relación con Jonah Griggs y la búsqueda de su madre; el juego no deja de ser la excusa que une a los chicos y ayuda a crear ese tira y afloja al comienzo de las relaciones. Es importante que este aspecto quede claro, porque quien lo lea en busca de escenas de lucha salvaje y grandes dosis de acción se va a llevar una decepción.

Volviendo a la singularidad de esta novela, el hecho de incluir una trama en pasado que se relaciona con la actual también le hace ganar puntos. Vale, no es un recurso nuevo, pero Melina Marchetta sabe sacarle partido al hacer una especie de paralelismo entre los jóvenes de ahora y los de hace algunas décadas: cómo todos adoran Jellicoe, las guerras territoriales, los sentimientos que nacen entre ellos… La sociedad cambia; sin embargo, hay cosas que siempre están ahí. Esta parte tiene mucha importancia porque gracias a ella sabemos cómo se desarrolló la vida de Hannah y de la madre de Taylor, la autora nos da pistas despacito, hasta que al final todo encaja como un puzle.

Por otro lado, desde el primer momento se hace patente que la carretera Jellicoe es un lugar muy querido por los chicos. Esta ambientación se puede unir a esa lista de ingredientes que hacen de esta novela una obra tan especial: las casas de los chavales que han tenido una infancia difícil (aunque también los hay que simplemente viven ahí durante el año y en verano vuelven con sus familias) me parecen un buen lugar para situar una novela. Se puede indagar mucho en estas personalidades, y ese amor que tienen hacia Jellicoe me parece una invención preciosa, de esas que calan hondo en el lector. Al cerrar el libro comprendí todo el significado de este título.

Y todavía hay más elementos que destacar: se narran algunas escenas de tipo onírico (sueños de la protagonista) que podrían encuadrarse en el realismo mágico y que dan un toque especial a la historia. No os equivoquéis, no pertenece a la fantasía, pero sí que es un entorno real con un aura sugestiva en determinados momentos. Como podéis ver, se trata de una obra muy cuidada, redonda, la autora no ha dejado ni un solo detalle sin pulir, además, sus muchas particularidades hacen que pueda decir que nunca había leído nada parecido.

Personajes que llegan

Hablemos ahora de los personajes. Para mí, la clave de un buen protagonista reside en construir una caracterización compleja, con virtudes y defectos, y que esa combinación consiga dar forma a una persona cercana que llegue al lector. Con Taylor Markham, la autora lo ha bordado: una chica de carácter difícil, arisca, con una infancia dura… Y, sin embargo, me cautivó. Ya que estamos en territorio juvenil, aprovecho para añadir que me encantó que no se apostara por la típica heroína a la que le sale todo perfecto ni por la pavisosa de turno (me temo que Melina Marchetta detesta tanto a estas últimas como yo, a juzgar por la personalidad de Taylor y de Evanjalin).

Los secundarios no le van a la zaga: Jonah Griggs tampoco es el prototipo de chico encantador que estamos acostumbrados a encontrar en este género. De entrada parece el típico malote (de acuerdo, lo es), pero la autora no se limita a las apariencias, profundiza en él y refleja en sus acciones las experiencias que ha vivido. La pareja que hace con Taylor es de las que inspiran ternura: se quieren hasta el infinito y al mismo tiempo son conscientes de las dificultades que deben superar, lo que transmite cierta fragilidad. Ante todo, se puede definir como un amor muy real, propio de dos adolescentes y sin el carácter edulcorado de tantas novelas juveniles.

El resto de la tropa cumple perfectamente con lo que se espera de ellos: Santangelo, Jessa, Ben y Raffaela en el presente; Narnie, Webb, Tate, Fitz y Jude en el pasado. Todos tienen personalidades trabajadas y resultan cercanos, al final se les coge cariño. Los de hace unas décadas, además, cuentan con el atractivo de ese halo de misterio al no saber exactamente quiénes son ni qué hicieron hasta que la historia está bastante avanzada. Por supuesto, los adultos que intervienen también son francamente buenos (y, cuando corresponde, consecuentes con lo que pasaron en su infancia).

Estilo

En Finnikin de la Roca pude comprobar que Melina Marchetta es una gran escritora, de esas que incluso en las historias un poco decepcionantes (para mi gusto) brillan con su pluma. En efecto, En el camino de Jellicoe está muy bien escrito, se nota que la autora ha puesto esmero en la redacción de cada línea, cada palabra; el estilo es muy personal. En algunas ocasiones su prosa se vuelve poética, en contraste con los diálogos de los chicos, que tienen un estilo mucho más directo. Su vocabulario es más rico que el de otras novelas juveniles, aunque con un nivel avanzado de inglés no deberíais tener problemas para seguir el hilo. Por lo demás, considero que el ritmo de narración es bueno, no me aburrió en ningún momento y me enganchó de inmediato.

Conclusión

Melina Marchetta
Por mi parte, En el camino de Jellicoe me parece una novela cien por cien recomendable. Pese a catalogarse como juvenil, su historia es lo suficientemente compleja e interesante para satisfacer las expectativas de los adultos; estoy segura de que si estuviera en la sección de literatura general mucha gente disfrutaría de su lectura (en ocasiones como esta no sabéis cuánto aborrezco las etiquetas). En el camino de Jellicoe me parece una novela bonita y triste al mismo tiempo, quizá el calificativo que mejor la define sea el de agridulce: me ha hecho sonreír, me ha emocionado, me ha puesto en la piel sus personajes…. En definitiva, me ha seducido por completo y quiero recalcar que no solo tiene valor por la trama en sí misma, sino por todo lo que transmite.



Mi valoración: 10/10

25 noviembre 2011

Fragmentos de libros XXXII: Finnikin of the Rock

—Entonces te pediré que hables en lumatero cuando estemos solos —dijo Evanjalin, interrumpiendo sus pensamientos.
—¿Lo harías? —Se burló él—. ¿Y a qué se debe?
—Porque sin nuestra lengua, nos perdemos a nosotros mismos. ¿Qué somos sin nuestras palabras?

*****

—Alguien tiene que ser culpado. Alguien tiene que morir. Porque eso es lo que ocurre cuando la lógica de los hombres no puede explicar por qué una mujer vieja tiene la sangre de un inocente en sus manos, o por qué otra puede andar a través de los sueños de nuestra gente. Lo que no puedes entender, lo destruyes.

*****


Enlace a mi reseña del libro.


23 noviembre 2011

Lo que sé de Vera Candida - Véronique Ovaldé

Editorial: Salamandra
Páginas: 256
ISBN: 9788498383881
Precio: 16,50 €

Soy una gran admiradora de la narrativa francesa actual. Mi autora favorita dentro de este ámbito es Anna Gavalda, cuya prosa me parece exquisita, pero en los últimos años también he disfrutado de novelas de Mathias Malzieu, Delphine Bertholon y Muriel Barbery, además de los más livianos Marc Levy y Guillaume Musso. Siempre estoy dispuesta a conocer a nuevos escritores del país vecino: cuando son buenos, su estilo desprende una elegancia —muy propia de la cadencia de su lengua— que me hace sentir el verdadero placer de la literatura. Véronique Ovaldé ha sido mi último descubrimiento y, aunque en algunos aspectos se aleja bastante de sus compatriotas, me ha seducido por completo.

Véronique Ovaldé

Véronique Ovaldé (Francia, 1972) empezó a trabajar en el mundo editorial a una pronta edad y en la actualidad es editora de literatura juvenil en el grupo independiente Albin Michel. A pesar de su juventud, ya cuenta con nueve novelas en su haber que le han servido para ganar numerosos premios importantes. En España solo podemos encontrar la presente obra, Lo que sé de Vera Candida (Salamandra, 2011), publicada originariamente en 2009 y ganadora de los galardones franceses Renaudot des Lycéens, Roman France Télévisions y Gran Premio de las Lectoras de Elle 2010, además de del premio de las librerías suizas Payot y el Premio Edelweiss. En catalán también disponemos de otro de sus libros: Els homes en general m’agraden molt (Pagès Editors, 2004). A modo de curiosidad, es nieta de navarros y su apellido real tendría que haber sido Ugalde, pero por un error en el registro se convirtió en Ovaldé.

Sinopsis

Vera Candida sabe que va a morir y decide regresar a su tierra natal antes del fatal desenlace de su existencia. Han pasado veinticuatro años desde que se marchó de Vatapuna —una isla tropical imaginaria—, embarazada y con el firme propósito de encontrar un destino diferente para su hija. Su abuela, su madre y ella misma tienen en común el hecho de tener una hija y sacarla adelante solas, sin revelarle nunca el nombre del padre. A través de este regreso a Vatapuna, se empieza a contar la historia de esta familia de féminas peculiares, la primera de ellas Rose Bustamente, que primero fue la prostituta más guapa de la zona y luego se convirtió en cazadora de peces voladores, hasta que su independencia se vio rota cuando conoció a Jerónimo y se quedó embarazada. La representante de segunda generación lleva el nombre de Violette, una joven muy distinta a su madre, que en un determinado momento dio a luz a Vera Candida, la que decidió buscarse la vida en Lahomeria y es, en definitiva, quien llena las páginas de esta novela.

Comentario personal

Si en la introducción comentaba que, en parte, me sentí atraída por esta novela por la nacionalidad de su autora, ahora tengo que decir que la historia que plantea nada tiene que ver con lo que he leído de otros escritores franceses. Los nombres de los personajes, la ambientación exótica, el aislamiento del paisaje, la historia familiar, los elementos del realismo mágico y la atmósfera que transmite en conjunto recuerdan mucho más a Isabel Allende, Laura Esquivel o Marcela Serrano que a cualquier novelista francés. Los tintes de la narración hispanoamericana se palpan desde las primeras líneas y son un rasgo distintivo de la obra.

Quienes hayan leído a algún autor latinoamericano sabrán que sus libros no solo importan por la historia que narran, sino por el modo en el que lo hacen. Lo que sé de Vera Candida tiene valor por su historia, pero, sobre todo, por el poder evocador de las palabras de Véronique Ovaldé: su estilo carece de diálogo (solo se dejan caer algunas frases del mismo dentro de los párrafos) y contiene una adjetivación abundante; no obstante, lejos de resultar aburrido, con esta técnica consiguió captarme de inmediato, como una telaraña en la que estoy atrapada y me conduce a avanzar pasito a pasito, aunque sin desfallecer nunca. No es complicado de leer; eso sí, recomiendo cogerlo con una buena predisposición a concentrarse en su lectura y así captar todos sus matices, puesto que se aleja mucho de ser una novela ligera.

La vida de Vera Candida en sí no me parece el punto destacado de la obra: como he dicho, no se debe leer este libro por su argumento, lo interesante está en la forma de plantearlo. Si se analiza en frío, hay escenas que resultarán absurdas a quienes busquen una historia convencional. Sin embargo, dentro de este contexto no lo son en absoluto porque la autora tiene el don de dotarlas de encanto, de magia, con lo que consigue transmitir emociones muy especiales con las que supe conectar. Por hacer un símil cinematográfico, los recursos que utiliza Véronique Ovaldé podrían compararse a esa aura de la película Amélie (y esta vez la comparación sí que es cien por cien francesa). Como Amélie, Vera Candida pasa por momentos duros, pero la poesía del lenguaje hace que resulten increíblemente bellos.

La manera en la que se plasma su relación amorosa también es curiosa y espléndida. Tal y como os decía, si solo nos fijamos en el qué puede que no parezca nada del otro mundo: dos personas muy distintas que se sienten atraídas de inmediato pero, por unas cosas u otras, tardan en intimar. Todo bastante corriente, incluso con la situación atípica de la protagonista. Ahora bien, son los detalles de la narración los que dotan de vida cada escena, una observación meticulosa que muestra el lado brillante del encuentro más común. Hay que tener sensibilidad y gusto por el estilo lírico para saber valorar esta pequeña joya.

Con los personajes sucede tres cuartos de lo mismo. Tienen personalidades que solo se comprenden dentro de este cuento, en la isla de Vatapuna y después en Lahomeria, con la habilidad excepcional de la autora para retratarlos. Me gustaron especialmente Rose Bustamente (¿cómo no sentir simpatía por una ex prostituta cazadora de peces voladores?) y la propia Vera Candida, que con sus silencios y su apariencia anodina da un gran paso acabar con esa tradición y conseguir que su hija Mónica Rose crezca alejada de Vatapuna. No tiene nada que ver con las heroínas de otras novelas que pasan por la misma experiencia y a la vez es exactamente igual que ellas; no busquéis originalidad en la propia Vera Candida, pues lo que la hace destacar se encuentra en el texto que le da vida.

El final, como no podía ser de otro modo en esta novela de una narración medio de fábula, es redondo y perfectamente cerrado. No le falta ni una página y la estructura se completa al retomar el regreso de Vera Candida a Vatapuna en las últimas páginas. Desconozco si en el resto de la obra de Véronique Ovaldé también se tratan estos temas, pero desde luego tengo muchas ganas de leer más de ella. Escribir una historia se puede considerar relativamente fácil; lo complicado viene a la hora de encontrar buenos narradores, y no me cabe ninguna duda de que esta francesa posee un gran talento y un estilo muy personal, elegante hasta en los instantes más trágicos.

Con esta novela, la editorial Salamandra (flamante ganadora del Premio a la Mejor Labor Editorial 2011, entregado por el Ministerio de Cultura) hace una apuesta que de entrada puede parecer arriesgada por no ser apta para todo el mundo; no obstante, rebosa calidad por los cuatro costados y, si creéis que estáis entre sus lectores potenciales, estoy convencida de que disfrutaréis mucho y os contagiará ese sentimiento, ese regusto de satisfacción que solo saben transmitir los grandes escritores. Espero que nos hagan llegar más novelas de Véronique Ovaldé.

Conclusión

Hay que tomarse esta novela como las de muchos autores latinoamericanos: no solo importa la historia, sino la fascinación que se desprende a la hora de contarla, el encanto para llenar de magia incluso los momentos más ilógicos y amargos, las descripciones detalladas que envuelven al lector en este entorno tropical. Explicar con palabras cómo es Lo que sé de Vera Candida y lo que me ha aportado me ha costado mucho (y no estoy contenta con el resultado), así que solo puedo añadir que lo busquéis y experimentéis por vosotros mismos las sensaciones evocadoras de las que he hablado. Merece la pena darle una oportunidad.



Mi valoración: 8/10

21 noviembre 2011

Valorar o no valorar, esa es la cuestión

En los casi dos años que llevo en la blogosfera son muchos los temas en los que mi opinión ha cambiado a medida que conocía más el medio. Desde mi punta de vista, esa evolución siempre ha sido a mejor y me ha conducido hacia una forma de administrar con la que me siento más cómoda, aunque eso no sea sinónimo de que guste más a los seguidores. Por fortuna, la reflexión de hoy no se centra en ningún tema polémico sino en una cuestión sencilla: ¿es apropiado poner nota cuando reseñamos un libro?

Yo siempre he optado por hacerlo: me parece una buena forma de reflejar el nivel de satisfacción que me ha proporcionado una lectura. Ese número (o esas estrellas) no tiene por qué ser un dato objetivo, puesto que hay libros que aun sin tener grandes fallos me han dejado fría y eso es una impresión muy personal. Sin embargo, esa nota tiene peligro: cuando no se tiene tiempo para leer el texto ni en diagonal, es posible que el lector se fije únicamente en ese numerito, que a menudo puede llevar a conclusiones nefastas.

Creo que hay que diferenciar entre la parte de crítica y la valoración final: en lo primero me extiendo y analizo cada libro con criterio, teniendo en cuenta el género al que pertenece y lo que espero de él; en lo segundo me limito a escribir un número, que a unos les parecerá escaso y a otros generoso según su nivel de exigencia. Por no hablar de aquello de los gustos, puesto que hay libros a los que he dado un aprobado justito o un suspenso que a otras personas les pueden encantar.

Sería una lástima que alguien dejara de interesarse por una novela por una nota, ¿verdad? En la reseña, en cambio, se habla de los pros y los contras, del argumento, de los personajes... Me parece un indicativo mucho más fiable a la hora de decidir si un libro te interesa o no (os lo dice una persona que se ha sentido atraída por novelas que han «suspendido» precisamente porque en la opinión se comentaron aspectos que al reseñador no le gustaron pero a mí sí podían conquistarme).

Además, hay una actitud bastante extendida entre algunos visitantes del blog: comparar los libros en función de la valoración final. No, no y no. Para mí se sobreentiende que un 8 en un clásico no es lo mismo que un 8 en una novela de chick-lit, por la sencilla razón de no se dirigen al mismo público y lo que se espera de ellos es diferente, pero hay gente que no lo comprende. Mezclan los géneros y cuestionan mi criterio porque solo ven la nota, no leen. Otro aspecto que me molesta es que se me tache de cruel por poner suspensos: entiendo que no es bonito ver un 3 o un 4, pero si el libro me parece malo, es lo que hay (y procuro justificarlo como es debido).

Y si tengo tan claro que tiene mucho más valor el texto que la nota, ¿por qué sigo poniéndolas? Fácil: no quiero condenar a nadie a leerse mis tochos para hacerse una ligera idea de mi opinión. También creo que a veces el número ayuda a sentir ganas de leer la reseña y descubrir por qué el bloguero opina de ese modo; una crítica que es solo texto puede resultar más fría de entrada. Y todavía hay algo más: hay libros de los que digo muchas cosas positivas; no obstante, no los considero novelas de diez y en ese caso poner un notable en lugar de un sobresaliente me ayuda a marcar la diferencia entre lo bueno y lo excelente.

En cualquier caso, no descarto cambiar de opinión en el futuro. Me gustan los números, pero siempre me los puedo guardar para mí (que, al fin y al cabo, soy quien entiende esa perspectiva tan subjetiva que hay en ellos) y limitarme a colgar el texto, negativo o positivo. Aun así, me gustaría saber qué os parece a vosotros: ¿creéis que debería dejar de poner esa valoración final?

18 noviembre 2011

La brecha - Toti Martínez de Lezea

Editorial: Maeva
Páginas: 271
ISBN: 9788415140443
Precio: 10 €

Sinopsis

San Sebastián, 1813. Maritxu Altuna es la dueña de la Casa del Chocolate, una chocolatería en la que los vecinos se reúnen a menudo para pasar el rato y comentar las últimas noticias sobre el avance de la Guerra de la Independencia. Maritxu quedó viuda años atrás y tiene una hija adolescente, Marina, que muestra una gran rebeldía y le da más de un quebradero de cabeza. Las últimas noticias sobre el avance de las tropas aliadas causan una gran incertidumbre entre los ciudadanos, por lo que muchos de ellos deciden abandonar la ciudad hasta que pase el asedio. Maritxu envía a Marina junto a su abuelo, aunque ella decide quedarse para defender su negocio.

Mientras tanto, el joven Joaquín Larburu ha terminado sus estudios universitarios en Francia y regresa junto a su familia. El padre, un hombre obstinado y cerrado en sí mismo, se niega a escuchar las súplicas de su hijo para proteger a las mujeres del hogar, lo que enfría todavía más su relación. Joaquín encuentra sus apoyos en un amigo de toda la vida y en la Casa del Chocolate, donde charla con la gente y se siente como en casa. En esas conversaciones hay opiniones para todos los gustos, desde los que piensan que ocurrirá algo grave hasta los que confían en que los aliados los liberarán de los invasores (los franceses, que ocupaban la ciudad desde hacía cinco años). Pero ya se sabe que las guerras no traen nada bueno…

Comentario personal

Reconozco que tenía muchas esperanzas puestas en La brecha: Toti Martínez de Lezea no me suele decepcionar y de este libro en concreto había leído críticas muy entusiastas. Ya os adelanto que a mí no me ha gustado tanto (de hecho, ha sido un pequeño bache en medio de lecturas excelentes); puede que por un lado se deba a las altas expectativas creadas, pero también pienso que la novela tiene algunos problemas y se podría haber trabajado más. Antes de entrar en materia, quiero aclarar que desde mi punto de vista hay dos partes claramente diferenciadas, la histórica y la novelada, de modo que en mi reseña las analizaré por separado.

Esta vez Toti nos traslada a San Sebastián en el año 1813, una época en la que el territorio estaba ocupado por los franceses, que a su vez estaban en guerra contra los aliados y se preveía que en cualquier momento llegaran a San Sebastián. En las primeras páginas la autora consigue plasmar el ambiente de miedo y desconcierto de los habitantes: unos creen que no pasará nada, otros huyen, los hay que no saben qué pensar… Durante esos fragmentos realmente sentí que me había trasladado al lugar de los hechos y comprendí los temores de la gente. Personalmente, desconocía los detalles de este periodo y me ha resultado interesante aprender sobre la invasión, la quema y la posterior reconstrucción de esta bellísima ciudad.

Desde mi punto de vista, La brecha tiene un mayor componente histórico que otras novelas de esta escritora. Además de la incertidumbre previa a los acontecimientos, hay mucha información sobre lo ocurrido (se extiende al hablar del trágico 31 de agosto, conocemos la perspectiva de los invasores…) y no solo he leído la historia de Maritxu, sino que he disfrutado de una buena obra didáctica que ha aumentado mis conocimientos sobre el tema. Sin duda, Toti se ha documentado de maravilla, aunque esto también tiene sus inconvenientes.

Hablemos ahora de la vertiente de ficción pura, es decir, lo relativo a Maritxu, Marina, Joaquín y los demás personajes. Como sabéis, me encantan las protagonistas femeninas fuertes, de modo que la personalidad de Maritxu Altuna me gustó de inmediato: una mujer fuerte, que ha criado a su hija sola y es de las que esconden sus sentimientos. Yo me identifico más con este carácter frío en apariencia, pero en la práctica mucho más leal y humano que el de aquellos que enseguida derrochan amor sin conocer a las personas. No es la primera vez que Toti desarrolla un personaje femenino valiente, ya lo hizo con las dos madres de Los hijos de Ogaiz y las parteras de La herbolera, entre otros.

Por otro lado, la idea de una chocolatería como punto de encuentro en unas fechas tan difíciles me transmite mucho encanto, es el toque simpático de la novela. Me recuerda al espíritu de Chocolat, de Joanne Harris (es probable que os suene más por la película que lleva el mismo título), aunque en todo lo demás son libros muy diferentes. También me ha gustado mucho la evolución de los personajes, sus sentimientos (nada previsibles) y la lucha de los lugareños por levantar su ciudad después de la quema. Del mismo modo, la brecha que da nombre a la novela, además de ser una parte de la muralla, se puede entender como una brecha en el corazón de los donostiarras, que nunca olvidarán lo ocurrido. En general, la historia tiene puntos muy buenos, de los que llegan al lector.

Y sin embargo, no me ha hecho sentir tanto como debería. En mi opinión, la parte histórica se come las tramas personales: al dar tanta información se pierde capacidad para transmitir. A menudo he pensado «Bien, ahora sí que empieza lo bueno» mientras leía una escena relativa a los personajes, pero esa sensación se evaporaba en cuanto llegaba una parrafada sobre los acontecimientos históricos. No se trata de que estas partes aburran (Toti se explica de forma amena), sino que le restan magia, chispa, a la historia en su conjunto, que no es lo mismo. La autora se ha documentado a conciencia y, además de escribir una novela, ha querido que este texto sirva para dar a conocer esta etapa negra de San Sebastián, así lo veo yo. Creo que Toti se mueve mejor cuando los datos históricos le sirven para fijar un ambiente y a partir de ahí crear la trama personal que ella desea, sin necesidad de ceñirse a las fuentes de forma constante, como ocurre en La herbolera y La Universal, dos de sus mejores libros para mi gusto.

Pero ese no es el único problema: la autora cambia de enfoque sin orden ni concierto (al principio se centra en Maritxu, luego en Joaquín, a veces en nadie en particular, y así sucesivamente) y esto me desconcertó un poco al leerlo. No me malinterpretéis: el hilo argumental se puede seguir sin problemas, es solo que en mi opinión el resultado habría mejorado si siempre se tomara como punto de partida a Maritxu, por ejemplo. Por otra parte, en muchos fragmentos he tenido la impresión de que nos «dice» las cosas en lugar de transmitírnoslas a través de los hechos (el famoso Show, don’t tell). Hasta ahora no me había parado a pensarlo, pero quizá esta cuestión sea la causa de que ninguna novela de Toti haya llegado a conquistarme, por muy interesantes que sean sus contenidos históricos.

Cuando se hace un salto en el tiempo y pasamos al año 1821, se abusa muchísimo de todos estos malos recursos que he comentado, incluidas algunas parrafadas históricas que tuve que leer con calma para asimilarlas bien. Es una pena, porque repito que la evolución de los personajes es francamente buena y si se hubiera narrado de otra manera estoy segura de que me habría llegado más. Me parece una lástima que Toti no haya explotado más el contenido novelado porque tiene diálogos brillantes (es de los pocos libros de la autora en los que he tomado nota de algunos fragmentos). De todas formas, tampoco quiero que nadie se desanime: a pesar de todo, La brecha me parece una buena obra, simplemente creo que podría haber estado mejor.

Con respecto a los personajes, tengo la sensación de que la mayoría están bien perfilados (además de la protagonista, destacan Joaquín, Juanito Galerdi, Marina, el general Mercier, el padre de Maritxu…); no obstante, pierden fuerza y no alcanzan la categoría de inolvidables por lo que he explicado. Quiero decir a favor de Toti que esta vez no creo que se haya excedido en el número (es una crítica que suelo hacerle porque a veces me he perdido) y me ha parecido acertado que construya personalidades de todo tipo, tanto bondadosas como perversas. El final de las tramas personales es redondo, quizá demasiado ideal en algunos puntos, pero me convenció.

El estilo resulta entretenido y adictivo, como casi siempre en las novelas de esta autora. Hay partes de diálogo, pero predomina la narración en tercera persona de la que he hablado antes. Con todo, no lo considero una lectura fácil: hay que estar atentos al leer para que no se nos pase nada (sobre todo en esos fragmentos históricos en los que se da tanta información). Hablando del texto, Maeva suele cuidar bastante sus ediciones, aunque esta vez tengo que hacerles una pequeña crítica: en la corrección se han colado varios gerundios mal empleados.


En definitiva, La brecha es la historia de una guerra desde la perspectiva de los civiles, de cómo en unas horas su mundo se viene abajo y quedan marcados de por vida. ¿Imprescindible? No, mucho de lo que se cuenta aquí lo he leído en otras novelas de tema similar. Ahora bien, lo que sí tiene de interesante es que se centra en lo acontecido en la ciudad de San Sebastián, y de estos hechos en concreto se sabe menos. Me parece una novela dura, breve e intensa, no recomendable para quienes busquen una lectura ligera intrascendente. Si lo que he comentado os resulta atrayente, adelante con ella.



Mi valoración: 7/10

11 noviembre 2011

Fragmentos de libros XXXI: La mujer de papel

Si el arte existe es porque la realidad no basta, y tal vez llega un momento en que el arte tampoco es suficiente y deja paso a la locura y a la muerte.

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A veces es fácil empezar una cosa, pero no adquiere pleno sentido hasta que se termina.

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—En realidad, ¿qué es un libro? Simples letras alineadas siguiendo un cierto orden sobre el papel. Poner un punto y final a un relato no basta para hacerlo existir. En casa tengo guardados los principios de algunos manuscritos que nunca han sido publicados, pero para mí son historias muertas porque nadie las ha leído nunca. Un libro sólo toma cuerpo cuando es leído. El lector le da vida al componer las imágenes que crean ese mundo imaginario en el que se mueven los personajes.

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Si tuviera que volver a empezar, ¿cambiaría algo en su vida? Prefirió quitarse esa idea de la cabeza. Esa pregunta no tenía ningún sentido. La vida no era un videojuego que ofreciera múltiples posibilidades. El tiempo pasa, uno pasa con él, y a menudo no hace lo que quiere, sino lo que puede. El destino se encarga del resto y la suerte pone su granito de arena. No hay más.

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—¿Qué te crees? —gritó ella—. ¿Que no me duele perderte? ¡Pobre idiota, no tienes ni idea de cuánto te quiero! —Estaba enfadada conmigo y ofendida por mis reproches—. Pues te lo voy a decir: nunca me había sentido tan bien con un hombre en toda mi vida. ¡Ni siquiera sabía que era posible sentir algo así! ¡No sabía que la pasión podía ser compatible con la admiración, el humor y la ternura! Eres el único que me ha hecho leer libros. El único que me escucha realmente cuando hablo y con quien no me siento como una idiota. El único que piensa que mis respuestas son tan sexis como mis piernas. El único que ha visto en mí algo más que una chica de una noche… Pero eres demasiado tonto como para darte cuenta.

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09 noviembre 2011

La nevada del cucut - Blanca Busquets

Editorial: Rosa dels Vents
Páginas: 256
ISBN: 9788401387630
Precio: 17,90 €

Actualización: a la venta en castellano el 09/02/2012 con el título La nevada del cuco (Grijalbo).

Blanca Busquets

Blanca Busquets i Oliu (Barcelona, 1961) es periodista y escritora en lengua catalana. Al igual que muchos autores, empezó a escribir durante su infancia y desde entonces tuvo claro que quería seguir por ese camino. Hasta el momento ha publicado cinco novelas: Presó de neu (2003), El jersei (2006) —traducida al ruso y al alemán—, Tren a Puigcerdà (2007), A saber dónde está el cielo (2009) —la única disponible en castellano— y La nevada del cucut (2010). Con esta última se hizo con el Premi Llibreter 2011, que le ha permitido darse a conocer más. Fuera del ámbito literario, desde 1986 trabaja como realizadora y guionista para Catalunya Ràdio y durante siete años fue redactora en la Televisió de Catalunya.

Sinopsis

La nevada del cucut (en castellano sería La nevada del cuco) narra la historia de dos mujeres separadas por tres generaciones que tienen algo en común: no pueden vivir sin escribir. La primera de ellas es Tònia, una joven que vive a principios del siglo XX en el pueblecito de la Carena. Es una chica tranquila y obediente, pero guarda un secreto terrible: escribe. A escondidas, de noche, a la luz de una vela… Ella sabe cómo ingeniárselas para que sus padres (y después, su marido) no la descubran. Sin embargo, cuando su primo Miquel sube de Barcelona empieza a sentirse menos sola en su labor creativa: a él le gusta pintar y valora de forma positiva que Tònia escriba y tenga inquietudes. Además, ella es la única persona capaz de interpretar las manchas de sus cuadros.

En la época actual tenemos a Lali, una niña que sufre acoso escolar, lo que la lleva a encerrarse en sí misma y a leer, leer y leer. Sus padres, que no pueden estar tan pendientes de ella desde que nacieron los gemelos, desconocen lo que ocurre y achacan esa actitud a las rarezas del carácter de su hija. En esas circunstancias, Lali se encierra en sí misma, habla con una amiga invisible y… escribe. Esa personalidad soñadora y reflexiva no la abandona al crecer, cuando tiene la oportunidad de conocer a fondo el pueblo de la Carena y hacer algún que otro hallazgo sobre el pasado. Y es que, por si no lo habíais adivinado, Lali siente fascinación por un cuadro de un pintor desconocido en el que los demás solo ven unas cuantas manchas…

Estilo

La autora tiene una prosa cuidada, elegante y fina, se puede decir que escribe con buen gusto y hace un uso excelente del catalán. Abundan los párrafos largos, con una narración muy vivaz que plasma perfectamente los sentimientos de las protagonistas. En este sentido, domina tanto la primera persona de Tònia como el narrador en tercera persona centrado en Lali; el cambio de perspectiva no influyó a la hora de hacerme «sentir» su historia. En algunos tramos emplea el recurso de narrar dos hilos diferentes en párrafos alternos; es difícil de explicar pero en la práctica le da un toque muy particular que me gustó. No me parece un libro difícil de leer, pero conviene cogerlo con tranquilidad para prestar atención a todos sus matices.

Comentario personal

La nevada del cucut me envolvió en su historia desde las primeras líneas. No solo tiene capacidad para captar el interés del lector, sino que en cada párrafo, en cada palabra, consiguió hacerme pensar y transmitirme algo que va más allá del argumento evidente. ¿Conocéis esa sensación de leer solo un capítulo y sentir una plenitud que a veces no se consigue ni con un libro entero? Pues eso mismo sentí yo con las primeras páginas de esta joya. Mi reseña no le va a hacer justicia, así que mi mensaje es simple: leedlo y descubridlo por vosotros mismos.

De entrada ya cuenta con dos ingredientes que me resultan de lo más atrayentes: por un lado, la pasión por la escritura (y la lectura), un rasgo que tengo en común con las protagonistas; por el otro, la historia de una mujer (Tònia) que tiene unas ideas avanzadas para su tiempo y debe luchar a su manera. Me gusta que no sea la típica heroína a la que todo le sale extremadamente bien; los pequeños (pero grandes) pasos de Tònia son creíbles dentro de su contexto y, pese a interesarse por cuestiones que no deberían atraer a una jovencita como ella, en ningún momento descuida sus obligaciones ni se muestra rebelde con sus allegados. El personaje de Tònia me conquistó de inmediato: es una persona entrañable, se hace querer y a menudo me daban ganas de abrazarla, de decirle que la comprendía. Su voz es vivaz y cálida, a ratos me recordaba a las heroínas de la gran Mercè Rodoreda (en especial a Aloma y La plaza del Diamante, que son las que tienen narradora en primera persona).

Si Tònia me cautivó, qué puedo decir de Lali… Lali desprende mucha ternura, no lo pasa bien y dan ganas de lanzarse de cabeza a las páginas para apoyarla. Quienes hayan sufrido acoso escolar y/o hayan tenido problemas para relacionarse con los demás se pueden ver reflejados en ella, puesto que su vida se asemeja bastante a la de muchas personas introvertidas que ven los libros como una vía de escape. Me gustó el detalle de la amiga invisible y pienso que, a pesar de su aparente fragilidad, Lali es una mujer fuerte porque consigue salir adelante y vencer las trabas que le plantea el destino.

A medida que avanza la historia se descubre que hay más puntos en común entre Tònia y Lali de los que parece de entrada. Las dos son encantadoras, sufren, se sienten solas… y está el cuadro, el cuadro que solo ellas saben interpretar. El libro refleja la experiencia vital de dos personas, cada una de su tiempo; si bien parece una trama sencilla, en realidad da mucho juego, aunque de todos modos os tienen que gustar las novelas realistas para disfrutarlo tanto como yo. Al final todo encaja, incluso algunos comentarios que al principio parecían anecdóticos cobran un sentido pleno. Las tramas de la hermana de Tònia y las rencillas familiares resultan muy emocionantes.

Quiero hablar también sobre otro tema estrella: los pueblos pequeños (el de la novela se llama la Carena, que en el mundo real es Cantonigròs, la tierra de la autora). Creo que hace un retrato fiel de la vida en estos lugares a principios del siglo XX: el padre mandaba, las mujeres tenían que guardarse, era importante conseguir un marido, las vertientes creativas como la escritura se consideraban tonterías… Hay un contraste entre el pueblo y la ciudad, donde vive el primo de Tònia: él posee una mentalidad más moderna, se muestra despreocupado y ríe de los temores de las chicas, mientras que Tònia y su hermana son muy ingenuas y no saben nada de la vida.

Del mismo modo, las escenas en presente consiguen transmitir el encanto de los pueblos desde la perspectiva actual, esto es, la forma en la que valoramos esa tranquilidad, ese calor de la gente que tanto se echa de menos en las poblaciones grandes. Esto me lleva a hacer una reflexión sobre cómo han cambiado los tiempos, qué afortunamos podemos sentirnos ahora al tener libertad para hacer (casi) de todo, aunque al mismo tiempo se ha perdido gran parte de esa cercanía y las localidades como Cantonigròs son generalmente segundas residencias. No sé si porque yo también soy de pueblo, pero el caso es que he disfrutado muchísimo con esta ambientación.

Además de tener valor por sí mismo, el libro hace un homenaje a Víctor Català, seudónimo de la escritora Caterina Albert (1869 – 1966). Se citan las novelas Solitud y Drames rurals (en castellano los encontraréis como Soledad y Dramas rurales), obras que leen tanto Tònia como Lali y que tienen un gran significado para ambas. Es curioso comprobar el modo en el que una historia puede ser leída por dos generaciones diferentes y aun así gustar mucho a las dos; como suelo comentar en las reseñas de novela histórica, los sentimientos no cambian con el paso del tiempo y eso es lo que llega a las protagonistas de La nevada del cucut. Personalmente, no he leído el clásico Solitud, pero después de lo que se dice aquí de él tengo la firme intención de buscarlo.

En conclusión, La nevada del cucut me parece una novela deliciosa, cargada de matices y pequeños gestos de los que hacen sentir algo al lector. Cuando lo terminé me entraron ganas de salir corriendo a comprar unos cuantos ejemplares para regalarlos a las personas queridas; creo que esto es una buena muestra de hasta qué punto me ha conquistado. Sus dos protagonistas son encantadoras y por una vez estoy de acuerdo con la cita de la contraportada, que las describe como personajes inolvidables y queridos. He saboreado cada una de sus palabras, me ha emocionado, me ha hecho sonreír. Me ha aportado lo que busco en una obra literaria: que me haga vivir su historia. No le puedo pedir más.



Mi valoración: 10/10

04 noviembre 2011

Leer novedades o libros anteriores

En la última encuesta del mes os pregunté qué leéis con mayor frecuencia: novedades de este año o libros publicados anteriormente. Los resultados no han podido estar más reñidos: de un total de 289 votos (uno por persona), 51 (17%) se decantan por las novedades, 52 por los libros anteriores (17%) y 186 (64%) por ambos por igual (me pregunto si los resultados habrían sido tan ajustados en caso de no haber añadido esta última opción). Yo voté por novedades, puesto que desde que tengo el blog estoy más al día de la actualidad literaria y gracias al contacto con editoriales puedo disfrutar de novelas recién publicadas que en otras circunstancias tardaría más en comprarme. Aun así, sigo leyendo de todo porque un libro no va a perder interés por haberse publicado hace unos años (¡evidentemente!).

En la encuesta actual os hago la misma pregunta, pero en referencia a la nacionalidad de los autores. Si la pregunta de octubre ha sido la más ajustada, me temo que la de noviembre va camino de ser todo lo contrario. ¡No os olvidéis de votar!

01 noviembre 2011

Ganadores del sorteo Criadas y Señoras + resumen del especial

Quiero agradeceros a todos el interés que habéis mostrado por el especial de Criadas y señoras que ha ocupado el blog durante las últimas semanas: tanto por la afluencia en el sorteo como por los comentarios aquí y en redes sociales, he podido ver que el libro ha conquistado a los lectores y cada vez son más los interesados en descubrirlo. 68 personas han participado en el sorteo (91 papeletas con los puntos extra de los que más han comentado), pero solo dos podían ganar y Random ha dictado lo siguiente:


¡Felicidades Chiara y Ángela!

Ya he enviado vuestros datos a la editorial, así que próximamente recibiréis un ejemplar de Criadas y señoras. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

Por otro lado, estas semanas he publicado una serie de entradas especiales sobre esta magnífica novela y quiero hacer un recopilatorio de todo lo que he escrito en este especial:

Comentarios sobre personajes:
Aibileen
Skeeter
Minny
Hilly

Comentarios sobre los temas destacados:
El sur de Estados Unidos, los años sesenta y el racismo
Los trucos de las criadas y amas de casa


A todo esto, ¿ya habéis visto la película?

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