30 junio 2015

Comprar libros por Internet



Hablemos de las compras de libros por Internet. Todos estaremos de acuerdo en que las librerías tradicionales tienen mucho encanto, pero a veces resulta muy útil recurrir a las tiendas online para realizar una compra. No solo por la comodidad que supone recibir el pedido en casa, sino porque el fondo de títulos de que disponen es mucho más amplio y gracias a eso podemos encontrar obras que han dejado de formar parte de los estantes de la mayoría de librerías. Seguro que no soy la única que ha encontrado en la red ese libro que llevaba tantos años buscando sin éxito por las estanterías.

Además, comprar por Internet —tanto libros como cualquier otro producto— suele tener otra ventaja importante: la posibilidad de adquirir los artículos con un descuento. Los códigos promocionales se han vuelto tan habituales que casi parece una temeridad hacer un pedido sin utilizar ninguno. Yo, al menos, siempre busco si hay alguno disponible antes de comprar nada. En estos momentos, precisamente, hay códigos de descuento para las compras en Casa del Libro: un cupón del 15% para compras de libros de texto y otro del 5% para el resto de títulos. En este vídeo se habla de las ventajas de usar este tipo de promociones:

Y vosotros, ¿compráis libros por Internet?

29 junio 2015

La casa de las miniaturas - Jessie Burton



Edición: Salamandra, 2015 (trad. Carlos Mayor Ortega)
Páginas: 448
ISBN: 9788415630920
Precio: 19 € (e-book: 11,99 €)

La casa de las miniaturas (2014), el debut de la londinense Jessie Burton (1982), tiene muchas papeletas para convertirse en una de las revelaciones de la temporada. Ya lo fue en el Reino Unido, donde vendió nada menos que cien mil ejemplares, y está en proceso de traducirse a más de treinta idiomas, según la página de la autora. Burton, que tardó cuatro años en escribir la novela, se inspira en la impresionante casa de muñecas de una mujer holandesa que vivió en el siglo XVII, Petronella Oortman, de quien también toma el nombre de la protagonista de su obra, aunque la historia que narra es del todo ficticia. La acción comienza en 1686, cuando Nella, recién casada, llama a la puerta de la casa señorial de Ámsterdam donde vive su marido, el exitoso comerciante Johannes Brandt, para instalarse allí. Quien la atiende, no obstante, es la hermana soltera de este, Marin, una mujer de fuerte carácter que no está dispuesta a hacerle fácil la convivencia.
Nella, de dieciocho años, experimenta su iniciación a la vida adulta en un entorno hostil («¿Cómo puede alguien llamar “hogar” a este lugar cargado de secretos?», p. 181). Su matrimonio, como era habitual en la época, se acordó por interés: a su esposo, un hombre de negocios, le convenía emparentarse con una mujer de ascendencia noble, mientras que a Nella, procedente de una familia venida a menos, la riqueza de Johannes le daba una comodidad que no tenía junto a sus padres. Con todo, la joven esperaba que entre ellos pudiera surgir algo parecido al amor, unas expectativas que se ven frustradas al comprobar que Johannes apenas le hace caso y no cumple con sus «obligaciones conyugales». Su único detalle es un regalo: la casa de muñecas, una copia perfecta de la mansión para que Nella la vaya amueblando y, de paso, se adapte a su nuevo hogar. Parecía un obsequio inocente, pero un misterioso miniaturista empieza a enviarle piezas que de algún modo le revelan los secretos que ocultan sus habitantes («Desde la llegada de este aparador, se han abierto muchas puertas que siempre había logrado mantener cerradas», p. 299).
Con este planteamiento, Burton construye una historia que combina una trama de intriga (las miniaturas, que tienen un ligero toque paranormal, y un problema de negocios en el que se ve envuelto Johannes) con el retrato social de la Holanda del siglo XVII, además de desarrollar unos personajes ricos que se van desvelando poco a poco. Su estilo recuerda al de Tracy Chevalier y Sarah Waters, y, al igual que estas, Burton da el protagonismo a las mujeres, que cargan con el peso de la casa (y de los acontecimientos). En cierto modo, La casa de las miniaturas es una gran novela sobre la complicidad femenina, sobre mujeres fuertes que toman las riendas cuando toca y se ayudan mutuamente en las tareas relegadas a ellas. Hay capítulos brillantes sobre este «espacio íntimo» femenino, como el dedicado a narrar un parto.
La primera mujer que destaca es, cómo no, Nella: llega a casa de los Brandt como una chica ingenua que nunca había salido de su pueblo y del afecto maternal, pero en apenas tres meses cambiará de forma drástica («No se ha casado con un hombre, sino con un mundo», p. 118). En Ámsterdam debe espabilarse prácticamente sola; solo cuenta con los mensajes desconcertantes del miniaturista y con Cornelia, la criada, de quien no termina de fiarse por la fidelidad que esta demuestra hacia Marin. Cornelia también tiene un recorrido vital de alto voltaje: se crió en un orfanato y trabajar para los Brandt supuso una oportunidad para ella. Es una mujer joven y dicharachera que ha aprendido a entender la vida mirando por el ojo de la cerradura. En el servicio la acompaña Otto, un hombre negro a quien Johannes compró en uno de sus viajes. En pleno siglo XVII, Otto es una rareza entre los habitantes de Ámsterdam, y algunos no dudan en mostrar su desprecio en público.
Sin embargo, el personaje más interesante no es ninguno de ellos: Marin, la cuñada de Nella, lleva el grueso de la novela sobre sus hombros. Una mujer impenetrable, ambigua, que deviene en mucho más que la solterona tirana que aparenta ser al principio («La señora tiene algo especial. Es un nudo que todos queremos deshacer», p. 186). Es el contrapunto de Nella: una mujer más experimentada, acostumbrada, desde la sombra, a hacerse cargo de todo (y a influir en las gestiones de su hermano). Con la evolución de sus historias personales, Burton acaba mostrando cómo ambos caracteres confluyen, cómo ni el más duro es tan duro ni el más blando tan blando. Además, Marin y Nella tienen algo en común: ninguna de las dos vive según lo que estipula el matrimonio tradicional. Con la soltería de Marin y la unión fallida de Nella con Johannes, la autora cuestiona las ideas asociadas a la institución del matrimonio y, en particular, hace notar que las mujeres pueden ser más independientes sin un marido que las subyugue («Se supone que el matrimonio se sirve del amor para incrementar el poder de la mujer, pero ¿es cierto? Marin se consideraba más poderosa estando soltera», p. 329).
La casa de miniaturas de Petronella Oortman, actualmente en el Rijksmuseum de Ámsterdam
En estas circunstancias, la casa de las miniaturas es más que un elemento de misterio. Las «predicciones» ayudan a Nella a conocer su entorno, es decir, la guían, le muestran un camino; y ahí reside otro tema importante: la búsqueda de la identidad, de un lugar propio en el mundo. No es casual que los personajes hayan decidido ir a contracorriente (un marido que ignora a su esposa, una mujer solterona que controla los negocios de su hermano, un hombre negro que no agacha la cabeza). Nella, la única que aún debe forjar su personalidad, lo hará a lo largo de las páginas, y durante el proceso observará la hipocresía de la sociedad que la rodea, una sociedad que, precisamente, se agita por la iconoclasia. Las miniaturas, que llegan a prohibirse, se convierten en el símbolo de los que se atreven a ser ellos mismos a pesar del rechazo social.
Jessie Burton
También hay emociones, claro, porque con unos personajes que se dejan llevar más por sus deseos que por la razón es inevitable hablar de amor, un amor apasionado, capaz de proporcionar las mejores alegrías y las peores desgracias («El amor es mejor como fantasma que como realidad, es mejor perseguirlo que atraparlo», p. 184). Burton, como una Victoria Álvarez inglesa, construye una trama de ritmo vertiginoso que aúna misterio y sentimientos, con puntos álgidos bien marcados, un fino sentido del humor y un gusto por la descripción minuciosa (a veces excesiva) de la ropa y el mobiliario. En ocasiones tiende al cliché en algunas expresiones (frunce el ceño, musita con un hilo de voz, un escalofrío le recorre la espalda) y se extiende más de la cuenta, pero nada grave. La casa de las miniaturas es una muy buena primera novela que por su acción trepidante y su fluidez se encuadra en las obras para entretener y disfrutar, eso sí, con un nivel más que digno, ya que bajo las sorpresas de esta casa se esconden mensajes con calado social.

15 junio 2015

El cielo oblicuo - Belén García Abia



Edición: Errata naturae, 2015
Páginas: 80
ISBN: 9788415217930
Precio: 10,00 €
La no-maternidad cuando se desea ser madre es el eje del debut literario de Belén García Abia (Madrid, 1973), filóloga y autora de materiales didácticos para docentes. Con El cielo oblicuo (2015), una novela breve y sugerente, hereda el estilo experimental de Clarice Lispector —el título está tomado de un pasaje de La hora de la estrella: «Sin duda, un día iba a merecer el cielo de los oblicuos, donde solo entra quien es torcido»— para dar forma a un texto preciso, equilibrado y sutil que convierte en literatura pura algunas grandes inquietudes de las mujeres contemporáneas. Como en muchas obras de la célebre escritora brasileña, en El cielo oblicuo nos habla una voz despersonalizada, de la que solo se sabe que es mujer y ha intentado (sin éxito) ser madre. Empieza su relato unos años después de esta experiencia, desde la serenidad que proporciona el tiempo, para no dejarse llevar por la ira.
La narradora expresa su frustración por la no-maternidad, las esperanzas perdidas, la aceptación de una realidad contraria a sus deseos; pero su texto no se centra solo en esta vivencia individual, sino que —y aquí está gran parte de su interés— incorpora las ideas sobre el hecho de ser madre que una mujer interioriza desde pequeña. El libro comienza con un capítulo titulado «La Anunciación»; la mujer más importante del catolicismo lo es por ser madre. Solo que el ángel de El cielo oblicuo no anuncia la llegada de un bebé, sino que muestra a un no-hijo y lo guarda de nuevo bajo su túnica. Inculca una meta y la frena. Esta no es la única imagen que Belén García Abia subvierte: los juegos infantiles, las palabras transmitidas de una generación de mujeres a otra, los cambios fisiológicos de la pubertad. La cultura occidental, desde sus raíces, ha relacionado a la mujer con la maternidad.
Cuando una mujer no quiere o no puede ser madre, se enfrenta a unos valores sociales que promueven lo contrario. Para liberar la represión de la no-madre, la narradora deja salir a la que llama su «mujer feroz», la voz interior que ha callado durante demasiado tiempo, una voz políticamente incorrecta, intensa, rotunda, que revisa la concepción tradicional de la feminidad, la maternidad y el cuerpo. Esta mujer feroz, a su vez, dialoga con otras escritoras que a lo largo de la historia han creado un corpus literario sobre mujeres, que han sacado a la luz ese espacio privado. Nombra a Spark, Duras, Munro, Némirovsky, Welty, entre otras, y de este modo manifiesta la voluntad de continuar ese hilo de lo femenino, con inteligencia, sobriedad y, por supuesto, ferocidad, una ferocidad necesaria para deconstruir los lugares comunes y seguir enriqueciendo este legado.
La influencia de Lispector resulta evidente en la forma fragmentada, creativa y lírica, como pequeñas píldoras conectadas con exactitud para construir un significado. En El cielo oblicuo no predomina la trama; su género se encuentra a caballo entre la narrativa y la poesía, un planteamiento muy íntimo que va en consonancia con la literatura sobre la «vida interior» que han cultivado tanto y tan bien muchas autoras. La obra se divide en cinco capítulos, cada uno con un tema bien acotado, diferenciado del resto y al mismo tiempo perfectamente conectado con el conjunto para mostrar una evolución en el mensaje y el tono de la narradora. El epílogo da un giro sorprendente con un monólogo interior que cierra con contundencia el relato.
Belén García Abia
Con esta novela, Belén García Abia entra en el panorama literario como una voz íntima y potente que transgrede el territorio de lo femenino con la incorporación de símbolos que expresan el desencanto de las mujeres del siglo XXI con respecto a ciertas ideas que se les han asociado desde la infancia acerca de lo que debe ser y hacer una mujer; una voz deudora de otras autoras, pero con la suficiente personalidad para elaborar un discurso propio sin que resulte un pastiche. Se trata, además, de la primera autora española inédita publicada por Errata naturae en su colección de narrativa; una apuesta valiente, por lo singular del texto, que es ya una de las mejores óperas primas de 2015.
Fotografía de la serie Para concebir (1985-1986), de la artista cubana Marta María Pérez Bravo, una mujer feroz del arte visual.

10 junio 2015

El león dormido - Marian Izaguirre



Edición: Lumen, 2015
Páginas: 408
ISBN: 9788426402318
Precio: 19,90 € (e-book: 9,99 €)

Lucía Osman, una anciana afincada en Madrid, tiene una historia que contar. Se remonta a su infancia, a principios del siglo XX, cuando ella, como niña mestiza, fue vendida por su padre a un prostíbulo de Melilla. Más adelante, durante la guerra del Rif, fue capturada por los rifeños y se vio sometida a una serie de horrores junto a otros prisioneros. Sin embargo, en medio de esta vida marcada por la tragedia también hubo esperanza: se enamoró de Gerald Holbrooke, un fotógrafo, al que conoció mientras era prostituta. Este hombre supo ver más allá de la miseria que la rodeaba; como consecuencia, cuando Lucía perdió el contacto con él, decidió buscarlo contra viento y marea aunque por el camino se topara con los peligros del conflicto bélico. Ahora, la Lucía anciana comparte estas vivencias con Pablo Ferrer, un periodista vocacional que no se encuentra en su mejor momento personal después de sufrir una ruptura y sentirse un poco alejado de su hija adolescente, que vive con la madre.
Desastre de Annual
El león dormido se publicó por primera vez en 2005 —cuatro años antes que El tiempo entre costuras, de María Dueñas, que también recrea el pasado del norte de África, en su caso a finales de los años treinta— y ahora vuelve a las librerías con una edición revisada. Los lectores de Marian Izaguirre (Bilbao, 1951), autora conocida sobre todo por su éxito La vida cuando era nuestra (2013), ya habrán detectado algunos rasgos habituales de su obra en esta breve sinopsis, a saber: la narración alterna de dos historias ambientadas en épocas y lugares diferentes (el pasado de Lucía en Melilla y el presente de Pablo en Madrid), pero con algún tema en común que las conecta a pesar de la distancia; la relación intergeneracional entre un personaje anciano y uno más joven, planteada de tal manera que el primero, con su experiencia, aporta algo al segundo y le ayuda a abrir los ojos; y, por último, una mirada a los acontecimientos cargada de compasión, una compasión bien entendida que no cae en la sensiblería, sino que invita a la empatía y humaniza a sus protagonistas.
Las novelas de Marian Izaguirre siempre esconden algo bajo la trama evidente. Por eso, aunque El león dormido se puede leer como una ficción para conocer (de forma muy amena) otra cara del Desastre de Annual —la de los prisioneros, como Lucía—, en el fondo es también una aproximación a la necesidad, primigenia e invariable con el paso de las generaciones, de mantener (y fortalecer) los lazos que nos unen a alguien, sea un amor, un hijo o un amigo. El hecho de que la protagonista sea una mestiza vendida por su padre no es dramatismo gratuito, sino que enfatiza el desamparo de la joven, que influye en su forma de aferrarse a las personas queridas y en su instinto de supervivencia. La autora no la caracteriza como a una heroína de cine —a pesar de que, al conocer su historia, lo pueda parecer—, porque lo que predomina es su lado íntimo, donde la vulnerabilidad se instala con fuerza.
Tampoco es casualidad que el periodista sea un hombre hastiado de todo que además tiene una hija adolescente. En apariencia, estos dos personajes no tienen nada que ver con Lucía; son muchos años, muchas transformaciones socioculturales que los separan. Sin embargo, ocurrirá algo que los cruzará, como se cruzaron Alice y Lola en La vida cuando era nuestra, o Salvador y Marina en Los pasos que nos separan. Y, si en la vida de Lucía predominaban el desamparo, la esclavitud y la búsqueda de su amor, la del periodista permite plantear la relación entre padre e hija cuando los progenitores están separados y la chica atraviesa una etapa de cambios importantes. En definitiva, el libro tiene un calado que va más allá del simple entretenimiento, y eso, unido al tono accesible y el ritmo bien llevado de la narración, es seguramente uno de los motivos por los que Marian Izaguirre está ganando tantos adeptos.
Marian Izaguirre
En suma, El león dormido tiene los ingredientes para complacer a los lectores que disfrutaron de las novelas más recientes de la autora: una historia apasionante en la apariencia y conmovedora en el fondo, contada con una voz narrativa clara y amable, sin pretensiones. Con todo, hay que decir que Marian Izaguirre ha crecido como escritora en estos años y, aunque esta edición de El león dormido haya contado con una revisión exhaustiva, estoy segura de que, si hubiera tenido que escribirla hoy, el resultado habría sido diferente. Su escritura ha ganado precisión con la experiencia, y también ha mejorado en la concepción de la estructura y el desarrollo de dos tramas a la vez, con un mayor equilibrio entre ambas. En cualquier caso, si bien no está a la altura de sus últimas obras, resulta igualmente muy recomendable.

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