Edición: Demipage, 2012 (trad. Begoña Díez
Zearsolo)
Páginas: 186
ISBN: 9788492719204
Precio: 17,00 € (e-book: 6,90€)
Saphia Azzeddine (Agadir, Marruecos, 1979), escritora, actriz y directora de cine,
forma parte de la nueva generación de autores franco-marroquíes, en la que
también figura la ganadora del Premio Goncourt Leila Slimani (Rabat, 1981); voces
jóvenes e inteligentes, que exploran la diferencia en la sociedad occidental
contemporánea, una sociedad estratificada, multicultural y multiétnica. Azzeddine
se dio a conocer en el panorama literario con Confesiones a Alá (2008; Demipage, 2011), que tuvo un gran éxito, y
desde entonces ha publicado seis libros más, dos de ellos traducidos al
castellano: Mi padre es mujer de la
limpieza (2009; Demipage, 2012), que vendió más de 200.000 ejemplares en
Francia y ella misma adaptó a la gran pantalla, y El viento en la cara (2015; Grijalbo, 2017). Siguiendo la estela de
las novelas de formación con una narración desenfadada, herederas del
Holden Caulfield de J. D. Salinger, Mi
padre es mujer de la limpieza se alza como una lectura simpática y distendida
sobre la experiencia de un adolescente del siglo XXI en el extrarradio de París.
Nos
habla Paul, apodado Polo, un chico de dieciséis años que vive en Francia desde
que era niño. Su madre, discapacitada, se pasa el día en casa; mientras que
su hermana mayor, una joven atractiva y con «reputación de putón verbenero» (p.
17), está obsesionada con los concursos de belleza. En estas circunstancias, el
padre se convierte en el principal apoyo de Polo, solo que este padre no tiene
una profesión precisamente «varonil» de las que suelen inspirar a los muchachos:
trabaja como limpiador de establecimientos. El propio Polo le echa una mano
después del colegio. Algunas temporadas, les toca encargarse de la limpieza de
una biblioteca y Polo aprovecha para leer mientras barren. Pero no nos
confundamos: esto no es el cuento del buen samaritano, ni la historia de
superación lastimera de turno. No, Polo dista
mucho de ser un hijo modélico (por suerte). Ayuda al padre, sí, pero por dentro
mil contradicciones le revuelven las entrañas. Porque no siempre resulta fácil
aceptar su condición social. Y porque, como cualquier adolescente, se siente inseguro.
El
protagonista se enfrenta a la tensión del desclasamiento en potencia: pertenece
a la clase humilde, pero con los estudios puede aspirar a más. En el proceso, no
obstante, sufre esa contradicción entre la reacción de «vergüenza» instintiva,
por la incultura y los modales toscos de su familia, rasgos que él va dejando
atrás a medida que crecen sus conocimientos, y el afecto y la admiración que le
suscita la integridad de su padre, el sacrifico por sacarlos adelante con un
empleo precario, sin perder nunca el buen humor. La naturaleza «femenina» del
trabajo, por cuanto lo desempeñan con más frecuencia las mujeres, añade
connotaciones de degradación; el padre, tan a menudo concebido por los hijos
como un héroe, «rebajado» a señora de la limpieza. El aprendizaje de Polo pasa
por asumir que un padre, incluso un padre limpiador, zafio y malhablado, que se
encarga de más tareas del hogar que su esposa, puede al mismo tiempo ser un
gran referente para él en su camino hacia la vida adulta.
Saphia Azzeddine |
Como telón de fondo, no podían faltar el primer amor y el despertar sexual, tratados con desparpajo, con hincapié en las dudas, pero con un
narrador que se ríe de sí mismo y se gana la complicidad del lector. En lo
relativo al colegio y los amigos, se esbozan las diferencias raciales y socioeconómicas
de su región, una zona empobrecida y con muchos inmigrantes. Destaca,
en particular, su acercamiento a una chica de la burguesía francesa, que
sin querer acrecienta sus inseguridades. Todo ello, narrado con un estilo
cercano al habla coloquial, desacomplejado; un tono adolescente
logrado y divertido. Polo puede considerarse una víctima en más de un
sentido, pero no va de ello; le pone humor, mucho humor. Tanto, que el final
está un poco pasado de vueltas, «alocado», demasiado happy-ending de comedia comercial, por mucho que sea el desenlace exacto para cerrar el círculo. En cualquier caso, una buena novela, con la
dosis justa de ternura para conmover sin empalagar y una prosa ágil que
garantiza el disfrute.
De esta autora me leí El viento en la cara y no me acabó de convencer. Era demasiado típico y poco original todo lo que contaba y bastante previsible. Pero siempre hay esa duda de si otra novela suya me gustaría más pero no estoy muy segura de ello.
ResponderEliminarGracias por la reseña. Saludos!
Bueno, este tampoco es nada especialmente deslumbrante, pero tiene gracia para contarlo y lo disfruté.
EliminarTu reseña es la de una persona elitista, qué se sentirá andar con la naricita respingada todo el día? ... Qué asquito dedicarse a limpiar, no?
ResponderEliminarEurocentrista con aires de entender otras culturas, es lo que eres.