09 agosto 2019

Adelfa, arco iris - Erri De Luca


Edición: Akal, 2001 (trad. César Palma Hunt)
Páginas: 112
ISBN: 9788446013594
Precio: 4,95 €

Adelfa, arco iris (1992), uno de los primeros títulos de Erri De Luca (Nápoles, 1950), fue publicado por Akal en su desaparecida colección literaria, que no tuvo la fortuna que debería a pesar de contar con una cuidada selección de escritores (Ingeborg Bachmann, Linda Lê o Gaetan Soucy, entre otros). También esta editorial publicó Aquí no, ahora no (1989), Tres caballos (1999) y Montedidio (2001), del mismo autor. Más adelante su obra ha aparecido en sellos como Siruela o, actualmente, Seix Barral. Me apetecía hacer esta mención, antes de entrar en materia, a modo de reconocimiento al trabajo de Akal, que, junto con El Aleph (que le publicó el precioso Tú, mío), apostó por él cuando aún era un gran desconocido para los lectores españoles (todavía lo sigue siendo para muchos, de hecho).
Adelfa, arco iris se puede considerar una de sus novelas más singulares o atípicas: tiene un fondo autobiográfico, como siempre que se trate de Erri De Luca, pero, a diferencia de títulos emblemáticos como Tú, mío (1998) o El día antes de la felicidad (2009), no recrea su niñez en la sórdida posguerra napolitana, sino que reproduce el relato de tres amigos de mediana edad que han elegido caminos distintos y, en cierto modo, hacen balance, reflexionan, comparten sus pesares, sus remordimientos. El narrador, un trasunto del autor, no es, por lo tanto, el protagonista; tan solo se refiere a sí mismo para evocar su adolescencia, la época en que conoció a esos colegas, retazos intercalados con la narración de los reencuentros. Él se recuerda como un joven un tanto independiente, ni líder ni marginado, libre. Su perfil contrasta con los de sus amigos, que, al menos en principio, tenían proyectos de vida más ambiciosos.
Los monólogos se presentan uno detrás de otro; no hay una «trama» que hilvane los tres ni una construcción «novelesca»; son hombres hablando, confesándose a su confidente. En primer lugar, un excombatiente de un grupo de extrema izquierda, de los que se sublevaron en la Italia de los años de plomo. Como persona que ha matado por convicciones ideológicas, su discurso está teñido de arrepentimiento: con el tiempo se da cuenta de su gran error, de que dar muerte al enemigo no sirve de nada. Aquel muchacho intrépido se ha convertido en un hombre apesadumbrado, carcomido por la culpa, consciente de que la redención para él resulta imposible. Este capítulo es el más largo, y, seguramente, el más impactante.
Los otros dos se alejan de la violencia del primero, aunque también tienen sus lamentos. El segundo amigo, un sacerdote que se marchó a África, desgrana el descubrimiento de su vocación de misionero, la necesidad de abandonar su tierra natal, de moverse para seguir adelante. Explica cómo funcionan las cosas en los países en vías de desarrollo y cómo, a veces, se encontró con proposiciones poco honrosas en su misión; no todo es tan limpio como parece. Cierra el libro la historia (breve) de un buen amigo del narrador: de jovencito, era muy diferente a él, llamaba la atención, se sentía cómodo con las chicas. Desde fuera, los dos han tenido trayectorias encomiables; sin embargo, ninguno se siente satisfecho. Todos tienen sus aprendizajes, sus epifanías, su cosmovisión particular de lo que ha sido la vida.
Erri De Luca
En general, Adelfa, arco iris es un texto sobre tres personajes que, en su madurez, echan la vista atrás e indagan en su pasado con más inseguridad que convicción. Tres vidas de coetáneos del autor-narrador, tres caminos, tres voces. Pesimismo, dolor, desconfianza, arrepentimiento. La lucidez de Erri De Luca reviste sus palabras de reflexiones poéticas sobre grandes preocupaciones del ser humano (el amor, la muerte, la amistad, la búsqueda, el paso del tiempo, la soledad). Como «novela», no es la mejor del autor; las tiene más redondas, mejor construidas. Como obra literaria, sin encuadrarla en el género novelesco, posee el lirismo y la hondura a que nos tiene acostumbrados. Siempre merece la pena leer a Erri De Luca, y aquí muestra una faceta en la que no se ha prodigado tanto.

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