Edición:
Emecé,
2012 (trad. María Martoccia)
Páginas: 144
ISBN: 9788496580770
Precio: 7,95
€
Yasunari Kawabata (Osaka, 1899 – Zushi, 1972), premio Nobel de Literatura en 1968 y uno
de los escritores japoneses fundamentales del siglo XX, fue un maestro de la
novela breve, el arte de reducir un relato a la mínima expresión, como
demuestra en su célebre La casa de las bellas durmientes (1961) y, también, en Mil
grullas (1952). Chikako, una mujer madura, invita a Kikuji, un joven
huérfano, a la ceremonia del té para presentarle a una chica hermosa que
luce un pañuelo estampado con las mil grullas, un símbolo de longevidad. La
anfitriona pretende actuar como alcahueta entre ellos; no obstante, la
gracia del libro es que no se centra en ese romance hipotético, sino en las
tres mujeres que formaron parte de la vida del padre del chico, y que este
descubre en su entrada en sociedad: por un lado, la propia Chikako, que nunca
se casó y tiene una mancha oscura en el pecho;
y, por otro, una tal señora Ota y su hija.
El
ritual de la ceremonia del té se convierte en el nexo entre generaciones, al
recuperar los utensilios que emplearon el padre y sus amantes. Como en un rito
iniciático, el patrón parece repetirse en los descendientes. Chikako se
desvela como la titiritera que maneja al joven, una organizadora de
apariencia amable y resuelta de quien no están claras las intenciones. La
señora Ota y su hija, de aspecto desdichado, tampoco se caracterizan por su honradez; la madre, herida por la relación con el padre de Kikuji, utiliza a
su antojo al chico. Este se deja arrastrar por las mujeres como quien acepta
una herencia pesada y a la vez fascinante por el misterio (y la atracción) que
encarnan ellas. Se fija, además, en la hija de la señora Ota. Mientras, la muchacha
del pañuelo de las grullas, olvidada, discreta, termina por
erigirse en símbolo de la existencia a la que renuncia Kikuji (la esposa
bella, dócil, sin un equipaje latoso) al entrometerse en la telaraña oscura y
perversa que conforman las mujeres de su progenitor.
Yasunari Kawabata |
Como
su compatriota Junichiro Tanizaki en La llave (1956) o Diario de un viejo loco (1961), Kawabata plantea la historia como un juego de
ambigüedad, sutileza, sensualidad y sombras. Los narradores japoneses plasman como nadie la manipulación psicológica, el erotismo contenido, el intercambio que empieza tranquilo y culmina en
tragedia. La trama se articula más por acumulación de escenas que por el
esquema causal más típico de la literatura en inglés; cada episodio introduce
matices, invita a repensar lo que se ha leído en el capítulo anterior. La
elisión resulta fundamental, por cuanto los personajes solo se reúnen durante
las ceremonias del té; no se cuenta qué hacen por separado, en solitario. Los
diálogos, agudos, inteligentes, son claves a la hora de revelar
información. El autor mantiene una tensión latente con una economía de
recursos extraordinaria; la lectura se hace tan «liviana» que asombra, al pensarlo, la capacidad de concentrar tanto en tan poco. Dominio de la insinuación. Imaginario sugerente, poético, cruel. Un
pequeño gran libro.
Me lo llevo apuntado que tiene muy buena pinta. Gracias por la recomendacion.
ResponderEliminarSaludos
¡Espero que te guste! Kawabata es uno de los grandes.
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