Edición:
Blackie Books, 2011 (trad. María Enguix Tercero)
Páginas:
120
ISBN:
9788493874544
Precio:
17,00 €
Signatura 400
(2010) es la novela con la que Sophie Divry (Montpellier,
1979) se dio a conocer. Este simpático bookish book (o libro sobre libros)
tuvo éxito en su momento, sobre todo en las comunidades de lectores, porque, ya
se sabe, a muchos amantes de la lectura les encanta que les digan lo
maravilloso que es leer. Por aquel entonces, de hecho, hubo un cierto boom de publicaciones de este tipo, como
La ladrona de libros, de Markus Zusak
(Lumen, 2007), Firmin (Seix Barral,
2007), de Sam Savage, La librería
(Impedimenta, 2010), de Penelope Fitzgerald, La mujer de papel (Lumen, 2012), de Rabih Alameddine, La buena novela (Impedimenta, 2012), de
Laurence Cossé, La librería de las nuevas oportunidades (Lumen, 2012), de Anjali Banerjee, o La librería ambulante, de Christopher Morley (Periférica, 2012).
Algunos de estos títulos son obras memorables. Otros tienen fecha de caducidad.
Signatura 400 está en un terreno
intermedio, el terreno de la anécdota escrita con oficio.
Nos
habla una bibliotecaria madura, con veinticinco años de experiencia, encargada de la sección de
geografía. Toda la novela, de concepción intimista (esa «literatura del yo» tan
francesa), es un monólogo interior en el que la protagonista-narradora encadena
sucesivas meditaciones sobre su profesión
y el mundo de los libros: las bibliotecas como el lugar al que nadie va a
divertirse; la (manida) crítica de la comercialidad de lo que se publica, diversas
reflexiones sobre sus autores preferidos (todos muertos, por supuesto),
pequeñas exégesis sobre literatura e historia (siempre dentro del ámbito
francés). La mujer, además, está enamoriscada de un doctorando más joven que
ella que ni se digna mirarla. En el fondo, en su parloteo, que va de lo liviano
a lo culto, de lo inmediato a lo trascendental, se deja entrever una profunda
soledad. Aunque en teoría su discurso se dirige a un hombre desconocido que ha
encontrado en el sótano, y que la está ayudando a buscar un libro, en la
práctica es como si hablara sola, como esas personas solitarias que han callado
durante tanto tiempo que, en cuanto tienen la oportunidad, hablan sin parar, lo
sueltan todo, se vacían, se desahogan.
Pero
lo que hizo que esta novela tuviera éxito no es solo eso. No: lo que marca
la diferencia es su gracia bien entendida, su chispa. Sophie Divry escribe con sentido del humor, en un registro
cercano al habla oral, con coloquialismos, para mostrarnos el «mundo interior»
de una letraherida solitaria. Esta bibliotecaria, que se habría llevado bien
con La mujer de papel creada por
Rabih Alameddine y con la Helene Hanff de 84
Charing Cross Road, es una mujer con una existencia minúscula, que por
dentro se expande gracias a los libros, que le permiten (perdón por el tópico) perderse
en mil historias y viajar más allá del tiempo. No estoy segura de que esto sea
optimismo; al fin y al cabo, la protagonista se resiste a ser feliz, sus
palabras rezuman amargura y frustración. Tal vez ese sea el destino del ser
humano: resignarse por la precariedad diaria y distraerse (o engañarse) con la
imaginación, las historias y las ideas.
Sophie Divry |
La
mejor definición de Signatura 400 la
da la propia autora, que lo describe como un «divertimento», y yo matizaría que
un divertimento para lectores con
curiosidad intelectual (absténganse quienes busquen relatos en los que «pasen
cosas»). Para tratarse de una primera novela, está muy bien escrita, con
contención y un estilo cuidado, que no cae en el sentimentalismo ni la
cursilería. En suma, Sophie Divry plantea un monólogo en el que muchos
lectores se reconocerán, o, como mínimo, con el que empatizarán; aunque, cuando
uno lleva unas cuantas lecturas a sus espaldas, algunas apreciaciones de la
protagonista resultan un tanto manidas. De todas formas, se trata de un
experimento correcto y agradable, que ofrece una muestra del ingenio de la
autora (una autora que, al parecer, ha cumplido las expectativas y ha seguido
creciendo: su novela Cuando el diablo
salió del baño, publicada en castellano por Malpaso en 2016, se vendió
mucho en Francia). Un caramelo para disfrutar entre obras más suculentas.
Hace muy poquito que terminé "La mujer de papel", que me gustó mucho, así que voy a ver si consigo éste en versión original. Me gustan los libros que hablan de libros. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarNo es tan bueno como "La mujer de papel" (bueno, es que ya de entrada tienen ambiciones muy diferentes), pero es simpático y se lee con gusto. Espero que lo disfrutes :).
EliminarLos libros sobre libros siempre son muy atractivos y normalmente, o al menos así los percibo yo, son bonitos, agradables de leer, pero sin mucha chicha detrás (¡si tienes alguna recomendación de un libro con más entidad de esta temática dímelo por favor!) Este me lo apunto justo para lo que dices: para descansar de otras lecturas más profundas, pero que requieren una implicación mayor.
ResponderEliminarPues tanto "La mujer de papel", de Rabih Alameddine", como "84 Charing Cross Road", de Helene Hanff, me parecen dos libros sobre libros memorables. No digo que sean obras maestras, pero me marcaron en su momento, sobre todo el de Rabih Alameddine (la protagonista es maravillosa).
EliminarLuego está "Basada en hechos reales", de Delphine de Vigan, que no es exactamente un libro sobre libros, pero hace un juego metaliterario que me gustó mucho.
Me apunto entonces "La mujer de papel". "84 Charing Cross Road" sí que lo leí y me pareció tierno y agudo, pero al contrario que muchos otros lectores, no lo encontré memorable, como tú comentas.
EliminarLeí el año pasado "Basada en hechos reales", pero no me gustó nada, fue una decepción porque me lo habían recomendado muchísimo. Llegué con muchas expectativas (me esperaba un juego metaliterario, pero de otra clase) y se me cayó de las manos. Probaré con Alameddine a ver qué tal.