Edición:
Alianza, 2016 (trad. Eduardo Gil Bera)
Páginas:
152
ISBN:
9788491044963
Precio:
14,50 € (e-book: 10,99 €)
Hace
tiempo, alguien que sabe mucho de creación literaria me dijo que, a ciertas
edades, se suele ser demasiado joven para la narrativa. Recalco esta palabra,
«narrativa», porque en este caso se diferencia a conciencia de «literatura». No
es de extrañar, siguiendo esta pauta, que muchos autores cultiven la poesía a
los veintitantos y más tarde prueben con la novela. El lenguaje de la poesía no
es el mismo que el de la narrativa, por mucho que exista la prosa poética; el
tempo de una novela, así como su composición y el desarrollo de sus personajes,
difieren por completo de las exigencias de un poema. Escribo esta introducción
porque he aquí un claro ejemplo de libro maravillosamente escrito, en el que no
se puede objetar nada a la técnica, que, sin embargo, como novela
no funciona. Se puede abrir por cualquier página al azar y el lector encontrará
un párrafo, una frase, una imagen potente, producto de un estilo esmerado; no
obstante, leído desde el principio, la narración se atasca por su recargamiento.
Jardín de Invierno
(2015), segunda novela de la escritora y fotógrafa austríaca Valerie Fritsch
(Graz, 1989), galardonada con el Premio de Literatura Peter Rosegger (los
países germanos valoran mucho a los autores jóvenes), gira alrededor de un
personaje llamado Anton Invierno, un chico criado en una singular colonia
jardín de tintes místicos, lejos de la civilización urbana, protegido por su
numerosa familia y a salvo de malas influencias. Un buen día, Anton Invierno decide
marcharse a la ciudad, donde, al fin, conoce el mundo… o, lo que es lo mismo,
conoce a una mujer y se enamora, mientras el resto de la gente espera el fin de la humanidad. El
planteamiento, sobre todo en la descripción de la colonia jardín en el primer
capítulo, recuerda un poco a Las efímeras
(2015), de Pilar Adón, por el clima de aislamiento y por el lirismo de la
prosa; pero, más allá de eso, la construcción de la historia es muy distinta.
A
grandes rasgos, la autora da forma a una alegoría sobre todo aquello que abandonamos, como personas y como sociedad, contada con un estilo poético y muy evocador
que me recordó al Alessandro Baricco de Seda.
El apocalipsis es la culminación, pero a lo largo de todo el libro abundan las
digresiones sobre el pasado, en concreto, sobre el hecho de dejar atrás la infancia, de perder la
inocencia, que en el caso de Anton Invierno va ligado al abandono de la comunidad.
Estas últimas disquisiciones, a propósito, entroncan con el neorruralismo y los
conflictos de identidad contemporáneos: el viaje (real o simbólico) de la
ciudad al campo en busca de sentido, la condición de generación sin destino
prefijado por la falta de oportunidades, la pérdida de rumbo individual y
colectivo. Tiene, hay que decirlo, fragmentos muy buenos, que muestran a la
perfección esa incertidumbre de la juventud actual ante el futuro (disfrazada,
eso sí, de aires de cuento mágico: no vamos a encontrar un retrato
costumbrista, sino que más bien obliga a leer entre líneas).
Valerie Fritsch |
Pese
a todo, ya lo he dicho: esa voz maravillosamente poética acaba resultando un
lastre. Un lastre importante. Frases encadenadas, búsqueda constante de
preciosismo, acumulación, excesos, reiteraciones. Afectación. Ese tono se
sostiene una página, un capítulo, pero no una novela entera. No solo se pierde
la tensión narrativa que anima a seguir leyendo, sino que tanto primor en cada
imagen particular termina por crear una sensación de dispersión en el conjunto.
Dicho de otra manera: es como estar dando vueltas en un círculo de imágenes e
ideas que se repiten; no hay una línea de progresión (que no tiene por qué
consistir en una «trama» con mucha acción, sino, tan solo, en un texto más
preciso en el que la emoción vaya in
crescendo y no se pierda en los rodeos). En general, Jardín de Invierno está concebido como un libro demasiado «etéreo»;
le falta vida, y sin duda habría funcionado mejor como un relato breve.
Hola. Me la llevo apuntada. Me encantan las obras de estilo poético, son las que más me emocionan y Baricco es uno de mis favoritos. Gracias por la info. Besos!
ResponderEliminar¡Espero que lo disfrutes!
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