Edición:
Impedimenta, 2010 (trad. Ana Bustelo)
Páginas:
192
ISBN:
9788493760144
Precio:
18,40 €
«Dicen
por ahí que está usted a punto de abrir una librería. Eso significa que no le
importa enfrentarse a cosas inverosímiles» (p. 20). Este comentario, entre jocoso
y desconcertante, se dirige a Florence Green, una mujer viuda de mediana edad
que decide reinventarse y montar una
librería. Corre el año 1959, y el lugar elegido no es otro que el pequeño
pueblo de Suffolk donde reside, un rincón perdido de la costa inglesa que a
ratos parece apartado del mundo. La protagonista tiene un proyecto cultural y
cívico, alejado de los circuitos predominantes en la ciudad, pero no todos los
vecinos lo entenderán así. Esta historia, por retorcida que pueda parecer, está
inspirada en las vivencias de la propia Penelope Fitzgerald (Lincoln, 1916 –
Londres, 2000), que trabajó como librera en la zona y con La librería (1978), su segunda novela, consiguió ser finalista del
Premio Booker. Recientemente, Isabel Coixet ha dirigido su adaptación al cine,
cuyo estreno está previsto para noviembre de este año.
Florence
pronto incorpora a una ayudante, Christine, nada menos que una niña de diez
años («A los diez años y medio tenía la certeza, quizá por última vez en su
vida, de cómo había que hacer las cosas exactamente», p. 93). Penelope
Fitzgerald plantea de este modo una relación intergeneracional un tanto
extravagante entre dos personas que se sienten incomprendidas por su entorno:
por una parte, la pequeña es una mujercita demasiado madura para su edad,
aunque al mismo tiempo todavía no está corrompida por los pesares de la vida,
todavía conserva la ingenuidad, la ternura; en cuanto a Florence, es
significativa la apuesta por una protagonista que ya no es joven ni tiene a su
compañero pero no por ello ha renunciado a sus sueños («Abrir la tienda
producía en Florence, cada mañana, la misma sensación cargada de promesas y
oportunidades futuras», p. 101). El punto de partida de la novela, la decisión
de montar una librería en un momento en el que los demás pensarían que ella ya
está de vuelta de todo, resulta inspirador por cuanto reivindica la independencia de una mujer en una etapa
vital poco representada en literatura. Los personajes, a los que hay que añadir
algunos vecinos, son sin duda de lo mejor del libro: todos tienen una vertiente
tragicómica.
El
primer conflicto para Florence llega con la decisión de vender Lolita, de Vladimir Nabokov, que se
había publicado en 1955 («No lo entenderán, pero será mejor así. Entender las
cosas hace que la mente se vuelva perezosa», p. 120). Naturalmente, el
escándalo no se hace esperar. Aunque a menudo se hable de La librería como de un bookish book (en parte, lo es), la autora, más que buscar una celebración inocua de
los libros y la lectura, plantea una crítica
social acerca de cómo el grupo hegemónico (representado por los miembros
conservadores de la comunidad, un pueblo cerrado, poco receptivo a los cambios) puede aniquilar las iniciativas que van a
contracorriente (abrir una librería como un acto de rebelión, por su falta de
ambición económica, por su interés en divulgar obras controvertidas, por su
simple condición de rara avis). No, La librería no es la historia simpática
y amable que puede parecer de entrada, por mucho que derroche simpatía y
amabilidad en su tono.
Penelope Fitzgerald |
La librería
se puede definir como una comedia de
costumbres agridulce. Con su humor inglés característico, sus personajes un
tanto excéntricos, el estilo ingenioso y delicado de Penelope Fitzgerald; pero,
no obstante, con un halo de nostalgia que nos advierte que no se dirige hacia
el consabido final feliz. Aun con sus aciertos, después de haber leído otros
libros de la autora —en concreto, El inicio de la primavera (1988) y La flor azul (1995), ambos deslumbrantes—, se me hace difícil calificar esta
novela de excelente. El talento de la autora se deja entrever en los diálogos y
las observaciones mordaces, pero ni el alcance de la obra ni su desarrollo
están a la altura de sus títulos posteriores. Tiene menos ambición, está
concebida como una propuesta mucho más sencilla, y queda la sensación de que se
le podría haber sacado más partido. De todas formas, siempre es un placer leer
a una escritora de la talla de Penelope Fitzgerald.
Imágenes de la película basada en el libro, The
Bookshop (2017).
A mí me resultó una lectura muy agradable, me gustó especialmente la tenacidad de la protagonista a la hora de ir contracorriente. Por ponerle una pega, no entendí muy bien dónde encajaba la pequeña historia sobrenatural que cuenta.
ResponderEliminarYa, se me olvidó comentarlo. Tiene cosas interesantes y es muy agradable de leer, pero se le podría haber sacado más partido en general.
EliminarMe suena haber leído una reseña poco entusiasta de esta novela, pero confieso que a mi me llama bastante la atención. Tomo nota del título. Un saludo!
ResponderEliminarNo me parece un gran libro, pero Penelope Fitzgerald escribe de lujo y aquí hay pinceladas de su talento. No pierdes nada por probar :).
EliminarMe gusta mucho esta editorial y los temas que toca me llaman la atención: en este caso una librería, un buen lugar seguro. No conozco a la autora, quizás sea mejor empezar por este para ir luego mejorando. Gracias. Saludos.
ResponderEliminarSí, puede ser una buena forma de tomar contacto con su obra. Y luego continúa con "El inicio de la primavera", que es una maravilla.
EliminarAcabo de terminarla. La tenía pendiente desde hace meses y la verdad es que me ha gustado bastante. Es una historia atemporal, reflejo de una parte de la sociedad de ahora y de siempre.
ResponderEliminarSí, ¡hay cosas que no cambian!
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