06 abril 2016

Tú no eres como otras madres - Angelika Schrobsdorff



Edición: Errata naturae y Periférica, 2016 (trad. Richard Gross)
Páginas: 592
ISBN: 9788416544134
Precio: 24,50 €

He aquí un libro de altura. Un libro que enriquece nuestra perspectiva sobre la primera mitad del siglo XX en Alemania, un libro que narra una historia apasionante sobre una mujer no menos apasionante, un libro que plantea pertinentes reflexiones sobre la elección de una existencia libre, sobre el amor, la maternidad, la amistad, la pérdida y la solidaridad. Angelika Schrobsdorff (Friburgo, 1927), autora de una docena de títulos, reconstruye en Tú no eres como otras madres (1992), su obra maestra, la vida de su progenitora, Else Kirschner (Berlín, 1893 – Gauting, 1949), una mujer criada en una familia judía burguesa que no se conformó con los planes que sus padres tenían para ella y desde muy joven hizo gala de una personalidad indomable, que la llevaría a disfrutar con intensidad del Berlín de los años veinte, a tener tres hijos de tres hombres diferentes y a comenzar de cero cuando la amenaza del Holocausto la condujo al exilio. Este libro, que se lee como una novela, es a la vez una crónica sobre Else y unas memorias colectivas sobre una época y un lugar determinados. La autora lo escribió cuatro décadas después de la muerte de su madre, cuando ella misma era una mujer madura y contaba con la serenidad de la distancia, que le permite hilvanar un texto que rebosa veracidad. Además de sus recuerdos, emplea fragmentos de la correspondencia de la propia Else, que reflejan la vitalidad de esta. La obra fue un best-seller en Alemania, y ahora se traduce por primera vez al castellano como el lanzamiento estrella de la temporada de dos pequeñas (y selectas) editoriales que se han unido para la ocasión.
Una mujer distinta en un mundo distinto

Me he interrogado una y otra vez sobre el secreto de su fascinación, se lo he preguntado a personas que tuvieron amistad con ella. Pero nadie, ni yo misma, ha sabido dar en el blanco. Es cierto que tenía una cara bonita, que era inteligente, ingeniosa, desbordante en su amor, su vitalidad y su generosidad. Ignoraba las convenciones, los cálculos, las pretensiones. Pero no era sólo eso. Tenía un carisma que no se explica con dotes físicas, humanas o intelectuales. Cuando trato de describirla para mí o para otros, vuelvo una y otra vez sobre la palabra «autenticidad». Else era —en un mundo de autoengaño, de disimulo y de hipocresía— tan auténtica y elemental como sólo puede serlo una criatura de la naturaleza. (P. 21-22)

La primera parte se titula «Lo completamente distinto». Else podría haber sido una muchacha judía alemana más, tranquila y fiel a las tradiciones, pero desde su infancia mostró una atracción por todo aquello que se alejaba de su entorno. Para empezar, la religión cristiana, con unas celebraciones navideñas que la entusiasmaban de pequeña. Esa experiencia quedará en anecdótica al alcanzar la juventud, con otros quebraderos de cabeza para sus padres: «Desde la más temprana edad se la instruye y moldea para un matrimonio bien acomodado en el que no deberá ni podrá ser otra cosa que hembra y madre» (p. 15). Mientras le buscan un buen partido, Else se enamora de un dramaturgo, cristiano para más inri, por el que abandonará la casa familiar. «Sus rizos cortos y tupidos eran indomables. No eran lo único que no se podía domar en ella» (p. 11), reflexiona Schrobsdorff. En efecto, a partir de este cruce de caminos con el primer hombre que ha de marcar su existencia, Else se adentra en el ambiente bohemio de Berlín. Los locos años veinte han comenzado.

—No puedes imaginarte cuánto nos divertíamos —dice Ilse. Me lo puedo imaginar perfectamente, ¿y por qué no deberían haberse divertido? Eran jóvenes, exaltados, confiados, egocéntricos, enamorados de la vida, enamorados del amor. Habían vivido la abdicación del káiser, los avatares y dolores de parto de la República de Weimar, la inflación, el paro masivo, el crac económico. No ganaban para sustos, y no obstante el grano que les salía justo el día de la primera cita con un hombre codiciado les era más importante que un acto de terror de las SA, por ejemplo. (P. 215)

Schrobsdorff traza un espléndido retrato de aquella década a partir de la figura de Else: las fiestas, los placeres, el desorden, el arte. Los romances se suceden; los embarazos, también. Else llega a compartir hogar con sus hijos, su segunda pareja, su ex y la nueva compañera de este. Una vida fuera de lo común, pero que se sostiene por el compromiso de todos los implicados. Else aprendió mejor que nadie que no hace falta seguir unas pautas concretas para encontrar el bienestar personal, que se puede ser feliz, o al menos algo parecido, actuando por instinto, sin acomodarse a lo que la sociedad esperaba de ella. Fue valiente, sí, y su posición le permitió serlo. Mientras devenía una mujer pionera en el disfrute de su independencia, se alejaba del modelo tradicional de esposa y madre («Sólo había conocido la lucha y la victoria en el terreno del amor, del placer y de la diversión, no en el de la vida cotidiana. No estaba preparada, no estaba armada para esa vida», p. 162), y para ello fueron fundamentales los lazos de amor y amistad. Con todo, no estuvo exenta de decepciones: vivir con intensidad también tiene su contrapartida, y muy pronto tuvo que conocer la pérdida y el desamor («Eras un hombre —escribió entonces con sabio presentimiento— a quien querer… un cristiano, un artista, pero no un marido», p. 63).
Y la guerra lo cambió todo
Si en la primera parte la autora muestra a una Else jovial, indómita y nada convencional en el Berlín de los años veinte, en la segunda mitad se produce un giro de ciento ochenta grados, marcado por la llegada de Hitler al poder. Paradójicamente, Else (y con ella sus hijos), que nunca ha venerado la fe judía, se ve amenazada por esta razón. Gracias al estatus de su última pareja, el padre de Angelika, había llevado una vida acomodada y sin preocupaciones, una vida que se verá forzada a abandonar para marcharse a Sofía, Bulgaria, con sus dos hijas. El hijo mayor, por su parte, vaga solo por Europa, otro motivo de preocupación para Else («El otro día leí en un libro: “El amor de madre siempre es un amor infeliz”. Yo también he tenido ocasión de comprobarlo…» p. 547). En Sofía, madre e hijas se acostumbran a una existencia modesta, en constante alerta por los bombardeos y las persecuciones, que llegará al límite cuando se tengan que refugiar en el campo («Por todas partes hay horror, toda la vida es un horror. Nuestra equivocación consiste en que cuando somos jóvenes pensamos que la vida es bella», p. 557). La capacidad de adaptación define a Else: a pesar de todo lo que le ocurre, se mantiene fuerte.

¿Por qué escapé yo —de la forma que fuese—? Yo, que fui tan mala hija y madre. ¿Alguna vez he hecho algo que haya tenido un sentido y valor profundos? ¿No ha sido mi vida más que una cadena de locura, superficialidad, egoísmo, ansia de placer, delirio erótico? ¿Tú también ves con tanta claridad todos tus errores y te siguen torturando como a mí? Yo sólo veo mis errores y nada, absolutamente nada, en lo que pudiera sostenerme, de lo que pudiera decir que estuvo bien y fue decente. No obstante, a veces ni siquiera me arrepiento. Fue, a pesar de todo, bello. (de una carta de Else, pp. 557-558).

El libro narra el auge y la caída de Else: su plenitud y su decrepitud, su consecución de una vida libre y la anulación de su carácter arrollador como consecuencia de la pérdida (de sus seres queridos, de su hogar, de todo lo que dejó atrás). Y, aun así, es consciente de que tuvo suerte, a diferencia de muchos de sus coetáneos («Basta ya, hay personas que han sufrido mucho más que yo. Y, sin embargo, la vida ha sido bella», p. 567). Esta caída de Else se puede leer a su vez como la caída de la Alemania intelectual y esplendorosa de entreguerras, la Alemania que quedará manchada por el nazismo y tardará años en recomponerse. Uno de los aspectos más inquietantes del ascenso al poder de Hitler, de hecho, es que se produjo en un momento y un lugar civilizado y cultivado. Tú no eres como otras madres plasma el antes y el después de una sociedad que no volverá: el oasis de los años veinte y el horror de la Segunda Guerra Mundial («Nunca comprenderás lo que puede hacer una guerra perdida», p. 585).
Aunque el libro se centra en Else, para la autora resulta inevitable hablar asimismo de los allegados de la protagonista, sobre todo de sus hermanos y ella misma, los hijos de Else: los tres tienen una juventud mucho más dura que la de su madre, una paradoja que no resulta fácil de asimilar. Ya no hay confianza en el progreso, el nazismo ha destruido la esperanza de un futuro mejor. El mayor, Peter, vaga por Europa; es rebelde como lo fue su madre, pero en un tiempo menos favorable para las almas libres. La segunda, Bettina, es la más calmada, la que en apariencia sobrelleva mejor la situación, pero la contienda será feroz con ella. Angelika, la pequeña, creció como una niña mimada y caprichosa —son reseñables las escenas en casa de los abuelos paternos, que celebraban la Navidad con ostentación y repartían sacos llenos de regalos para todos— y se convierte en adulta en Bulgaria. Su vida es la de alguien que en su infancia ha tenido todos los lujos posibles y de pronto los pierde, sin tener aún madurez para aceptarlo. Aun así, su estancia en el campo le enseñará nuevos valores, como explica en el siguiente fragmento:

Para mí, Bujovo fue una revelación. Nunca antes y nunca después he estado más cerca de la vida que allí, me he sentido tan libre, tan segura, tan física y anímicamente sana, tan despreocupadamente feliz. Bujovo me enseñó lo que es la vida en su forma primigenia, lo que pueden ser las personas que viven desde el corazón. Nunca antes y nunca después he conocido una generosidad tan desinteresada como la de esos campesinos sin recursos, nunca una actitud tan noble frente a personas extrañas de las que sólo sabían que pasaban necesidad, nunca una empatía tan profunda y genuina. (P. 470)

El legado de una madre singular
Angelika Schrobsdorff
Schrobsdorff narra la vida de su madre con un estilo lúcido y reflexivo, que ahonda en el sufrimiento pero también en la fuerza arrolladora de ser uno mismo, sin miedos. Las páginas están llenas de oportunas observaciones sobre los acontecimientos, fruto de la meditación acerca de Else y acerca de la autora para con su propia vida. Else, en efecto, no es como otras madres, pero no porque se despreocupe de sus hijos o carezca de afecto por ellos, sino porque eligió un rumbo independiente y menos conservador que el de sus antepasados («Ser libre y autónomo son cosas que a una no la decepcionan nunca. Ojalá lo hubiera sabido antes y no hubiese estado siempre tan consentida.», p. 575). En el fondo, lo que la autora aprende de su madre es eso: la valentía, la confianza en uno mismo, la elección de una existencia sin ataduras involuntarias («Siempre que he seguido los consejos ajenos en vez de mi propia intuición e instinto me he equivocado», p. 347). Else se adelantó a su tiempo, y dejó un testimonio inspirador para las siguientes generaciones. Un libro memorable sobre una mujer memorable.
Fotografías de Berlín en los años veinte y treinta (fuente).

20 comentarios :

  1. Dices: "Uno de los aspectos más inquietantes del ascenso al poder de Hitler, de hecho, es que se produjo en un momento y un lugar civilizado y cultivado". Pero no olvidemos que era también el momento de una tremenda crisis económica y de la humillación que supusieron para Alemania las condiciones del Tratado de Versalles. Es una constatación muy triste pero las condiciones de vida siempre serán más importantes para la mayoría que todo lo demás...
    saludos

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    1. Sí, tienes razón, las condiciones de la República de Weimar siempre fueron frágiles. En el libro se muestra muy bien la evolución de esos años, cómo se fue complicando todo.

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  2. Muy pero muy interesante este libro. Otro que me llevo bien anotado.
    Besotes!!!

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    1. Para mí ya es uno de los libros del año. No te lo pierdas.

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  3. Había estado esperando encontrar un momento tranquilo para leer esta reseña y ha merecido la pena. El análisis que has hecho me ha parecido apasionante, así que no sabes con que ganas me dejas de leer la novela. Aquí en Alemania lo van a reeditar a final de año, así que esperaré a ver, porque ahora mismo solo está disponible en bolsillo y tiene una letra bastante pequeña.
    Gracias por el descubrimiento Rusta:)

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    1. Me parece una apuesta segura. Una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo: por la protagonista, por las reflexiones planteadas, por el pedazo de historia que retrata, por la "verdad" que rebosa en cada página... Un gran libro.

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  4. Lo estoy leyendo, voy ya por la mitad, coincido totalmente contigo. Además, disfruto su lectura por la forma de narrarlo.

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    1. Es que está muy bien escrito. Tengo curiosidad por el resto de su obra, a ver si se animan a traducirla.

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  5. Apasionante y doloroso. Un bello recorrido por la vida de una mujer libre, por la Alemania prebélica, etc. Interesante y necesario.

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    1. Totalmente. Es un libro "necesario" por tantos motivos...

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  6. Excelente,novedoso punto de vista,la incidencia del nazismo
    En la vida cotidiana de una familia rica sin ideologia,no se a quien dar las gracias,sin duda a la autora,de la que no sabia nada.

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    1. Me alegra que lo hayas disfrutado. La autora fue muy generosa al contar la historia de su madre con tanta honradez.

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  7. Apasionante lectura, una mujer que vivió el aquí y ahora, sería lo que llámanos conciencia plena. El libro es todo emoción.

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  8. Voy casi por la página trescientos y se me está atravesando. De verdad que necesitaba leer esta reseña o algo así para animarme porque me están entrando ganas de tirarlo por el balcón. Else me parece frívola, Angelika mimada, un mundo de burgueses privilegiados ajenos a su propia realidad. Aunque reconozco que está muy bien escrito, se me atraviesa y no sé... gracias por la reseña

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  9. A mi tb, llevo 100 páginas y buscando ánimo para seguir...y eso q lo cogí con ganas. Lo seguiré intentando.

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    1. A mi me pasa igual. De hecho estaba buscando críticas y ya pensaba q soy la única a la que le está costando. Voy por la 160 y a ratos me atrapa y otros me da una pereza infinita. Está bien escrito pero no se pq no me atrae. Quizás es q no es mi momento

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    2. Pues tengo q rectificar lo escrito anteriormente. Ya lo terminé y vale la pena acabarlo. Creo q al principio me costó pero pq yo andaba dispersa.
      Me ha sorprendido como vivian todo lo q sucedia a su alrededor y q parecia q no querian darse cuenta de lo grave q iba a ser todo. Aunque el libro me ha gustado no me gusta como actuó Else, si, vivió como si estuviera en otra época pero no me gusta como es con sus hijos. No entiendo q se vaya d viaje y los deje durante bastante tiempo. Será conservador mi comentario pero así lo siento.
      Lo q está claro es q fué una mujer distinta y atrevida

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    3. A mí como a vosotras se me ha atragantado en varios momentos uno ha tomado vuelo casi casi nunca, aunque sí en algún breve momento. Todo lo que sucede es normal y verosimil, incluso el comportamiento de Else que como mujer burguesa que era dejaba a sus hijos por un tiempo al cuidado de otros (abuelos, parejas, servicio...) igual igual que hoy hacen quienes se lo pueden permitir.
      Le doy más valor a su escritura: la narración en 1a y 3a personas debidamente distribuidas, la inclusión de cartas como manera de incluir otro yo en el relato, y... poco más.
      Un abrazo

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  10. Una vez terminado, me ha parecido una novela excelente. Pero tengo que reconocer, como otros lectores, que la primera parte me ha costado mucho trabajo, he juzgado a Else y su grupo con mucha dureza, no me cabe en la cabeza, esa juventud que vive en su burbuja y sólo se preocupa por divertirse, cambiar de amantes y asistir a fiestas. No asimilo algunas actitudes de Else que la colocan ante su familia con una total y absoluta falta de responsabilidad (ojo, no falta de cariño, porque es verdad de era una mujer muy amorosa) y en determinado momento creo que su independencia es bastante ficticia, pues no deja de depender económicamente de sus hombres durante toda su vida (no la hemos visto trabajar ni una vez).
    Pero claro, luego llega la segunda parte y la Else de la madurez recoge todos los frutos sembrados. Sufre con una hija arisca en huída constante de los problemas, sufre la culpa por la pérdida de aquellos a los que piensa que no dedicó suficiente atención y sufre por la dependencia económica en la que la deja la madurez. Pobre Else.
    Aquí es donde el personaje se hace inolvidable.
    Además me gustaría reseñar la extraordinaria franqueza y generosidad con que la autora narra sus errores personales, que no vacile en reconocer su rechazo a su madre, que nos muestre a una Else con sus luces y sus sombras, creo que eso solo lo da la madurez.

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