Edición:
Maresia, 2015 (trad. Mercedes Vaquero Granados)
Páginas:
252
ISBN:
9788494450105
Precio:
18,50 €
El planteamiento: un hombre y una mujer
se enamoran.
El conflicto: ella está casada.
El
desenlace: depende del optimismo del autor.
Esta
es una historia que se ha contado muchas veces. Flaubert, Tolstói…, pero
también las telenovelas. Del pulso del autor depende que se convierta en
literatura o en un vulgar melodrama. No importa que el tema esté gastado: un
narrador hábil puede (debe) crearlo desde cero, vestirlo con estilo para hacer
de él un libro nuevo, fascinante, único. Darle una personalidad propia; tal vez
ahí reside el interés de revisitar un tópico. El escritor y guionista brasileño
Marçal Aquino (Amparo, Sâo Paulo, 1958), que cuenta con una larga trayectoria a
sus espaldas y permanecía inédito hasta ahora en castellano, consigue que las
páginas de Yo recibiría las peores
noticias de tus lindos labios (2005) destilen el olor de las calles de
Pará, una zona de Brasil donde se respira corrupción, violencia, drogas,
prostitución y crueles venganzas. El amor, por supuesto, también está teñido de
embrutecimiento y pasión, de oscuros secretos y descontrol. «Soy un hombre sin miedo, lo que es muy raro aquí, en
este lugar» (p. 25), dice el protagonista. No es un mal comienzo.
Él
se llama Cauby: un forastero de unos cuarenta años que narra esta historia en
primera persona desde una pensión, cuando todo lo ocurrido ya ha pasado. Bueno,
todo, todo, quizá no: en ocasiones sueña que lo matan, que lo matan por lo que
hizo con ella. Es un hombre culto, que se gana la vida como fotógrafo. Independiente,
listo, eficiente. Por lo demás, un tipo anodino para quien la entrada en escena
de la mujer supuso un verdadero arrebato. Ella se llama Lavinia, tiene
veinticuatro años y está infelizmente casada, cómo no, con un pastor evangélico
mucho mayor que ella. Encarna el
arquetipo de una fantasía masculina heterosexual: por un lado, es una femme fatale, una mujer atractiva,
sensual, con un punto inestable, peligrosa;
por el otro, tuvo una infancia difícil, conoce la miseria, se casó con el único
hombre que se ha preocupado por ella y, en fin, cuando aparta su faceta seductora
inspira una fragilidad que despierta el instinto de protección en Cauby. Lavinia
permite que él se sienta realizado en la doble vertiente de amante y protector.
Le atraen su misterio y su ardor, pero sin extremos; su pasado la «redime».
El
amor entre Cauby y Lavinia «ya comenzó enfermo» (p. 54). Tienen una relación
pasional, intensa, obsesiva, sexual. El amor que surge y de pronto nubla a los
amantes. Sin medias tintas: o todo o nada. El morbo de lo «prohibido». Un
tratamiento tópico del amor, sí, pero bien contado. Aquino tiene estilo:
una voz potente, directa, ágil y lasciva,
con ritmo cinematográfico y un excelente manejo del diálogo. Cauby se
expresa con gran desenvoltura, como si estuviera hablando con el lector. Rememora
su historia como quien deshace una madeja, paso a paso, en orden: reconstruye su
relación con Lavinia desde el principio, con breves interrupciones sobre su
presente en la pensión y diversas reflexiones sobre la naturaleza del
sentimiento amoroso. En la segunda parte rompe la narración para volver atrás y
contar el pasado de Lavinia antes de conocerse. En general, la insinuación de
que hay un peligro que lo acecha, junto con la brutalidad que lo rodea
(la turbulencia de la ciudad se plantea como motivo de fondo), acrecienta la
tensión narrativa, la atmósfera sombría. Destacan asimismo las referencias a
cuestiones «irracionales»: la astrología, las premoniciones, los sueños. Este retrato
de Brasil revela una sociedad consciente de que hay cosas que escapan al
control del ser humano (como el amor); un sistema de creencias impregnado de
cultura popular.
Marçal Aquino |
De
forma paralela a su relato sobre la relación con Lavinia, Cauby reproduce la
historia de (des)amor que otro huésped comparte en la pensión. La mujer, en
este caso, también estaba comprometida, pero, a diferencia del romance entre el
fotógrafo y Lavinia —un romance consumado de inmediato—, esta relación adoptó
una dimensión más platónica. El hombre, el enamorado, se resignó a no intervenir,
a ser solo su amigo, a conocerla sin tocarla. Aquino plantea de este modo dos
historias amorosas con un desarrollo diferente, casi polos opuestos, que sin
embargo tienen puntos en común y parecen estar igualmente abocadas al fracaso,
como si el amor estuviera ligado por defecto a la insatisfacción. Aun así, no
todo es negro. O, mejor dicho, todo sí es negro
—negro como las amenazas, la podredumbre, el embrutecimiento colectivo de la
ciudad—, pero en medio de las tinieblas hay un espacio para la esperanza. Una
esperanza sin azúcar (no es para menos, dadas las circunstancias), pero un consuelo
al fin y al cabo.
Imágenes
de la película homónima basada en el libro, que se estrenó en 2011.
No conocía esta novela. Pero en esta ocasión su temática no me llama mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
La publica una editorial pequeñita, recién nacida, que traduce narrativa brasileña contemporánea. Me parece muy interesante que alguien se lance a difundir una literatura tan poco conocida por estos lares. A ver si otros títulos suyos te llaman más la atención :).
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