Edición:
Turner, 2015 (trad. Marta Rebón)
Páginas:
246
ISBN: 9788416354337
Precio: 19,90
€ (e-book: 12,99 €)
—Dime, Majmud. ¿Qué cosa, en el mundo, es pequeña y grande a la vez?—No lo sé, padre —le respondía yo.—Daguestán, hijo —me explicaba—. Piénsalo: es pequeño, pero cuántas etnias encierra, cuántas costumbres, lenguas y artes diversas, además de bestias y plantas de todo tipo. En nuestro minúsculo Daguestán encuentras dunas arenosas, y vegetación tropical, glaciares eternos y manantiales de agua mineral, llanuras áridas y prados alpinos de hierba fresca, mares profundos y cañones tan hondos que no se alcanza el fondo ni siquiera tras media hora de caída. Y también nosotros los daguestaníes somos muy diferentes, y muy parecidos: por la honradez, la hospitalidad y el afán de justicia. ¡Recuerda siempre que eres daguestaní, hijo, y no cambies ese honor ni por todo el oro del mundo!*
El
mérito de algunos libros reside en su destreza para introducir al lector en un
contexto sociocultural que le resulta lejano o desconocido —«lejano» se traduce
casi siempre como «no occidental»—, de tal modo que muestra otra forma de estar
en el mundo a la vez que narra una historia más o menos emocionante. Aunque la
narrativa procedente de Estados Unidos y Reino Unido sigue dominando el
mercado, en los últimos años la literatura de tintes multiculturales ha
experimentado un auge, en parte por la necesidad de dar voz a esa periferia
silenciada durante siglos, en parte porque la realidad del siglo XXI no se
entiende sin prestar atención a fenómenos como la inmigración, la discriminación o los conflictos étnicos, y nadie
mejor que sus protagonistas para escribir sobre ello. La nigeriana Chimamanda
Ngozi Adichie (1977), con obras como Americanah
(2013), es un exponente de esta nueva ola multicultural. La rusa Alisa Ganíeva
(1985), que trabaja como crítica literaria y se dio a conocer en 2009 con el
relato Salaam, Dalgat!, premiado con
el Debut Prize, también parece seguir esta senda con La montaña festiva (2014), su primera novela, que ha sido traducida
a numerosas lenguas.
Esta
novela no se sitúa en las grandes ciudades rusas, sino en Daguestán —que
significa «tierra de montañas»—, una república del Cáucaso que hace frontera
con Georgia y Azerbaiyán. En Daguestán conviven decenas de etnias (ávaros,
azeríes, lezguinos…), con diferentes grados de influencia en la sociedad. Desde
la desintegración de la Unión Soviética, atraviesa tensiones por la insurgencia de grupos islamistas, los
choques entre etnias y algunos brotes de separatismo. Un escenario, en efecto,
bien distinto del que un lector urbanita occidental acostumbra a encontrar.
Ganíeva, en la actualidad afincada en Moscú, procede de una familia ávara y se
crió en Daguestán, por lo que conoce de primera mano esta cultura y, además,
cuenta con la perspectiva de quien puede analizar su lugar de origen desde la
distancia. La montaña festiva parte
de una premisa distópica: la
construcción de un muro para aislar el Cáucaso del resto del país, evocando
el Muro de Berlín. El elemento imaginario le sirve para llevar al límite una
situación no tan irreal, es decir, el clima convulso.
Para
dar vida a esta sociedad multiétnica, Ganíeva plantea una novela coral, narrada
en tercera persona, que abarca personajes de orígenes diversos y está salpicada
de términos en árabe. El hilo conductor sigue las andanzas de Shamil, un joven
reportero que sale de fiesta, va al gimnasio y se divierte con sus amigos, como
cualquier chico de su edad. Es testigo de los disturbios, la violencia, los
rumores sobre la construcción del muro; pero, para sorpresa de algunos de sus
allegados, se mantiene impasible ante la debacle que se cierne sobre Daguestán.
Su prometida, en cambio, empieza a llevar hiyab
y se acerca peligrosamente a los extremistas. Completan el elenco Asia, una chica
solitaria y ávida lectora, hija de padres de etnias y clases diferentes que en
su momento escandalizaron a sus respectivas familias por su relación; y Majmud,
un profesor maduro, idealista y sencillo, que aún sueña con convertirse en
escritor y pergeñar una obra maestra. La autora va desplazando el centro de la
trama de uno a otro para obtener una mirada poliédrica sobre la sociedad
daguestaní.
El
libro aúna, por lo tanto, muchas
pequeñas historias que juntas conforman un logrado retrato social. Por un
lado, la historia de iniciación a la vida adulta de Shamil, Asia y sus amigos, que
condensa acontecimientos cotidianos e incluso frívolos (salidas nocturnas, bodas,
gimnasio) con la agitación in crescendo
del ambiente, que pone en peligro sus planes. Shamil encarna a las personas que observan
los sucesos con consternación, sin dudar de sus principios ni participar del
fanatismo; hombres y mujeres que tratan de mantener sus rutinas como si nada aunque
son conscientes de que algo está ocurriendo. Ganíeva muestra cómo el terror no
surge como un fenómeno aislado, sino que se integra en la sociedad y es el
fruto de los conflictos entre etnias y clases que se arrastran desde hace
décadas porque el gobierno no los ha sabido gestionar. Madina, la prometida de
Shamil, representa, por su parte, a los jóvenes que (y esta historia no suena
tan lejana) caen en la trampa de la radicalización, hacen una
interpretación interesada del islam y defienden sus actos extremos como una
búsqueda de la supuesta «pureza».
El
personaje de Majmud, el escritor frustrado, añade una dimensión interesante al
libro: es un hombre experimentado, que pasó la mayor parte de su vida bajo el
comunismo y tiene la capacidad de enlazar el pasado con el presente. Su
caracterización bebe de esa larga estela de personajes absorbidos por la fiebre
literaria, soñadores y cándidos, que ignoran lo material —su esposa le reprocha
su falta de ambición, comparándolo con los colegas que no han dudado en
aprovechar sus contactos para su beneficio propio—. La autora, además,
introduce más registros a través de él, ya que se reproducen fragmentos de
poemas, diarios y de una novela. Tiene un pretendido tono
épico, condensa su historia personal con la
historia de Daguestán. Con todo, a Ganíeva le falta relacionar más a Majmud con
el resto del elenco —aunque se comprende su relevancia, queda un poco
«descolgado» de la trama de Shamil— y, en general, relacionarlos más a todos
entre ellos, hacer que interactúen sin necesidad de desplazar el personaje
central en cada capítulo o fragmento, darles más cohesión.
Alisa Ganíeva |
En
cualquier caso, La montaña festiva es
una primera novela muy lograda; y Ganíeva, una escritora con voz propia que
maneja con soltura muchos registros y plantea en poco espacio una compleja
historia sobre una sociedad abocada al desastre, en la que la prensa guarda
silencio mientras las calles estallan. Es un libro exigente (por el lugar, la
cultura, las etnias), del que a uno, inevitablemente, se le escapan
detalles por el desconocimiento de la sociedad daguestaní. Aun así, esta
dificultad no tiene que desanimar a nadie. Al contrario: el reto de leer una
obra que escapa a nuestra zona de confort debería ser un motivo más para
acrecentar el interés por ella.
*Cita
de la pág. 207.
De nuevo me descubres autora y libro. Y aunque sea una lectura exigente, parece que merece la pena. La tendré muy en cuenta.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es muy interesante. Muestra una perspectiva de Rusia que por aquí no conocemos mucho, y lo hace bien.
EliminarEsta me la apunto - porque en mi caso sí cae sin duda dentro de mi exótica zona de confort. La multiculturalidad es el mundo en que me muevo y me reconozco. A mí lo que me cuesta leer son novelas policiacas, aunque alguna cae también. Gracias, como siempre, por tus aportaciones novedosas, tu pluralidad y tu buen estilo.
ResponderEliminarGracias, Anabel. Intento ampliar horizontes para que la etiqueta de "narrativa anglosajona" no me descuadre el blog :). Poco a poco.
EliminarNo conocía ni libro ni autora y me ha parecido interesante lo que has contado, así que me lo llevo anotado.
ResponderEliminarEs cierto que la literatura multicultural esta en auge, lo cual celebro sin lugar a dudas:)
Ha pasado bastante desapercibida por aquí, aunque ha sido una primera novela muy celebrada en Rusia y se va a traducir a muchas lenguas. Creo que la editorial invitó a la autora a España, pero aun así no le han hecho mucho caso. Es una lástima. Sigue costando que lo que se sale de lo "mainstream" cale.
Eliminar