Edición:
Errata naturae, 2017 (trad. Marta Rebón)
Páginas:
200
ISBN:
9788416544547
Precio:
17,50 €
En
2014, Errata naturae recuperó Sofia Petrovna. Una ciudadana ejemplar,
una novela de la escritora Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907
– Moscú, 1996), inédita hasta la fecha en castellano, que narra
con una simplicidad exquisita la vivencia de una mujer trabajadora que
ha perdido a su marido por las purgas estalinistas de los años
treinta. Además de por sus méritos literarios, dicha obra destaca
por su valor testimonial, ya que la escribió en plena Gran Purga, a
escondidas, en un cuaderno (y plasma, por lo tanto, el desconcierto, el miedo ante lo
que todavía se desconocía), y se inspira en su propia experiencia,
pues su marido, el físico teórico Matvéi Bronstein, fue arrestado
y ejecutado. Más adelante,
Chukóvskaia, mujer de letras con muchas facetas (narrativa, poesía,
ensayo, crítica) y participante activa en el círculo literario (uno
de sus libros más importantes reúne conversaciones con Anna
Ajmátova, gran amiga suya), perdió el derecho a publicar en la
Unión Soviética por su apoyo a los autores disidentes.
Lidia Chukóvskaia
vivió en unos tiempos convulsos, que dejaron una impronta en sus
novelas en forma de denuncia social. Inmersión.
Un sendero en la nieve
(1967; Errata naturae, 2017), pese a ser un título independiente a
Sofia Petrovna,
y de factura distinta, se puede leer como una especie de
continuación, situada, eso sí, más de diez años después. Si
el primero se centraba en las mujeres que se consumían haciendo
cola, a la espera de noticias sobre sus maridos e hijos deportados,
en Inmersión,
un texto escrito entre febrero y marzo de 1949,
encontramos a una escritora llamada Nina Serguéievna (alter
ego
de la autora, que esta vez no se camufla bajo la identidad de
empleada; ya no pretende representar a todas las mujeres sino
ahondar en su rol de literata), que ha asumido su viudez y relata
su vida en el contexto de un régimen en el que, en apariencia, las
aguas se han calmado un poco, pero bajo la superficie asoman la
censura y las amenazas. Además, no ha superado los trágicos
sucesos de 1938.
Hoy había comprendido en qué consistía mi culpa. Lo comprendí mientras soñaba. Estaba viva. He ahí mi culpa. Yo vivía, seguía viviendo, cuando a él lo habían arrojado al agua a bastonazos. Él había regresado un instante para reprochármelo. Y eso era lo que había soñado.
Nina,
la narradora, pasa una temporada en una residencia
de Finlandia para autores y otras personalidades culturales, gracias
a la Unión de Escritores. En Moscú ha dejado, por
estos meses, a su hija Katia. En el hotel se relaciona con el resto
de huéspedes, dan largos paseos por el campo, conversan… Y vuelve
a aparecer el dolor. En teoría, Nina está escribiendo
y trabajando en una traducción, pero pronto todos sus esfuerzos se concentran en hablar con Bilibin, un novelista que, como su esposo, fue
destinado a un campo de trabajo durante la Gran Purga. A ella, por
aquel entonces le dijeron que su marido había sido deportado sin
derecho a correspondencia, y tardó en descubrir que en realidad estaba
muerto. Ahora ve en Bilibin una oportunidad para conocer qué sucedió
con él, cómo eran las condiciones de los deportados. No es
una conversación fácil, porque Bilibin intenta olvidar. Sin
pretenderlo, lo delicado del asunto provoca un acercamiento entre
ellos, aunque también se revela una distancia insalvable.
Nina
se relaciona con otros personajes memorables, todos heridos por el pasado: la mujer inquieta porque ha dejado de tener
noticias de su hermana; el hombre que perdió a sus dos hijos,
quemados; la joven que vivió la Gran Purga siendo una niña pero aun
así quedó marcada, condenada a una existencia sin posibilidades. Lo
que llega de Moscú no resulta esperanzador, se producen nuevas
deportaciones, las revistas están bajo control. Nadie se halla a salvo,
todos arrastran una losa pesada. Inmersión
no está tan «novelado»
como Sofia Petrovna
(que tenía una clara finalidad didáctica: la de dar a conocer, en
un registro accesible, lo que estaba ocurriendo en la Unión
Soviética), se le notan más las resonancias autobiográficas y está
construido a modo de diario de la escritora durante su estancia en el
hotel. Más que en la «trama», su interés reside en
las observaciones de Nina y en los testimonios de quienes la rodean,
que poco a poco conforman una novela de múltiples capas (social,
política, psicológica).
En
el fondo, Inmersión
plantea un debate, sin duda enraizado en las preocupaciones más
habituales en un creador de la Unión Soviética: qué se puede
escribir, si es que se puede escribir, en esas circunstancias
políticas. Los autores afines al régimen se han amoldado a la falta
de libertad y se limitan a contar relatos banales. La «verdad»
de lo acontecido no se puede publicar por la censura (como le ocurrió
a Chukóvskaia con Sofia Petrovna,
que no vio la luz en su país hasta cincuenta años más tarde). Nina,
narradora intelectual, gran conocedora de la literatura rusa, analiza
la relación entre la producción literaria y la situación
sociopolítica de cada época. De la suya, detesta la tendencia a los
estereotipos y la falta de veracidad ocasionada por las
prohibiciones. Su punto de vista es una crítica desde dentro: ella
misma se ha beneficiado de un programa, pero aun así rechaza la opresión del sistema y le cuesta simpatizar con los
colegas que han aceptado las imposiciones sin protestar.
¿Para qué, pues, acometo esta inmersión?Quiero encontrar a mis hermanos, si no ahora, por lo menos sí en un futuro.Todo lo que vive necesita fraternidad, y yo también la busco. Escribo un libro para encontrar a mis hermanos, aunque sea en un porvenir desconocido.
Lidia Chukóvskaia |
El
título alude a sus sesiones de escritura, «inmersiones»: el acto de
concentrarse en la narración, que en su caso implica volver al
pasado, a las largas colas, a su marido muerto; incluso reproduce un relato con
el mismo universo que Sofia Petrovna.
Nina no olvida ni perdona; quiere hacer memoria, reconstruir los
hechos, denunciar los crímenes, recordar a las víctimas. Le
duele el pasado, pero no lo esquiva sino que lo mira de frente; una
actitud comprometida, que, tal como muestra en esta novela, no todos
comparten (si bien tiene empatía suficiente para tratar de entender
a los demás). Al igual que Sofia Petrovna,
está narrado con un estilo sencillo pero de hondo calado; comunicar
verdades complejas con simplicidad formal parece ser su lema. En
esta ocasión, contiene más referencias eruditas y sutilezas por la
condición de escritora de la protagonista. El libro, en general, va
de menos a más, crece página tras página hasta conmover; un retrato brillante de un ambiente bohemio castrado por
el miedo, el silencio y el instinto de supervivencia.
Citas
en cursiva de las páginas 28-29 y 53.
Tengo muchas ganas de leer este libro, lo tengo en mi biblioteca pendiente, así que me alegro mucho de leer tu reseña. Sofía Petrovna me pareció sencillo y conmovedor y la verdad es que es una época interesantísima y menos conocida (para mi). Me interesa mucho esta autora porque es una voz que habla desde dentro de la propia realidad que denuncia.
ResponderEliminarComparto plenamente tu opinión. Es una excelente noticia que se recuperen obras sobre este periodo, del que he yo tampoco he leído mucho, y Lidia Chukóvskaia me parece una voz lúcida y conmovedora a la vez. Un hallazgo, como el de Brigitte Reimann.
EliminarParece una lectura dura, e intensa, de las que necesitan tiempo y calma para leerla. Aunque ahora no podría meterme en un libro así, te agradezco que me la hayas dado a conocer. La tendré en cuenta para cuando llegue un momento más apropiado. Abrazos.
ResponderEliminarTampoco es tan, tan dura, o al menos yo no la veo así. De todas formas, entiendo que cada libro tiene su momento, y espero que encuentres el tuyo para esta autora. Te animo a empezar con "Sofia Petrovna", que además es muy fácil de leer.
EliminarMe encanta tu blog, es completo y encuentro siempre recomendaciones útiles e interesantes. Esta historia me ha recordado un poco a un libro que leí hace unos años. "Zoli" del autor Colum McCann. Seguro te gustará. Es un poco cruda pero hermosamente escrita. McCann utiliza una prosa perfecta para esta historia real.
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te guste mi blog. No he leído nada de McCann, tomo nota de la recomendación.
EliminarUn libro magnífico. Esperando la publicación en Errata de un nuevo libro suyo.
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