18 febrero 2018

El deshielo - Lize Spit

Edición: Seix Barral, 2017 (trad. Catalina Ginard y Marta Arguilé)
Páginas: 528
ISBN: 9788432232916
Precio: 19,90 € (e-book: 12,99 €)

Deshelar: hacer que algo deje de estar helado. En sentido literal y, también, metafórico. En El deshielo (2016), el debut literario de la belga Lize Spit (1988), se dan ambos. Se derrite un bloque de hielo y una mujer regresa a su tierra más de diez años después de sufrir una experiencia traumática; nunca afrontó el pasado, que permanece congelado. El hielo se derrite despacio, muy despacio. Tampoco la llegada al pueblo es fácil. No siempre apetece ir a una fiesta: Eva, así se llama la protagonista, recibe una invitación para el homenaje al hermano mayor de uno de sus amigos de la infancia, que, de no haber muerto en su juventud, cumpliría treinta años. Sin confirmar su asistencia, Eva se pone al volante, rumbo a sus orígenes, a esa pequeña localidad rural de la región flamenca de Bélgica. Allí vivió con sus padres y hermanos. Allí compartió juegos con Pim y Laurens. Allí conoció a la atrayente Elisa. Y allí perdió la inocencia.
Eva, Pim y Laurens fueron los únicos niños nacidos en aquella aldea en 1988; una coincidencia que los unió dentro y fuera de la escuela. Es, además, el mismo año en que nació la autora; recrea el universo de su infancia, la Bélgica rural del cambio de milenio, con el ordenador como adquisición estelar en el hogar de muchas familias. No obstante, no hace autoficción, no centra la trama en un yo, por mucho que esté narrada en primera persona. Lize Spit construye una novela armada con meticulosidad y con muchas capas, que se estructura en tres tiempos, todos narrados por la protagonista: uno se corresponde al regreso, en la actualidad, que dura una jornada fragmentada por horas, siguiendo el lento discurrir de Eva por los lugares de su niñez, con la intriga de si entrará al fin en el recinto de la celebración; los otros dos hilos se refieren al pasado: en uno narra el episodio doloroso, en el verano de 2002, en riguroso orden cronológico y tiempo presente, con la sensación de inmediatez que implica, y el tercero actúa como complemento de este, capítulos en apariencia dispersos, sobre anécdotas que a la postre completan la información de la trama principal, esto es, ese verano de 2002.
Como en Frankie y la boda (1946), de Carson McCullers, el verano, el largo verano, es la época en que los adolescentes con ganas de crecer deprisa irrumpen en el mundo de los adultos con una torpeza que deviene trágica. Por aquel entonces, Eva, Pim y Laurens tienen catorce años; ni niños ni todavía jóvenes, una edad en la que la curiosidad por el sexo los empuja hacia un juego peligroso. Ese juego, cuya tensión va in crescendo con el paso de los días, mantiene el interés del lector en el sentido más primario (qué pasará, como en una novela de misterio), pero, además, anida conflictos propios de la pubertad, el coming-of-age, el duelo y la familia disfuncional. Porque los chicos tienen familias, y no están al margen de la historia: Pim perdió a su hermano mayor unos meses atrás; Eva ve cómo su madre vacía las botellas de alcohol al tiempo que empeora el trastorno de su hermana menor. La familia de Pim ha vivido una tragedia y en la de Eva se precipitarán los acontecimientos. En medio, Laurens, al que no le pasa nada... salvo la adolescencia.
Los protagonistas están muy bien caracterizados. Eva, el tipo de chica que, ya desde jovencita, tiende a ser el apoyo de los demás, empática y generosa, introvertida y firme. No sabe decir que no. La novela aborda el rol de la chica rodeada de amigos varones: al haber crecido entre muchachos, y en el campo, no ha tenido nunca amigas y carece de la «feminidad» de las jóvenes que comienzan a coquetear; ella misma se define como «basta». Pim, por su parte, hijo de granjero, es el líder de la pandilla, el macarra por excelencia. La muerte de su hermano inspira compasión en la gente; nadie sabe hasta qué punto lo volvió más rebelde. Por último, Laurens, hijo de los carniceros, rechoncho, dócil, estudioso y fácil de manipular, sobre todo por su colega Pim. La amistad entre ambos sexos, que en la niñez no genera inconvenientes, al entrar en la pubertad se convierte, no en un problema, pero sí en una diferencia. Ya no son tres niños jugando sin más, sino dos chicos y una chica en una edad en la que tienen curiosidad por el sexo, por el cuerpo. La particularidad de moverse entre chavales hace que Eva viva una adolescencia más embrutecida, entre distracciones típicamente masculinas de las que no se siente del todo partícipe, aunque se deja llevar por ellos.
Hay un cuarto personaje que se suma a la terna, la recién llegada Elisa, que como todos los forasteros de las (buenas) historias trae consigo una revolución. Tiene dos años más que el trío (que, a esas edades, se notan) y se convierte en lo más parecido a una amiga que ha tenido Eva. Le abre una puerta a todo lo que le faltaba con los chicos. Encarnan esa clase de amistad en la que una, Elisa, más curtida, pícara y espabilada, tira de la discreta Eva. Para Eva, Elisa es fascinación y recelo; le atrae su sensualidad, de la que ella carece, pero a la vez se palpa la desconfianza entre ambas, los celos entre mujeres, el ansia por controlar la situación. En cuanto a los chicos, se sienten atraídos por Elisa, claro. Atractiva y misteriosa, amante de los caballos, la chica nueva agita las aguas del pueblo. Solo Eva penetra en su feudo, conoce sus puntos débiles, su parte menos seductora, sus astucias. Cierto comentario sobre el caballo de Elisa resultará clave para la resolución.
Ante todo, El deshielo es una novela, una gran novela, sobre el despertar sexual, narrado en toda su crudeza, su brutalidad y su naturaleza despiadada; una pérdida de inocencia escabrosa, traumática y exenta de romanticismo. El peligro de determinados juegos. La imprudencia adolescente que resulta fatal. La morbosidad, la ausencia de límites. Invita a plantearse preguntas sobre la educación sexual, por la responsabilidad de esa curiosidad temprana y feroz. Es importante subrayar la claridad del lenguaje, su estilo limpio, descarnado, despojado de florituras, una voz que, por expresarlo de forma sencilla, llama a las cosas por su nombre, sin poetizar. Describe el cuerpo, femenino y masculino, sin erotismo; es natural, realista. Probablemente, la novela en la que más veces he leído la palabra «vagina», y, por si esto fuera poco, sin connotaciones eróticas. Hay que recalcar asimismo que narra con dureza el descubrimiento del sexo, no del amor. Sexualidad y sentimiento no van unidos en este libro, el quid del asunto no va de la decepción amorosa de la eterna enamorada. Lize Spit aporta una mirada fresca, impúdica y moderna al tratamiento del despertar sexual, hasta el punto de resultar incómoda por su sordidez, pero brillante en cualquier caso.
A pesar de que la acción principal se desarrolla entre el grupo de amigos, no se descuida la familia, un núcleo que se cae a pedazos, con las obsesiones de la hermana pequeña, el alcoholismo de la madre y la pasividad del padre. Eva y su hermano mayor tratan de aparentar normalidad de puertas afuera, aunque saben que lo que ocurre en su casa dista mucho de ser normal. Destaca el papel de la madre de Laurens, un apoyo inesperado. Esta trama tiene, aun con el dolor, ternura: el amor de hermana, el afecto sincero y auténtico en el dormitorio. La rudeza de la pandilla contrasta con la madurez mostrada en el hogar; Eva (y todos) representa diferentes roles en función de la compañía. El hilo actual (la Eva adulta de vuelta) retroalimenta la historia del pasado, sobre todo la parte familiar: deja caer pinceladas acerca de cómo siguió su vida después de la debacle que acrecientan el interés por seguir leyendo. La organización en dos tiempos permite contrastar lo que eran antes y lo que son como adultos.

Lize Spit
La ambición conlleva riesgos, pero El deshielo funciona, funciona a la perfección. Ninguna trama se cae, como sucede en ocasiones cuando se alternan varios tiempos. Todas las piezas encajan; todo, cada detalle, por trivial que parezca de entrada, encuentra su sentido. Nada de paja, nada al azar; esa narración minuciosa, paso a paso, está más que justificada. El deshielo no es solo un debut deslumbrante, sino una obra excepcional en la carrera de cualquier escritor, joven o maduro. Intriga dosificada con medidor, análisis psicológico, novedosa y áspera en el tratamiento de los temas, estilo sólido y eficiente. Tiene arquitectura, personajes y una voz sin complejos. Como curiosidad, Lize Spit comenzó a escribirla en un campamento para escritores; invertir en creación literaria da sus frutos. En Bélgica tuvo una excelente acogida por la crítica y el público (más de 170.000 ejemplares vendidos, reza la faja), y sin embargo aquí no se le ha prestado la atención suficiente. Pocas, muy pocas veces, un autor menor de treinta años se da a conocer con una novela de más de quinientas páginas y de esta envergadura literaria. Disfrutadla.

7 comentarios :

  1. Yo la leí a finales del año pasado y no puedo más que subrayar tus impresiones palabra por palabra. Una novela brutal, muy recomendable, pero no apta para todos los lectores debido, precisamente, a esa falta de "tacto", ese estilo descarnado, como dices, que a mi me obligó incluso a cerrar el libro en un par de ocasiones para tomar aire. Y no me pasa demasiado eso.
    Besos.

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    1. Me alegro de que coincidamos. Es una novela espléndida, y esa "dureza" aún la hace mejor, por cuanto aporta un punto de vista poco frecuente en estos temas. Me impresionó y la disfruté una barbaridad.

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  2. La compré hace poco y me dejas con mucha curiosidad por leerla. Es una pena que grandes obras pasen desaparecidas.
    Besos

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    1. Se publica tanto que resulta inevitable que los libros mueran rápido, por desgracia. Una autora desconocida, un "tocho" de quinientas páginas (aunque se lee rápido), encima una traducción del neerlandés... Entre unas cosas y otras, lo tenía difícil para destacar aquí. Me acuerdo de la campaña de promoción de "Las chicas", de Emma Cline. Con esta novela se tendría que haber hecho algo así, pero, claro, no viene de Estados Unidos...

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  3. Me lo llevo!
    Me ha llamado mucho la atención =)

    Besotes

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  4. La acabo de leer y entonces he leído tu reseña. Me ha gustado mucho y coincido plenamente contigo. Es una gran novela que logra mantener el interés hasta el final. Muy buenas las subtramas familiares. Muchas gracias por tu recomendación. Que pena que los libros acaban tan pronto...

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