Edición:
Seix Barral, 2017 (trad. Catalina Ginard y Marta Arguilé)
Páginas:
528
ISBN:
9788432232916
Precio:
19,90 € (e-book: 12,99 €)
Deshelar:
hacer que algo deje de estar helado. En sentido literal y, también,
metafórico. En El
deshielo
(2016), el debut literario de la belga Lize Spit (1988), se dan
ambos. Se derrite un bloque de hielo y una mujer regresa a su tierra más de diez años después de sufrir una experiencia traumática; nunca afrontó el pasado, que permanece congelado. El hielo se derrite despacio, muy despacio. Tampoco la
llegada al pueblo es fácil. No siempre apetece ir a una fiesta: Eva,
así se llama la protagonista, recibe una invitación para el
homenaje al hermano mayor de uno de sus amigos de la infancia, que,
de no haber muerto en su juventud, cumpliría treinta
años. Sin confirmar su asistencia, Eva se pone al volante, rumbo a
sus orígenes, a esa pequeña localidad rural de la región flamenca
de Bélgica. Allí vivió con sus padres y hermanos. Allí
compartió juegos con Pim y Laurens. Allí conoció a la atrayente
Elisa. Y allí perdió la inocencia.
Eva,
Pim y Laurens fueron los únicos niños nacidos en aquella aldea en 1988;
una coincidencia que los unió dentro y fuera de la escuela. Es, además,
el mismo año en que nació la autora; recrea el universo de su infancia, la Bélgica rural del cambio de
milenio, con
el ordenador como adquisición estelar en el hogar de muchas
familias. No obstante, no hace autoficción, no centra la trama en un
yo, por mucho que esté narrada en primera persona. Lize Spit
construye una novela armada con meticulosidad y con muchas capas, que se
estructura en tres tiempos, todos narrados por la protagonista: uno se corresponde al regreso, en la actualidad, que dura una jornada fragmentada por horas, siguiendo el lento
discurrir de Eva por los lugares de su niñez, con la
intriga de si entrará al fin en el recinto de la celebración; los
otros dos hilos se refieren al pasado: en uno narra el episodio
doloroso, en el verano de 2002, en riguroso orden
cronológico y tiempo presente, con la sensación de inmediatez que implica, y el
tercero
actúa como complemento de
este, capítulos en apariencia dispersos, sobre anécdotas que a la postre
completan la información de la trama principal, esto es, ese verano
de 2002.
Como
en Frankie y la boda
(1946), de Carson McCullers, el verano, el largo verano, es la época
en que los adolescentes con ganas de crecer deprisa irrumpen en el
mundo de los adultos con una torpeza que deviene trágica. Por aquel
entonces, Eva, Pim y Laurens tienen catorce años; ni niños ni
todavía jóvenes, una edad en la que la curiosidad por el sexo los
empuja hacia un juego peligroso. Ese juego, cuya tensión va in
crescendo
con el paso de los días, mantiene el interés del lector en el
sentido más primario (qué pasará, como en una novela de misterio),
pero, además, anida conflictos propios de la pubertad, el
coming-of-age,
el duelo
y la familia disfuncional. Porque los chicos tienen familias, y no
están al margen de la historia: Pim perdió a su hermano mayor unos
meses atrás; Eva ve cómo su madre vacía las botellas de alcohol al
tiempo que empeora el trastorno de su hermana menor. La familia de
Pim ha vivido una tragedia y en la de Eva se precipitarán los
acontecimientos. En medio, Laurens, al que no le pasa nada... salvo la adolescencia.
Los protagonistas están muy bien caracterizados. Eva, el tipo de
chica que, ya desde jovencita, tiende a ser el apoyo de los demás,
empática y generosa, introvertida y firme. No sabe decir que no. La
novela aborda el rol de la chica rodeada de amigos varones: al haber
crecido entre muchachos, y en el campo, no ha tenido nunca amigas y
carece de la «feminidad» de las jóvenes que comienzan a coquetear;
ella misma se define como «basta». Pim, por su parte, hijo de granjero, es el líder de la pandilla, el macarra por excelencia. La
muerte de su hermano inspira compasión en la gente; nadie sabe hasta
qué punto lo volvió más rebelde. Por último, Laurens, hijo de los
carniceros, rechoncho, dócil, estudioso y fácil de manipular, sobre
todo por su colega Pim. La amistad entre ambos sexos, que en la
niñez no genera inconvenientes, al entrar en la pubertad se
convierte, no en un problema, pero sí en una diferencia. Ya no son
tres niños jugando sin más, sino dos chicos y una chica en una edad
en la que tienen curiosidad por el sexo, por el cuerpo. La
particularidad de moverse entre chavales hace que Eva viva una
adolescencia más embrutecida, entre distracciones típicamente masculinas de las que no se siente del todo partícipe, aunque se
deja llevar por ellos.
Hay
un cuarto personaje que se suma a la terna, la recién llegada Elisa,
que como todos los forasteros de las (buenas) historias trae consigo
una revolución. Tiene dos años más que el trío (que, a esas
edades, se notan) y se convierte en lo más parecido a una amiga que
ha tenido Eva. Le
abre una puerta a todo lo que le faltaba con los chicos. Encarnan
esa clase de amistad en la que una, Elisa, más curtida, pícara y
espabilada,
tira de la discreta
Eva. Para Eva, Elisa es
fascinación y recelo; le atrae su sensualidad, de la que ella
carece, pero a la vez se palpa la desconfianza entre ambas, los celos
entre mujeres, el ansia por controlar la situación. En cuanto a los
chicos, se
sienten atraídos por
Elisa, claro. Atractiva
y misteriosa, amante de los caballos, la
chica nueva agita
las aguas del pueblo. Solo Eva penetra en su feudo, conoce sus puntos
débiles, su parte menos
seductora,
sus astucias.
Cierto
comentario
sobre el
caballo de
Elisa resultará
clave para la resolución.
Ante
todo, El
deshielo
es una novela, una gran novela, sobre el despertar sexual, narrado en
toda su crudeza, su brutalidad y su naturaleza despiadada; una
pérdida de inocencia escabrosa, traumática y exenta de
romanticismo. El peligro de determinados juegos. La imprudencia
adolescente que resulta fatal. La morbosidad, la ausencia de límites. Invita a plantearse
preguntas sobre la educación sexual, por la responsabilidad de esa
curiosidad temprana y feroz. Es importante subrayar la claridad del
lenguaje, su estilo limpio, descarnado, despojado de florituras, una
voz que, por expresarlo de forma sencilla, llama a las cosas por su
nombre, sin poetizar. Describe el cuerpo, femenino y masculino, sin
erotismo; es natural, realista. Probablemente, la novela en la que
más veces he leído la palabra «vagina»,
y, por si esto fuera poco, sin connotaciones eróticas. Hay que
recalcar asimismo que narra con dureza el descubrimiento del sexo,
no del amor. Sexualidad y sentimiento no van unidos en este libro, el
quid del asunto no va de la decepción amorosa de la eterna enamorada. Lize Spit aporta una mirada fresca, impúdica y moderna al
tratamiento del despertar sexual, hasta el punto de resultar incómoda
por su sordidez, pero brillante en cualquier caso.
A
pesar de que la acción principal se desarrolla entre el grupo de
amigos, no se descuida la familia, un núcleo que se cae a pedazos,
con las obsesiones de la hermana pequeña, el alcoholismo de la madre
y la pasividad del padre. Eva y su hermano
mayor tratan de aparentar normalidad de puertas afuera, aunque saben
que lo que ocurre en su casa dista mucho de ser normal. Destaca el
papel de la madre de Laurens, un apoyo inesperado. Esta trama tiene,
aun con el dolor, ternura: el amor de hermana, el afecto
sincero y auténtico en el dormitorio. La rudeza de la pandilla
contrasta con la madurez mostrada en el hogar; Eva (y todos)
representa diferentes roles en función de la compañía. El hilo
actual (la Eva adulta de vuelta) retroalimenta la historia del
pasado, sobre todo la parte familiar: deja caer pinceladas acerca de
cómo siguió su vida después de la debacle que acrecientan el
interés por seguir leyendo. La organización en dos tiempos permite contrastar lo que eran antes y lo que son
como adultos.
Lize Spit |
La ambición conlleva riesgos, pero El
deshielo
funciona, funciona a la perfección. Ninguna trama se cae, como
sucede en ocasiones cuando se alternan varios tiempos. Todas las
piezas encajan; todo, cada detalle, por trivial que parezca de
entrada, encuentra su sentido. Nada de paja, nada al azar; esa
narración minuciosa, paso a paso, está más que justificada. El
deshielo
no es solo un debut deslumbrante, sino una obra excepcional en la
carrera de cualquier escritor, joven o maduro. Intriga dosificada
con medidor, análisis psicológico, novedosa y áspera en el
tratamiento de los temas, estilo sólido y eficiente. Tiene
arquitectura, personajes y una voz sin
complejos. Como curiosidad, Lize Spit comenzó a escribirla en un
campamento para escritores; invertir en creación literaria da sus frutos. En Bélgica tuvo una excelente acogida
por la crítica y el público (más de 170.000 ejemplares
vendidos, reza la faja), y sin embargo aquí no se le ha prestado la
atención suficiente. Pocas, muy pocas veces, un autor menor de treinta años se da
a conocer con una novela de más de quinientas páginas y de esta
envergadura literaria. Disfrutadla.
Yo la leí a finales del año pasado y no puedo más que subrayar tus impresiones palabra por palabra. Una novela brutal, muy recomendable, pero no apta para todos los lectores debido, precisamente, a esa falta de "tacto", ese estilo descarnado, como dices, que a mi me obligó incluso a cerrar el libro en un par de ocasiones para tomar aire. Y no me pasa demasiado eso.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro de que coincidamos. Es una novela espléndida, y esa "dureza" aún la hace mejor, por cuanto aporta un punto de vista poco frecuente en estos temas. Me impresionó y la disfruté una barbaridad.
EliminarLa compré hace poco y me dejas con mucha curiosidad por leerla. Es una pena que grandes obras pasen desaparecidas.
ResponderEliminarBesos
Se publica tanto que resulta inevitable que los libros mueran rápido, por desgracia. Una autora desconocida, un "tocho" de quinientas páginas (aunque se lee rápido), encima una traducción del neerlandés... Entre unas cosas y otras, lo tenía difícil para destacar aquí. Me acuerdo de la campaña de promoción de "Las chicas", de Emma Cline. Con esta novela se tendría que haber hecho algo así, pero, claro, no viene de Estados Unidos...
EliminarMe lo llevo!
ResponderEliminarMe ha llamado mucho la atención =)
Besotes
Espero que la disfrutes. Me parece una gran novela.
EliminarLa acabo de leer y entonces he leído tu reseña. Me ha gustado mucho y coincido plenamente contigo. Es una gran novela que logra mantener el interés hasta el final. Muy buenas las subtramas familiares. Muchas gracias por tu recomendación. Que pena que los libros acaban tan pronto...
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