Edición: Errata naturae, 2018 (trad. Regina
López Muñoz)
Páginas: 496
ISBN: 9788416544943
Precio: 24,50 €
El
redescubrimiento de Rosamond Lehmann (Bourne End, Buckinghamshire, 1901 – Londres, 1990) ha sido uno
de los grandes hallazgos de los últimos años. Por su calidad excepcional,
pero también porque se ha incorporado a mi canon personal de escritores
profundamente admirados. En la vida de un lector están los libros y autores buenos,
a secas, y aquellos con los que, además, uno congenia, siente que entienden el
hecho literario de manera parecida. Lehmann procedía de una familia de
intelectuales y recibió una educación exquisita en casa hasta que se marchó a
Cambridge, donde cursó estudios de literatura. A lo largo de su carrera
frecuentó el Círculo de Bloomsbury y publicó una docena de libros. Después de Invitación al baile (1932) y A la intemperie (1936), dos novelas
extraordinarias, Errata naturae continúa apostando por ella con Vana respuesta (1927), su deslumbrante ópera
prima, de nuevo con traducción de Regina López Muñoz; un debut polémico, por su
narración del despertar sexual de una joven desde una perspectiva adelantada a
su tiempo.
Judith
Earle tiene dieciocho años cuando empieza esta historia. Es una chica que,
como la autora, ha recibido clases particulares y todavía no ha salido de las
barreras protectoras del hogar. Esta quietud se romperá pronto, cuando ingrese
en la universidad. Antes, sin embargo, su zona de confort se agita con el
regreso de los antiguos vecinos, un grupo de primos, un poco mayores que ella,
con quienes compartió su infancia: Mariella y los cuatro chicos, Julian, Charlie,
Martin y Roddy. El reencuentro, convertidos en jóvenes adultos, los perturba
por la ausencia de Charlie, muerto en la Gran Guerra. Mariella, su viuda, se ha
convertido en madre. Julian, el hermano de Charlie, sigue siendo el más abierto
e irascible del clan, aunque se intuye un nuevo abismo en él. Martin, formal y tímido, está enamorado de Judith. Y Judith piensa en Roddy, el primo bohemio y taciturno. La protagonista se siente pequeña ante estos amigos que han vivido (y perdido) mucho más que ella. Pero esto
es solo el principio.
Vana respuesta tiene una parte de novela de
campus cuando Judith se instala en Cambridge, donde convive con las
estudiantes. La autora retrata el ambiente femenino de la universidad, las
amistades entre jóvenes, las antipatías, los cuchicheos, los tabús. Entre los personajes –todos muy bien construidos,
al igual que los primos–, destaca la arrolladora Jennifer, con quien la
protagonista entabla una relación llena de ambigüedades. Judith dista mucho de
ser una muchacha remilgada; aun así, Jennifer irrumpe en su rutina como un
animal salvaje, le abre una puerta que en su localidad no habría sospechado.
Cuando termina los estudios, Judith vuelve a casa y emprende un largo viaje por
Europa. Aquella chiquilla tímida es ahora una mujer cosmopolita y consciente de
su atractivo, como las heroínas de Edith Wharton; no obstante, algunas inseguridades
persisten en ella. Le esperan nuevos encuentros con los primos, a quienes, después
de conocer a Jennifer, redescubre con otros ojos.
Lehmann
es una especialista, como prueban sus novelas traducidas, en narrar la
educación sentimental de una chica, la construcción de identidad,
las dudas a lo largo del proceso. Sus heroínas son jóvenes instruidas y tímidas, prudentes. Trata temas como el descubrimiento del amor, el erotismo,
la sexualidad, los tabús del cuerpo. El vértigo de la «entrada en sociedad», de
codearse con adultos cuando hasta el momento ha sido tratada como una niña. La
amistad entre mujeres, de la intimidad al alejamiento cuando toman rumbos
diferentes. La pérdida de uno (o ambos) progenitores, final definitivo de la
infancia. La dificultad para emanciparse sin depender del matrimonio. Los
peligros que acechan a una chica cuando se sale del camino pautado (sobre todo
en A la intemperie). La vertiente «frívola»
de crecer, por llamarla de algún modo (tiene mucha importancia, en realidad),
de los vestidos y la imagen, es decir, la toma de conciencia de su aspecto físico. Vana respuesta plasma la iniciación de
Judith con hondura, inteligencia y verdad. No es casualidad, por cierto, que
se llame como una heroína bíblica controvertida: esta Judith, a su manera,
rompe barreras para su propia liberación.
Rosamond Lehmann |
La
voz de Lehmann posee «especificidad femenina», y la lleva a su máximo esplendor.
Hace un uso prodigioso del fluir de la conciencia, el diálogo, el estilo
indirecto libre. Narración sutil, elegante, elusiva. Fresca, por los temas (la
juventud) y por su propia precocidad como novelista, sin miedo a abordar asuntos peliagudos,
perspicaz para detectar (y desarrollar con maestría) las inquietudes de sus
coetáneas. Impresiona que esta novela la firmara una autora veinteañera, por
mucho que por aquel entonces se madurara antes. Impresiona, sí, porque no es un
proyecto menor: la narración comprende diversas etapas de la formación de la
protagonista, diversos escenarios (pueblo natal, universidad, Europa), diversos
personajes (los primos y las estudiantes), diversas relaciones afectivas, cada
una con su gradación particular. Importa la evolución de Judith, pero también
importan los silencios. Lehmann no se conforma con repetir los motivos habituales en
una novela de aprendizaje; arriesga, al igual que arriesgó al hablar
del aborto en A la intemperie. Brilla
en las ideas y brilla en la forma, que son un todo. Por novelas como Vana respuesta merece la pena ser una lectora empedernida.
Hola!
ResponderEliminarlo empecé la semana pasada. Cuando lo acabe, comento. De momento me está transportando a una infancia y adolescencia llena de inseguridades y pensamientos alborotados, como casi todas las infancias y adolescencias.
Ya iré contando.
Besos!!!