Edición: Literatura Random House, 2017
Páginas: 192
ISBN: 9788439733652
Precio: 16,90 € (e-book: 8,99 €)
Pájaros en la boca y otros cuentos, el segundo libro de Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), se publicó por primera vez en 2009 (Lumen). Hago hincapié en este dato para subrayar su carácter, de algún modo,
«pionero»: de un tiempo a esta parte se habla del boom de las escritoras latinoamericanas (Mariana Enriquez, Selva Almada, Vera Giaconi, entre otras), que se
caracterizan por una mirada incómoda, con la violencia como motivo recurrente.
Hoy quizá no sorprende tanto, pero en 2009 supuso un revulsivo, aunque algunos
(muchos) lectores no hayamos descubierto estos relatos hasta hace poco, después
de que su novela Distancia de
rescate (2014) resultara finalista del Man Booker International Prize 2017
–que recibió David Grossman por Gran Cabaret (2014)– y el nombre de la autora acaparara de pronto mucha atención
mediática. Esta edición de Literatura Random House incorpora dos nuevos textos.
En
total, reúne veintidós cuentos: breves,
concentrados, de estilo sobrio y despojado. Pese a
haber sido publicados entre 2002 y 2017, se aprecia bastante
unidad, coherencia entre ellos. En general, se puede decir que Samanta Schweblin
indaga en la desviación. ¿Y qué entiendo por «desviación»? La ruptura, la
irrupción de lo inesperado en una situación cotidiana, que a menudo adquiere
dimensiones grotescas. Los relatos tienen una atmósfera de «calma
tensa»: se percibe la amenaza, pero el lector desconoce la forma que tomará,
porque –y aquí está la genialidad– la autora tiene una imaginería extraordinaria.
Funde lo real y lo extraño, integra en el relato diversas tradiciones bien
digeridas (del cuento de hadas a la ficción especulativa, pasando por el gótico
sureño) que confluyen en una voz sólida y personal. Hereda tanto el suspense
psicológico y el terror estadounidense (Shirley Jackson, Patricia Highsmith, Joyce Carol Oates) como la inventiva «fantástica» del cuento hispanoamericano. Escribe con
frases sencillas, directas, que esculpen un universo
inquietante lleno de recovecos.
Con
cada relato crea un mundo singular en el que sumergirse. Es importante insistir
en esto: muchas compilaciones reúnen textos que terminan por parecerse (y no
pasa nada, siempre que sean buenos); los de Schweblin, no. Comparten cierta
subversión, cierta aspereza, pero ante todo tienen entidad propia, ofrecen una
riqueza de planteamientos fuera de lo común. Sobresale su transgresión del
orden doméstico con imágenes que rompen las connotaciones de inocencia o pureza
de algunos tópicos, como «Pájaros en la boca», una obra maestra del cuento, o «Papá
Noel duerme en casa»: la mirada infantil, los pajaritos y la sangre, el Papá
Noel nada tierno. «Conservas», por su parte, es una de las aproximaciones al
aborto más originales (y crudas) que he leído. En «Mujeres desesperadas», unas chicas
vestidas con el traje de novia, abandonadas por los hombres, se encuentran;
otra imagen que perdura por su aparente contradicción, la hipotética dicha de
la novia y su desamparo.
En
algunos se acentúa la tendencia a la ficción especulativa. Destaco, por ejemplo, «Hacia la alegre civilización», un cuento hipnótico, sobre unos
personajes atrapados en una estación, con un giro final perfecto; «Agujeros
negros», sobre unos médicos investigadores y una mujer enferma que desaparece,
muy weird; «Cabezas contra el
asfalto», que invita a reflexionar sobre la violencia latente en el arte
contemporáneo (y la sociedad), la obsesión, la represión del impulso en la
niñez, la normalización de la locura; o «La pesada valija de Benavides», uno de
los más tétricos, acerca de un hombre que lleva el cadáver de su esposa en la
maleta, un desarrollo sorprendente que de nuevo entronca con la representación
de la muerte en el arte, la performance y
el atontamiento del público. Algunos se desarrollan en viajes por
carretera o tren; nada como un desplazamiento para toparse con lo imprevisto,
con la transformación consiguiente en el individuo, como en «Irman». Un
recorrido, aunque de distinta naturaleza, se narra en «Matar a un perro», otro
cuento extraordinario, sobre un personaje que quiere pertenecer a una banda, pero
lo rechazan por una razón bastante curiosa, lo que le conduce a un desenlace
(otra vez) redondo, (otra vez) una imagen brutal, memorable.
Samanta Schweblin |
Podría
señalar también «La medida de las cosas», sobre una juguetería y una colaboración insólita; o «Bajo tierra», donde el miedo
llega cuando un relato se convierte en realidad; o «En la estepa», sobre una pareja en busca de algo que no nombra en voz alta; o el raro
«Olingirls», un experimento, dos puntos de vista. Podría, sí, comentarlos todos, pero sería aburrido. Basta quedarse con una idea:
desconcierto. Y otra: maestría narrativa. Da igual que se centre en un
matrimonio, en una charla entre padres e hijos, en unos hombres que cavan o en
señores menudos que cometen atrocidades; siempre se reconoce su
sello, su tensión, sus revelaciones bien mesuradas. Trasciende
el localismo argentino, va más allá de los límites de una
literatura nacional. Al descubrir a Samanta Schweblin he tenido una sensación
parecida a la que tuve con La vegetariana
(2007), de Han Kang, la sensación de estar ante una creación singular, desasosegante, potente, madura. Importante, sí, porque, aunque muchos
cultiven el relato con excelencia, pocos tienen una identidad tan definida.
Leerla es como montar en una atracción a sabiendas de que te marearás, porque
no va por un camino recto y cuando menos lo esperes dará un giro, más que
inesperado, chocante, insólito. Y qué emocionante resulta ese subidón cuando
se integra con tanta naturalidad en el cuento.
En
estos momentos la traducción al inglés (Mouthful
of Birds) se encuentra en la longlist
del Man Booker International Prize 2019, pendiente de fallo. Le deseo mucha suerte.
Pues admito que no conecté mucho con este libro, pero el relato que le da título me pareció estupendo.
ResponderEliminarSí, es uno de los mejores. Esa imagen se queda grabada.
EliminarEstuve en la presentación del libro en Buenos Aires, en 2008, bajo el sello de Emecé. Leí 'El núcleo del disturbio' y me pareció original. Éste lo compré cuando ya lo había publicado Random, en la edición anterior, aunque no lo leí. Dicen que ha sido mejor. No obstante, la mayoría de lectores se inclina por 'Siete casas vacías' como lo mejor de sus letras/ relatos. La novela 'Kentukis' está muy por debajo de 'Distancia de rescate'. Me gusta más como cuentista que como novelista.
ResponderEliminarUn abrazo, Cris.
He leído sus cuatro libros publicados en España (los voy a ir reseñando en las próximas semanas) y coincido en que es mejor cuentista que novelista, aunque "Pájaros en la boca" me parece superior a "Siete casas vacías". En cuanto a "Kentukis", la considero una muy buena novela, aquí discrepo con la mayoría, creo que las críticas no le hicieron justicia. Se le nota que se ha curtido en el cuento por la organización en capítulos breves, de historias diferentes, pero todo el "imaginario kentuki" me parece lúcido y muy pertinente en estos tiempos. En fin, ya me explayaré en cada reseña.
EliminarHola, muy buena información. Me sirvió mucho para un ensayo universitario. Cómo puedo citarte dentro de mi bibliografía? Saludos!
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