Edición: Literatura Random House, 2015
Páginas: 128
ISBN: 9788439729488
Precio: 13,90
€ (e-book: 8,99 €)
Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) se dio a conocer en 2009 con Pájaros en la boca, un libro de cuentos realmente espléndido, que nada tiene que ver con esos debuts ingenuos que se suelen tratar con condescendencia. En esos relatos se aprecia ya una voz personal, un
estilo crudo y sobrio, heredero de los estadounidenses sureños, pero asimismo de
la imaginación alucinada de los hispanoamericanos. Tras cinco años
de silencio, en 2014 publicó Distancia de
rescate, la nouvelle que hizo
despegar su carrera cuando su traducción al inglés resultó finalista del premio
Man Booker International de 2017. Llama la atención, en estos tiempos de prisas
e inmediatez, que una autora se demore un lustro en volver a las librerías;
aunque, cuando regresó, lo hizo con fundamento, con una de las obras más
originales (sí, originales) que se han escrito en lengua española en la última
década. Tan particular, que cuesta incluso comentarla, por ser uno de esos
textos que escapan a lo conocido, lo seguro, un texto que quizá no se alcanza a
entender del todo. En ocasiones la literatura es así.
Distancia de rescate narra el monólogo de Amanda, una
mujer enferma, agonizante, en el campo de Argentina. En realidad, el monólogo
surge de un diálogo con un muchacho, el hijo de una vecina; es él quien le
arranca la confesión y la interrumpe de vez en cuando para que Amanda no pierda
el hilo. Este comienzo provoca desconcierto en el lector, que solo poco a poco
va comprendiendo. Amanda es una madre joven que se trasladó a una localidad
rural junto a su marido y su hija. Allí conoció a la vecina, la madre del chico
con el que habla. Esta mujer le contó una historia extraña sobre su hijo, una
historia que Amanda trata de reconstruir en ráfagas, no se sabe hasta qué punto
de lucidez o de delirio; ahí radica el acierto, y el riesgo, de la perspectiva.
En inglés, el libro se tituló Fever Dream,
«sueño febril», que capta a la perfección la naturaleza del relato, si bien
renuncia a la (genial) idea de la «distancia de rescate»: «así llamo a esa
distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día
calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería» (p. 22).
No
es casual que las protagonistas sean madres. En el núcleo de la obra está
la maternidad y, en concreto, el miedo que entraña, este concepto de la
distancia de rescate entre una madre y su hija, una cadena protectora tan
esencial y sin embargo tan difícil de mantener en la práctica que deriva en
locura cuando su fragilidad se pone de manifiesto. Como en los cuentos, esta narración
de Schweblin tiene la característica de introducir un elemento turbador
en medio de una peripecia, en principio, «cotidiana»; es decir, Amanda se
presenta como una mujer «racional», escéptica, hasta que la experiencia
inquietante de su vecina la altera, quiebra los pilares sobre los que se había
cimentado su vida hasta entonces. El entorno influye en esta transformación: el
traslado al campo, a la tierra profunda, entendida como un lugar sórdido, más proclive
a las supersticiones, a la violencia. Se puede emplear el término «terror» para
describir la narrativa de la autora, un terror no basado en elementos
sobrenaturales, sino en la ruptura de la normalidad: el verdadero miedo está en
la pérdida de control sobre uno mismo, en que lo que se da por hecho deje de
funcionar, en la irrupción de lo incontrolable (a propósito, el libro ganó un
premio Shirley Jackson, con la que tiene cierta afinidad).
Samanta Schweblin |
Es
preferible no dar más detalles; en una novela como esta importa el
impacto sobre el lector, su capacidad para embriagarlo, para envolverlo en esta
tela de araña que es Distancia de rescate.
La maestría de Samanta Schweblin para trenzar y destrenzar los hilos del monólogo resulta
impecable. Nadie debería esperar de ella una historia al uso, con planteamiento, nudo y
desenlace; ella toma otro camino, experimenta, busca formas nuevas para
expresar verdades incómodas. Además, aunque la acción se sitúe en Argentina, podría
tratarse de otro país; el carácter local no está tan arraigado como en otros
escritores, su obra posee la cualidad de trascender
el tiempo y el espacio, lo que contribuye a
hacerla todavía más interesante, le da un aire «universal». Aun así, qué lujo,
para los hispanohablantes, disfrutar de una narradora de su altura y
creatividad, qué lujo leerla en versión original y seguir su evolución. Eso es lo mejor: Distancia de rescate y los cuentos son
solo el principio de una carrera deslumbrante.
De esta autora he leído Kentukis. Me encantó y también me pareció muy original. ¡Me apunto este en mi larga lista de pendientes!
ResponderEliminarTodo lo de Samanta Schweblin es bueno. No te pierdas tampoco sus cuentos, "Pájaros en la boca" y "Siete casas vacías". Se suele tratar el cuento como un género menor, pero los suyos son realmente magistrales.
EliminarMuy buena reseña! También es muy recomendable su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio. Auqnue es algo más difícil de conseguir.
EliminarCreo que están incluidos en "Pájaros en la boca", al menos algunos de ellos.
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