Edición: Libros del Asteroide, 2019
Páginas: 240
ISBN: 9788417007751
Precio: 17,95 € (e-book: 9,99 €)
En
la última década se han publicado muchos libros sobre librerías: novelas, como
las de Penelope Fitzgerald y Marian Izaguirre; memorias, como las de Petra Hartlieb y, ahora, Belén Rubiano. Esta sevillana nacida en 1970 regentó una pequeña
librería en su ciudad, en la conocida como plaza del Rialto, hasta 2002. El
hecho de que tuviera que cerrarla ya advierte que esta no es una historia con
final feliz, ni un canto ingenuo al amor por la
lectura y demás tonterías que se suelen decir. Tampoco se trata, no obstante,
de una remembranza escrita desde el lamento. En Rialto, 11, su primer libro, la autora comparte sus recuerdos con
gracia y desparpajo, que dan como resultado un texto rebosante de honradez, tan
interesante por su valor testimonial como por (no menos importante) la persona
que junta las letras.
Antes
de montar su negocio, Belén trabajó en una librería. Por aquel entonces
tenía veinte años, ya estaba casada y había dejado los estudios. La contrató una
«señora de Burgos» déspota y muy suya, a quien tuvo que convencer porque de entrada solo empleaba a hombres licenciados. Ahí aprendió el oficio,
vendiendo Los pilares de la tierra a
mansalva, aguantando los arrebatos de la jefa y permitiéndose alguna que otra
libertad a escondidas. Más adelante, después de ser madre, puso en marcha su
propia librería junto a su marido; pero al cabo de un año, tras el
divorcio, se encargó ella sola. Una librería más exquisita que la de la señora
de Burgos, ubicada en un local que hacía esquina, minúsculo pero elegante, frecuentado
por lectores que el tiempo convirtió en amigos y por algún que otro cliente extravagante.
La
autora encuentra el equilibrio entre las anécdotas, o victorias cotidianas
–la recomendación de Jane Austen a una trabajadora aficionada al género
romántico, los lectores curiosos, la pizarra, su incursión en la radio y la
prensa como prescriptora, las entrevistas por teléfono a escritoras como Marina
Mayoral o Rosa Regàs, el evento con Enrique Vila-Matas–, y las reflexiones, con
autocrítica pero sin autocompasión, sobre las decisiones poco acertadas, que analiza con perspectiva. Porque, y
esto es fundamental, ella no culpa al mundo del cierre de la librería. No
escribe desde la posición de una víctima, sino que se toma las cosas con
filosofía. Podría argüir su situación de mujer empresaria y madre divorciada,
podría quejarse por los abusos del mercado o por el desinterés general por la lectura,
pero no lo hace. Al mal tiempo, buena cara. Integridad, tesón, inteligencia,
humor; con estas palabras la definiría.
Belén
estableció su tienda en una época en la que las librerías se dedicaban a vender
libros y aún no se habían reciclado en una parte activa de la agenda cultural
de la ciudad como en los últimos años. Además, Sevilla no concentraba un
círculo literario como Madrid o Barcelona. El carácter «local» da mucho valor a
estas memorias, ya que retrotrae a un ambiente extinguido, los años noventa, la
sociedad anterior a las redes, con otras tendencias, otros
novelistas en boga. Hasta el estilo está impregnado de ese sur castizo, con su
gracejo, su personalísima forma de hilar las frases, que resulta refrescante en
un momento en el que la narrativa española, seguramente por influencia de las
traducciones, parece tender a unificarse, a perder su riqueza. Belén Rubiano
sabe escribir y, si quiere, no será «solo» la autora de este libro.
Belén Rubiano |
Dicen
que lo poco gusta y lo mucho cansa. Tal vez esta obra llega cuando algunos
lectores ya se han cansado (no sin razón) de leer sobre el tema. A ellos
les diría que esta no es la típica celebración de las librerías, que no se
deshace en elogios al oficio ni pretende subir el ego de quienes las
visitan; almíbar, aquí, el justo. Encontrarán, en cambio, a una voz
cómplice e irónica, que se ríe de sí misma con tanta cercanía que estas
páginas suenan casi como una charla. Encontrarán, también, el aire de esa
Sevilla noventera, lejana pero no tanto. Y muchos nombres de escritores
españoles que han tomado caminos divergentes. Un tiempo para la memoria. Bien está.
Conocí a Belén, estuve en la Rialto (ya reconvertida en restaurante) y lo que cuentas es tal cual. Y sí, Belén lee, escribe y piensa de una forma muy especial, muy bien así que ojalá encuentre otras historias que contar. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarQué bonito lo que me cuentas, Carmen. Ojalá le vaya muy bien con este libro.
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