Edición: Galaxia Gutenberg, 2018 (trad.
Amelia Pérez de Villar)
Páginas: 208
ISBN: 9788417355531
Precio: 19,90 € (e-book: 12,99 €)
Elena Ferrante engrandeció la amistad entre mujeres como motivo literario, aunque no ha
sido la primera en plantearla –Carmen Laforet, Edna O’Brien y Fleur Jaeggy, entre muchas otras, lo hicieron, cada una a su manera, con resultados extraordinarios–, ni tampoco la
última: Claire Messud (Greenwich, Connecticut, 1966) ha hecho su aportación con
La niña en llamas (2017), su título más
reciente, una novela coming-of-age
sobre ese tránsito crucial entre los once y los catorce años, cuando las niñas dejan de
ser niñas. No es la primera vez que la autora aborda la amistad: lo hizo en Los hijos del emperador (2006; RBA,
2007) y The Woman Upstairs (2013),
sus libros más aclamados. En estos, no obstante, se centra en personajes adultos; algunos
lectores han visto en La niña en llamas la «hermana menor» de The Woman
Upstairs. Otro rasgo importante de su narrativa es la caracterización
psicológica, teniendo presente el arraigo de los personajes a la sociedad
estadounidense contemporánea.
Las
protagonistas de La niña en llamas se llaman Julia y Cassie, y viven en una localidad
de Massachusetts donde los jóvenes apenas tienen distracciones y las vacaciones se hacen largas. La narradora, Julia, comienza
el relato cuando su amistad con Cassie ya ha terminado; en su tono se nota
cierta tirantez, está dolida. La novela se divide en tres partes, que van
mostrando los cambios en su relación. La primera se desarrolla un verano,
cuando son dos chiquillas aburridas en busca de diversión. En esta etapa conocemos a
una Cassie que, pese a su aspecto frágil, tira más de Julia (en toda
relación, de la naturaleza que sea, uno adopta el rol
dominante). Conocemos, también, una relación entre iguales, de niñas que van de
una casa a la otra con confianza (y complicidad materna). No importa que a Cassie
la haya criado su madre sola, no importa que sean de extracción humilde. No
importa que Julia tenga unos padres atentos a su educación, que le garantizan
el bienestar. Por entonces solo son niñas que juegan sin hacerse
preguntas, aunque sus juegos se estén volviendo un poco perversos.
El
punto de inflexión lo marca el inicio de la educación secundaria. Van al mismo
instituto, pero dejan de ir juntas: Cassie se acerca a compañías poco
recomendables, se vuelve respondona y descuida los estudios, mientras que Julia
sigue siendo una estudiante ejemplar, respetuosa con los profesores y buena
compañera. Además, entra en escena otro personaje que quiebra el orden de
Cassie: el novio de su madre. Messud escribe
sobre el momento en que se rompe la burbuja de protección
de la infancia, el momento en el que los condicionantes sociales y familiares
empiezan a pesar en el desarrollo. La institución del colegio, por mucho que se
jacte de igualdad de oportunidades, en la práctica refuerza a alumnos como
Julia, mandados a seguir los pasos de sus padres. Los de clase trabajadora son
más vulnerables a caer en el fracaso escolar cuando su situación personal se
tambalea, como le ocurre a Cassie.
Con estos cimientos, Messud perfila una trama de distanciamientos y acercamientos
entre las amigas. Julia encarna la pertenencia a la clase dominante, el camino
recto, estable; Cassie, el desarraigo, la desviación. Son precisamente las curvas de la
trayectoria de Cassie las que definen el ritmo de la historia y le añaden la sal. Como en su hogar
no encuentra lo que necesita (sea solidez, afecto o llenar un vacío
adolescente agudizado por las circunstancias), lo busca fuera, lo que la expone
al peligro. Ahí entra en juego Julia, que, al menos en el pasado, la conoció
bien. ¿Hasta qué punto los lazos de la amistad infantil resisten a ese terremoto
llamado pubertad?, parece preguntarse la autora. Es interesante asimismo el rol
de un compañero de las protagonistas: más que por el amor juvenil, resulta determinante por la evolución en su trato con ellas, la amistad; no todas las relaciones adolescentes con el sexo opuesto tienen
que ser románticas. Y aún hay otro detalle destacable: la historia transcurre en el siglo
XXI, como se deduce de las referencias musicales. Las protagonistas son chicas
de hoy, no adultas que recuerdan su juventud muchos años después.
Claire Messud |
La
novela es también, quizá por encima de todo, un ejercicio de punto de vista. Julia narra su versión, y, teniendo en cuenta el enfriamiento
de la amistad en algunos periodos, su perspectiva tiene lagunas. Solo
puede intuir, reconstruir según lo que conoció de la Cassie niña, sin certezas.
Al elegir este enfoque, la autora mantiene el misterio en torno a Cassie, le da
un aura de personaje «inalcanzable», la joven bella y desdichada a quien nadie
parece comprender. Como puntos débiles, el estilo resulta un poco
redicho y con metáforas forzadas. A veces se acerca al discurso (reflexiones
demasiado masticadas) y descuida la narración, que no fluye tan bien como
debería. Le cuesta dosificar, mantener la tensión, sobre todo en la recta
final, porque no da suficiente intensidad, o emoción, a escenas clave. Messud es buena en la
construcción de personajes y en las ideas subyacentes, pero su ejecución, la
narración de la historia, podría haber estado mejor. Aun así, La niña en llamas es sin duda una novela
notable, oportuna en el contexto actual de feminismo y toma de conciencia de
la violencia hacia las mujeres y hacia los desfavorecidos en general.
Es interesante, desde el 2009 hasta el 2014 Messud ha impartido un curso de tradiciones literarias como parte del Programa de Maestría en Escritura Creativa en Hunter College de Nueva York .
ResponderEliminarPena que la parte narrativa no esté tan bien cuidada, porque pinta bastante bien esta novela. No me importaría leerla. De nuevo me descubres autora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es un buen libro, solo que no me parece tampoco una obra maestra. Como la mayoría de novelas que se publican, vaya.
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