Edición: Las Afueras, 2018 (trad. María José
Rodellar)
Páginas: 160
ISBN: 9788494733789
Precio: 15,95 € (e-book: 7,99 €)
Algunos
escritores no pasan a la posteridad por el conjunto de su obra, sino por un
personaje, que se convierte en su emblema. De acuerdo, hablar de posteridad tal vez resulte exagerado, pero, como mínimo, se ganan el afecto del
público, sobre todo cuando el personaje en cuestión acompaña a generaciones de
lectores jóvenes que crecen con él. Eso le ocurrió a Kaye Gibbons (Nash County,
Carolina del Norte, 1960) con su debut, Ellen
Foster (1987), escrito cuando estudiaba en la universidad (y no en
un curso de escritura creativa como los de ahora, así que lo suyo fue, en
cierto modo, excepcional). La novela enseguida logró una gran
popularidad en Estados Unidos y el año pasado se publicó en castellano por
primera vez.
¿Y quién es la heroína? Ellen Foster, una niña
de familia disfuncional, en ese sur sórdido de Estados Unidos, que narra
su periplo con una voz fresca y sin complejos. Desde el
principio sabemos que lo peor ha pasado (se refiere a una «nueva mamá», por lo
que se encuentra en buenas manos; el apellido, «Foster», alude a la familia de
acogida), de modo que la tensión no se halla en el qué sucederá, sino en el
descenso a los infiernos que ya ha vivido, a saber: el suicidio de
la madre, el padre maltratador y alcohólico, los parientes que no pudieron o no
quisieron ocuparse de ella cuando se quedó sola, el desamparo. En
medio, una maestra bondadosa y una amiga negra que le hacen mantener la
esperanza. Chiquilla indefensa, vida torturada, desenlace feliz; la fórmula
para conmover a los lectores sin arriesgar demasiado.
Gibbons explora lo que supone ser una niña desarraigada en una sociedad de
desigualdades y prejuicios. Si bien el argumento adolece de moralismo, la
potencia de su voz «infantil» lo compensa con creces. Hace un uso singular de
la gramática para adoptar un registro próximo a la oralidad, a la espontaneidad
de la narradora, un parloteo vivaz que en la traducción de María José Rodellar
fluye de maravilla. Esta es una de esas historias de «realidad cruel, mirada jovial»,
o, en otras palabras, la naturaleza risueña de la protagonista atenúa de alguna manera la
devastación que sufre. Porque Ellen Foster es fuerte, curiosa e
inteligente, y sale adelante, siempre cargada con su microscopio y sus
libros. En su voz resuenan ecos de la Jo March de Mujercitas, el Holden Caulfield de El guardián entre el centeno y la Scout Finch de Matar a un ruiseñor: puntos de vista de
niños o adolescentes con inquietudes, rebeldes, que no se amoldan a lo que se
espera de ellos. Con una gran diferencia, eso sí: Ellen Foster no tiene un
padre, una hermana o una familia que la arrope. Está sola.
Kaye Gibbons |
Por
encima de la tragedia personal, el mérito de la obra reside en el desparpajo
con que desmonta el mundo de los adultos. En particular, la segregación racial, la diferencia de clase y la
marginación. Dadas las circunstancias, la niña se siente más próxima a
los otros marginados, los negros, que a la población blanca como ella. Se da
una paradoja: Ellen Foster, que se educó en la creencia en la «superioridad» de
los blancos, padece una fractura familiar, mientras que su amiga negra tiene
unos padres atentos, que sin grandes recursos se desviven por ella. Este libro da
una bofetada a la hipocresía de esa comunidad rancia y gazmoña, pone de relieve sus contradicciones, pues aquí los «malos», los egoístas, los
despreocupados, son los familiares de la chiquilla. Ella, conforme crece, abre
los ojos y toma conciencia de las barreras sociales, se convierte en una defensora de la igualdad y los valores cívicos. Aunque tenga la
ingenuidad de todo debut, conocer a Ellen, empaparse de su
vigor y su ternura, te reconcilia un poco con el ser humano. Y ya es bastante.
Lo tenía en mi punto de mira y me has acabado de convencer; en cuanto pueda me hago con él.
ResponderEliminarUn beso
Qué bien, ¡espero que lo disfrutes!
EliminarCoincidimos. Me ha gustado un montón.
ResponderEliminarMe alegro de que coincidamos esta vez :).
EliminarMe tientas muchísimo con esta lectura. Tengo que empezar a ahorrar para todas las tentaciones que traes.
ResponderEliminarBesotes!!
Y yo para las que me recomendáis vosotros.
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