Edición: Hoja de Lata, 2018 (trad. Santiago
Martín Arnedo)
Páginas: 208
ISBN: 9788416537389
Precio: 17,90 €
Precio: 17,90 €
Marie Luise Kaschnitz (Karlsruhe,
1901–Roma, 1974) está considerada una de las autoras alemanas más importantes
del siglo XX y fue galardonada con el Georg Büchner Preis, entre otros. Su
niñez transcurrió entre Potsdam y Berlín. Tras terminar sus estudios, trabajó
para una editorial de Múnich y, más tarde, pasó temporadas junto a su marido,
arqueólogo de profesión, en Italia, Grecia, Turquía y el norte de África.
Cultivó la novela, la poesía, el relato y el ensayo; una mezcla de disciplinas
que se nota al leerla. Kaschnitz no es una desconocida para el público español:
desde hace años, algunas editoriales con un criterio exquisito se han dedicado
a rescatar las novelas La casa de la
infancia (1956; Minúscula, 2009), Aún
no está decidido (1970; Pre-Textos, 2008) y Lugares (1973; Pre-Textos, 2007), además de las compilaciones de
relatos, La niña gorda y otros relatos
inquietantes (1952; Hoja de Lata, 2015) y La sonámbula y más relatos inquietantes (1966; Hoja de Lata, 2017).
La última recuperación ha sido El amor
comienza (1933; Hoja de Lata, 2018), su ópera prima.
Nos habla Silvia, una mujer joven
que vive en los años de la República de Weimar. Está casada con Andreas y su
matrimonio parece razonablemente feliz. Eligieron llevar estilos de vida muy
distintos: él tiene un empleo bien remunerado, que le asegura reconocimiento y
unas relaciones profesionales gratificantes; ella, por su parte, se queda en casa, dedicada
al ámbito doméstico. Este reparto les funciona hasta que emprenden un viaje juntos
al sur de Italia, una aventura que marcará un punto de inflexión en la pareja.
Es la primera vez que Silvia acompaña a su marido en una salida profesional;
para ella, supone una oportunidad de abrirse al mundo, en un ambiente tan vivo
como las ciudades italianas. Es, también, una oportunidad de conocer a Andreas
fuera del hogar, en un entorno en el que sus roles adquiridos se difuminan. Y
de conocerse a sí misma: este viaje será su despertar, el despertar de una
conciencia dormida, el descubrimiento de que la existencia puede ofrecerle
mucho más.
Como casi todo debut, El amor comienza tiene más de promesa,
de insinuación, que de realidad. Su principal problema está en los excesos del estilo,
que resulta ampuloso y recargado, le resta ritmo y fluidez a la narración. Da
demasiados rodeos; se tiene la sensación de estar leyendo a una escritora que
sin duda domina el idioma y sus giros, que firma páginas de un lirismo evocador,
pero todavía le falta trabajar la composición de una novela en su conjunto y
buscar la precisión. No sorprende que la autora brillara especialmente en el
cuento, puesto que este estilo funciona mejor en la distancia corta,
concentrado en pequeñas dosis. Aun así, pese a sus flaquezas El amor comienza no es una mala carta de
presentación: esboza los rasgos que caracterizarían la narrativa de Kaschnitz, a
saber, una poética oscura, desasosegante, en la que el miedo y la violencia –de
muchos tipos– constituyen su núcleo, acorde con la época que le tocó vivir: el
ascenso del nazismo y la posterior agonía de posguerra.
Marie Luise Kaschnitz |
«El amor no era, como yo había
creído, enemigo de la vida» (p. 196). Esta sentencia resume el viaje interior
de Silvia: los aciertos de Kaschnitz residen en la elegancia con que
utiliza el viaje como motivo de transformación y en la consiguiente
metamorfosis íntima de la mujer. Silvia no es una heroína rebelde al uso: se
sentía satisfecha como ama de casa, pero de pronto se percata de que hay más
posibilidades, de que ha perdido el tiempo. Nadie regresa igual de un viaje,
sobre todo si ese alguien no está acostumbrado a vagar por otros países; a
Silvia le espera un proceso de autoconocimiento que pone en jaque sus cimientos.
Medita con hondura acerca de lo que la separa de Andreas: «Era mayor que yo,
había muchas cosas que él conocía y yo no, entre los dos se interponía una
serie de años en los que él había vivido, había sentido alegría y dolor, mientras
yo dormía aún con los ojos abiertos» (p. 26). Poco a poco, y no sin dolor,
intenta pensar en otras formas de vivir su matrimonio. Vale la pena subrayar la
ironía del título: el amor no empieza con el inicio de la relación, con los dos
tórtolos enamorados, sino cuando la pareja, ya afianzada, aprende a amarse,
cuando cada uno encuentra su espacio. Una vuelta de tuerca al tópico amoroso que
todavía hoy nos invita a reflexionar.
Esos excesos me echan para atrás. Pero no descarto acercarme a otro libro de la autora.
ResponderEliminarBesotes!!!
No es un mal libro, de todas formas. Yo no soy especialmente afín al estilo "poético intenso", pero estoy segura de que puede gustar a muchos lectores.
EliminarEs una escritora impresionante. Lo suyo no es estilo poético imtenso, diría yo, sino poético distante.
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