Edición:
Siruela, 2016 (trad. Abel Murcia)
Páginas:
240
ISBN:
9788416638802
Precio:
18,95 € (e-book: 9,99 €)
Crecí en una época maravillosa que por desgracia ya es historia. Una época en la que había una gran disposición a los cambios y existía la capacidad de concebir visiones revolucionarias. Hoy ya nadie tiene el valor de imaginar nada nuevo. Se habla sin cesar de cómo son las cosas y se retoman ideas antiguas. La realidad ha envejecido, se ha anquilosado porque está sometida a las mismas leyes que todo organismo viviente: también envejece. Sus más minúsculos componentes, los significados, sufren el mismo tipo de apoptosis que las células del cuerpo. La apoptosis es la muere natural provocada por el cansancio y el agotamiento de la materia. En griego, la palabra significa «caída de pétalos». Al mundo se le han caído los pétalos.Pero pronto debe llegar algo nuevo. Siempre ha sido así, ¿no es divertida la paradoja?
La prestigiosa escritora polaca Olga Tokarczuk
(1966) —de quien solo se ha traducido al castellano Un lugar llamado antaño (1996; Lumen, 2001), su obra más
reconocida, y la presente novela— firma en Sobre
los huesos de los muertos (2009; Siruela, 2016) una original historia de tintes policíacos con un trasfondo ecologista,
un tema muy oportuno en la actualidad. Su narradora es Janina
Duszejko, una ingeniera retirada que imparte clases en una escuela rural del
suroeste de Polonia. «He llegado a una edad y a un estado en que cada noche antes de
acostarme debería lavarme los pies y arreglarme a conciencia por si tuviera que
venir a buscarme la ambulancia» (p. 11), cuenta Janina, una ermitaña apasionada de la
astrología y volcada con la defensa de los animales. A pesar de
sus problemas de salud, que se dejan entrever con sutileza, conserva la fuerza
necesaria para meter la nariz en la investigación de unos extraños crímenes que se
están produciendo en la región. Todos tienen, a su juicio, un denominador
común: los hombres asesinados fueron crueles con los animales.
Esta pequeña intriga se pone al servicio de la
poderosa voz de la protagonista. Sobre
los huesos... no pretende ser una novela policíaca —la trama de
misterio como tal resulta bastante parca; más bien parodia el género—, sino una
obra con vocación literaria en la que dar rienda suelta a un personaje extravagante de ideas peculiares. Janina, de
entrada, no encaja en el perfil que suele despertar simpatía en el lector, pero
con el ingenio y el buen pulso de la autora lo seduce de inmediato. Es una
señora de pocos amigos, que vive medio aislada, compra ropa de segunda mano,
utiliza métodos de enseñanza muy suyos y dedica su tiempo libre a hacer cartas
astrales y a traducir poemas de William Blake. Y, por supuesto, adora los
animales, sus perras han sido su mejor compañía en los últimos años. Como las
personas acostumbradas a la soledad, tiene un carácter intransigente y no para
hasta salirse con la suya, aunque esto implique entrometerse en las
indagaciones de la policía. Maniática, retorcida, tozuda. Algunos la tachan de
loca y, en efecto, Janina rezuma ambigüedad. Es una narradora no fiable, a caballo entre la
seguridad que desprende su voz, que invita a confiar en ella, y el desconcierto
que provocan las alusiones a su salud o a sus inquietantes sueños.
Si no la conociera bien [a la escritora], seguro que habría leído sus libros. Pero como la conocía bien, rehuía su lectura. ¿Qué haría si encontraba que me describía con palabras que me hubiera resultado imposible comprender? O que se refería a mis lugares preferidos, que para ella representan algo totalmente diferente de lo que son para mí. Las personas como ella, que manejan la pluma, pueden ser peligrosas. Inmediatamente pensamos que son hipócritas, que nunca se comportan con naturalidad, sino que nos observan de forma permanente y que todo aquello que ven lo transforman en frases; de esa manera le arrancan a la realidad su aspecto más importante: lo inexplicable.
La protagonista interpreta el mundo, a los
demás y a sí misma a través de los movimientos
de los astros —de hecho, tal vez se excede con las divagaciones sobre el asunto—.
Esta presencia del esoterismo tiene su razón de ser: además de potenciar la
singularidad de Janina (es irónico que una mujer cultivada, ingeniera para más
inri, crea con fervor en la astrología), el tema insinúa una atracción por lo
desconocido, por lo que escapa al control humano. Ella rechaza el dominio que
el ser humano ejerce sobre la naturaleza; la búsqueda de sentido en los astros
refuerza su creencia de que las personas ignoran el funcionamiento del
universo, de la vida, y por lo tanto carecen de autoridad para imponer sus
leyes en el mundo. Y no solo eso: desde el principio, Janina se presenta como
una anciana achacosa. Aunque intente restar importancia a su estado, hasta el
punto de afirmar que la enfermedad puede ser fuente de lucidez («A veces, me digo a mí misma,
no hay nada más sano que un enfermo», p. 82), no hay que olvidar que piensa en la muerte y, quizá por
eso, necesita encontrar otras formas de comprender la realidad. Ese miedo
encubierto se retroalimenta con sus fuertes convicciones sobre el
comportamiento de los humanos, y el resultado es explosivo.
No he leído Un
lugar llamado antaño, pero, en Sobre
los huesos…, Olga Tokarczuk hace gala de un estilo vigoroso y socarrón, con un humor cargado de mala leche y una
ligera ternura que solo se entrevé en los momentos precisos; una voz perfecta
para un personaje excéntrico. Un ejemplo de su singularidad reside
en los nombres que pone a sus conocidos, apodos inventados según el rasgo que le resulta más llamativo, que siempre les da un aire cómico
(Pie Grande, Pandedios, Buena Nueva, el padre Susurro). Janina es muy suya, ya
lo dije. Hablando de los secundarios, la novela también se lee como una
historia en la que una serie de personajes, todos raros y solitarios, poco proclives a hablar de su pasado, se
encuentran y traban amistad. Entre ellos se cuentan otro ermitaño como Janina,
un ex alumno metido a traductor, una dependienta de origen muy humilde y una
escritora que se establece en la montaña por temporadas (no falta alguna
reflexión sobre su profesión). La acción se sitúa en una región rural,
prácticamente despoblada, por lo que el contacto humano escasea y cada uno vive
a su manera, con sus neuras y secretos («Más que las enfermedades mortales, son los grandes años de
desdichas los que degradan a las personas», p. 20). El retrato de esta minúscula red de relaciones al margen de la sociedad urbana es otra clave de la
obra.
Nuestra falta de imaginación se demuestra en los nombres y los apellidos que usamos públicamente. Nadie los recuerda nunca, están tan alejados de la persona que deben representar y son tan banales que no aluden para nada a esa persona. […] Por eso trato de no usar nunca nombres ni apellidos reales, sino esos términos que nos vienen a la cabeza de modo espontáneo cuando vemos a alguien por primera vez. Estoy convencida de que es la mejor forma de usar la lengua y no eso de lanzarse palabras desprovistas de significado. […] Yo creo que cada uno de nosotros ve al otro a su manera, así que tiene derecho a darle el nombre que considere apropiado y que corresponda mejor a esa persona. Y así tendríamos varios nombres. Tantos como el número de personas con las que entablamos una relación.
Olga Tokarczuk |
Janina es una narradora tan soberbia que tengo
la impresión de haber escrito una reseña sobre ella más que sobre el libro. Su
astucia, su conducta deliciosamente ambigua… Se adueña de todo, lector incluido, con una introspección magistral.
Divierte de un modo inteligente gracias a la mordacidad de su voz, una voz
cautivadora y briosa que mantiene la tensión de principio a fin aunque el
desenlace se adivine antes. Olga Tokarczuk denuncia de forma amena y
sin tono panfletario los abusos del ser humano en la naturaleza, pero a la vez se
ríe de los animalistas radicales que se toman demasiado en serio el activismo («De un país dan fe sus
animales. Nuestra actitud hacia ellos. Si la gente se comporta brutalmente con
los animales, no hay democracia que pueda ayudarlos», p. 96). Quizá el desarrollo
de la trama es un poco irregular, en parte por las excesivas explicaciones
sobre astrología, en parte por la resolución un tanto simple del conflicto.
También se podría haber trabajado mejor el papel de los secundarios,
que, pese a estar bien caracterizados, tienen una implicación poco decisiva en
el relato. En cualquier caso, Sobre los
huesos de los muertos es una buena propuesta, escrita con picardía,
reflexiva y con un pertinente trasfondo de conciencia social. Ojalá en España
podamos leer muchos más títulos de Olga Tokarczuk.
Gracias a Agnieszka por recomendarme a la
autora.
Citas en cursiva de las páginas 59, 54 y 27,
respectivamente.
No conocía a la autora y aunque había visto la novela entre las novedades de Siruela no me había llamado la atención. Una buena reseña siempre ayuda a cambiar de opinión:)
ResponderEliminarLa verdad es que la protagonista que describes no se parece en nada a lo que se espera en una novela de misterio, lo que es un alivio. Además, creo no haber leído nada de literatura polaca, a pesar de tener a un par de autores pendientes (Stanislaw Lem, Wislawa Szymborska y Jerzy Kosiński).
Siempre es un placer descubrir nuevos autores y si son de países con los que no se está especialmente familiarizado, mejor todavía:) Me llevo tu recomendación.
Yo tampoco me habría fijado en ella de no ser por la recomendación de Agnieszka. No es el tipo de libro que suelo leer, pero encontré una voz narrativa potente y eso siempre se disfruta. En fin, a veces los blogs son muy útiles para descubrir a autores, sobre todo a los que no cuentan con grandes campañas de difusión.
EliminarMe alegro de que te haya gustado la novela. En realidad no es lo más típico de la autora cuya narrativa suele ser muy reflexiva, casi filosófica, aunque no hermética. Por eso su éxito, creo.
ResponderEliminarDebe de ser muy interesante. He localizado algún ejemplar de segunda mano de "Un lugar llamado antaño"; creo que me animaré a leerla.
EliminarMe parece increíble que no se hayan traducido más obras de ella al español.
EliminarDesde luego, Tony. Aunque los editores no sepan polaco, la podrían leer en su traducción al francés, por ejemplo (en este idioma sí que hay más libros suyos disponibles).
EliminarVaya, yo lo comencé este sábado pasado y a los pocos capítulos decidí abandonarlo. Demasiado ambiguo y la protagonista terminó agotándome.
ResponderEliminarA mí, en cambio, me pareció muy amena y solo me cansó un poco en los últimos capítulos, cuando las descripciones astrológicas se me hicieron cargantes. En fin, tiene que haber opiniones de todo tipo :).
EliminarA mi también se me hizo algo cargante pero una fuerza superior a mi me obligaba a seguir leyendo hasta el final... Una historia de venganza que de podría haber titulado "Sobre los astros de los muertos"
EliminarGracias, por la reseña. Me gusta este tipo de narradoras, extravagantes, raras.. al estilo de los mejores personajes de Patricia Highstmith... a ver si encuentro algo de ella...
ResponderEliminarMe ha parecido un truño de mucho cuidado , después de sesenta paginas de tedio he decidido dejarlo. También lo intenté con Los errantes y fue peor , me rindo con esta escritora.
ResponderEliminarAyer me sentí tentado hacia este libro y también hacia Los Errantes. Agradezco la reseña y el posterior intercambio de comentarios que, fundados en la lectura, resultan muy útiles e interesantes. Saludos desde Argentina!
ResponderEliminarAcabo de terminar de leerlo. Inicié con entusiasmo pero conforme avanzaba me di cuenta que esperaba más. En algunos capítulos se reivindicaba. Admito que el final me sorprendió. De Olga Tokarczuk he leído Los errantes y me gustó tanto que lo vuelvo a releer. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarBuenas, voy a empezar a leerlo ahi les contare
ResponderEliminarLo acabo de terminar, lo compre por eso del Premio Nobel y el hecho que trasmitiera algo de misterio policiaco. Pero, Por Dios, ha sido el libro mas agotador que he leido, terminarlo me supuso un esfuerzo grande, la displicencia de los lugareños ante los cadaveres, eso de la astronomía que no se que tenía que ver, a no ser que fuera relleno, como la descipción climatológica y cultural que no aportaban nada, en fin si extraemos lo meramente policia y misterio no llega ni a un quinto del libro.... y ese final... Uuff pero termine...
ResponderEliminarMe pasó lo mismo. Eso sí, me faltaron unas 50 páginas para terminarlo. No me dio. Una escritura pantanosa que involucra a Blake y temáticas que podrían ser interesantes para intentar levantar una trama que, en realidad, es un bodrio. No sé cómo le dieron el Nobel.
EliminarA mí me ha gustado la novela, me ha dejado huella el personaje de Janina. No creo que sea una novela policiaca al uso, me parece más una novela de personaje, más filosófica y crítica sobre temas actuales y sobre la sociedad polaca. Novela sobre la soledad y la brutalidad humana con la propia naturaleza. El final me parece redondo... qué personaje tan bien construido, especialmente lo que no nos cuenta tiene una gran importancia... sus silencios hablan más que muchas de sus frases. La novela tiene frases y reflexiones memorables. Muchas gracias por la reseña. Voy a seguir leyendo otras obras de Olga Tokarczuk. Saludos
ResponderEliminar