02 diciembre 2013

El pequeño guardia rojo - Wenguang Huang



Edición: Libros del Asteroide, 2013
Páginas: 312
ISBN: 9788415625285
Precio: 21,95 € (e-book: 12,99 €)

En la literatura podemos encontrar un amplio abanico de propuestas que plasman diferentes aspectos del convulso siglo XX, desde la Gran Guerra hasta la descomposición de la Unión Soviética. No obstante, pese a ser un tema que siempre resulta interesante, tengo que hacer una crítica al contenido temático de las obras publicadas en España: casi siempre giran alrededor de Occidente, de lo acontecido en Europa y Norteamérica. Tenemos a nuestro alcance decenas de novelas sobre la guerra civil española, el Holocausto y la expansión del capitalismo, pero poco llegaremos a saber (hablando de literatura, insisto, no de libros de texto) de la descolonización de África, los conflictos de Oriente Medio o la China comunista. Este es el motivo por el que me interesé por El pequeño guardia rojo, unas memorias escritas en inglés en las que Wenguang Huang (Xi’an, 1965), traductor y periodista afincado en Estados Unidos, relata las transformaciones experimentadas por su país durante la segunda mitad del pasado siglo a partir del caso particular de su familia.

El relato comienza con una anécdota: cuando Wenguang era pequeño, su abuela empezó a obsesionarse con la muerte, hasta el punto de pedir (o más bien exigir) a sus familiares que tras su fallecimiento la enterrasen en su aldea natal, algo que en la China comunista estaba prohibido porque el ritual seguido era la incineración. Este punto de partida le sirve al autor para hilvanar recuerdos en los que lo particular de su hogar se convierte en universal dentro del contexto sociopolítico del país, una perspectiva que nos ayuda a entender de forma amena cómo se notaron los cambios del nuevo régimen, que, como cualquier sistema totalitario, no siempre aplicaba medidas tan beneficiosas como pretendía hacer creer a sus ciudadanos. En este ambiente, la abuela de Wenguang representa las viejas tradiciones, un mundo de supersticiones que se resiste a asimilar las modernizaciones del comunismo, mientras que su padre, fiel al partido, es el hombre modélico que defiende los ideales del sistema. He aquí el quid de la cuestión: los deseos funerarios de la abuela pueden poner en riesgo la reputación de su hijo.

A lo largo de veinte capítulos, el autor narra diversas situaciones cotidianas en las que se aprecia el choque ideológico entre tradición y comunismo. Por ejemplo, una escena en la que el padre se dirige a los alumnos de la escuela de su hijo para contarles lo difícil que fue su infancia y lo mucho que mejoró su vida con las reformas de Mao. Sin embargo, Wenguang Huang, que escribe desde la distancia de llevar cerca de treinta años viviendo en Estados Unidos, explica que su progenitor omitió los momentos duros en los que el partido no supo actuar, como la hambruna de principios de los años sesenta, en la que ocultó los verdaderos datos sobre el número de víctimas. Todo el libro sigue esta tónica, que ejemplifica perfectamente el contraste entre el discurso defendido por los comunistas y la realidad de la calle, por lo que se puede considerar un testimonio valioso para conocer esta etapa de la historia de China.

El estilo del autor se aproxima más al de la crónica que al de la novela: se centra en los hechos que le permiten describir en detalle los episodios en los que esa confrontación resulta relevante, no en las relaciones interpersonales de su familia (aunque, como es lógico, algo de ellas trasciende por los asuntos planteados). La preocupación de la abuela por la muerte solo es una excusa simpática para comenzar a desgranar estos momentos; no hay una «intriga» en torno a ello. Me sorprende que la editorial, en su boletín de novedades, presentara esta obra como uno de los grandes lanzamientos del primer semestre del año, un libro que podía «gustar mucho». En mi opinión, no es así, y no porque sea malo, que no lo es, sino precisamente por ser más crónica que novela —sobra decir con qué está más familiarizado el lector medio— y por desarrollarse en China, un país que, como comentaba antes, en general sentimos más lejano que Inglaterra, Francia o Estados Unidos. Creo que para disfrutar de El pequeño guardia rojo hace falta tener interés por el tema tratado.

Wenguang Huang
En definitiva, este primer libro de Wenguang Huang supone un acercamiento accesible a la China de la segunda mitad del siglo XX, unas memorias familiares en las que cada experiencia relatada se aprovecha para mostrar las particularidades del comunismo de una forma didáctica e interesante, y en las que brillan especialmente la abuela, una mujer que pese a su carácter terco resulta entrañable, y el padre, un hombre en medio de dos aguas, de los deseos de su madre y de sus propias inquietudes con respecto al partido. La edición, como de costumbre en Libros del Asteroide, está bastante cuidada, aunque he detectado errores reiterados en la concordancia le/les y el uso de deber/deber de. En cualquier caso, El pequeño guardia rojo resulta una opción que tener en cuenta para superar el eurocentrismo que a menudo se nos transmite inconscientemente en muchas obras de contenido histórico.

6 comentarios :

  1. Hola Rusta!
    A mí el tema me interesa bastante, así que me lo llevo apuntado.
    Justo el mes pasado he leído "Nacer mujer nacer en China" que también trata de esta etapa de la historia de China, aunque con un enfoque algo diferente. La autora, que trabajó en la radio china, recoge 15 de los muchos testimonios de mujeres chinas que escuchó, creo que te podría gustar. El estilo de la autora no es nada del otro jueves, pero las historias son de lo más duro que he leído.
    1beso:)

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  2. @Elena:). Lo conozco, y sí, creo que también puede ser muy interesante :).

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  3. También es un tema que me interesa. Y no conocía este libro. Bien apuntado me lo llevo.
    Besotes!!!

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  4. @Margari. Qué bien, me alegra que te haya interesado :).

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  5. El tema no me llama demasiado la atención así que esta vez no me apunto el libro.
    Besos!

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  6. @Kristineta. Entonces mejor que busques otra cosa, sí, porque se te podría hacer pesado.

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