Edición: Caballo de Troya, 2018
Páginas: 416
ISBN: 9788415451983
Precio: 16,90 € (e-book: 3,99 €)
Estamos
en el tercer milenio. El planeta ha quedado dividido en dos zonas: una región
de luz y otra de sombra, esta última llamada Umbra, donde se desarrolla la
historia. Los humanos han perdido la capacidad de emitir sonidos; se comunican
bien por lenguaje táctil, bien con la ayuda de un mineral, el ecoral, en
el que han cristalizado frases pronunciadas siglos atrás. Vera, una joven, trabaja en una cadena de transmisión de mensajes: su rutina se
desarrolla sin contratiempos hasta el día que recibe un recado de su abuelo,
que le habla del pasado, de la época de agitación política, que no se ha
contado con honradez a las nuevas generaciones. Vera querrá saber,
querrá que la memoria de sus antepasados le cuente las atrocidades que se
cometieron durante ese gran cambio de ciclo de la humanidad que ha marcado sus
vidas. Esta necesidad de responder preguntas es la que mueve a Vera,
que hasta ese momento se mantenía paralizada, a la espera, sin atreverse a tomar las riendas de su existencia.
Marcel, su novio, también siente curiosidad por el pasado. En su caso, la
concreta mediante la investigación arqueológica: él y su equipo excavan con la
esperanza de hallar restos de la ciudad conocida antaño como París. Mientras
explora, se cruza en su camino Greta, una niña que merodea por la excavación.
Greta fisgonea los objetos de los arqueólogos, hasta que se asusta al
percatarse de que ha oído el ruido que provoca uno de ellos. Ella, una humana,
ha podido escuchar un sonido; tal vez la esperanza de recuperar la dimensión
sonora no esté perdida por completo. De forma paralela, más allá de gente corriente como
Vera o Marcel, existe una familia poderosa que dirige el curso de esta zona. En
este sentido, la humanidad no ha cambiado tanto: tiene delante a un jefe-patriarca,
Felipe Fumagalli, un hombre que vive entre su esposa, Eva (como la primera
mujer) y su amante, Bárbara (como esos pueblos que invadían un territorio). En
medio está Dimas, su traductor personal, porque esta clase alta es demasiado
orgullosa para aprender el lenguaje táctil. Este desconocimiento, junto con la
doble vida del patrón, vuelve vulnerables a los Fumagalli cuando las cosas se
les ponen en contra.
Umbra (2018), la primera novela de Silvia Terrón (Madrid, 1980), que previamente había publicado cuatro poemarios y se
dedica al periodismo cultural, es un debut atípico. Los escritores suelen darse
a conocer con novelas breves, más o menos autobiográficas; tanteos que rara vez
se erigen como un libro representativo de su narrativa. Umbra se diferencia de la mayoría por su extensión (cuatrocientas
páginas), su género (distopía literaria), su amplitud (novela coral, con la
construcción de un lugar rico en detalles, diversas tramas que terminan por
confluir) y, no menos importante, su ambición. En la literatura española
reciente, Inercia (2014), de Ariadna
G. García, también la primera novela de una poeta consumada, comparte algunos
de estos rasgos, aunque el futuro proyectado por Silvia Terrón, así como sus
conflictos dominantes, está menos politizado (en el sentido común del término)
y bebe más de la imaginación; al fin y al cabo, el universo de Umbra se adelanta más de un milenio. La
escritora Mercedes Cebrián, en su año a cargo de Caballo de Troya, fue quien
apostó por ella.
En
Umbra sobresalen dos
aspectos. Por un lado, el interés por el lenguaje. Se da la
paradoja de que ha escrito esta novela en una época de sobreinformación
(pantallas, redes sociales, fake
news), es decir, de ruido, no (solo) sonoro. De hecho, el
creciente uso de dispositivos móviles está reemplazando la comunicación oral en
algunos ámbitos. Un planeta en el que los humanos han perdido la capacidad de
producir sonidos puede resultar inverosímil, pero es una metáfora excelente de
lo que sucede cuando el ruido opaca los mensajes importantes: se puede estar
sordo a lo esencial, aunque el oído capte el sonido. En Umbra, los
personajes aprenden a comunicarse con el lenguaje táctil; se ven obligados a
desarrollar el tacto. La situación se relaciona con la facultad de escuchar al otro: en una sociedad cada vez más individualista, se pierde esta atención a los demás. Los protagonistas hacen un esfuerzo para entenderse, para
superar las limitaciones de su medio de comunicación. De algún modo, nos
recuerda el privilegio de escuchar, de contar con tantos recursos para
canalizar un mensaje. Al mismo tiempo, esta distopía reivindica a los
traductores, figuras clave en Umbra, por cuanto actúan como muletas para
personajes cojos. En el presente estamos asimismo cojos (no solo en idiomas
extranjeros: también en la lengua de signos, por ejemplo), por lo que invita a
reflexionar acerca de las responsabilidades del traductor y a tomar conciencia
de los matices que se pueden dar a un mensaje. Futuro imaginario; temas
actuales.
Silvia Terrón |
En
segundo lugar, la sociedad de Umbra se cimienta sobre unas bases reconocibles
en la actualidad (y en casi cualquier periodo), por lo que aborda
cuestiones atemporales como la diferencia de clases, el adulterio, el
enfriamiento de una pareja, el miedo a tomar las riendas, la memoria de los
ancianos, los niños como un lienzo en blanco sobre el que comenzar una nueva historia. Con personajes como Vera, Marcel, Greta y Dimas, profesionales, bienintencionados, prudentes,
y a la vez inseguros, con miedo a lo desconocido. Ni héroes ni villanos; personajes sencillos en circunstancias complicadas. Umbra,
en fin, es sin duda una obra muy trabajada, fusión de inteligencia e inventiva
(y cuánto se agradece una imaginería poderosa entre tanta autoficción). Tiene
el problema, quizá, de abarcar demasiado, construir una sociedad demasiado
intrincada; con tanta información, tantos frentes abiertos, el libro se diluye.
Lo mismo ocurre con el estilo, tan poético que resta fuerza a la historia; le
sobran filigranas. Le habría ido bien concentrarlo
en menos páginas. De todas formas, hay que
aplaudir la valentía de emprender un proyecto de esta altura, más aún en una primera novela.
Pura ciencia ficción: me ha picado la curiosidad.
ResponderEliminarBueno, piensa que se ha publicado en un sello de narrativa contemporánea. Es una novela en la que la forma de estar escrita (poética, con un lenguaje esmerado) importa mucho. La historia como tal se desarrolla despacio, que nadie espere una novela de acción. Dicho esto, espero que te guste :).
EliminarExcelente post y autor citado.
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