Edición: Hoja de Lata, 2018 (trad. Francisco
Álvarez)
Páginas: 368
ISBN: 9788416537334
Precio: 21,90 €
Con
Luz perfecta (2015), Marcello Fois
(Nuoro, 1960) cierra su trilogía de los Chironi, una de las sagas
familiares más interesantes de los últimos años. Esta obra, que empezó con Estirpe (2009; Premi Llibreter) y
continuó con El tiempo de en medio
(2012; finalista Premio Strega), todas ellas traducidas por Francisco Álvarez y
publicadas por Hoja de Lata, recorre un siglo en la Cerdeña natal
del autor, siguiendo las venturas y desventuras de un clan condenado, como los
Buendía de Gabriel García Márquez, a la fatalidad. En la primera parte, que
comienza a finales del siglo XIX, conocimos a Michele Angelo y Mercede, los
patriarcas, afortunados en el negocio de la herrería y desdichados en su vida personal. Tampoco a sus hijos les sonrió la suerte. En
la segunda parte, el nieto de los Chironi fundadores, Vincenzo, tomó el relevo y nos
acercó a una sociedad sarda que se iba adaptando a las transformaciones de los cincuenta. Para terminar, en Luz
perfecta los protagonistas son su hijo Cristian y su
nieto Luigi Ippolito. Este, llamado como uno de los Chironi emblemáticos, completa el círculo en el año 2000.
Esta
saga familiar se ha caracterizado desde el principio por la riqueza narrativa
de Marcello Fois, un autor que ya contaba con una sólida trayectoria literaria cuando
inició el proyecto: descripciones envolventes del paisaje sardo, resonancias
míticas, elementos del realismo mágico encajados con destreza en la historia. Este
revestimiento «literario», junto con el carisma de los protagonistas (Michele
Angelo, Gavino, Luigi Ippolito, Marianna, Vincenzo) y el trasfondo social, dotó las
dos primeras entregas de intensidad, de vigor; literatura de la que arrastra al lector. Emprender un
proyecto narrativo de esta envergadura, con el esfuerzo de hacer un «trasvase» de
personajes en cada novela, de enmarcarlos en un contexto cambiante e inventar
para ellos nuevos recorridos, merece todo el reconocimiento. Ahora bien, no se puede
pasar por alto que, de los tres libros, Luz
perfecta es el menos logrado. A veces se habla del «síndrome del final de
la trilogía», en referencia al cansancio del escritor al poner punto final, que se traduce en
pérdida de frescura. Eso ha ocurrido con los Chironi.
La
narración se centra, además de en Cristian, en personajes que no pertenecen a
la familia, pero se relacionan de forma estrecha con ella: Domenico Guiso, el
hijo de Mimmíu (amigo de Vincenzo en la segunda parte), y Maddalena Pes. Los
tres, Cristian, Domenico y Maddalena, conforman un triángulo en la década de
los setenta, cuando todos rondan los veinte años; representan un modelo de la
experiencia del amor que contrasta con el de sus antepasados y evidencia la liberalización de las costumbres, aunque la presión del matrimonio
tradicional se sigue imponiendo. También plantea la cuestión de la familia
sin lazos de sangre: hijos criados por personas que no son sus padres
biológicos. Temas bien encontrados, que podrían dar personalidad a Luz perfecta con respecto a las novelas
anteriores, pero esta vez no termina de funcionar, y no
funciona porque tanto el relato como los personajes resultan endebles. Ni
Cristian, ni luego Luigi Ippolito, tienen la fuerza de los anteriores Chironi;
tampoco Domenico o Maddalena. La anciana Marianna da sus coletazos,
insuficientes para insuflar vida a la novela.
Esta
novela es, además, la más extensa de la trilogía. En vano: una historia inconsistente,
«rellenada» con fragmentos sobre los libros anteriores (no hacía falta volver
una y otra vez al primer Luigi Ippolito, por ejemplo; la novela debería
caminar sola). La saga se ha sustentado en la idea de fatalidad que persigue a
la familia, como en una tragedia griega, por lo que el dramatismo era de
esperar. En esta ocasión, no obstante, la desgracia se concreta en un enredo de traiciones,
con organización criminal de por medio, que busca un golpe de efecto
predecible. Todo demasiado plano, alargado sin necesidad. El estilo resulta
desabrido, sin el esplendor de antes (basta recordar el pasaje del regreso de
Vincenzo, en la segunda parte, tan rico en referencias homéricas, tan salvaje
en su penetración en la isla; Luz
perfecta no está a esa altura). Cabe pensar, también, que quizá la
narrativa de Fois se adapta mejor a la recreación del pasado que a los
acontecimientos históricos recientes: la dimensión épica y la influencia de la oralidad se asientan mejor en lo
que se percibe lejano en el tiempo que en lo actual. No era fácil llevar a los
Chironi hasta el siglo XXI, con todos sus artilugios modernos.
Marcello Fois |
Luz perfecta no es, en fin, el «broche de oro» que uno
querría para un proyecto que despierta admiración (y aún más: cariño, pues
los primeros Chironi están tan vivos que permanecen en la memoria). Pese a todo,
se trata de una trilogía más que recomendable, con dos obras muy buenas y una
tercera algo menor; pero después de escribir Estirpe y El tiempo de en medio no se le puede reprochar nada al autor; solo se le pueden dar las
gracias. Ahora, a leer sus otras novelas, porque queda mucho Marcello Fois más
allá de los Chironi, y seguro que nos reencontraremos con su mejor versión.
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