Edición: Blackie Books, 2019
Páginas: 256
ISBN: 9788417552138
Precio: 19,00 €
Ella sabe que no he nacido para ser su hija y yo sé que ella no podía sentirse más lejos de estar preparada para ser madre cuando parió. Estamos aquí por casualidad, resistiendo las tentaciones como un favor de la una para la otra. Es muy duro. Mi casa es un escondrijo lleno de fugitivos.*
Vozdevieja (2019), la primera novela de Elisa Victoria (Sevilla, 1985), nos lleva a la España de los años noventa de la
mano de Marina, una niña que crece en un barrio obrero del sur. La infancia
tiene su vertiente apacible, pero también una suerte de lado «oscuro», unos
tabús aparentes que la pequeña radiografía con una mirada fresca y
espontánea. Este es el gran logro de la autora: la voz narrativa, el punto de
vista de una muchacha curiosa, que llama a las cosas por su nombre y a la vez
conserva la candidez de la edad para narrar la imperfección de la vida
doméstica sin tapujos: habla de cómo acompaña a la abuela al baño, de la madre
que duerme en bragas, de los juegos en los que las muñecas se restriegan, de
las revistas para adultos que hojea a escondidas. Desmitifica la idea de una
infancia «blanca» o decorosa, introduce lo impúdico en la cotidianeidad y
aborda la curiosidad por el sexo, las mentiras de los niños o la violencia
entre ellos. Marina tiene una cualidad: la picardía. Y Elisa Victoria aúna todo
eso en una narración fluida, personal. El título está muy bien escogido,
además.
La
familia de Marina, como tantas, tiene sus disfuncionalidades: la niña pasa
mucho tiempo con su abuela; la madre la tuvo cuando aún no estaba preparada; el
padre se halla ausente; el novio de la madre lo reemplaza en cierta medida. En
la perspectiva de Marina se entrevén la enfermedad y la muerte, integradas en el día
a día; no vive al margen de los problemas de los adultos. Con todo, dista mucho
de autocompadecerse o hurgar en los asuntos espinosos; el acierto del punto de
vista reside en tratar estas cuestiones como una parte más de la rutina, las
«normaliza» en lugar de centrarse tan solo en lo traumático, conviven con las
historias más livianas del colegio o los amigos. La autora concentra las esferas
que componen la infancia, de lo trivial a lo profundo, de lo anecdótico a lo
permanente, por lo que adopta un tono un tanto tragicómico. Tiene también una
dimensión social que trasciende la individualidad de Marina, ya que a través de
ella retrata las costumbres de esa sociedad humilde y castiza. Para la
promoción del libro, la editorial ha contado con el aval de Elvira Lindo; un
acierto, ya que a ella se la relaciona asimismo (al menos, en sus primeras
obras) con esta aproximación a la niñez desde un enfoque entre tierno y
ocurrente, que logra la complicidad de los lectores gracias a su naturalidad y
sentido del humor.
Lo
mejor de Vozdevieja es el
descubrimiento de una nueva voz, valga la redundancia, con un estilo cuidado y
una sensibilidad singular hacia esa fuente inagotable de literatura que es la
infancia. No es poco, desde luego. Entre sus puntos débiles, la sensación
de no saber hacia dónde va, junto con la falta de tensión. Por
«tensión» no se trata de narrar una «intriga», darle un «ritmo vertiginoso» o
«giros argumentales», sino el simple hecho (y no obstante tan
difícil) de mantener la cuerda tensada, sin dispersarse, aunque se narre algo
tan íntimo como la pérdida de la inocencia de una niña o los altibajos
familiares. Este libro tiene el hándicap de parecer más una «crónica de la
infancia» que una «novela» como tal. Tiende a divagar, a recrearse más de lo
necesario en las digresiones, a detenerse en la anécdota. Las páginas están
escritas con primor, eso sí, pero en ocasiones resulta preferible depurar el
estilo hasta que quede lo esencial para que la ficción funcione, es decir, para
que subyugue al lector.
Elisa Victoria |
En
relación con esta crítica, algunos lectores han valorado de forma positiva que
les suscite nostalgia por su niñez. Sin embargo, precisamente el
exceso de referencias a la cultura popular de los años noventa, por simpáticas
que resulten, lastra la narración. Hay que preguntarse si se aspira a escribir
un texto testimonial o –esa palabra tan de moda– generacional (y, entonces sí, podría ser
pertinente comentar la gracia que tiene Carmen Sevilla presentando el Telecupón, lo rico que está el Bollycao
de la merienda o lo contenta que la abuela fue a votar a Felipe González), o
bien se aspira a hacer literatura de mayor envergadura. En este último caso, las referencias tienen que integrarse en el relato, tienen que aportar,
tener un sentido, y no ser un mero guiño a los lectores de su quinta. La
literatura debe tener la capacidad de interpelar al lector con independencia de
su edad, su origen o la época que le ha tocado vivir. El fondo debe prevalecer
siempre sobre la anécdota, y en esto es donde Vozdevieja se tambalea. Aun así, no está nada mal como debut, y seguro que la autora tiene por delante una gran carrera.
*Cita
de la página 42.
Me llama la atención esta novela que reseña, pues recientemente vi a la autora en un programa de televisión y me pareció muy cercana... la historia, respaldada por Elvira Lindo, tiene mucho de lo que me gusta. Un saludo!
ResponderEliminarSu voz narrativa también es así, muy cercana. Creo que te gustará.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarDescubrí a la autora hace poco por La Resistencia, y me dejó con ganas de saber más. Por lo que te leo, creo que me puede gustar, además las ediciones de Blackie Books me encantan.
¡Un saludo!
Sí, Blackie hace un gran trabajo. Para esta cubierta se han inspirado en un vestido que la abuela de la autora le hizo cuando era pequeña; inmejorable, en mi opinión. Espero que disfrutes del libro.
EliminarNo conocía a la autora. Pese a esos peros que señalas al final, tiene buena pinta la novela. No me importaría leerla si se cruza en mi camino.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es un buen debut, se nota que ha leído y escrito mucho antes de dar forma a esta novela. Te la recomiendo, sí.
EliminarMe ha gustado mucho. Sorprendente el equilibrio que mantiene entre la candidez, lo lujurioso, la importancia de lo cotidiano y el dolor que subyace en su vida.
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