Edición: Caballo de Troya, 2017
Páginas: 192
ISBN: 9788415451808
Precio: 14,90 € (e-book: 3,99 €)
En
su año al mando de Caballo de Troya, el sello de Penguin Random House dedicado
a los nuevos talentos de la narrativa española, Lara Moreno tuvo el acierto de
apostar por La hija del comunista
(2017), la primera novela de Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981), una autora que había publicado dos poemarios y biografías de Frida Kahlo y Federico
García Lorca. El libro narra la historia de Katia, la hija mayor de un
matrimonio de republicanos españoles exiliados en Berlín Este. La niña, y luego
joven, está marcada por partida doble por el contexto sociopolítico: por un
lado, sus padres huyeron de la guerra civil, por lo que Katia desconoce sus
orígenes y a su alrededor se hace notar su condición de extranjera; por otro,
ella crece en la República Democrática de Alemania, un régimen totalitario en
el que sus habitantes distan mucho de sentirse libres, lo que impulsa a algunos
de ellos a escapar al otro lado del Muro con la esperanza de encontrar otra
oportunidad. Con una estructura que salta varios años de un capítulo a otro, la
autora recorre la segunda mitad del siglo XX, desde la posguerra hasta la caída
del Muro de Berlín, siguiendo la peripecia individual de la protagonista.
Este
es un libro breve, pero concentrado, con múltiples capas. Tiene su vertiente
intimista, en las andanzas de Katia, que cuenta sus vivencias en
primera persona. Su evolución muestra el paso de la niñez a la adolescencia, de
la juventud a la vida adulta, con lo que conllevan: los amigos, el
primer amor, la universidad, la relación estable, la búsqueda de independencia.
Más allá de Katia, la novela recrea la influencia de las circunstancias
políticas en el día a día de la protagonista, desde la escena en la que, siendo
una niña, cruza al otro lado para recoger una carta enviada desde España, al
momento en el que ella misma, convertida en una joven, decide huir. La
clandestinidad, el miedo, la sospecha. La autora plasma la atmósfera tensa del
régimen comunista y elige con inteligencia los episodios exactos para integrar
el proceso histórico, con sus consiguientes transformaciones, en las
experiencias particulares de Katia. En este sentido, puede ser un buen libro
para comentar en clubes de lectura y en institutos, ya que, además de calidad
literaria, posee un revestimiento social digno de analizar a fondo. La sutileza
del estilo y las elisiones, tanto en el paso del tiempo como en las frases que
terminan de manera abrupta (o que no terminan, según se mire), resultan
fundamentales.
La novela plantea un paralelismo entre generaciones: primero los
padres huyeron de España, luego la hija hizo lo propio en la RDA. Este periodo
del siglo XX va unido al desarraigo, a la separación de seres queridos. Unos y
otros se marchan con el fin de mejorar sus condiciones de vida, pero su odisea
no acaba cuando se instalan en el otro lugar, sino que surgen otros conflictos:
la distancia, la pérdida del idioma, las costumbres, la discriminación. En
ambos casos se abandona el hogar por causas superiores a su voluntad; la
decisión implica renuncia, sacrificio. La autora capta a la perfección esas
ataduras de la protagonista: del conocimiento impreciso del pasado de sus
padres a las dudas sobre su propio futuro, de la dependencia paterna a la
dependencia de la familia política. Katia trata de construir una nueva
identidad en medio de presiones y remordimientos, la carcome la desconfianza,
la sensación de que nunca se sentirá satisfecha, de que sus raíces la
persiguen. El libro se cierra con un final coherente con el curso de los
acontecimientos, que cierra el círculo.
Aroa Moreno |
La hija del comunista recibió el Premio Ojo Crítico de
Narrativa. Los premios no inspiran el mismo respeto que antaño, cierto, pero merece la
pena mencionar que este galardón ha distinguido a escritores que con el tiempo
se han consolidado, como Marta Sanz, Pilar Adón, Juan Gómez Bárcena o Sara Mesa. El reconocimiento a Aroa Moreno es bien merecido: su
ópera prima da un soplo de aire fresco a la narrativa española, por el
marco histórico, tan atípico en las ficciones patrias, pero
también por su estilo, de una contención y una precisión poco habituales en
esta lengua propensa al exceso. El libro tiene las palabras justas
para mantener la tensión de principio a fin y mostrar la evolución de la
protagonista, una protagonista con muchos frentes abiertos que la autora condensa
con maestría. Una muy buena primera novela, en definitiva.
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