Edición: Impedimenta, 2018 (trad. Miguel Ros
González)
Páginas: 192
ISBN: 978841711556Precio: 17,95 € (e-book: 10,99 €)
La
canadiense Mavis Gallant (Montreal, 1922 – París, 2014) se encuentra entre esas
escritoras a las que aún no se ha prestado la atención suficiente. Especialista
en el relato corto, su obra anticipa de algún modo a su compatriota Alice Munro, con esas historias que condensan en pocas páginas toda la complejidad de
la vida de la gente corriente. Como las protagonistas de este libro, Gallant dejó
su Norteamérica natal para instalarse en Europa, donde residió desde los años
cincuenta. No hace mucho Lumen recuperó su narrativa breve en Los cuentos (2009), e Impedimenta hace
lo propio con la primera de las dos únicas novelas que publicó, Agua verde, cielo verde (1959), aunque
llamarla «novela» no es del todo exacto. Fiel a su estilo, el libro se compone
de cuatro textos que funcionan por separado y están interconectados por los
personajes. Las protagonistas, Bonnie y Flor, son una madre divorciada y su
joven hija, que desde la ruptura del matrimonio se dedican a vagar por Europa,
en compañía de familiares, amigos y nuevos e inesperados compañeros.
Sabía que el tiempo iba pasando y la ciudad se vaciaba, pero aún no había alcanzado los sueños que anhelaba. Un día abrió los postigos de su habitación y la tarde estival bañó su rostro blanco y su pelo enmarañado. Tuvo la sensación de que el verano estaba tocando a su fin: ya había alcanzado su punto álgido y ahora se iría desvaneciendo. La nostalgia inundó la habitación. Nostalgia por el pasado, por el declive del día, por una sombra a través de la persiana, por el miedo al otoño. La estación, más que concluida, parecía desgastada, como un amor sobre el que se ha hablado demasiado, o un deseo pospuesto.
El
conflicto reside en la relación entre madre e hija –la biografía de Gallant
está asimismo marcada por el entendimiento difícil con su progenitora, que tras
quedarse viuda se volvió a casar enseguida, se marchó y la dejó a cargo de un
tutor legal–. Por un lado, Bonnie, una mujer de mediana edad que ha sido
atractiva, ha tenido amantes, ha disfrutado, en definitiva, y todavía no ha
abandonado del todo esa forma juvenil
de estar en el mundo («se rendía y se consolaba jugando a ser una chiquilla»,
p. 37). Por el otro, Flor, hermosa pero desvaída, taciturna, encerrada en sí
misma. En apariencia, su existencia bohemia y cosmopolita podría despertar
envidia; sin embargo, Flor ha crecido sin anclaje, sin ese sentido de
pertenencia a un país, un hogar, una familia («Podría haber sido una persona,
pero tú me convertiste en una extranjera», p. 44). Ni Bonnie ni Flor se han
desprendido del pasado. La hija se siente una víctima de su madre; la madre
cree que la hija toma decisiones equivocadas para vengarse de ella. Se respiran
los reproches mutuos: «Aquella cercanía acabó convirtiéndose en una trampa, y
ahora ambas pensaban: “De no ser por ti, mi vida habría sido diferente. Ojalá
hubieras salido de mi vida en el momento oportuno”» (p. 74).
Mavis
Gallant hace un ejercicio magistral del punto de vista y la elisión. Cada
relato, cada parte, se centra en un personaje que durante un tiempo se
relaciona con las dos mujeres. Lo que descubrimos, por lo tanto, es la
perspectiva parcial de quien conoce la relación entre madre e hija desde fuera, un testigo, un compañero
que interactúa con ellas, en grados de proximidad desiguales y variables: no
percibe igual el primo adolescente enamoriscado de Flor que la chica casada que
intenta trabar amistad con ella o el viejo amigo de Bonnie. Estos personajes, a
su vez, tienen sus problemas; cada uno ve las cosas según su experiencia, y a
menudo el punto de vista dice más de ellos que de las dos mujeres. En el primer
relato ya lo advierte en boca de Flor: «tengo la sensación de que nosotros dos
nunca hemos estado en el mismo sitio» (p. 34). Dos personas pueden compartir
una tarde, pero no la viven igual, sobre todo, no la recuerdan igual. Apenas se entrevé la punta del iceberg, porque en
compañía de los demás uno se comporta de otra manera, se guarda mucho para sí.
Todos, no sé por qué, nos vengamos de alguien. Si tú eres tan mala con tu madre como ella dice que eres es porque te estás vengando de ella. Pero ten presente, Florence, que tu madre podría darse la vuelta y decir “Sí, pero mira a mis padres”, y ellos podrían hacer y decir lo mismo. Comprenderás, pues, lo inútil que resulta repartir culpas. Creo que mi marido se está vengando de mí, aunque no sé por qué. Todos nos vengamos de alguien, y todos pagamos por los problemas ajenos. Todos los hijos acaban vengándose de sus padres, una y otra vez.
Mavis Gallant |
La
autora, además de por su brillantez en la construcción, asombra por
su finura. Escribe con un estilo elegante, sutil, poético, preciso. No se
recrea en las escenas morbosas, no despieza un encontronazo en pleno apogeo;
más bien muestra los restos del naufragio, leves, profundos. Insinúa más que
narra; las aguas se mueven bajo la superficie que ven los acompañantes. Las
protagonistas pueden resultar alegres y despreocupadas en una charla trivial,
pero quién sabe cuánto ocultan, y en ese misterio se sustenta la narración. Cada
historia se desarrolla en una etapa diferente, en ciudades que con frecuencia
se retratan como lugares de ensueño para el turista: Venecia, París, Cannes. Su
evocación aquí, en cambio, va en consonancia con el estado de ánimo deprimente de
los personajes, con una descripción impecable de los ambientes, los atardeceres,
el final del verano. Este es, en definitiva, un libro hermoso,
extraño, fascinante; un libro sobre personajes desamparados que tratan de
aparentar normalidad mientras la amenaza de romperse les corroe por dentro («solía
desear que fuéramos una familia sencilla, pero ella no podía ser sencilla con
la vida que había llevado», p. 182). Literatura delicada y sin estridencias; un
hallazgo.
Citas
en cursiva de las páginas 100 y 107-108.
No conocía a esta autora. Gracias por la recomendación. Será un placer leerla.
ResponderEliminar¡Espero que te guste!
EliminarTengo por costumbre fijarme en todo lo que saca Impedimenta, pero es que me has puesto los dientes larguísimos con este. Tiene una pinta estupenda y la alusión a Munro me basta para darle mi confianza ciega. Gracias por la reseña!
ResponderEliminar¡Qué bien! Espero que la disfrutes. Me parece uno de esos libros que crecen después de la lectura, al pararse a pensar en él y releer ciertas frases (apunté unas cuantas...). Mavis Gallant es una escritora muy sutil, muy elegante.
EliminarSuena interesante, pero tengo el problema de siempre: mi listado de pendientes es tan largo... >.< Ya que has citado a Munro, la tengo pendiente desde hace tiempo también.
ResponderEliminarRespecto a la novela, me suena interesante por el conflicto madre/hija. A bote pronto, no recuerdo haber leído ninguna otra obra que lo trata. Aunque padre/hijo sí. La Carta al padre de Kafka. Y Maus, el comic de Art Spiegelman, recuerdo que también trataba el tema aunque quizás no fuera el tema principal.
Un saludo.
Je, je, todos estamos igual con la lista de pendientes.
EliminarA mí el tema de la maternidad me encanta. En el blog encontrarás muchas reseñas de libros que que lo tratan: Elena Ferrante, Angelika Schrobsdorff, Vivian Gornick, Alba de Céspedes... Todas son muy buenas.