03 octubre 2018

Actos humanos - Han Kang

Edición: :Rata_, 2018 (trad. Sunme Yoon)
Páginas: 272
ISBN: 9788416738342
Precio: 19,50 €

Cuando Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970) tenía nueve años, su ciudad natal fue masacrada por el Ejército surcoreano. Los hechos ocurrieron durante una semana, en mayo de 1980: la población se rebeló contra la dictadura de Chun Doo-hwan, y este respondió con una brutalidad que se llevó por delante centenares de vidas, quizá más de mil, se desconoce la cifra exacta. Por aquel entonces, la autora vivía en Seúl junto a sus padres, a salvo, pero el impacto de la matanza le dejó huella y en Actos humanos (2014) le da forma literaria. Este libro constituye una rareza en la obra de Han Kang, por lo general de vocación intimista y de ficción pura, como La vegetariana (2007; Man Booker International Prize 2016). No obstante, más allá de las diferencias aparentes, se entrevé un nexo entre ambas novelas: la violencia en la sociedad contemporánea.
Es probable que la violencia sea el tema distintivo de Han Kang, bien como presión latente del sistema patriarcal hacia las mujeres, bien como reacción sanguinaria contra la insurrección de los ciudadanos; violencia institucional, en cualquier caso, del poder hacia los débiles. Tanto en La vegetariana como en Actos humanos los protagonistas pagan caro el no adscribirse a los mandatos dominantes; en eso se parecen. La autora no elude el conflicto, sino que se recrea en él, en la crudeza de los acontecimientos, las agresiones, las torturas, los fluidos, los cadáveres en descomposición, el abatimiento de los supervivientes, la desesperación de las familias. Su voz está pegada al cuerpo, a los humores. No busca la epifanía fácil, no plantea una novela «amable»; más bien pone a prueba al lector, lo pasea por una galería de los horrores humanos (a propósito, atención a los colores de las cubiertas en su edición española, rojo para La vegetariana y negro para Actos humanos. Pasión y ocaso, sangre y muerte; literatura que no admite tonos pastel).
Actos humanos abarca diferentes voces de las víctimas de la masacre. Toma como punto de partida a un estudiante de secundaria que colabora con unos voluntarios. A pesar de ser demasiado joven, consigue unirse al grupo de ayudantes mientras busca a un amigo desaparecido. Junto a sus compañeras, el muchacho es testigo del caos reinante, de los cuerpos amontonados, de las desfiguraciones. Ese primer episodio se sitúa en el corazón de la tragedia; en los siguientes se tienen más noticias del chico, pero enriquecen los hechos con otras perspectivas: desde el alma de un muerto a la censura en una editorial, pasando por el abatimiento de una madre que no encuentra a su hijo y el calvario de los prisioneros. Como en La vegetariana, el punto de vista se desplaza y cada capítulo funciona de manera autónoma al tiempo que se complementa con los demás; experimentación incluso en una reconstrucción histórica como esta.
En última instancia, pese a centrarse en una tragedia concreta (y, seguramente, poco conocida por los lectores occidentales), trasciende lo particular para reflexionar sobre la brutalidad del ser humano en situaciones de rebelión popular. Ya lo advierte el título: esta barbarie es fruto de los humanos, no hay más responsables ellos. En un pasaje, un superviviente se pregunta cómo puede seguir adelante después de comprobar lo que sus semejantes han sido capaces de hacer. Porque ni siquiera se puede hablar de «adversarios»: el propio Estado hostiga a sus habitantes, no hace falta estar en guerra para sufrir la violencia más salvaje, la represión, el silencio. Es un buen síntoma para la narrativa coreana que se haya podido escribir esta obra, una denuncia estremecedora, un retrato de ferocidad y muerte, narrado sin paliativos; todo eso es Actos humanos.
Estoy luchando. Lucho todos los días en soledad. Lucho con la vergüenza de haber sobrevivido y de estar vivo hoy. Lucho contra el hecho de que soy un ser humano. Lucho contra la idea de que el único camino que me liberará cuanto antes de esa realidad es la muerte. Profesor, usted que es un ser humano como yo, ¿qué respuesta me puede dar?*
Han Kang
En comparación con La vegetariana, aun siendo una muy buena novela, Actos humanos carece de su imaginería, de esa atmósfera que en inglés se llama weird (extraña, peculiar, fabulosa), que tan pronto despierta furor como rechazo, y desde luego no deja impasible a nadie. De algún modo, La vegetariana, al ser una alegoría oscura, permitió a la autora jugar, perturbar con representaciones que contravienen lo establecido. En Actos humanos, la historia le viene dada, los sucesos son los que son y, por mucha creatividad que les ponga, no producen ese golpe de lo insólito de aquella mujer que se evaporaba al dejar de comer carne. El hecho de repartir el peso de la trama en varios personajes y espacios (en La vegetariana se alternaba el narrador, pero todos giraban en torno a la protagonista) también contribuye a diluir un poco el interés, al no poder seguir la evolución de uno de manera sostenida. Actos humanos se mueve en terreno seguro, mientras que La vegetariana arriesga, como un destello de genialidad. De todas formas, ambas merecen la pena.
*Cita de la página 158.

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