27 abril 2018

Una granja en las Green Mountains - Alice Herdan-Zuckmayer


Edición: Periférica, 2018 (trad. Richard Gross)
Páginas: 336
ISBN: 9788416291649
Precio: 19,00 €

Alice Herdan-Zuckmayer (1901-1991), austríaca de origen judío, conoció a su marido, el reputado escritor y guionista alemán Carl Zuckmayer (1896-1977), cuando trabajaba como actriz y secretaria en Berlín. Corrían los locos años veinte, una época en la que él despuntó –escribió el guión de El ángel azul (1930), la película protagonizada por Marlene Dietrich, entre otros– y el matrimonio frecuentaba el círculo intelectual, junto a nombres como Stefan Zweig, Bertolt Bercht o Alma Mahler. Sin embargo, esa vida bohemia sufrió un revés con la llegada de Hitler al poder: se vieron obligados a exiliarse a Estados Unidos, en concreto, se instalaron en una granja de Vermont, donde se dedicaron al cuidado de los animales como una familia de campesinos más, mientras él continuaba redactando sus guiones. De esa experiencia, que se prolongó hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, surge este libro, Una granja en las Green Mountains (1949), que supuso el debut como escritora de Alice y pronto se convirtió en un éxito en Alemania. Ahora se traduce por primera vez al castellano.
Más que de una obra con pretensiones «literarias», se trata de un testimonio cuando menos curioso sobre cómo dos urbanitas acostumbrados a vivir sin ensuciarse las manos empezaron de cero en unas condiciones adversas y aprendieron a sobrevivir en el campo a base de mucho esfuerzo. Lo cuenta, además, con humor, sin recrearse en las renuncias y sin autocompasión, riéndose de sí misma por las meteduras de pata en su adaptación a la montaña. Este es el relato de una pareja dinámica y perseverante, que, a pesar de los obstáculos, a pesar de la añoranza de Europa y el mundo cultural, no decae y sigue adelante con firmeza. En comparación con los títulos de nature writing más recientes, mucho de lo que explica la autora sobre su estilo de vida rural se ha quedado obsoleto, aunque esto aumenta más si cabe el carácter extraordinario del libro. Habla, por ejemplo, de la comunidad de vecinos y la línea de teléfono compartida (una fuente de anécdotas, por supuesto), de los catálogos de venta por correo o los boletines informativos para los granjeros. El retrato de una era desaparecida, con el añadido de estar contada por alguien que no había nacido allí y tenía la capacidad de sorprenderse y fijarse en detalles que pasarían inadvertidos a los autóctonos.
Alice Herdan-Zuckmayer
Lejos de idealizar las costumbres del campo con respecto a la civilización urbana (el matrimonio se toma la granja como una estancia temporal, nunca pretende convertirla en su hábitat permanente), la autora aborda las dificultades del día a día, como el aislamiento en invierno o la cría de animales. Dedica capítulos minuciosos a la adquisición de patos, gansos y gallinas, y a su aclimatación. Frustración, imprevistos, pero también tesón, mucho tesón. No olvida su vertiente intelectual: aun en la montaña, su marido sigue escribiendo y ella narra en los últimos episodios los viajes que hacía a la biblioteca (llegar allí en esas circunstancias era un acontecimiento). El interés de Alice por los libros no desapareció, aunque tuvo (qué remedio) que ajustarse al nuevo escenario y buscar minutos entre actividades extenuantes. Desde la perspectiva actual, en esta sociedad de la inmediatez y la sobreinformación, las vivencias de los Zuckmayer resultan sin duda «inspiradoras»: una demostración de empeño, disciplina y paciencia cuando las cosas eran mucho más complicadas que en el presente y los pequeños progresos se valoraban más. Por lo demás, una lectura agradable, por su tono ameno y optimista, y por el valor histórico del testimonio.

2 comentarios :

  1. No pinta mal, pero en esta ocasión no termina de llamarme del todo. Así que no creo que me anime.
    Besotes!!!

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