Edición:
Errata
naturae, 2017 (trad. Luisa Gutiérrez Ruiz)
Páginas: 144
ISBN: 9788416544554
Precio:
14,00 €
Todo es efímero, dentro de varios meses de esto no quedará más huella que ruinas haciendo muecas. ¿Y para eso se ha puesto el mundo entero en movimiento? El presente es una bobada, y ésta es la mayor de todas. Pero siento, no obstante, que mi crítica sería otra por completo distinta si ella estuviese aquí, si pudiera pasearla por todas partes, si pudiéramos contemplarlo juntos: entonces me deleitaría, me admiraría y estaría entusiasmado.
A
lo largo de sus diez años de andadura, Errata naturae ha manifestado una
afinidad por la cultura centroeuropea de la primera mitad del siglo XX, en
particular, por la francesa y la alemana, vertebradas en torno a París
y Berlín. En su catálogo se pueden encontrar muchos libros que abordan la
figura del flâneur baudeleriano, el
arte de vagar sin rumbo, de perderse por las calles de una ciudad,
concepto clave en la literatura del siglo XIX y principios del XX. Títulos como
Romance en París (1920), de Franz
Hessel, El peatón de París (1939), de
Léon-Paul Fargue, o El aldeano de París
(1926), de Louis Aragon, lo demuestran. El último en incorporarse a la
selección ha sido Solo (1890), del
finés Juhani Aho, seudónimo de Johannes Brofeldt (1861-1921); un autor
desconocido aún para el lector español, pero toda una institución en su país, donde
desarrolló una prolífica carrera como novelista, fundó un periódico y tradujo a
escritores franceses de renombre. Se le considera uno de los padres de la
narrativa finlandesa.
El
narrador de este libro es un hombre maduro y solitario que se marcha de su
tierra, la Finlandia rural, para conocer el París de la Exposición Universal de
1889. Aunque viaja sin compañía, sus recuerdos no lo abandonan: el nombre de la
muchacha de la que está enamorado, una chica más joven que él, está presente en
sus meditaciones. Él no sabe si ella le corresponde, lo que aumenta su
malestar. En estas circunstancias, el protagonista pasea por la ciudad de la
luz como un bohemio abatido, perdido, incapaz de disfrutar de los placeres
mundanos porque su equipaje pesa demasiado («Y más no necesito. Recuerdo todo y
mi ánimo se entristece y encapota. Y eso me sucede casi cada día, en cualquier
momento, por cualquier motivo», p. 79). Para él, París no es la ciudad de los
enamorados, ni tampoco el centro del bullicio; se mueve por sus
avenidas como un tipo desamparado, que mira la actividad de la gente sin
lograr participar de ella. Es la perspectiva de un paseante desdichado, de
vuelta de todo, que se sumerge en un lugar desconocido, y muy diferente de su
hogar, como una forma de huida.
Juhani Aho |
En sus palabras: «No
vale la pena caminar toda la vida como un soñador de la luna, y menos en París,
debido a una pequeña belleza finlandesa» (p. 98). En
efecto, este es el relato de un letraherido idealista, nostálgico, sensible,
que descubre los contrastes entre la sociedad parisina moderna y
el mundo campestre, aún arraigado a las viejas costumbres, de su Finlandia natal.
Él no se desplaza como pez en el agua por París; el suyo es el punto de vista
de un recién llegado, deslumbrado por la modernidad y al mismo tiempo
indefenso, confuso, desorientado, todavía apegado a ese amor que dejó en la provincia;
un hombre entre dos universos en una edad en la que resulta difícil comenzar de
cero. Con un estilo intimista y delicado, Juhani Aho firma un libro evocador y hermoso. Las narraciones sobre la
experiencia del descubrimiento de una urbe como París resultan inagotables, y esta no desmerece.
Cita
inicial en cursiva de la página 82.
Este me lo apunto.Parece un adecuado contrapunto para el breve "Solo" de Strindberg -que acabo de leer, dado que este es menos cosmopolita y sentimental.
ResponderEliminarNo conozco el de Strindberg. Espero que lo disfrutes :).
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