Edición:
Pre-Textos, 2008 (trad. César Palma)
Páginas:
132
ISBN:
9788481919134
Precio:
15,00 €
«El
buey y tu mujer, de tu tierra deben ser». Eso, al menos, reza el refrán
italiano que da título a esta novela, publicada en 1941, que constituye una de
las primeras incursiones de Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908 – Turín,
1950) en la narrativa, después de haber debutado en 1936 con el poemario Trabajar cansa. Está considerada una
obra de referencia del neorrealismo, ya que desarrolla algunos principios del
movimiento —el retrato de la realidad social, la clase
trabajadora, el estilo accesible para el gran público, el desenlace
pesimista, antiheroico—, si bien Pavese ante todo lleva a cabo un proyecto de realismo simbólico, que va más allá de las
imágenes y otorga a cada elemento un significado que trasciende los límites de
lo puramente social. De tu tierra,
pese a tratarse de un libro modesto con respecto a novelas como La luna y las hogueras (1950) o Entre mujeres solas (1949), esboza los
motivos esenciales del escritor piamontés, y por eso mismo hay que tenerlo muy en
cuenta.
Una colina del Piamonte |
El
protagonista y narrador es Berto, un joven mecánico de Turín, urbanita,
seductor y de ademanes chulescos, que acaba de salir de la cárcel junto a su
compañero Talino. Este último, a diferencia de Berto, procede de Monticello,
una localidad rural de Piamonte, e invita a su amigo a instalarse en su casa, con
su familia, que le ofrecerá un trabajo. Berto desprecia profundamente los ambientes rurales y a su gente, pero acepta la propuesta. En las primeras
páginas, reflexiona: «Estos pueblerinos no pueden ponerse en la piel de alguien
que, por muy curtido que esté, se siente perdido la mañana que sale de la
cárcel y no sabe qué hacer» (p. 10). El propio Pavese había estado en la cárcel
en 1935 por su denuncia del fascismo, por lo que no es casual que se refiera al
desamparo de dos personajes recién salidos de prisión, obligados a
encontrar de nuevo el rumbo, a encontrarse a sí mismos. Mientras que Berto
carece de estabilidad en la ciudad (tiene amigos y amigas, personas de
paso), el campesino está anclado en el pueblo, en el ciclo de las estaciones y
en la unidad familiar —estos dos
camaradas se parecen un poco a los de La
luna y las hogueras, aunque en esta última el forastero es de hecho un
hombre que vuelve a su tierra—. En ese pueblo se adentra Berto, que
no hace caso al refrán y comienza a trabajar con ellos… y a fijarse en sus
mujeres.
La oposición entre el campo y la ciudad
se erige como un tema fundamental de la obra. Berto se instala en casa de Talino a
regañadientes: tacha a los campesinos de «pueblerinos» e ignorantes, se burla
de su tosquedad y se recrea en la descripción de los pies descalzos y la piel
morena. En definitiva, presta atención a todo aquello que diferencia lo rural
del paisaje urbano. No se trata, por lo tanto, de una perspectiva idílica del
campo, aunque este espacio embrutecido también es para Pavese una fuente de erotismo. De entrada, la descripción de
la colina como un seno femenino sugiere una interpretación mítica, como un
regreso a las pasiones primitivas, al instinto, a la sangre. En efecto, Berto se siente
atraído por Gisella, la más refinada de las hermanas de su amigo, una chica que
guarda un secreto. Al igual que en Camino de sangre (1959), una novela póstuma escrita junto a Bianca Garufi, el hilo sigue
a un urbanita que se adentra en el campo, un territorio desconocido para él, en el
que descubre la cara turbia del pueblo, representada en el «castigo» a
una mujer de su interés. El campo simboliza un retorno a la
irracionalidad original, a la pulsión; pero un retorno opresivo, con
relaciones familiares tensas, violentas y llenas de sombras.
El
viaje interior del protagonista supone asimismo su particular aprendizaje: Berto, que se cree curtido
tras pasar por la cárcel, se descubre ingenuo en este hábitat; el campo es para
él una bofetada de realidad de la que sale entero, pero no indemne. Su lenguaje,
sobre todo al principio, rebosa brío y descaro, una voz de joven encantado de conocerse
que no teme a nada ni a nadie. Con todo, al final se ve diciendo: «Habría sido mejor
que me hubiese quedado en la cárcel» (p. 119). Esta afirmación contrasta con la
bravuconería inicial: de considerar que un campesino no puede entender su
desamparo a expresar que habría preferido mantenerse ajeno a la brutalidad
del campo. Ni la ciudad ni el pueblo son, pues, espacios apacibles. De algún modo,
Pavese indaga en la soledad, en la imposibilidad de «salvar» al otro. Porque, como en Entre mujeres solas, por mucho que los
personajes se relacionen entre ellos, al final cada uno termina solo con sus
misterios. La primera persona del narrador hace que el lector, como el propio
Berto, solo pueda intuir los secretos de Talino y Gisella; la insinuación, no
obstante, resulta suficiente para envolver la narración con un velo oscuro.
Cesare Pavese |
Bajo
la aparente simplicidad de la trama, en la que se suceden episodios rutinarios
de la vida en el campo, Pavese construye una novela de múltiples capas que condensa
muchas de sus obsesiones. No hay que dejarse engañar por la sencillez del
universo cotidiano ni por la sobriedad de su prosa: Pavese es un narrador
preciso y sutil, que no recarga su discurso, sino que expresa mucho en pocas
líneas. Busca la palabra exacta, la metáfora que se ajuste a la dimensión simbólica
que quiere dar a cada escena. Presta atención a la naturaleza, a los elementos
del paisaje que puede utilizar para potenciar su composición (por ejemplo, el
simbolismo del día y la noche en el campo: por el día todos cumplen con su
labor, todo está a la vista de todos; la noche, en cambio, abre otras
posibilidades para lo inexplorado, lo pasional y lo impúdico), como hace
también y de forma muy notoria en El bello verano (1949). La familia nunca es una institución amable para él; y ocurre
algo similar con el amor, condenado al desencanto. Leer a Pavese significa
integrarse en una realidad ordinaria en la que sin embargo uno tiene la
sensación de que hay algo que escapa de cualquier control, una tensión oculta en las
acciones diarias que tarde o temprano sale a la luz en forma de clímax
dramático.
Otro autor con el que no me he estrenado. Y tus reseñas siempre me dicen que estoy perdiéndome mucho...
ResponderEliminarBesotes!!!
Pavese es muy recomendable y accesible. Hace un año yo tampoco había leído nada de él, pero en seis meses ya llevo cinco libros, y seguiré. Todo es cuestión de empezar :).
EliminarNunca he leído nada de este autor, me plantearé empezar con "De tú tierra" dado que es muy cortito. Gracias.
ResponderEliminarBesos.
Es una buena opción para entrar en su universo literario. "El bello verano" también está muy bien para empezar.
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