Edición:
Lengua de Trapo, 2009
Páginas:
192
ISBN:
9788483810590
Precio:
18,20 €
Hace
unos días reseñé Cosas que brillan cuando están rotas (Círculo de Tiza, 2016), la primera novela de la periodista
Nuria Labari (Santander, 1979), una aproximación al 11-M que está teniendo una
buena acogida por parte de los lectores. Muchos descubrirán a Labari con esta
última obra (y harán bien en hacerlo), pero, de hecho, la autora ya se había
dado a conocer en 2009 con Los borrachos
de mi vida, un libro de relatos galardonado con el VII Premio de Narrativa
Caja Madrid, que fue alabado por escritoras como Rosa Montero, Soledad
Puértolas y Elena Medel. Estos cuentos, si bien se alejan del enfoque
periodístico que sí tiene la novela, manifiestan una afinidad por temas que se
desarrollan más en Cosas que brillan….
En concreto, las tensiones cotidianas propias de la sociedad contemporánea;
asuntos «incómodos», pero abordados con un tono entre simpático y tierno que
facilita la digestión. Y, aunque el título pueda inducir a pensar lo contrario,
esto no va (solo) de juergas juveniles: las relaciones familiares son sus grandes protagonistas.
Salvo
alguna excepción, los trece relatos que lo componen mantienen un buen nivel y
le permiten desplegar más su estilo gracias a las posibilidades del texto breve.
Labari es una narradora primorosa, aguda
y precisa, que utiliza técnicas narrativas diferentes y no se conforma con
repetir la misma fórmula. Destacan los cuentos que abordan la relación entre padres e hijos desde el punto de vista
del niño, como el que abre la compilación, «Cómo empaparte sin ver la lluvia»,
un texto intenso, rotundo, dirigido a un «tú» que es un muchacho cuyos padres
se están divorciando. Siguiendo la rutina de una jornada cualquiera, detecta
cómo la desazón del niño, la convicción de que nada será igual, se cuela por
las rendijas de los actos cotidianos. En «Abre la puerta», plantea con ingenio
la tendencia de los niños a idealizar a sus padres: una niña se fija en el
llavero de papá y conoce más de él en función de las puertas que estas llaves
abren. Pero no solo presta atención a los hijos cuando son niños: «De cómo se
quedan los que se van» reflexiona sobre la relación entre un padre y su hija
cuando esta se ha marchado de casa.
Tal
vez por ser una obra de juventud, gran parte de los relatos muestran diversas
facetas del coming-of-age de un personaje, esto es, del hecho de
convertirse en adulto y el malestar que este proceso entraña. Hay uno
especialmente delicado y a la vez muy crudo, «Trapos amarillos», en el que una
niña toma conciencia de la muerte (y del modo en que la vida sigue pese a todo)
después de perder a su abuelo. Labari es incisiva, pone el dedo en la llaga,
pero con una voz suave que busca más la complicidad que el estremecimiento.
Ocurre lo mismo en el último cuento, «Volar a mano o a máquina», en el que una
niña que acaba de cumplir diez años visita a su hermano, que se encuentra en la
cárcel, por primera vez. Pérdidas de
inocencia duras, ásperas, pero que mantienen la candidez y la ternura. En
general, en todos los relatos la ingenuidad de quien aún no ha abandonado el
universo de la niñez (y esto no solo incluye a niños) convive con el dolor que
provoca el descubrimiento del mundo adulto, el mundo cruel, el mundo de las
fisuras.
Otras
veces, la pérdida de inocencia se produce cuando los personajes son
adolescentes o jóvenes. Las relaciones
entre jóvenes son otro tema muy presente: desde la inestabilidad y
la recién adquirida libertad de las aventuras esporádicas, sin ningún futuro
(como «¿Quieres pintarme los labios?», sobre el veraneo de una chica en Ibiza)
a las relaciones de pareja más asentadas, que no obstante distan de ser
perfectas («Traumas y otros complementos», o el error de esperar demasiado de
los demás). En este grupo también hay cuentos que experimentan con otros
géneros, como «Amapola Blanca, sube al coche», un road-trip por el norte de España protagonizado por una joven que
viaja con un hombre mayor que ella (eso sí, estilísticamente me parece el peor:
el lenguaje es cursi, afectado, como de texto primerizo: «La barriga le caía
como una lágrima, como un llanto suave e indestructible», pp. 38-39). En «Los
objetos perdidos también lloran», por otra parte, repasa
una relación a partir de lo que contienen las maletas de cada involucrado (a
propósito, el título parece un adelanto del de su novela, Cosas que brillan cuando están rotas).
Cambiando
de tercio, aunque en los relatos de miradas infantiles aparecen tanto niños
como niñas, entre los jóvenes abundan más las mujeres y, por extensión, los asuntos
relativos a la intimidad femenina,
como su experiencia del amor, el deseo o la sexualidad, entre otros. «Ni
siquiera adiós» es una brutal aproximación al aborto, en la que además entra en
juego Internet: la protagonista participa en un foro en el que las mujeres que
han sufrido un aborto comparten sus experiencias (en mi comentario de Cosas que brillan… ya dije que me parece
un acierto utilizar los recursos digitales que forman parte de la vida
cotidiana). «Cómo guardar un secreto» traza un hilo de complicidad entre una
madre y su hija, y lo mismo ocurre en «A ninguna parte», donde una mujer,
esposa, madre y ama de casa, harta de todo y de todos, se desahoga con una hija
que la escucha en silencio.
Nuria Labari |
El
relato que da título al libro, «Los borrachos de mi vida», está escrito también
de una forma peculiar: listas que enumeran las características de los allegados de la
narradora con afición a la bebida, así como con sus «momentos estelares».
Recuerda un poco a la redacción de blogs y medios digitales —las listas tienen
mucho éxito en la red—, y es una forma original de hablarnos de su familia y
los episodios que la han marcado. En suma, Los
borrachos de mi vida me parece un debut que rebosa naturalidad y frescura para hablar de
las preocupaciones cotidianas de ayer, de hoy y de mañana. Porque las
relaciones familiares siempre han sido fruto de tensiones, pero la literatura
debe encontrar maneras nuevas de explorarlas, de darles un sentido pleno, de
desgranarlas desde la singularidad de la voz del autor y su tiempo. Eso es lo
que hace Nuria Labari.
Me gusta leer relatos así que me has tentado mucho con este libro. Y además me has dejado muy claro que tengo que estrenarme con esta autora. A ver qué libro encuentro antes.
ResponderEliminarBesotes!!!
Supongo que encontrarás antes la novela (por ser novedad, más que nada), pero cualquiera de los dos es una buena opción para descubrirla. Ya me contarás qué te parece.
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