Edición:
Siruela, 2009 (trad. Carlos Gumpert)
Páginas:
132
ISBN:
9788498412949
Precio:
13,90 €
Leído en la edición en catalán de
Bromera (trad. Anna Casassas, 2011).
Me
he acostumbrado a reservar los libros de Erri De Luca (Nápoles, 1950) para
aquellos momentos en los que busco sosiego, momentos de intranquilidad en los
que la literatura puede aportarme calma, paz, serenidad. Hay algo en la palabra
poética de este autor que tiene la capacidad de purificar, en el buen sentido, de
hacer aflorar las emociones para reconciliarse con uno mismo, con la vida. No
es que narre historias optimistas, ni que se prodigue en frases inspiradoras. No,
él es un escritor serio. Todo radica en su voz, en su tono cómplice, que crea espacios de intimidad en los que el lector
se sumerge. Bajo una aparente sobriedad, De Luca construye historias breves
pero con un trasfondo inmenso, historias en las que importan tanto las frases,
elaboradas con sumo cuidado, que dejan huella, como los oportunos silencios,
unos silencios que contienen mundos enteros. Por eso, a pesar de su extensión,
los leo despacio, sin prisa, recreándome en cada fragmento. Si empiezo este
comentario con esta pequeña confesión tal vez se deba, de hecho, a que la
calidez de sus obras me empuja a hablar de ellas con el mismo afecto, porque solo
un análisis, por cuidadoso que fuera, no comprendería todo lo que el autor es
capaz de dar.
De Luca tiene una biografía de las que
llaman la atención: de joven trabajó como albañil y conductor, y fue dirigente
del movimiento de extrema izquierda Lotta Continua. Ha aprendido idiomas de
forma autodidacta, entre ellos el hebreo (ha traducido pasajes de la Biblia al
italiano). En 2015 fue noticia por pedir el sabotaje de las obras del tren de
alta velocidad entre Turín y Lyon —la polémica dio lugar al panfleto La palabra contraria (2015), donde
reivindica la libertad de expresión—, una acusación de la que al final fue absuelto. No comenzó a escribir hasta bien avanzada la treintena, pero ha
aprovechado el tiempo: en estos momentos lleva publicados unos cincuenta
títulos y se le considera uno de los escritores europeos más importantes de las
últimas décadas —ha recibido, entre otros, el Prix Femina étranger por Montedidio (2002)—. Él reconoce que
todas sus obras son autobiográficas (inventar le parece «un abuso de confianza»), y, cuando uno ha leído varios libros suyos, resulta fácil identificar sus temas habituales: la
Nápoles de posguerra, con la pobreza, los camorristas y el dialecto —el
mismo ambiente que recrea Elena Ferrante (Nápoles, 1943) en su saga Dos amigas (2012-2015), aunque con una
concepción muy distinta de la creación literaria—; el adolescente que se inicia a
la vida; la figura del mentor; la búsqueda de pertenencia; los escritores que
cuentan las historias de los demás; el descubrimiento de la naturaleza; la
soledad. En El día antes de la felicidad
(2009) están todos presentes.
Nápoles se había consumido de tanto llorar en tiempos de guerra, ahora se desahogaba con los americanos, cada día era carnaval. Entonces entendí la ciudad: monárquica y anárquica. Quería un rey pero ningún gobierno. Era una ciudad española. En España siempre ha habido una monarquía pero también un gran movimiento anarquista. Nápoles es española, está en Italia por error. (83)
¿Cuál es el día antes de la felicidad? Han
corrido ríos de tinta sobre la felicidad, pero no tantos sobre la emoción
inmediatamente anterior a ella. Para un judío escondido durante la Segunda
Guerra Mundial, el día antes de la felicidad es el día antes de la liberación.
Para un adolescente napolitano, pobre y desamparado, pueden ser muchos días: el
día antes de conocer el amor, de tomar las riendas de su vida, de emprender un
viaje rumbo a lo desconocido. En esta novela aparecen los dos, el judío
escondido y el joven que busca su sitio, aunque no a la vez: estamos en plena
posguerra, y el chico, un muchacho huérfano de quien no se especifica el
nombre, descubre el escondrijo donde se ocultó un hombre en 1943 («Los
antiguos edificios contenían trampillas tapiadas, pasajes secretos, crímenes y
amores. Los viejos edificios eran nidos de fantasmas», pág. 5). El joven, que nos habla en primera
persona, se mete ahí para leer los libros que dejó el judío años atrás; dos generaciones unidas por las historias
(«Me llevo los libros que tienen que ir al exilio, les doy una segunda vida.
Igual que la segunda capa de pintura, que sirve de acabado, la segunda vida de
un libro es la mejor», pág. 32). El narrador querrá saber la historia del judío,
y don Gaetano, el portero, un amigo-mentor para él, le hablará de la guerra.
Don Gaetano dice que puede escuchar los pensamientos de la gente (¿tiene un don
o los escucha porque la vida le ha enseñado la empatía?). El protagonista,
solitario y curioso, intenta encontrar su lugar en medio de la miseria mientras
escucha las historias de su mentor y lee libros polvorientos.
Cuando volvía a casa aún pensaba en las clases. La escuela pública tenía una generosidad civil, la gratuidad que permitía que alguien como yo estudiara. Había crecido ahí dentro y no me percataba del esfuerzo de una sociedad para poner en práctica el deber. La instrucción nos daba importancia a los pobres. Los ricos se habrían instruido de todas formas. La escuela daba paso a los que no lo tenían, hacía igualdad. No abolía la miseria, pero entre sus paredes hacía posibles los iguales. La desigualdad comenzaba fuera. (110)
El viaje iniciático del joven hacia la
vida adulta vehicula toda la novela. La orfandad —tiene una madre adoptiva,
pero un tanto invisible— entronca con la búsqueda de pertenencia, que lo lleva
a buscar también en el pasado, como si, de alguna forma, todos fuéramos el
resultado de lo que ha ocurrido antes de nuestro nacimiento. Él solo siente que
pertenece a la ciudad, la Nápoles pobre y embrutecida, donde él, un chico
estudioso y sensible, es una rara avis. La narración, de una riqueza
extraordinaria, bebe mucho de la oralidad —una mención para la traductora, Anna Casassas, por su trabajo con el dialecto napolitano—,
del ambiente de la calle, de la gente sencilla. Y lo mismo ocurre con los
recuerdos de la guerra: se cuentan las vivencias de la gente anónima, de los
héroes que no aparecen en los libros de historia. El protagonista pone por
escrito lo que le cuenta don Gaetano; como el narrador de Història d’Irene (2014), se convierte en un escritor que no inventa,
que solo reproduce lo que otros le explican, un escritor que se concibe a sí
mismo pequeñito («El
escritor tiene que ser más pequeño que la materia que explica. Se tiene que ver
que la historia se le escapa por todos lados y que él solo recoge unas
migajas», pág. 66).
Su relación con don Gaetano es otro de
los pilares de la obra: la figura del adulto que, sin ser pariente del chico,
ejerce un rol de mentor, padre y amigo a
la vez. Con su habilidad para conocer los pensamientos de los demás, le
ayuda a conocerlos, a tratarlos («Escuchaba sus pensamientos y
contestaba, pero él no podía escuchar los míos. Con los pensamientos de los
demás no se puede hablar, son sordos», pág. 14). Tiene muchos
paralelismos con Mi planta de naranja lima (1968), de José Mauro de Vasconcelos, en la que, en un entorno también
oprimido, un niño inquieto y con alma de poeta encuentra la complicidad en un
señor, Portuga, que le enseña la vida. Incluso se parecen un poco en la forma,
por la narración en primera persona del muchacho, una voz influenciada por el
lenguaje coloquial de la calle y al mismo tiempo poética. Tiene asimismo mucho
en común con otras obras del propio De Luca, como Tú, mío (1999), que relata el viaje iniciático de un adolescente
que encuentra a su amigo-mentor en un pescador. Este tema de las relaciones
intergeneracionales refuerza el de la búsqueda
de identidad: el chico necesita el impulso de don Gaetano, e incluso del
judío al que nunca conoció, para aprender a dar sus primeros pasos y comenzar
su camino.
La luz del día acusa, la oscuridad de la noche da la absolución. Aparecen los transformistas, hombres vestidos de mujer, porque eso es lo que les dice la naturaleza y nadie los agobia. De noche no se piden cuentas. Salen los tullidos, los ciegos, los cojos, que de día todo el mundo rechaza. La noche, en la ciudad, es un bolsillo girado del revés. Incluso salen los perros, los que no tienen casa. Esperan la noche para buscar las sobras, hay muchos perros que consiguen salir adelante sin nadie. De noche la ciudad es un lugar como es debido. (22)
Erri De Luca |
El
chico, con todo, no solo vive de las historias del pasado. De Luca condensa
tanto las palabras que es capaz de plantear una obra muy completa en pocas páginas,
en la que tiene cabida un tema esencial: el
primer amor. El protagonista, de pequeño, se fijó en una niña que veía mirando
por la ventana, una niña que no salía de su casa. Años más tarde se
reencontrará con ella, pero que nadie espere una relación tierna (lo que no
quita que la novela rebose ternura). Las diferencias entre los dos ya se
entreveían en la infancia: él, un niño que jugaba a la pelota, un niño flaco, huérfano,
de la escuela de beneficencia, con mucha calle a sus espaldas; ella, la
misteriosa niña, encerrada en la jaula de cristal de su casa. En menor medida, se introduce también el descubrimiento
de la naturaleza, como en los recuerdos del portero sobre la época en que vivió
en Argentina —en El peso de la mariposa
(2009), De Luca ya planteó una sugerente metáfora sobre el ser humano y el
medio natural—. El día antes de
la felicidad es, quizá, uno de los libros más logrados del autor: abarca
todos sus temas fundamentales, esbozados, como siempre, con una contención
emocional brillante y cero estridencias, con esa escritura sobria que no obstante
derrocha intensidad. Profundo, reflexivo y bellísimo; cada fragmento es una
pequeña obra de arte. A su modo, es un libro antes de la felicidad, porque lo que leemos nos reconfortará después.
Nota:
las citas son traducciones mías de la traducción al catalán, de modo que pueden
no coincidir con exactitud con la edición en castellano.
la verdad es que me ha llamado la atención, no descarto leerlo , gracias!
ResponderEliminarEs un libro precioso. Se publican muchos libros buenos, pero este es de los que sobresalen, de los que me empujan a insistir en la recomendación. De hecho, lo leí el año pasado y lo incluí entre mis mejores lecturas del año. Erri De Luca es uno de los grandes y me da mucha pena que no sea más leído por estos lares.
EliminarTuve la fortuna de leer, Los peces no cierran los ojos, de De Luca, inspirador, y como bien dices, me lleva a la tranquilidad y a huir en momentos agitados. Lo recomiendo 500%. Un hallazgo para mi.
EliminarDisfruté bastante con su libro "Tú, mío" y me dejó con ganas de seguir conociendo a este escritor. Intentaré que sea pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
Seguro que también te gustará. He leído "Tú, mío" recientemente y tienen mucho en común: historia de iniciación + figura del amigo-mentor + primer amor con una chica complicada + trasfondo de la guerra. Aun así, De Luca es tan bueno que consigue que no parezcan dos libros iguales, en cada uno crea un universo singular. En mi opinión, que un autor sea capaz de seguir escribiendo novelas espléndidas aun repitiendo temas dice mucho a su favor. Todo está en el estilo.
EliminarUn autor que lleva tiempo entre mis pendientes. Y desde luego tras tu estupenda reseña me queda claro que no tengo que hacerle esperar mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
Te gustará, estoy segura, así que no esperes mucho ;).
EliminarMe lo apunto. No he leído nada del autor todavía. Un beso ;)
ResponderEliminarEs un gran escritor. Espero que lo disfrutes :).
EliminarA mi me has convencido, mañana lo compro. A ver si despierta en mi esas emociones, me hacen falta. Gracias
ResponderEliminarEspero que sí. Para mí Erri De Luca es un valor seguro.
EliminarPor lo que veo estás disfrutando mucho de este autor, ¡qué ganas de leer algo suyo! Me ha gustado mucho la introducción que has hecho, muy sentida, y las notas acerca de la vida de Erri de Luca.
ResponderEliminarTengo anotado "El peso de la mariposa", que es más cortito y me apetece más para acercarme al autor por primera vez. Ya te comentaré cuando lo lea:)
De Luca siempre es bueno, así que con cualquier libro acertarás. Espero que lo disfrutes :).
EliminarEs un libro intenso y poético. Coincido con tu reseña. Aprovecho para recomendar a todos la lectura de uno de los libros (para mí) más bellos y redondos de Eri de Luca: "Tres caballos"
ResponderEliminarGracias por la recomendación, Félix, me alegro de encontrar a otro lector de Erri De Luca. Leeré "Tres caballos".
EliminarLo he leído en italiano y a pesar de tener un C1 me ha costado algunas veces entender el texto, esto es por el extraordinario lirismo de algunas de sus páginas, más cerca de la poesía que del romance. Me ha recordado a
ResponderEliminar" La amica geniale " de Elena Fernández, ( Nápoles,después de la guerra ) y también a la EXTRAORDINARIA NOVELA " Lo que el día debe a la noche " de Jasmine Khadrá. Aconsejable.
Todas las novelas que contienen un viaje iniciático te atrapan fuertemente. ( El guardián en el centeno )