Edición:
Errata naturae, 2011 (trad. Martín López-Vega, post. Leonardo Sciascia)
Páginas:
176
ISBN:
9788415217152
Precio:
17,50 €
Agata
Avolio, una mujer siciliana de clase alta, pierde
la capacidad de mentir después de sufrir un accidente. La capacidad de
mentir, y la de callar: Agata lo suelta todo, sin anestesia, quieran escucharla
o no. En las primeras páginas de Un
granizado de café con nata (1974), la tercera novela de Alessandra Lavagnino (Nápoles, 1927), se muestra la contradictoria situación de la
protagonista antes del suceso. Contradictoria, porque, a ojos de los demás,
Agata lo tiene todo: un marido, una familia, una profesión donde se la
reconoce, un hogar confortable. Sin embargo, bastan unas pocas líneas para
detectar la amargura de su voz: sabe que su marido, Lorenzo, ya no la quiere. Y
ese no es su único problema: su hermano se ha vuelto adicto al juego, y ella
escucha con pesar los lamentos de su cuñada; además, en el laboratorio donde
Agata trabaja hay tejemanejes que la incomodan. Nada es lo que parece en la
sociedad de las apariencias, pero Agata, como todos, se acostumbra a callar, a
hacer como si nada. Hasta que tiene el accidente.
La
sinceridad descarnada de Agata, lejos de «liberarla» de sus tormentos
interiores, le causa importantes estragos, como el rechazo de su familia, que
la lleva al médico, a una curandera; la trata como a una niña a la que hay que
vigilar, sin intentar comprenderla. No la repudian porque sus palabras duelan,
sino porque es motivo de vergüenza estar relacionado con alguien que se
comporta como ella. Incluso molesta que exprese su afecto, que diga «Os quiero»
(«Mejor muerta, si se va a quedar así, dijo mi padre. Mejor muerta», pág. 44). El
viejo asunto de la hipocresía social,
de la educación fundamentada en el silencio, en aprender a callar para
convivir, en aprender a reprimir las emociones y los deseos, sobre todo cuando
se es mujer en la Sicilia de la omertà («Aquel gran silencio en el que había vivido durante años, ¿por
qué? Mentir, fingir, o callar. Callar: una palabra que se usa poco. Sólo en el
teatro dicen: «¡Cállese!». Nosotros decimos: “No hables”. Pero todos callan»,
pág. 50). Con la mafia, a propósito, también tendrá un encontronazo por hablar
demasiado.
Una
de las paradojas de esta situación se encuentra en el propio personaje de
Agata: una científica, doctora en parasitología, una mujer independiente y
valorada por sus colegas. Pese a todo, de nada le sirven la emancipación ni su
compromiso con el trabajo, porque la
institución de la familia (y de la mafia, y de la Iglesia) tiene raíces más
profundas que cualquier logro profesional. Ella misma se hunde
psicológicamente: se siente culpable por hablar más de la cuenta, querría
controlar su impulso; aunque al mismo tiempo sabe que está actuando de acuerdo
con sus fuertes principios éticos, sin intención de dañar a nadie. Agata,
además, suele fijarse en los zapatos (o en los pies descalzos) de los demás y
en la información que dan sobre las personas que los llevan: «Tuve el pensamiento de que su sufrimiento milenario
se asomaba en la habitual autoimposición de zapatos demasiado altos. Sólo en su
casa […] se sentía cómoda, con las zapatillas del revés: una flor cayendo y la
otra aún erguida» (pág. 116). Los zapatos de tacón de las mujeres que actúan «como
es debido» devienen un símbolo de la presión social, de la asimilación de la
mentira (el calzado incómodo para los pies) como un componente básico de la
sociedad.
Alessandra Lavagnino |
La contradicción entre la
verdad y la culpabilidad, entre la honradez y la infamia,
es el eje que vertebra el libro, que está escrito como una confesión de Agata a
su marido, una carta en la que le explica cómo se sintió después de lo ocurrido
(Lorenzo fue quien más se distanció de ella). El texto, que tiene un final
sorprendente —el «castigo» no recae de forma directa sobre Agata, al contrario
de lo que se podría intuir durante la lectura—, se lee como una fábula sobre las
presiones de la sociedad. Al igual que en Nuestras calles (1969) —su primera novela, y la única junto a esta que se ha
traducido al castellano—, Lavagnino se caracteriza por su narración elusiva,
sutil, íntima, precisa, de tensión creciente, que obliga a leer entre líneas porque el
significado va más allá de lo explícito. Y, de nuevo, vuelve a centrarse en una
mujer, en los asuntos que le resultan próximos, en las tensiones a las que se
enfrenta. Al mismo tiempo, la autora se distancia de su debut con la
introducción de la incapacidad de callar como un elemento alegórico que
desencadena la acción. Con Un granizado
de café con nata, se ganó la admiración de Leonardo Sciascia, que la
compara con Pirandello (en concreto, con su obra Uno, ninguno y cien mil, publicada en 1927) en el epílogo.
Tengo que leerlo. Creo que muchos nos identificamos con la protagonista...
ResponderEliminarsaludos
Sí, no hace falta estar en Sicilia para plantearse preguntas parecidas :).
EliminarAún no he leído "Nuestras calles", pero creo que este libro me llama más la atención. El tema de las apariencias es de lo más jugoso.
ResponderEliminarMe lo llevaré apuntado y lo más probable es que sea el primero que lea de esta autora.
Gracias por la recomendación!
Los dos están bien, sin ser tampoco obras maestras. A mí quizá me gustó más "Nuestras calles", por el tema de la relación madre e hija, pero "Un granizado..." me parece más ambicioso, es como una fábula con un planteamiento muy interesante.
Eliminareste me lo apunto. Un beso ;)
ResponderEliminarEspero que lo disfrutes :).
EliminarLeer tus reseñas siempre se convierte en un placer, por tus acertados análisis de las obras, por siempre descubrirme nuevos autores y lecturas diferentes. Y ésta no ha sido la excepción. Apuntadísimo que me llevo tu recomendación, que has conseguido llamar mi atención totalmente.
ResponderEliminarBesotes!!
Muchas gracias, Margari. Espero que no te defraude, y que sigas encontrando sugerencias interesantes por aquí.
EliminarÉste fue el segundo libro que leí de ella, todos en italiano, que para esos soy yo un poco repipi :p y si puedo me gusta leerlos en su idioma original.
ResponderEliminarAbsolutamente recomendable. Leyendo tu reseña, me apetece una relectura.
Besos!
Qué suerte que puedas leer en italiano. A ver si lo aprendo :).
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