Edición: Mardulce, 2019 (trad. Guillermo
Piro)
Páginas: 215
ISBN: 9788494686573
Precio: 12,00 €
Narrador,
poeta, ensayista, director de cine, dramaturgo. Pier Paolo Pasolini (Bolonia,
1922 – Ostia, 1975) está considerado, con justicia, uno de los referentes de la
intelectualidad italiana del siglo XX. Y, quizá precisamente por la amplitud de su
obra, aún quedan textos suyos por descubrir con la debida atención, como El sueño de una cosa, la primera novela
que escribió, en 1950, aunque no vio la luz hasta 1962, cuando ya contaba con varios libros publicados. Se trata de una ópera prima que esboza los
temas en los que profundizó a lo largo de su carrera, como la clase obrera, la
juventud, la amistad entre hombres o las penurias de la posguerra. Tiene,
además, la cualidad de la inmediatez: sitúa la acción entre 1948 y 1949, en una
Italia campesina castigada por la Segunda Guerra Mundial. Desde el principio, por
lo tanto, Pasolini manifestó su compromiso político a través de la expresión
artística; una voluntad de conjugar la narración con el análisis social que
alcanzaría su cima en títulos como Chavales del arroyo (1955).
«Todos
tenían muchos pensamientos en el corazón y poco dinero en los bolsillos» (p. 25).
El sueño de una cosa sigue las
andanzas de Nini, Milio y Eligio, tres chicos de la provincia de Udine que intentan
abrirse camino en un país devastado por la contienda. La novela empieza con una
fiesta popular, donde los muchachos se conocen. La celebración parece
simbolizar las esperanzas de esta generación que todavía no ha cumplido los
veinte años: la guerra ha quedado atrás, son jóvenes y rebosan energía; tal vez
la vida les depare grandes éxitos. Sin embargo, Italia se encuentra sumida en
graves problemas económicos, los hombres no encuentran empleo y los chicos
deciden marcharse al extranjero en busca de oportunidades. Dos de ellos viajan
a Yugoslavia, donde sufren el hambre, la miseria absoluta. El tercero se decanta
por Suiza, donde vive su singular periplo y, además, un desamor. Desengañados,
los tres regresan a casa. No hay trabajo ni en las fábricas ni en el campo,
pero la gente comienza a organizarse para presionar a los
propietarios. En medio del desasosiego, no faltan las ganas de vivir de la juventud: las
mujeres, la camaradería, la diversión, las idas y venidas; esas pequeñas
alegrías que, por fortuna, no se pierden del todo ni en estas circunstancias.
El
libro puede leerse, para empezar, como una
novela de aprendizaje: la pérdida de inocencia de unos muchachos desalentados por
las condiciones socioeconómicas, el paso de la ilusión inicial a la
desesperación y el dolor, primero en su experiencia en el extranjero, luego en
su propia tierra. Les esperan suertes distintas a los tres personajes, pero ninguno
escapa del malestar, de la renuncia en sus múltiples encarnaciones («Pero esos
eran los días de la esperanza: la guerra ya parecía lejana y para la juventud
comenzaba la vida», p. 35). Puede leerse, en segundo lugar, como una crónica de
los estragos de la posguerra entre la clase trabajadora, en ese entorno rural
áspero, violento, arraigado a sus costumbres, que recuerda a la literatura de
los sureños norteamericanos. Es, en este sentido, una novela cargada de crítica
social, que pretende promover la conciencia obrera, la lucha por los derechos
del proletariado, difundir los abusos que padeció esta generación. El autor da
voz a ese pueblo, con un estilo sencillo, coloquial, salpicado de dialecto, en
una narración donde los personajes se reúnen para cantar tonadillas populares
de la época. Capta ese «espíritu» neorrealista.
Pier Paolo Pasolini |
Al leerlo es inevitable acordarse de su coetáneo Cesare Pavese, que asimismo cultivó una
narrativa ligada al estrato social humilde, con las pandillas, la
rusticidad del campo y las relaciones de amor, con unos personajes masculinos
huraños que tratan de manera un tanto brusca a las mujeres. Si
Pavese sobresale como narrador, Pasolini tiene más marcada la perspectiva
antropológica, la mirada analítica, aunque la historia (basada en hechos reales)
se disfrace de ficción. Esta dimensión social, con todo, no está reñida con la
sensibilidad en el tratamiento de las relaciones entre los jóvenes, con la
poesía de algunas imágenes, sobre todo en la recta final, catártica. Incluso en
un ambiente tan árido, tiene cabida la emoción de un simple gesto, de una
mirada, gracias a la fuerza evocadora de Pasolini. He aquí una ópera prima
notable, que aún tiene mucho que decir a los lectores. Gracias a Mardulce por
publicarla por primera vez en España.
Y sigues descubriéndome autores! Y dejándome con muchas ganas de leer sus novelas. Apuntada me llevo ésta.
ResponderEliminarBesotes!!!
Te durará un par de horas y es una buena lectura. Vale la pena descubrir la obra de Pasolini.
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