Edición: Sexto Piso, 2018 (trad. Juan Ramón
Azaola)
Páginas: 240
ISBN: 9788416677924
Precio: 19,90 € (e-book: 11,99 €)
Todo
empieza como un juego de niños. El verano de 1963, Primo, Damiano y Mimmo
tienen doce años y disfrutan de las vacaciones en una pequeña localidad
italiana, uno de esos lugares donde se va a misa cada domingo, todos los vecinos se
conocen y nunca ocurre nada extraordinario. Una tarde, la pandilla de los
chavales mayores se propasa con ellos, y los tres amigos hacen un pacto de
sangre: desde ese momento, cada vez que alguien les haga daño, se vengarán. Una
promesa infantil, desde luego, pero el asunto se les complica. Porque están
creciendo, se encuentran en una edad entre dos mundos y no tardarán en descubrir que
hay problemas más graves que la paliza de un matón. Y de esos problemas más serios
también querrán vengarse, cueste lo que les cueste. Esta es la historia que propone
el escritor Mirko Sabatino (Foggia, 1978) en El verano muere joven (2018), su primera novela.
Novela
de aprendizaje, verano, amistad, ritos de paso y perversión. Este libro demuestra
que se puede hacer una literatura fresca y vigorosa a partir de unos motivos
clásicos. ¿Cómo? En primer lugar, con unos personajes bien construidos,
enraizados en sus respectivos núcleos familiares: Primo, el narrador, es un chico
tranquilo, huérfano de padre, que vive marcado por esta pérdida en un hogar
lleno de mujeres; Mimmo, rollizo y miedoso, un muchacho anulado por una madre
acaparadora y un progenitor con trastornos mentales; y Damiano, lo más parecido
a un líder, valiente y atractivo, hijo de una mujer que sacrificó su carrera
como actriz por formar una familia en el pueblo, y de un hombre de campo arisco
que no lleva bien que su esposa siga levantando pasiones. La historia está narrada desde el
punto de vista del adulto que recuerda el momento de su pérdida de inocencia,
con un estilo fluido y vivaz, de narrador puro. Esta vocación de contar una peripecia con aparente sencillez, en una época en la que abunda la autoficción
mediocre y el preciosismo vacuo, se agradece.
Entre
sus aciertos está el hecho de no limitarse a escribir una novela «de pandilla»
y recrear, en cambio, el microcosmos del pueblo, con sus tabúes, sus rumores
que se propagan en voz baja. Y con un gran elenco: el tipo que perdió la cabeza, el que no se habla con su hijo, el sacerdote, la viuda metomentodo,
el canalla, la joven que frecuenta malas compañías. Detrás de la máscara de la
religión, esta tierra esconde secretos oscuros, que los niños descubren a
hurtadillas, en forma de verdades a medias que, precisamente por no
comprenderlas del todo, les hacen ser imprudentes. También merecen una mención
las familias de cada muchacho, cómo ese entorno determina la forma de
desenvolverse y las aspiraciones (o la falta de ellas) de cada uno. Todo se integra en el rito iniciático de manera natural, sin que el
costumbrismo resulte forzado. El pueblo, el espacio cerrado, puede entenderse
como otro personaje; en los sesenta, un grupo de
chiquillos carecía de distracciones que fueran más allá de este entorno.
Mirko Sabatino |
En suma, una muy buena novela. Mantiene el nivel en todo:
técnica literaria, personajes, desarrollo de la trama, símbolos, marco social,
tensión in crescendo, estructura
circular. Este equilibrio, fácil de decir, en la práctica cuesta de encontrar. ¿Que
el argumento es poco original? Puede, pero no importa. Aquí no hay que entender
los tópicos como una carencia, ya que se utilizan para enriquecer una
tradición. Escribir no tiene por qué ser sinónimo de experimentar o
romper esquemas, se puede seguir una senda conocida, no para dar otra vuelta de tuerca, sino para robustecerla y hacer compañía al escritor o género admirado. El verano muere joven, como El deshielo (2016; Seix Barral, 2017),
de Lize Spit, o Agua salada, de
Charles Simmons (1998; Errata naturae, 2017), por citar dos títulos
recientes, devuelve al lector a esos veranos de transición que tantas páginas
emocionantes nos han dado. Sabatino combina ingredientes de siempre con una voz propia. Un debut que respira vida.
Muy interesante y prometedor
ResponderEliminarLo compraré el 23 de abril
Muchas gracias
Buena compra ;). Espero que lo disfrutes.
EliminarInteresante, nueva por aquí! leyéndote
ResponderEliminarPues a mí no me ha gustado demasiado. Me parece un caso más de novela sobre hacerse adulto, pero siempre de niño a hombre (a diferencia de El deshielo, de niña a mujer). Y como en muchas otras ocasiones, ese hacerse hombre pasa por la violencia.
ResponderEliminarLo curioso (o lo que me desagrada) es que en realidad la mayor parte de la violencia que padecen los protagonistas es en realidad violencia contra "sus" mujeres (la madre, la hermana), y que ellos vengan como hombres, mientras que las mujeres que realmente han padecido esa violencia (por ser mujeres: violación, control, abuso sexual)parecen ser meros instrumentos del dolor de los protagonistas. Me explico, es como cuando en una serie o película te enseñan una violación centrándose en el sufrimiento que es le genera al novio de la víctma, por ejemplo, como si la mujer a la que están violando no fuera más que eso, el vehículo por que el que se genera dolor a ese hombre.
En este libro se repite una vez más este esquema: hay que empatizar con ellos, que sufren con estas violencias sobre "sus" mujeres, pero ellas desde luego tienen una entidad, presencia o desarrollo mínimo, porque no hace falta.
En fin, que no me parece mala novela, pero bastante normalita, y floja en este sentido de repetitivo.