Edición: Acantilado, 2019 (trad. Núria Petit)
Páginas: 144
ISBN: 9788417346355
Precio: 16,00 €
Liberty Bar (1932) forma parte de la extensa serie
de novelas policíacas protagonizadas por el comisario Maigret del prolífico escritor belga
Georges Simenon (Lieja, 1903 – Lausana, 1989). Esta vez, la acción se
desarrolla entre Antibes y Cannes, en el paraje paradisíaco
de la Costa Azul. Allí, el magnate australiano William Brown ha muerto apuñalado
por la espalda. Nadie de la zona lo conocía mucho, apenas se sabe que vivía con dos
mujeres, su amante y la madre de esta, en un viejo caserón. La policía avisa a
Maigret para que se encargue del caso sin hacer ruido, para no alertar a los
turistas.
Como
suele ser habitual en el género negro, más que la resolución de la intriga, lo
interesante está en la exploración del entorno del finado, esto es, los
ambientes lúgubres del periodo de entreguerras, con los personajes turbios que pululan
por ahí. El comisario Maigret lleva a cabo una investigación por los bajos
fondos, un estilo de vida «decadente» que contrasta con la apariencia cálida y
apacible de la Costa Azul. Por un lado, está la vieja mansión, con las dos
mujeres que dependían de William Brown y ahora no tienen a quién aferrarse. Por
el otro, el Liberty Bar, el local que este frecuentaba en sus escapadas, un
sitio un tanto peculiar (y no diré por qué) donde lo esperaban otras dos damas,
la propietaria y una joven prostituta. Los lazos que lo ataban a cada mujer se
van descubriendo poco a poco. Basta adelantar que las cuatro, las de casa y las del
bar, encarnan la sordidez, el instinto de supervivencia de quien muerde
antes de que lo pisen.
Sin
embargo, tal como el comisario va averiguando, el tal William Brown no siempre
vivió así. Procedía de una familia adinerada, en el pasado llevó una existencia
acomodada en Australia. En cierto modo, la novela plantea cómo un hombre como
él –rico, educado, poderoso, libre– terminó frecuentando un lugar como el
Liberty Bar, cómo se dejó seducir por las luces de la noche europea, el juego,
el vicio, las mujeres con ropa hortera, los tipos oscuros, la «mala vida»
en general. En cuanto al comisario, se muestra sencillo y amigable,
un investigador discreto, ni un lumbrera ni un seductor. Está al servicio de la
dimensión social de la novela.
Georges Simenon |
Simenon se puede situar cerca de la tradición norteamericana de novela negra por su retrato de la degradación moral en
ambientes lúgubres, de prácticas clandestinas; el puro reverso de la estampa
turística de la ciudad. Aun así, no llega al suspense psicológico de un Raymond Chandler o una Patricia Highsmith, no da tanto «mal rollo», sino que mantiene una agradable
pátina de ligereza en el relato. El autor convence en su evocación de aquellos años,
en la caracterización de los personajes caídos en desgracia, la tensión
narrativa y el desarrollo del misterio.
Tiene un estilo ameno, con mucho diálogo, que en pocas pinceladas insinúa lo necesario. Así que bien, muy bien Maigret.
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