Edición:
Lumen, 2017 (trad. Antonio Lozano Sagrera)
Páginas:
512
ISBN:
9788426404367
Precio:
20,90 €
Leído
en versión original (The Last Days of Night).
Thomas
Edison inventó la bombilla. Fin. Así nos enseñaron los descubrimientos científicos en el colegio: como una lista de nombres e
inventos, sin apenas explicar el proceso por el que
se llegó a tales hallazgos. Como si el invento siempre hubiera estado
allí y, de repente, de la nada, un investigador lo hubiera reconocido. Esta concepción
lineal (e insultantemente plana) de la historia de la ciencia, no obstante,
poco tuvo que ver con la realidad. En la práctica, los progresos fueron el
resultado de mucho esfuerzo, en el que no solo influía la capacidad individual del
científico, sino factores externos como los intereses sociopolíticos detrás de
cada investigación, los recursos disponibles y los conocimientos previos; en
suma, se trataba, se trata, de un proceso (concepto clave) inseparable de su contexto social.
Asimismo, aunque la imagen del científico brillante venda mucho, se produjeron
investigaciones fallidas; de estas no se habla tanto, pero resultan
indispensables para descartar opciones y, a la larga, avanzar. El universo científico
tiene mucha más miga de lo que tradicionalmente se ha enseñado. No es tan
neutral, tan objetivo como se
pretende. Todo tiene su vertiente sociológica.
Este
entramado en torno al invento es lo que cuenta La luz de la noche (2016), solo que lo hace en forma de una novela
bien armada y (esa palabra temida) entretenidísima. Su autor, Graham Moore
(Chicago, 1981), escritor y guionista, debutó en 2010 con El hombre que mató a Sherlock Holmes, que
tuvo una acogida excelente en Estados Unidos; pero su mayor reconocimiento le vino con el
guión de la película The Imitation Game
(2014), por el que ganó el Premio Oscar al Mejor Guión Adaptado. Este filme
versa sobre el matemático Alan Turing; y, en La luz de la noche, Moore vuelve a dar vida a grandes figuras de la
ciencia, en este caso, a los involucrados en la conocida como «guerra de las corrientes»: Thomas Edison, Nikola Tesla y George Westinghouse, que a finales
del siglo XIX mantuvieron una disputa acalorada sobre la patente de la energía
eléctrica y su distribución. La novela aúna diversión (esto es, intriga, giros
argumentales, romance, traiciones, pirotecnia; todos los ingredientes de un buen page-turner) con un fondo didáctico por
su inspiración en hechos reales. La adaptación al cine está en camino (no
podía ser de otra manera), con Eddie Redmayne en el papel principal.
Nueva
York, 1888. El protagonista, el joven abogado Paul Cravath, recibe el encargo
de defender al poderoso empresario Westinghouse frente al «mago» Edison, por
entonces una celebridad, en su polémica por la patente de la bombilla. Muchos
dan por perdido el caso, e incluso el propio Edison le advierte de que perderá.
Aun así, él no se da por vencido: logra ponerse en contacto con Nikola Tesla, un ingeniero serbio muy
excéntrico que fue despedido por Edison. Tesla empieza a trabajar para
Westinghouse, pero su carácter no encaja y pronto desaparece del mapa. En
medio del pastel, el abogado debe lidiar con las rarezas de Tesla y los
problemas de la empresa Westinghouse mientras intenta dar con alguna pista en
contra de Edison. En su peripecia conoce, además, a la cantante de ópera Agnes Huntington, con la que
empieza una relación (tanto Cravath como Agnes existieron, al igual que los
científicos). Le espera una aventura ardua entre laboratorios, conciertos y
empresas...
Moore
toma como marco la invención de la electricidad, que coincide con la irrupción
de los Estados Unidos como futura potencia mundial. La novela se plantea como
una película de acción (se le nota el oficio): plot-driven, capítulos breves, escenas visuales, ritmo trepidante, escritura ágil que sobresale en el
diálogo, estructura redonda con inicio y cierre exactos. Y, como en toda
película de acción, hay giros inesperados, momentos de alta tensión, la dosis justa de
romance y personajes con roles prefijados (Cravath, el joven obstinado que
madura a lo largo de la historia; Edison, el genio preocupado por las
apariencias que al final resulta no ser tan malo; Tesla, el talento outsider, más interesado en trabajar en
el laboratorio que en ganar dinero; Agnes, la aristócrata inalcanzable con
secreto incluido, etc.). Todos tienen su papel, incluso los más secundarios, como
el padre de Cravath o el sádico Harold P. Brown (inventor de la silla eléctrica).
El autor sabe situar el contexto de manera clara, interrelaciona la trama con
otros descubrimientos (como la radiografía) y las descripciones más «técnicas»
se desgranan con la suficiente sencillez para que cualquier lector pueda comprenderlas
sin dificultad. Es notable el uso que hace de las citas de numerosos referentes
(hasta Steve Jobs) para encabezar los episodios; un trabajo extraordinario.
Graham Moore |
No juega en la liga de la alta literatura, no
hace filigranas ni poesía, pero La
luz de la noche es una novela muy inteligente, un
engranaje portentoso en el que las piezas encajan a la perfección (¡y no son
pocas!). Moore saca el máximo partido a su material, se sirve de la
documentación (bien camuflada) para construir un relato cuidado al detalle, un
relato apasionante de leer que, por si fuera poco, no es un entretenimiento
vacío: además de esbozar una perspectiva de la dimensión social de la ciencia, sus
retratos de Edison, Tesla y Westinghouse conducen a una interesante reflexión sobre la naturaleza del genio y las múltiples formas de entender la ciencia (vocación,
dinero, ambición). En concreto, Edison y Tesla resultan fascinantes; lo que
hizo Tracy Chevalier con Vermeer en La joven de la perla, lo que hizo Peter Prange con Bernini y Borromini en La Principessa, lo hace Moore con estos inventores (un tema mucho menos explotado que el arte: más mérito aún). Este es el tipo de
libro que enriquece la visión del lector sobre una figura o una situación
histórica; la escena final
plasma de manera espléndida esa sed insaciable del creador nato. Hay también
otra reflexión, la de las derrotas legales que devienen triunfos en la vida…
pero de esto mejor no decir nada más. Todo está en la novela, y sus quinientas
páginas vuelan o, mejor dicho, se leen a la velocidad de la luz.
tengo ganas leer esta novela, a parte de que "supuestamente" van a llevar la novela al cine el año que viene, protagonizada por mi actor favorito,así que no puedo dejarla escapar, su argumento me llama mucho la atención
ResponderEliminarbesos
Y además te lo vas a pasar en grande. Es una de las novelas más adictivas que he leído en los últimos años, muy bien armada y con un estilo solvente. La película parece que por el momento está parada, pero supongo que tarde o temprano saldrá adelante, porque realmente hay una muy buena base para adaptarla al cine.
EliminarQué buena pinta tiene! No conocía esta novela y me queda clarísimo que la tengo que leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me alegro de habértela descubierto. Me parece un libro que puede gustar a muchos lectores.
EliminarNo seré yo quien cuestione la calidad de la novela. A mi me ha resultado pesada y sin interés. No he sido capaz de acabarla. Siento discrepar.
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