29 noviembre 2017

Domingo - Irène Némirovsky



Edición: Salamandra, 2017 (trad. José Antonio Soriano Marco)
Páginas: 352
ISBN: 9788498387834
Precio: 19,00 €

Lo que reviste de poder los recuerdos de la infancia es la parte de misterio que hay en ellos. Los sucesos y los personajes del pasado parecen tener un doble fondo; creíamos conocerlos, pero, pasados los años, nos damos cuenta de que nos equivocábamos. Lo que parecía sencillo se rodea de sombras y secretos. En cambio, lo que entonces nos intrigaba queda reducido a pequeñas historias de herencias o adulterios, Así, la ignorancia y el atolondramiento del niño crean un mundo en parte transparente, pero en buena parte opaco. Tal vez por eso perdura en la memoria con colores tan vivos. «El conjuro», p. 275

Han pasado ya más de diez años del redescubrimiento de Irène Némirovsky (Kiev, 1903 – Auschwitz, 1942). Fue en 2004, cuando vio la luz Suite francesa, la novela inacabada que sus hijas conservaron en una maleta. Esta obra recibió el Prix Renaudot, pero, por encima del premio, se reconstituyó a una autora por aquel entonces olvidada, aunque en su momento, en el periodo de entreguerras, gozó de prestigio en Francia. Su trágica muerte, en el campo de concentración de Auschwitz a los treinta y nueve años, sin duda acrecentó el fenómeno; y también su vida, marcada por la huida de su tierra natal como consecuencia de la Revolución rusa, que la llevó a establecerse en Francia junto a su familia cuando aún era muy joven. Con todo, títulos como la mencionada Suite francesa o los que se han ido recuperando después (El baile, El ardor de la sangre, Los perros y los lobos...) confirmaron que Némirovsky no solo es una historia impactante, sino, y ante todo, una escritora fundamental de la primera mitad del siglo XX. La combinación de sus raíces rusas judías con su educación francesa, además, hace de ella una voz singular, una narradora del alma rusa en lengua francesa.
Han pasado más de diez años, sí, y durante este tiempo se ha traducido al castellano una decena de novelas (Némirovsky fue una escritora precoz y prolífica, por lo que, a pesar de su temprana muerte, dejó un importante corpus literario). Faltaban por traducir los relatos, que al fin han llegado este año: el volumen Domingo, que recoge cuentos publicados en diversos periódicos entre 1934 y 1942. A estas alturas, se podría desconfiar de esta publicación, se podría sospechar que, si no se publicó antes, tal vez no valga la pena, tal vez sea el enésimo intento de exprimir el fenómeno, de estirar y estirar el chicle. No: es un libro realmente bueno. Quienes hayan leído a la autora seguro que no se sorprenden por esta afirmación tan rotunda, porque Némirovsky era una gran admiradora del maestro del género, Chéjov, de quien incluso escribió una biografía (Vida de Chéjov). Domina la novela breve, así que era de esperar que también bordara los relatos. Si esta compilación no se tradujo antes, quizá habría que buscar las causas en el escaso interés que, por desgracia, suelen despertar los cuentos en los lectores (por mucho que el Nobel a Alice Munro o el éxito de Lucia Berlin los hayan reavivado).
Basta de prolegómenos. Domingo comprende quince textos; una muestra exhaustiva de su talento y de sus motivos. En general, se pueden clasificar en tres o cuatro bloques temáticos, relacionados con sus etapas vitales: la Revolución rusa, que condujo al clan Némirovsky a refugiarse una temporada en Finlandia, antes de afincarse en Francia; el costumbrismo de la burguesía en París y alrededores, con su existencia relajada, sus amores y sus desavenencias familiares; y, por último, el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. El primer bloque, la etapa de transición de los refugiados rusos en Finlandia, va en sintonía con sus novelas Nieve en otoño y El vino de la soledad, de fuerte componente autobiográfico. No hay muchos cuentos sobre este asunto, pero son de los más memorables por esa sensación de estar al límite, de desasosiego: «Aíno» y «Los vapores del vino», que cuentan dos partes (o, mejor, dos perspectivas y momentos) de una misma historia, son dos piezas magníficas. Siguiendo los movimientos de una muchacha, Némirovsky plasma la existencia de los fineses que, mientras sirven a los rusos acomodados, se enfrentan a sus propios problemas en casa. Miedo, desconfianza, el peligro al acecho; emociones propias de tiempos de incertidumbre.
Los recovecos de la burguesía parisina, el ambiente en el que Némirovsky pasó su vida adulta, le dan mucho juego en esta compilación. Historias de iniciación de jovencitas que se estrenan en el amor y mujeres maduras que las miran con esa mezcla de añoranza y ternura, porque saben que el desencanto no les tardará en llegar, como «Domingo» («¡Ah, las viejas palabras, tan nuevas! Amor, dolor, deseo. Nadine las moldeaba suavemente entre los labios», p. 22) o «Las orillas dichosas» («Christiane aceptaba la situación con la lucidez de una edad mal llamada ciega, puesto que es la única que puede permitirse mirar la vida y el amor cara a cara, como un juego, porque nunca la han vencido, porque aún no ha dado con sus huesos en la fría tierra.», p. 34). Madres dominantes e invasivas como «La Ogresa» («No hay nada más peligroso que el deseo insatisfecho de una mujer», p. 306), un motivo, el de la maternidad egoísta, recurrente en toda su trayectoria por la difícil relación que mantuvo la propia Némirovsky con su madre (véanse novelas como El baile o Jezabel). Tensiones entre padre e hijo, como «Un hombre honrado» («No sé lo que pasa en el corazón de un granuja, pero conozco el corazón de un hombre honrado, y es espantoso.», p. 182); tensiones entre hermanos que se reúnen en torno a su madre enferma, como el magnífico y extenso «Lazos de sangre». Y esto solo por mencionar algunos; el nivel medio es más que sobresaliente. Némirovsky parte de lo cotidiano, escenas en casa, en un local, un cruce de miradas que lo dice todo. Se narración resulta extremadamente sutil y precisa, además de fluida y elegante; es de esas escritoras que hacen que escribir parezca fácil, aunque ¡cuánto cuesta alcanzar esta pulcritud! Nunca lo da todo masticado; trabaja la insinuación, la contención. Sus relatos tienen ese asomo de tristeza tan difícil de reflejar, de personajes que rozan el abismo sin llegar a caer. Desesperanzados, inmersos en una realidad lúgubre, pero todavía vivos.
Irène Némirovsky
Los cuentos que abordan la Segunda Guerra Mundial, como «El desconocido» y «El señor Rose», ambos excelentes, inciden en la idea de que, en medio de un conflicto bélico, las normas establecidas no funcionan. La sociedad se desmorona. Ya nadie posee el control o la autoridad de antes, ya nadie tiene las mismas responsabilidades. El mundo está en movimiento, y en esta rueda de la fortuna a cualquiera le puede tocar la mejor o la peor papeleta. «El desconocido» es un texto amargo, en el que un soldado se reconoce en su enemigo, entre otras revelaciones. «El señor Rose», por su parte, rebosa angustia, la angustia de un hombre que abandona la ciudad para ponerse a salvo, pero con cada paso, cada decisión, no sabe si dará con un nuevo horizonte o se perderá más. Al poner este libro en perspectiva, resulta admirable cómo Némirovsky supo plasmar el aire que se respiraba en aquella época, cómo evolucionó de los años veinte a principios de los cuarenta, cómo la preocupación por la supervivencia se instaló en el día a día de aquellos burgueses que preparaban puestas de largo. Estos relatos son un gran retrato social, pero sobre todo son literatura de primer nivel. Esa literatura llena de vigor, tan cercana a la vida, tan penetrante, tan amena, que se mantiene fresca a pesar del tiempo. Esquemas clásicos ejecutados a la perfección, una mirada personal e incisiva. Este libro devuelve el placer genuino de leer, de querer pasar páginas, de empaparse de su riqueza.

8 comentarios :

  1. Esta es una autora de la que me propongo leer todo lo que se publico de ella desde que la descubrí. me faltan un par de novelas y claramente esta y espero hacerlo de poco en poco.

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    1. Yo estoy como tú, me encanta Némirovsky. Llevaba varios años sin leerla, y he disfrutado tanto de este libro de relatos que no creo que tarde mucho en volver a ella.

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  2. Aún me quedan algunas de sus novelas por leer. Pero no conocía este libro de relatos.
    Empecé con "El baile", que me sirvió para saber como escribía. Pero "Suite francesa" impresionante e imprescindible.
    Un abrazo

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    1. En los cuentos también es magnífica. Me da rabia que a veces se infravalore este género, con la de buenos libros que ha dado.

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  3. Pues sí, esta autora hace que escribir parezca fácil... Qué gran talento! Y desde luego me apunto bien este título, que no lo conocía.
    Besotes!!!

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    1. Lo disfrutarás mucho. Para mí ha sido uno de esos libros que no quería soltar, que me daban ganas de seguir leyendo.

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  4. La bibliotecaria de mi barrio está enamorada de su obra, siempre que me paso por allí está colocado de alguna manera entre las recomendaciones del mes o de la semana, no falla. A ver si me paso y saco alguna de sus novelas, creo que las tienen todas.
    Por cierto, me ha encantado tu reseña.
    ¡Un saludo!

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    1. Todo lo que he leído de Némirovsky (unas seis novelas y este libro de relatos) me ha parecido muy bueno, así que con cualquier título acertarás. Por cierto, me ha caído muy bien tu bibliotecaria.

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