Edición:
Duomo, 2016 (trad. Flora Casas)
Páginas:
224
ISBN:
9788416261918
Precio:
16,80 € (e-book: 9,99 €)
Leído en versión original (My Name is Lucy Barton).
No
hace ni un mes que se puso a la venta, pero cualquier lector mínimamente
informado ya habrá oído hablar de Me llamo Lucy Barton (2016), la novela más reciente de Elizabeth Strout
(Portland, Maine, 1956). La autora no es nueva en el mercado español —El Aleph publicó
Amy e Isabelle (1998), Olive Kitteridge (2008; Premio Pulitzer)
y Los hermanos Burgess (2013); solo
queda por traducir Abide with Me
(2006)—, aunque pasó bastante desapercibida, no por falta de calidad,
sino por la ausencia de una campaña de promoción que apostara fuerte por ella (con
la excepción de Olive Kitteridge en
Cataluña, donde obtuvo el Premi Llibreter, que la acercó a un público más
amplio). Hace dos años, la adaptación a la pequeña pantalla de su obra más
aclamada renovó el interés por ella. Ahora llega a las librerías su último
trabajo, esta vez respaldado por Duomo, un sello del grupo italiano Mauri
Spagnol —en Italia, a propósito, Elizabeth Strout es muy apreciada: recibió los
premios Bancarella 2010 y Mondello 2012—, que desde luego ha hecho una considerable
inversión. Siempre es una buena noticia que una escritora de calidad
contrastada consiga más lectores; aun así, es cuestionable que Me llamo Lucy Barton sea su mejor carta
de presentación.
Con respecto a su obra
maestra, Me llamo Lucy Barton no solo
baja un peldaño en envergadura literaria, sino que marca un ligero cambio de
registro en su trayectoria. Sus cuatro primeras novelas, más extensas y de
corte costumbrista, retratan la vida de unos personajes en el marco de un pequeño
pueblo de su Maine natal. Olive Kitteridge narra la evolución de una jubilada terca y de carácter fuerte a
través de unos espléndidos relatos que a su vez exploran las historias de los
vecinos de la localidad, al estilo del clásico Winesburg, Ohio (1919), de Sherwood Anderson. Olive Kitteridge, por lo tanto, es una novela pródiga en hilos
narrativos, llena de personajes memorables y de escenas que comprenden las
tensiones de toda una comunidad, con una protagonista nada fácil de trabajar
que crece en cada episodio. Me llamo Lucy
Barton se mantiene en la literatura del ámbito doméstico, pero con un enfoque más
intimista: aborda la tensa relación de una mujer escritora con sus orígenes, en
particular, la relación con su madre,
llena de silencios. El cambio de registro no solo se refiere a la trama, de
menor alcance, sino a la prosa, más concisa, fragmentada y contenida.
Se suele decir que las
enfermedades marcan un punto de inflexión. Son el momento
en el que estamos más vulnerables, cuando nos lo replanteamos todo, porque por
primera vez no podemos continuar con nuestra rutina con normalidad. Para Lucy
Barton, al menos, fue así: en los años ochenta, cuando era una joven madre de
dos niñas, las complicaciones tras una apendicitis la obligaron a permanecer
mucho más tiempo de lo previsto en el hospital. Lejos de su marido y sus hijas, recibió
la inesperada visita de su madre, a quien llevaba años sin ver. La conversación
entre las dos mujeres —la charla insustancial de quienes evitan abordar los
asuntos que duelen— se alterna con recuerdos que permiten entender el porqué de
ese distanciamiento. La narradora rememora su historia desde el presente, cuando
la estancia en el hospital queda lejos. Y, ya se sabe, no hay historia sin
origen, y el origen de Lucy Barton resulta especialmente traumático: se crió en
el campo, en el seno de una familia muy
humilde y poco proclive a expresar sus sentimientos. Ella, que tenía
aptitudes para el estudio, nunca se sintió cómoda con su entorno, y en cuanto
pudo se marchó, no sin conflictos —su situación se asemeja a la de Lenù en La amiga estupenda (2011), de Elena
Ferrante, a quien, por cierto, Elizabeth Strout admira con fervor—.
Me llamo Lucy Barton muestra las dos caras de una vida. Por un lado, la huida:
la lucha de una chica con aptitudes literarias para abandonar su hogar en busca
de oportunidades, en busca del cariño que su madre no sabe expresar, en busca
de su propio mundo. Y, por el otro, el regreso: cuando es una mujer madura, con
recorrido, se produce una reconciliación
con su pasado, una reconciliación íntima, discreta, de la que solo ella es
consciente. En medio, plantea otra cuestión capital: el aprendizaje de Lucy
Barton hasta convertirse en escritora. Los talleres de escritura, el contacto
con escritores, la relación entre la
vida y la literatura, la forma en la que aprende a poner en palabras sus
propias vivencias. Es fácil sospechar que podría tratarse de una autoficción (Elizabeth
Strout no sería la primera en escribir una novela sobre una escritora que en
realidad es ella misma), aunque, de hecho, no lo es, puesto que los padres de
la autora eran profesores y no tuvo una infancia rústica. En cualquier caso,
esa sospecha de autoficción demuestra la verosimilitud que rebosa el personaje.
La contención de la
escritura hace que en la novela, como en la vida de Lucy, haya omisiones,
silencios que el lector debe intuir; he aquí una versión más sutil y depurada de Elizabeth Strout, que se
prodiga poco en los diálogos y escenas. La estructura fragmentada, además,
mantiene la emoción al alternar episodios de diferentes épocas (la conversación
con su madre en el hospital es el hilo en el que se intercalan los recuerdos de
la infancia rural, de sus estudios, etc.), como un puzle que se va
completando poco a poco, sin la linealidad de Olive Kitteridge o Abide with
Me. No hay duda del oficio de Elizabeth Strout, de su poderosa voz y sus magníficas reflexiones, que regalan frases dignas de subrayar. No obstante,
después de haber leído sus novelas anteriores, Me llamo Lucy Barton peca quizá de una excesiva sobriedad. Es tan
íntima, tan parca, que no brilla con el esplendor de Olive Kitteridge. En este sentido, se puede considerar una obra
menor de una escritora excepcional —de hecho, no ha superado la longlist del Man Booker Prize ni la del Bailey’s Women’s Prize.
Para cualquier autor sería un éxito figurar en ambas, pero para una premio
Pulitzer sabe a poco—.
Elizabeth Strout |
De todas formas, como
suele ocurrir con los grandes, un libro menor de Elizabeth Strout ya es mucho mejor
que la media. En Me llamo Lucy Barton encontramos
una profunda indagación del peso que el pasado —la niñez, pero también la etapa
adulta que algún día se convertirá en pasado— tiene en el presente, del peso de
las decisiones que nunca se tuvo el valor de tomar, de las caricias nunca dadas,
de las palabras nunca pronunciadas. Plantea preguntas sobre la
dificultad (¿o imposibilidad?) de conocer a quien tenemos cerca, sobre la distancia entre una hija y sus padres, sobre las formas de expresar el
amor maternal —en esto sí tiene cosas en común con Olive Kitteridge: ambas madres se alejan del estereotipo tierno—, sobre
la capacidad para reinventarse en la mediana edad. Estamos ante una Elizabeth
Strout más melancólica e introspectiva, cuya esencia se puede describir con esta
frase: «Cuando escribes una novela puedes
reescribirla, pero, cuando vives con alguien durante veinte años, ésa es la
novela, y nunca puedes volver a escribir esa novela con nadie más».
Me ha gustado mucho. Esa forma de narrar a través de conversaciones banales cosas mucho más profundas.
ResponderEliminarUn beso ;)
Me alegra que te haya gustado tanto. Ahora tendrías que animarte con sus otros libros.
EliminarHa sido mi primer acercamiento a esta autira,por tanto no he podido apreciar tidos los matices que comentas que diferencian esta novelas de sus anteriores.Tengo hace tiempo apuntada Olive Kitteridge y ahora se me han reactivado las ganas de leerla.
ResponderEliminarA mí,Lucy Barton me ha gustado mucho,así es que doy por hecho,leyéndote, que esta autora me va a seguir agradando cuando me vuelva a acercar a sus libros.
Ay,no hables de Lina y Lenù que kas echomuchísimo de menos!
Un beso
Si esta te ha gustado, "Olive Kitteridge" te va a encantar. La verdad es que "Me llamo Lucy Barton" me decepcionó un poco después de haber leído otros títulos de la autora.
EliminarDes pués de leer tu reseña, me dejas con muchas ganas de leer otras de sus obras, a mí este me ha gustado mucho, una lectura de apariencia sencilla peor que implica una reflexión más profunda y que me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso
No te pierdas "Olive Kitteridge". Espléndida es poco.
EliminarPues aún no lo he leído, pero volveré para contarte que me ha parecido, porque quiero leerlo, y espero no tardar mucho ;)
ResponderEliminarBesos
Parece el libro de moda entre los blogueros, ¡je, je! Ya me contarás qué te parece.
EliminarNO paro de ver reseñas positivas de este libro. A ver cuándo me animo.
ResponderEliminarBesotes!!!
La mía no lo es tanto, eh. Yo recomendaría otros libros antes que este.
EliminarDefinitivamente está en mi lista de futuribles, ya que todas las reseñas que he leído son buenas.
ResponderEliminarBesos
Yo estoy leyendo bastantes comentarios de "Me esperaba más" entre los que habíamos leído previamente a la autora. Mi recomendación es empezar por "Olive Kitteridge", aunque entiendo que las novedades son tentadoras.
EliminarMe ha encantado. Inteligente, sutil, conocedora de los sentimientos humanos,... llega al corazón y me deja con ganas de seguir leyendo sus obras. Tendré en cuenta vuestros consejos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado tanto. Sí, sigue leyendo a Strout, es una de las grandes ;).
EliminarTomo nota de tu recomendación y dado que la excesiva popularidad de esta novela me echa para atrás, empezaré por Olive Kitteridge. Un saludo!
ResponderEliminarSabia decisión. A mí también me satura ver los mismos libros por todas partes (aunque soy consciente de que colaboro un poco con ello con reseñas como esta).
EliminarEste lo tengo más que apuntado a pesar de que tu opinión no es tan entusiasta como otras pero si cae en mis manos lo leeré. Siento curiosidad. Besos
ResponderEliminarEspero que lo disfrutes. Ya nos contarás.
EliminarPues acabado. Me ha costado a pesar de su corta extensión. No me ha llegado... Creo que ha querido seguir con la misma fórmula narrativa que en Olive Kitteridge, historias enlazadas entre sí, pero este libro es demasiado corto y no ha profundizado. Aún así lo recomiendo, es una narradora excepcional.
ResponderEliminarEn general, veo que a los que hemos leído otras novelas de la autora esta nos ha decepcionado un poco. A ver si con la próxima vuelve a su nivel.
EliminarEs lo primero que leo de esta escritora, atraída por una entrevista que apareció hace poco en una revista de literatura. Me fascinaron también los comentarios que aparecen en el propio libro de críticos literarios.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que narra magistralmente los sentimientos, y como ella misma dice la "voz" de la protagonista es el mayor acierto de la novela. Tan personal, tan clara... Pero me ha faltado envergadura de novela. Habría querido que siguiera y profundizara en todos los hilos que iban saliendo su relato. Tantas historias esbozadas, tantos personajes trazados, y por supuesto la propia historia de Lucy Barton unos años después. Me he quedado con las ganas. Estoy de acuerdo en que sabe a poco, y que peca de sobriedad.
Lo bueno es que me han dado más ganas de leer su novela más famosa, "Olive Kitteridge". A por ella voy...
Un saludo y gracias por tu reseña.
Esta novela requiere una segunda lectura para exprimir la hondura que contiene. Me ha pasado. La estructura de capítulos cortos, la aparente sencillez de la trama, favorece una primera impresión engañosa. Hay mucha sensibilidad contenida y consigue, lo más importante para un autor, emocionar. Es la primera novela que leo de E. Strout, pero he decidido conocerla mejor y leer su obra anterior. Gracias por el comentario, me ha parecido muy bueno.
ResponderEliminarPues a mi me ha encantado, me ha tocado alguna fibra sensible, no se, pero me ha llegado hondo. Es posible que, como dices, Olive Kitteridge sea mejor novela en conjunto, pero Lucy Barton me ha despertado muchas emociones, por los silencios con su madre, por la inseguridad que le da no haber sido querida y ese lenguaje torpe y ateopellado que utiliza, como si en el fondo, a pesar de todos sus estudios universitarios y su vida en Nueva York no deje de ser la paleta pobre, sucia y rechazada que era de niña
ResponderEliminarHe leído esta novela en un solo día y me ha removido todo por dentro. Creo que el hecho de que haya gente a quien le encante y gente a quien no le guste es precisamente por la forma en que está escrita, por esas omisiones y silencios que dan mucha libertad al lector a sentir la novela de una forma u otra porque no todo está escrito. Creo que ese es el truco para que haya gente como a mi, a quien le despierte tantas emociones a partir de sus propias experiencias.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reseña! Ahora quiero continuar con Olive Kitteridge, que la dejé a medias en mi Kindle el año pasado porque estaba en una crisis lectora y no me enganchaba a ninguna lectura. Es hora de retomarla. Un saludo guapa