Edición:
Lumen, 2015 (trad. Luis Solano Costa)
Páginas:
352
ISBN:
9788426402004
Precio:
21,50 € (e-book: 9,99 €)
«Cuando
somos jóvenes todo parece temporal. Y un buen día nos despertamos y nos damos
cuenta de que lo temporal es para toda la condenada vida» (pág. 49). Esta frase
la podría haber firmado un autor treintañero contemporáneo, frustrado por los
estragos de la crisis, pero la escribió una mujer de mediana edad para
referirse a las esperanzas de los que fueron jóvenes en el Brooklyn de los años
veinte. Esa mujer, Betty Smith (Brooklyn, 1896-Shelton, 1972), se había dado a
conocer con la exitosa Un árbol crece en Brooklyn (1943), en la que relata las vivencias de una niña en el seno de
una familia pobre. En Mañana puede ser un
gran día (1948), su segunda publicación, abandona el ámbito de la infancia
para centrarse en la juventud y los inicios del matrimonio. La autora, hija de inmigrantes alemanes y de
formación literaria tardía, se inspira en su propia vida en el distrito
neoyorquino para retratar a la protagonista.
Margy
Shannon, de diecisiete años, camina por las calles de Brooklyn en los años
veinte. Trabaja en una oficina junto a otras chicas y, como la hija obediente
que es, entrega la paga a su madre. Forma
parte de una familia humilde y tiene que hacer malabares para
comprarse un vestido nuevo. En casa, se encuentra a una madre dominante y a un
padre apagado, fiel reflejo de una unión infeliz. En medio de esta mediocridad,
las expectativas de los jóvenes están puestas en el matrimonio, la única vía de
escape al yugo materno, la posibilidad de conseguir cierta libertad. Pronto
Margy se casa con Frankie Malone, un chico que parece tener mucho en común con
ella, pero al que apenas conoce. Y ya se sabe: las cosas no siempre salen como
uno espera. De esa confrontación entre
las esperanzas y la realidad de las aspiraciones de juventud escribe Betty
Smith, que muestra el lado más crudo del gran sueño americano.
La
novela se construye sobre la máxima del «Mañana todo irá mejor» (el título
original es Tomorrow Will Be Better),
representada por la generación de norteamericanos que aspira a superar las
barreras de clase para alcanzar un nivel de vida mejor que el de sus
progenitores. Betty Smith se centra en las mujeres, que en aquella época carecían
de ambiciones profesionales y su rol quedaba relegado al de madre y esposa. Sin
embargo, la autora desmitifica ese futuro idílico con un realismo devastador que
muestra su cara amarga, cuando los años pasan, las oportunidades se pierden (o
eso parece) y los jóvenes, que ya no son tan jóvenes, repiten los errores de
sus padres. Utiliza como símbolo un recuerdo de Margy que deviene
pesadilla: de niña se perdió durante unas horas y ahora sigue soñando con esa
sensación de perder el rumbo, sobre todo por lo sola que se llega a sentir.
«Le había parecido que todo lo bueno se hallaba
al alcance de la mano, a la vuelta de la esquina. Al casarse había doblado una
esquina. Si bien no lamentaba haberlo hecho, le entristecía tenerla ahora detrás
en lugar de delante. Era una cosa menos con la que soñar» (pág. 238). Casarse con
Frankie determina el cambio de Margy, por eso el libro puede interpretarse, no
como una crítica del enlace en sí, sino como una denuncia de la idea de felicidad asociada al matrimonio. Margy no
se entiende con su marido, un problema que se podría haber evitado con cautela,
dejando pasar más tiempo antes de casarse. Además, echa de menos el trabajo. De
forma parecida a Lo mejor de la vida
(1958), la novela de Rona Jaffe (Brooklyn, 1931-Londres, 2005) que inspiró Mad Men y que plantea la encrucijada entre
el reconocimiento profesional o la formación de una familia que las jóvenes neoyorquinas
afrontaron en los años cincuenta, Betty Smith reivindica la independencia de las mujeres de las generaciones anteriores, una
independencia económica pero también social, porque la oficina es un lugar
donde relacionarse y hacer amigas.
De hecho, la primera parte del libro recrea el
ambiente de camaradería de las oficinistas: las confesiones, los cotilleos, la coquetería.
Se narran las historias de algunas compañeras de Margy, como Reenie, una chica protestante que se enamora de un chico católico, romance que le cuesta el
rechazo de su madre. Las dificultades, por lo tanto, no solo son cuestión de
clase; y la que renuncia es, de nuevo, ella. No es esta la única faceta
femenina que se aborda: las madres, esas madres duras como una roca por los
embistes de la vida, tienen un papel importante, como ya ocurriera en Un árbol crece en Brooklyn. En concreto,
Betty Smith muestra la fase de la
maternidad en la que la progenitora debe asumir que su hijo se ha hecho mayor
y abandonará el hogar. No faltan los chantajes emocionales ni el desprecio
hacia sus futuros yernos o nueras; toda madre (y todo padre) de Brooklyn cree
que su hijo se merece un cónyuge mejor del que ha elegido.
La
autora escribe con sencillez, una prosa llena de pequeñas reflexiones sobre los
sueños truncados. No es pretenciosa; da prioridad a la claridad en detrimento
de los artificios, como si su deseo fuera dar voz a las mujeres que, como ella,
sufrieron las consecuencias de una sociedad machista y clasista, pero no tuvieron
la oportunidad de contarlo (no es de extrañar que se convirtiera en un éxito de
ventas). A pesar del pesimismo reinante, narra episodios tiernos que despiertan
la simpatía del lector, del estilo de Un árbol crece en Brooklyn, como los momentos de complicidad entre madre e
hija (una hija cuida de su madre, cansada después de trabajar; una madre se
desvive para que su hija estrene un vestido bonito la noche de su primer baile,
etc.) Estas escenas «compensan» la dureza de los acontecimientos a partir de
las humildes alegrías cotidianas, aunque a veces caen en un sentimentalismo que se le ha criticado
mucho. En particular, la trama del jefe enamoriscado y protector está de más, ya
que refuerza la creencia de que toda chica lleva una damisela en apuros dentro y desea ascender de clase gracias al matrimonio.
Betty Smith |
Las
penurias de Margy, con todo, tienen un desenlace que invita a la esperanza,
aunque para ello resulta necesario actuar y dejar de creer que las cosas se
arreglarán por sí solas. Se podría pensar que Mañana puede ser un gran día se ha recuperado por la excelente acogida
de la anterior novela de la autora —50.000 ejemplares vendidos en España—.
Seguramente eso justificó en buena medida su publicación, ya que se trata de una
obra inferior, sin la fuerza ni la capacidad para conmover de Un árbol crece en Brooklyn (eso sí, su
crudeza la hace más verosímil y atractiva desde una perspectiva sociológica). Ahora
bien, es lícito reconocerle un incentivo adicional: la historia de Margy se
repite en la actualidad. La sociedad se ha transformado, se han abierto puertas
para las mujeres, pero los jóvenes siguen dándose de bruces con la realidad al
descubrir que lo de «Mañana todo irá mejor» no se cumple. Eso, junto con su
historia bien construida y sus cuidados personajes, justifica su interés, porque anima a no rendirse nunca: «Si algún
día llego a creer de veras que las cosas no mejorarán, supongo que preferiría
morirme» (pág. 324).
Me ha parecido súper interesante la novela, pero creo que antes voy a leer Un árbol crece en Brooklyn. Es uno de esos libros que he visto millones de veces en la librería y siempre he estado a punto de llevármelo y nunca lo he hecho. Pronto caerá. Un saludo.
ResponderEliminarSí, lee primero "Un árbol crece en Brooklyn". Como novela está mejor y creo que es una buena forma de conocer a la autora.
EliminarHola Rusta! Mira que sé que "Un árbol crece en Brooklyn" me va a encantar, pero aún lo tengo pendiente. Los temas de esta novela también me parecen interesantes, pero por lo que dices parece mejor empezar por Brooklyn, así que así que a ver si me pongo las pilas.
ResponderEliminar1beso!
Ya me contarás qué te parece "Un árbol crece en Brooklyn". Está muy bien como lectura de verano, así que puedes aprovechar estas semanas para leerlo.
EliminarTengo pendiente el primero. Y me he hecho con este así que no sé por cual empezaré pero lo haré pronto. Un beso!
ResponderEliminar"Un árbol crece en Brooklyn" está mejor, pero son novelas totalmente independientes, así que también puedes empezar por esta, si ya la tienes :).
EliminarAmo “Mañana todo irá mejor”, yo lo leí justamente cuando tenia 17 años, ahora voy rumbo a los 38. Definitivamente fue un libro que me impactó y fue como estar leer mi propia vida ya que yo atravesaba por todas esas experiencias de Margui, justo empecé a trabajar para pagar mis estudios y me enamoré de un hombre mucho mayor que yo, en fin…Escribo desde Bolivia y deseo encontrar este libro nuevamente.
ResponderEliminarHola, Mizaela, gracias por tu comentario y por compartir tu historia personal. Me has hecho tener ganas de volver a leer a Betty Smith. Espero que encuentres el libro. Te mando un abrazo.
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